jueves, enero 29, 2009

DESDE EL BALCÓN DE LA HABITACIÓN DEL HOTEL EN EL CAIRO (foto: FAUSTINO PÉREZ)

CON LA PIRÁMIDE DE KEFRÉN (foto A.G.)

COLOSO DE RAMSÉS II EN MENFIS (foto: FAUSTINO PÉREZ)

EL MILENARIO EGIPTO: MI VISITA A LA TIERRA DE LOS FARAONES (4)

Por FAUSTINO PÉREZ

De las siete maravillas de la antigüedad, todas estaban en la región conocida como Oriente Próximo - desde nuestra perspectiva - , y la única que queda de pie es la gran pirámide llamada de Keops, o Cheops, o bien, Khufu, en el área de Giza en Egipto, a 13 kilómetros (8 millas) del Cairo Ramses Hilton, lo cual implica un recorrido que puede durar entre 25 minutos a 3 horas, dependiendo de la hora y de la circulación. De las aproximadamente 118 pirámides descubiertas hasta la fecha, todas están del lado oeste del río Nilo, porque al ser la dirección del ocaso del sol, se asociaba en la mitología egipcia con el reino de los muertos. No nos olvidemos que las pirámides eran monumentos funerarios. La “decana” de estas tumbas reales es la de Saqqara, a la que se le calculan unos cinco mil años.
Algunas están en muy mal estado de conservación, de tal forma que parecen un montón de escombros, en contraposición con otras que presentan una mejor condición. Es preciso recalcar que una parte importante de la historia antigua de Egipto, aún está enterrada bajo las arenas, o sea, que es desconocida para los expertos.
Zizo – nuestro guía- nos recalcó que aún queda mucho por descubrir en Egipto, cuando llegamos a la entrada de las pirámides. La entrada costó 60 libras egipcias, porque en Egipto hay que pagar para todo, y así llegamos a esas enormes estructuras milenarias las cuales todavía asombran y maravillan a propios y extraños. Cada cierto tiempo surgen teorías de cómo fueron levantadas, pero me da la impresión de que no se sabe en realidad, porque subir esos pesados bloques hasta esa altura, y la logística que requiere su traslado, todavía hoy en día con los recursos y tecnologías disponibles, no es tarea fácil; y mucho menos en esa cantidad. En el área de Giza hay tres pirámides importantes y otras secundarias, aparte de la Gran Esfinge.
La mayor, es decir la de Keops, tiene una base de más de 230 metros, y una altura, de más de 138 metros hoy en día, pero originalmente tenía más de 146 metros, con más de dos millones de bloques. Si se compara con la Gran Pirámide de Cholula, o de Tlachihualtepetl, en México, la estructura de piedra más voluminosa del continente americano y del mundo, que sólo tiene 66 metros de alto, pero con una base de 450 metros; o bien, con la Pirámide del Sol de Teotihuacán, a 46 kilómetros de la Ciudad de México y que tenía originalmente una altura de 75 metros, se aprecia la enorme diferencia en cuanto a prestancia se refiere.
Hoy en día lo que queda de la Pirámide de Keops es su estructura interna puesto que el recubrimiento se ha perdido con los años. Cabe la posibilidad de visitar muy parcialmente su interior, aunque, como se supone, no todos los pasadizos internos han sido descubiertos.
Únicamente la Pirámide de Kefrén, Chrephen, Khafra, o Khafre, es decir, la segunda en tamaño de las de Giza, conserva una parte de su recubrimiento exterior en su cúspide. Esta estructura construida con bloques de más de dos toneladas cada uno, tenía originalmente más de 143 metros de altura; empero, desde ciertos ángulos de visión parece más alta que la de Keops, por los desniveles del terreno.
En el área de las pirámides de Giza el turista tiene la posibilidad de subirse a un camello o a un caballo para la foto de rigor, lo cual sale comparativamente caro; y si intenta hacer todo el recorrido a pie entre las pirámides puede tardar fácilmente varias horas al sol, - aparte de la contaminación, y la arena en suspensión en el aire - , por las distancias involucradas y por la dificultad de caminar en un arenal, y encima, en un terreno muy irregular, amén de tener que evitar los excrementos de los animales y el acoso de los vendedores de souvenirs y de los camelleros mismos.
Después de las fotos del conjunto de pirámides desde un mirador, llegamos a la Esfinge, que se encuentra en una especie de hondonada. De esa manera pudimos admirar esta famosísima estatua gigante con cara negroide, aunque no se sabe si de hombre o mujer. A pesar de que le falta la nariz, la forma craneal es típica del África subsahariana, lo cual se nota en el mentón y en la frente huidiza, y además, tiene un cuerpo de león, con unas patas delanteras reconstruidas y desproporcionadas.
Después de la paliza de la mezquita, del enorme museo y de las pirámides, nos llevaron a almorzar al restaurante Caviar, donde probamos unos platos a base de pescado preparado al estilo local. Pero todavía nos faltaba mucho por ver y recorrer.
A continuación le tocó el turno a una galería de arte en soporte de papiro llamada Sondos Papyrus, donde primeramente nos enseñaron a fabricar el papiro, es decir, la base, y luego pasamos a ver las piezas hechas con diferentes técnicas, entre las cuales se destaca el empleo de tintas de colores brillantes, pero también se puede usar la pintura acrílica o el óleo, entre otros procedimientos. En el nivel superior de la galería tienen una tienda de souvenirs.
De ahí nos llevaron a descansar al hotel a las 4:30 p.m., para ir a buscarnos a las 6 p.m. con el fin de presenciar el espectáculo de sonidos y luces en idioma español con las tres pirámides principales de Giza y la Esfinge de pantalla. De esa manera tuvimos tiempo de pasar a recoger más huéspedes por otro hotel, y llegamos al show justo antes de comenzar. Este espectáculo que vimos es único en el mundo y dura algo menos de una hora con la audiencia sentada a la intemperie, y con una temperatura de aproximadamente 10º; aunque ya en Teotihuacán, México, quieren hacer algo equivalente. El idioma varía dependiendo de la hora y del día, y también los egipcios tienen shows equivalentes ad hoc en otros sitios de interés arqueológico tales como: Karnak, Philae, y en Abu Simbel, o sea, cuatro en total incluyendo el de las pirámides.
Para el show emplean proyectores de alta potencia y rayos láser con unos efectos muy logrados. Al finalizar nos deleitamos con unas piezas interpretadas por una banda de gaiteros egipcios que se encontraban a la salida del recinto.

jueves, enero 22, 2009

RIBERA DEL NILO DE NOCHE NAVEGANDO EN EL NILE MAXIM (foto: FAUSTINO PÉREZ)

LA PIRÁMIDE ESCALONADA DE SAQQARA, EGIPTO (foto: A. G.)

INTERIOR DE LA MEZQUITA DE ALABASTRO (foto: FAUSTINO PÉREZ)

EL MILENARIO EGIPTO MI VISITA A LA TIERRA DE LOS FARAONES (3)

Por FAUSTINO PÉREZ

Después de la visita podríamos afirmar, sin lugar a dudas, que una cosa es estudiarse en los libros de geografía en los años mozos, que el río Nilo es el más largo del mundo, - aunque esta marca ha estado en cuestionamiento, y lo mismo se afirma que el Amazonas en realidad lo es más - , y otra muy diferente es estar desayunando en un hotel de cuatro estrellas de una cadena estadounidense, con vistas privilegiadas a ese mismísimo río, fuente de vida para este país. Hay mucha diferencia, a pesar de que las canciones de Shakira que se escuchaban nos eran familiares.
Al día siguiente de llegar, comentábamos en el comedor de la tercera planta la originalidad del aeropuerto de El Cairo, con sus enormes cristaleras y sus columnas tubulares revestidas; y el túnel doble de cuatro kilómetros de la avenida, por donde pasamos al conducirnos al hotel. También dio tiempo de comentar las “extrañas” almohadas – para nosotros – cuadradas, grandes, y muy planas, que tenía la habitación.
Aunque estábamos medio dormidos por las seis hora menos de Santo Domingo, teníamos que estar listos en el vestíbulo del hotel a las 8 a.m. para la primera y más agotadora de las excursiones múltiples. Pero antes cambié cien dólares en el banco del hotel, a la tasa de un poco más de cinco libras egipcias por cada dólar. Igualmente me enteré que ese banco no cerraba a ninguna hora.
Esta vez vino un estupendo guía-egiptólogo muy preparado, conocido cariñosamente con el diminutivo de Zizo, para conducirnos a nuestra primera visita del día a la Mezquita de Alabastro, empezada a construir en 1830, y conocida igualmente como la Mezquita de Muhammad Ali Pasha; situada en lo alto de un enorme recinto amurallado, donde también existen otras mezquitas y museos, llamado la Ciudadela de Saladino. Cuando escuché el nombre de Muhammad Ali, lo primero que pensé fue en el mítico boxeador estadounidense Casius Clay quien tomó ese sobrenombre de ahí, pero se trata de la mezquita más importante de Egipto, y la más visible desde otros puntos de la ciudad.
En el trayecto hacia la mezquita vimos a un sujeto en la avenida ondeando y vendiendo banderas palestinas, como una manera de recordar y de expresar la protesta por el ataque israelí a la franja de Gaza, que coincidió con nuestra visita a Egipto. También pasamos por la avenida que divide en dos la llamada Ciudad de los Muertos, que debería de llamarse de los Muertos Vivientes, ese extenso cementerio antiguo donde malviven centenares de miles de personas en condiciones infrahumanas, entre las tumbas, criptas y nichos derruidos; es una imagen espeluznante de un “camposanto” que da grima, y que parece haber sido sacada de una película de terror. Y así continuamos hasta llegar a nuestro primer destino de la jornada.
Para entrar a la Mezquita de Alabastro había que descalzarse o colocarse un cubre-calzado que vendían a la entrada por un dólar para dos personas, es decir, dos pares. La entrada era de 50 libras egipcias por cabeza (diez US dólares por cada uno). El interior es francamente espectacular con luces colgando en círculo y una gran lámpara en el centro de la mezquita. De la misma manera la cúpula es sencillamente bella. Afortunadamente permiten tomar fotos dentro, y así lo hice, al igual que en el gran espacio interior del recinto, que está fuera de la mezquita.
De ahí el turno era para el Museo Egipcio, también llamado Museo de El Cairo, con sus 120 000 piezas en exhibición. Sin lugar a dudas es el más grande del mundo en cuanto a artefactos de la cultura egipcia se refiere. Hay que destacar que el patrimonio cultural egipcio fue saqueado durante siglos, de tal forma que hoy en día existen más obeliscos egipcios fuera de Egipto que en el país. Como ejemplos famosos podríamos mencionar el que está en la Plaza de la Concordia de París rematado en su cima por una pirámide de oro, y el de la Plaza de San Pedro de la Ciudad del Vaticano; hay también en Londres, y en el mismo Central Park de Nueva York; además, en Turquía, Israel, y Polonia, tienen sus obeliscos egipcios. Solamente en Italia tienen once obeliscos, más que en el propio Egipto que posee nueve, y en el Reino Unido cuentan con cuatro en total.
Todas las piezas del Museo de El Cairo son obras originales, salvo una reproducción que tienen de la Piedra de Rosetta, la cual sirvió para traducir los jeroglíficos antiguos, porque está en tres idiomas. Esta piedra se encuentra desde la época de Napoleón en Europa, y ahora se conserva la original en el British Museum de Londres.
Este museo cuenta con dos niveles, y para entrar chequean las pertenencias dos veces con rayos-x; una vez para estar en los jardines decorados con piezas originales de su cultura; y por segunda vez, para ingresar al edificio, donde está estrictamente prohibido sacar fotos. Esa medida es una solemne estupidez y me recordó el Museo Arqueológico de Atenas donde también ponen trabas, aunque menos. La entrada al Museo Egipcio cuesta 60 libras egipcias, o sea, 12 US dólares.
La política de no permitir fotos perjudica al país, y al propio museo, porque cada vez que se dispara una cámara dentro de un museo, eso le sirve de promoción a la institución y al turismo local; no es verdad que el flash daña las piezas. En el Museo del Louvre de París, y en el de Historia Natural de Nueva York se toman miles y miles de fotos a diario y no pasa absolutamente nada; con razón el Louvre es el museo más visitado del mundo con más de ocho millones de visitantes, y la Mona Lisa es el cuadro más reconocible en la historia del arte; y el de Historia Natural es el más importante de todos en su categoría. No hay ninguna justificación ni física, ni tampoco química, para la prohibición.
En la primera planta predomina al fondo y en el centro, la estatua gigante de Amenhotep III y la reina Tiy. También tienen otras muchas estatuas, bustos, sarcófagos, y esfinges, de menor tamaño, de sus faraones y dioses, desde Ramsés II, hasta Akhenathen, pasando por un busto de Nefertiti, o la efigie del faraón Cheops, y así por el estilo, los cuales a veces da trabajo verlos por la gran cantidad de visitantes, en aquella auténtica babel de idiomas diferentes. El guía nos enseñó - entre otras cosas – a fijarnos en el llamado cartucho, de las piezas de arte egipcio, donde aparece el nombre del faraón de que se trate, claro está, en jeroglíficos.
Sin embargo, el “plato fuerte” del museo es el tesoro de la tumba de Tutankhamun, que ocupa casi la mitad del segundo nivel; y la joya más apreciada y buscada por los turistas es la máscara de oro con un peso de once kilos (casi 23 libras de peso), ¡una auténtica maravilla del arte! En la misma sala exhiben varios sarcófagos, (ya que estaban uno dentro del otro en tamaño decreciente), y numerosas piezas de adornos corporales realizados con metales y piedras preciosos. Todas estas joyas se destacan, igualmente, por su interés y valor simbólicos.
Es de resaltar también el trono muy elaborado y muy bello, otras sillas ceremoniales, e incluso, algunos carruajes, contenedores de perfumes de alabastro, recipientes para vísceras, urnas, barcas ceremoniales, reproducciones de animales sagrados, como hipopótamos, leones, escarabajos, etc., apoyadores de cabeza para dormir, y muchos sarcófagos, entre otros.
En las salas dedicadas a Tutankhamun presentan igualmente algunos artefactos curiosos, de cuyo invento los egipcios reclaman su paternidad y que estaban en la tumba: como por ejemplo un preservativo hecho con tripa de gacela, un proto-ajedrez precursor de ese juego-ciencia cuya invención también se atribuyen otros países como la India y Arabia Saudita, y un abanico de plumas; también aparece entre las primicias el bumerán, esa arma arrojadiza, con decenas de variantes expuestas, y que el diccionario de la Real Academia dice erróneamente quizá, que es propia de los australianos.
En este piso exhiben algunas momias en una de las salas, pero para verlas es necesario pagar extra. Es preciso recalcar que los aniguos egipcios momificaban a sus faraones, pero también lo hacían con sus animales considerados como sagrados.
Ya el gobierno egipcio está construyendo un nuevo museo no muy lejos de las pirámides de Giza, que se supone estará listo dentro de algunos años.

viernes, enero 16, 2009

ESPECTÁCULO DE LUZ Y SONIDO EN LAS PIRÁMIDES DE GIZA (foto: FAUSTINO PÉREZ)

SALA PRINCIPAL DE LECTURA DE LA BIBLIOTECA DE ALEJANDRÍA, EGIPTO (foto: FAUSTINO PÉREZ)

PIRÁMIDE DE KEOPS (foto: A. G.)

LA ESFINGE Y LA PIRÁMIDE DE KEFRÉN (foto: FAUSTINO PÉREZ)

EL MILENARIO EGIPTO: MI VISITA A LA TIERRA DE LOS FARAONES (2)

Por FAUSTINO PÉREZ


Visitar Egipto ubicado en los continentes africano y asiático simultáneamente, es decir, con un pie en África y otro en Asia, es el equivalente a trasladarse a un universo totalmente diferente a aquello a lo que uno está acostumbrado en Santo Domingo, es como tener un reencuentro con la historia misma, con una cultura que le da más importancia al más-allá que al más-acá, y que emplea tres calendarios distintos; un lugar en el que desde hace por lo menos más de cinco mil años, ya construían monumentos imperecederos desde esa fecha conocida, y escribían textos poéticos antes que nadie.
Al ser Egipto un cruce de caminos, donde se dan cita personas y personalidades principalmente de cuatro continentes, la indumentaria es muy variada; y esto es válido tanto para los humildes nativos de las diferentes regiones y pueblos, con sus turbantes y chilabas, y los jeques visitantes multimillonarios que llegan a los establecimientos hoteleros con un séquito de mujeres, y presumiendo con una actitud entre pedantesca y engreída. A esto hay que sumarle los huéspedes asiáticos, en especial los japoneses, a los del África subsahariana de piel negra, a los europeos, y a los turistas de este continente americano, que son los menos. Curiosamente de este lado del océano acuden a Egipto gentes provenientes de las clases más acomodadas de América Latina, atraídos por la leyenda.
Racialmente los egipcios abarcan todos los tonos de piel, predominando los de piel clara y de ojos negros, diferentes de los nubios del sur, por ejemplo, de piel oscura y ojos claros; y es relativamente frecuente ver personas con ojeras, no por motivos de haber cometido algún exceso, sino, por herencia.
Por otro lado, el idioma árabe es muy difícil, con una gran variedad de fonemas, lo cual es una gran ventaja para ellos porque así tienen mucha facilidad para aprender otras lenguas. De esa manera cualquier vendedor callejero, al escuchar a uno hablar tratará de vender su(s) producto(s), diciendo alguna frase al visitante en el idioma del forastero. La habilidad para el aprendizaje lingüístico se nota mucho sobre todo en los museos y monumentos, de tal suerte, que no es raro encontrase con varios guías turísticos nativos, a la vez, hablando idiomas totalmente diferentes.
Los guías son muy importantes para moverse en Egipto, yo añadiría que son prácticamente imprescindibles, porque además de que están bien capacitados y entrenados, - a sabiendas de que el turismo es la base de su sustento - , le ahorran mucho tiempo a los visitantes; los van a buscar al aeropuerto y a los hoteles, para llevarlos a los lugares de interés, porque en Egipto lamentablemente es muy difícil andar a pie por la ciudad, ya que casi no existen pasos peatonales, y los pocos que hay no son respetados, y es muy arriesgado para el extranjero cruzar esas avenidas y autopistas con esos vehículos desplazándose a esas velocidades. Ellos construyen las autopistas y distribuidores del tránsito sin pensar apenas en los peatones, con lo cual denotan la importancia que tiene para ellos el tener vehículo, ya que son aproximadamente tres veces más caros que en Europa.
Además, el país tiene tanto que ofrecer que si uno está solo, aprendería mucho menos de la cultura de Egipto, y le saldrían más caros los traslados de un lugar de interés a otro.
Por otro lado los taxis son viejos y los autobuses van atestados de pasajeros, al igual que las dos líneas del metro. Todo este caos contribuye sobremanera con la gran contaminación causada por los vehículos que se siente en la gran urbe, mezclada con la niebla y con la gran cantidad de polvo de arena en suspensión en el aire; todo ello complicado por la lluvia escasa. Yo me imagino que los neumólogos, los otorrinolaringólogos y los oftalmólogos harán su agosto con tantas personas con problemas en la garganta y en los ojos. Las condiciones deben de empeorar cuando hay alguna tormenta de arena, pero por suerte para nosotros se originan en otra época del año.
Paradójicamente también se producen muchos tapones en las autopistas de la ciudad, todo ello por motivos tontos y baladíes, como podría ser un auto con problemas mecánicos o una carreta atravesada en la vía, o bien, un minibús detenido para dejar a un pasajero.
Una de las prácticas diarias que más llama la atención al forastero de otras religiones, es el llamado a la oración, que se hace a diario cinco veces desde los miles de mezquitas por medio de altavoces, incluyendo las dos mil consideradas como antiguas: a las 5 a.m., a las 12 m., a las 2:30 p.m., a las 5 p.m. y el último a las 6:30 p.m.
Al escuchar ese mensaje estruendoso desde un lugar elevado, - como podría ser el balcón del hotel - , simultáneamente con el ruido de los vehículos al transitar y sus nerviosas señales acústicas, aquello se asemeja a un auténtico maremágnum, un verdadero “performance” religioso con el contrapunto de los decibelios producidos por la gran urbe.
Es evidente que si un devoto se enpecina en rezar hacia la Mecca cinco veces al día, tendría poco tiempo para otros menesteres; aún así no es raro ver hombres por la calle, con una callosidad en la frente, producida por el roce de la frente contra el suelo al inclinarse para orar.
En Egipto se entremezclan la pobreza y la opulencia, y el desarrollo y el subdesarrollo de una manera muy sui generis. Por ejemplo, si uno navega por el Nilo de noche, la panorámica de los grandes hoteles con su iluminación de Navidad, y las embarcaciones con sus luces parpadeantes multicolores son de una belleza inolvidable, no tiene nada que envidiarle a París y su río Sena; empero, si uno se acerca a esos establecimientos hoteleros de lujo, se encontrará a escasos metros con pequeños negocios para gente muy pobre, desde talleres de mecánica hasta cafés sin ninguna categoría, para fumar la famosa pipa de agua, llamada entre ellos hookah. Da la impresión de que las grandes cadenas hoteleras (Sofitel, Hilton, Sheraton, Marriott, etc.) compraron el espacio a gente humilde para levantar sus edificios, que a lo mejor logró pingües beneficios por las ventas, con el fin de aprovechar la afluencia turística, y no se preocuparon por el entorno que iban a tener los mismos hoteles de cuatro y cinco estrellas.
Este hábito de la hookah está muy extendido por todo el país, y existen locales para todos los bolsillos, desde bares de mala muerte en los que se fuma en la acera, hasta en centros comerciales cerrados para clientes pudientes.
En estos últimos establecimientos casi siempre existe alguna tienda con lencería sexy; es curioso cómo un país tan recatado en su indumentaria en exteriores, venda ese tipo de prendas íntimas provocativas para ser usadas en las alcobas. Me llamó la atención que en el Cairo, uno de los grandes centros mundiales de la danza del vientre (danse du ventre, en francés; y belly dance, en inglés), las mujeres vestidas a la usanza occidental o con un estilo mixto (por ejemplo, al llevar jeans con la cabeza cubierta por el velo), no hacen galas al caminar o demuestran lo que han aprendido o saben del baile; o por lo menos que se note la influencia. Parece ser que al tener tantos siglos de usar chilaba, ha hecho que las mujeres descuidaran su figura y acumularan grasa en diferentes lugares de la anatomía, y por ese motivo al usar ropa de tipo occidental se nota el hecho.
Otra contradicción que se aprecia es el descuido en los detalles, lo cual le transmite al visitante una señal de abandono, negligencia, y de descuido. Por ejemplo, es imperdonable e increíble que en un país con miles de años de historia la gente no haya sido educada todavía a tirar la basura donde se debe, o a cruzar una calle como tiene que ser. Por otra parte, construyen las autopistas en la ciudad y se olvidan de los pasos de cebra para los peatones, como ya dije. Sin ir más lejos, en el Museo Egipcio, uno de los trece más importantes del mundo, o sea, con categoría mundial, aparecen algunas identificaciones de las piezas, escritas a mano, en un papel escolar, y los visitantes no tienen donde sentarse.
A pesar de que El Cairo se encuentra prácticamente entre dos desiertos, aún los egipcios no han resuelto el problema de recoger la arena de los bordes de la avenida que lleva a las pirámides, lo cual incrementa el polvo de arena en suspensión en el aire, aumenta los problemas respiratorios de la población, y mantiene a los vehículos y los edificios llenos de polvo permanentemente.

sábado, enero 10, 2009

FAUSTINO PÉREZ EN LA EXPLANADA DE LAS PIRÁMIDES DE GIZA 3-ENERO-2009 (foto: EUFEMIO MARTÍNEZ CINTRÓN)

ESCENA CERCA DE LAS PIRÁMIDES (foto: FAUSTINO PÉREZ)

BAILARINA DE LA DANZA DEL VIENTRE DEL BARCO-RESTAURANTE NILE MAXIM (foto: FAUSTINO PÉREZ)

EL MILENARIO EGIPTO: MI VISITA A LA TIERRA DE LOS FARAONES (1)

Por FAUSTINO PÉREZ


Tal como nos sucedió en los dos últimos años, nos pilló la Navidad haciendo los preparativos de viaje, pero con una variante importante: ahora exigían visado desde mediados del 2008 para poder hacer escala en la Unión Europea. Esto implicaba tener que hacer fila en el Consulado francés, previa solicitud de un número de llegada, llenar un formulario, con un pasaporte que tenga una validez superior a los tres meses después de la llegada al país de origen, llevar pruebas de la reserva de vuelos, de la reservación del hotel, y de contar con seguro de viaje; es preciso también, ir personalmente a que le tomen las huellas digitales de todos los dedos, y que le saquen una foto antropométrica; llevarles otra fotografía de frente con fondo blanco y de tamaño 3,5 x 4,5 cms. para acompañar el formulario, y encima, pagar sesenta (60) euros y tener que esperar casi un mes para que le den la respuesta a uno. Todo ello para “saltar” de un avión a otro en un aeropuerto de la Comunidad, y sin poder salir del área restringida del aeroparque. ¡La verdad es que los países del grupo Schengen se esmeran en hacerle la vida imposible a uno!
Y eso que habíamos pasado por París en tránsito en enero del 2007, camino de Tokío, Japón, sin visado; y estuvimos con visa de turista en París, en enero del 2008.
A uno no le queda más remedio que soportar esa mentalidad y esos abusos colonialistas, a pesar de que nosotros – como siempre – tenemos que sobrellevar las tarifas más caras no obstante ser los más pobres, para subvencionar las tarifas baratas de los países ricos. Esto significa que ellos se benefician comoquiera, pero desde aquí en esta isla, no se tiene otra opción para ir al continente africano; a menos que se dé la vuelta por sudamérica, entonces sería más largo el viaje y, por supuesto, más caro.
Ya teníamos el visado, el hotel, los vuelos, y los guías turísticos que nos orientarían en nuestro periplo.
El taxista contratado llegó justo a las cinco y cuarto de la tarde, para llevarnos al Aeropuerto de Las Américas, nos cobró 700 pesos, facturamos las maletas, pasamos los controles de rayos-x y los de Inmigración, - donde, por cierto, una ex-alumna mía vino a saludarme - , y a continuación nos dirigimos a la sala de espera para el abordaje. Esta aerolínea acostumbra a dar los datos técnicos del vuelo en una pizarra colocada a la entrada del control de la tarjeta de embarque. En lo que esperábamos en la cola observamos a cuatro pasajeros a quienes no los dejaron abordar el vuelo y que eran mantenidos sentados en un lugar específico de la sala, no sabemos los motivos. Siempre hay alguien que es invitado a bajarse del avión por problemas en el pasaporte, o en el boleto aéreo, por su perfil sospechoso, o por llevar algo prohibido, y así por el estilo.
Como estaba previsto subimos al aparato un Jumbo 747-400 de Air France, que se suponía despegaría a las 9:10 p.m. Sin embargo, debido a la indisposición repentina de un viajero; - ¡es increíble cómo la adrenalina se percibe en ese ambiente de más de 500 personas, y la gente se alborota! - , el avión mastodóntico tomó pista a las 10:30 p.m., y nos tocó sentarnos al lado de una joven que se entretenía leyendo un libro en fotocopia. Mi preocupación era que no diese tiempo a trasladar las maletas de un avión a otro.
Después de la mala noche y de haber cenado y desayunado en el avión, llegamos a París a media mañana, entonces, teníamos que pasar de la terminal C a la E, en el autobús que tienen dispuesto para esos fines, o sea, que había que salir a una calle interna del aeropuerto Charles de Gaulle. El problema era que habíamos salido de un país con una temperatura agradable de verano de 28º, para llegar a otro después de casi ocho horas de vuelo con una temperatura de 3 grados bajo cero, es decir, de un invierno crudo para esas latitudes, y de ahí llegar a nuestro destino con una temperatura primaveral de 12º. Mientras el avión llegaba a la terminal me entretuve tomándole fotos al avión Concorde auténtico, que tienen en un pedestal al lado de una de las pistas de acceso.
Esperamos el próximo avión, que era más pequeño, pero paradójicamente con más espacio para las piernas, después de pasar otra vez por los rayos-x, y así de esa manera abordamos el vuelo que nos llevaría a nuestro destino final: El Cairo, Egipto. Iba a ser la primera vez que pisaba el continente africano y el cuarto continente en visitar.
En la sala de espera se notaba el gran conflicto cultural que tienen los jóvenes árabes, y varios de ellos estaban escuchando rock en árabe en sus i-pods, o bien, navegando con sus laptops, o hablando por celulares, o con gafas de marca a pesar de tener cubierta la cabeza; todo ello en detrimento de su cultura, - incluyendo sus costumbres - , que está perdiendo la batalla. Por otra parte, después que una chica se acostumbra a usar jeans, es difícil que vuelva a la chilaba tradicional.
Los asientos próximos a la ventanilla estaban colocados en filas de dos, o sea que no teníamos a nadie al lado, y después de un almuerzo muy bueno, mucho mejor que en el avión anterior, - a pesar de ser la misma compañía - , a base de salmón y queso roquefort. ¡En este vuelo hasta le presentan el menú en una tarjeta al viajero!, algo impensable en el Jumbo. Antes del despegue tuvieron que rociar las alas del avión con un disolvente para eliminarle el hielo, con unos camiones con mangueras que parecen sacados de una novela de ciencia ficción.
Después de aproximadamente tres horas y pico de vuelo, - y de habernos deleitado con el espectáculo de los Alpes Italianos nevados - , a lo cual hay que sumarle una hora más por el cambio de horario, - ya que si en Francia son cinco horas más con respecto a Santo Domingo, en Egipto son seis - , empezamos a ver las luces de la ciudad, porque en Egipto anochece alrededor de las cinco de la tarde en invierno, y ya eran la siete de la noche.
El Cairo tiene 16 millones de habitantes de día, porque hay tres millones “flotantes” que acuden a ella diariamente desde todos los rincones del país a realizar trámites, y/o a llevar mercancías; o sea, que la población fija es de 13 millones.
Al bajar del avión apareció un autobús para llevarnos a la terminal, y yo tenía instrucciones de buscar al guía con mi nombre; y en afecto allí estaba Mahmoud, con mi nombre correctamente escrito, y así empezaron las sorpresas. Este joven muy dinámico de la agencia, me pidió dinero para comprar los visados, es decir US 30 dólares por los dos que llegamos sin visa, porque en Egipto se compran en el aeropuerto y uno los pega en cualquier página libre del pasaporte. Esto significa que todos los guías turísticos estaban en el área antes de pasar el control de Inmigración, algo impensable en Santo Domingo. Ellos tienen que agilizarlo todo porque reciben nueve millones de turistas al año. Para el trámite del sellado nos recibió un funcionario con tres estrellas en el uniforme y después de estampar los sellos, les pasó los documentos de viaje a dos empleados que estaban perpendicularmente en un plano inferior a su derecha, y con luz discreta. De esa manera entramos oficialmente al país, y una vez recogidas las maletas subimos al transporte de la agencia, que nos llevaría al Hotel Ramsés Hilton (http://www1.hilton.com/es/hi/hotel/CAIRHTW-Ramses-Hilton/index.do) de cuatro estrellas y de 26 pisos, en pleno centro de la ciudad al lado del río Nilo y muy cerca del Museo Egipcio, donde íbamos a pasar seis noches, en habitación doble con desayuno por US 430 dólares la noche. Este hotel de esta cadena, es uno de los varios que tienen los Hilton. Como ya se sabe, Egipto ejerce una gran fascinación en los estadounidenses, quienes poseen hoteles de las principales cadenas norteamericanas aprovechando el gran flujo turístico, aparte de que tienen una Universidad en el Cairo, donde asiste la flor y nata de la juventud de la sociedad egipcia, y cuentan, además, con la embajada de EEUU más grande del mundo.
En los alrededores del hotel tienen policías turísticos detrás de unos escudos metálicos blindados con ruedas, y perros entrenados para detectar explosivos, porque ya se sabe que la situación en el Oriente Medio con Israel atacando y ocupando territorios en Gaza a 200 kms. del Cairo no proporciona sosiego a ninguno de los países de la región.
Otro choque cultural fue que los bellboys no permitieron en modo alguno que yo subiera las maletas a la habitación 828, y al entrar al establecimiento hotelero me pareció que estaba en la ONU por la diversidad de indumentarias, una prueba palpable de que Egipto es un país-bisagra entre África, Asia y Europa.