jueves, julio 26, 2007
SE MARCHÓ FONTANARROSA
SE MARCHÓ FONTANARROSA Y NOS DEJÓ A BOOGIE EL ACEITOSO Y A INODORO PEREYRA
Por FAUSTINO PÉREZ
La Argentina tradicionalmente ha sido un país de grandes dibujantes, basta con recordar al maestro de maestros: Alberto Breccia, que aunque nacido en Montevideo, Uruguay, desde su tierna infancia vivió en Buenos Aires; y al famoso Quino, creador de Mafalda, - convertida en el símbolo de Latinoamérica -, quien vive en Europa actualmente.
Sin embargo, a raíz de la gran crisis que atravesó el Cono Sur en la década de los años 70 con el ascenso al poder de las dictaduras, se produjo un gran éxodo, de tal forma que llegaron a España y al resto de Europa, centenares de miles de argentinos y de chilenos; y de ahí precisamente surgió en España el vocablo “sudaca”, para referirse a los sudamericanos, y por extensión a todos los latinoamericanos. Por esa causa, también, salieron de la Argentina muy buenos dibujantes.
El país del tango, ha sido una de las grandes potencias del cómic artístico a nivel mundial, por derecho propio, conjuntamente con los EE UU, España, Francia, Italia, Inglaterra, y pocos países más; y en cuanto a las publicaciones de menos calidad han sobresalido México y el Japón aunque este último país ya ha logrado publicar trabajos de calidad, e incluso influenciar al mundo de los cómics con los conocidos “mangas” del tipo álbum; porque los mangas corrientes de baja calidad y de unas 300 páginas, siguen vendiéndose a los interesados en leer las vicisitudes y peripecias eróticas de las colegialas japonesas ficticias, la auténtica obsesión de los lectores masculinos de mangas de ese país.
Aquí en el mercado nacional cada día llegan menos publicaciones de cómics, sencillamente porque apenas se venden, principalmente por su encarecimiento. Para unos padres es más rentable para entretener a sus hijos, el comprarles un Nintendo o una consola de juegos que regalarles historietas. Sin embargo, los cómics, conocidos localmente como “paquitos”, a raíz de una publicación mexicana que llegaba al país en los años 30 del siglo pasado, son muy útiles porque sirven para crearles el hábito de la lectura a los niños, aparte de las series que son básicamente didácticas, y no exclusivamente distractivas, y aquí da trabajo adquirir un tebeo.
A cualquier ciudad grande que uno vaya en el mundo se encontrará con tiendas especializadas de historietas, y aunque en la Argentina las historietas sufrieron un bajón por el éxodo antes mencionado, Roberto Fontanarrosa, - uno de los pocos dibujantes conocidos que se quedó en la Argentina -, supo aferrarse a su tierra natal y se negó a abandonar su patria chica de Rosario, donde falleció a los 62 años el día 19 de julio del 2007, donde descansan sus restos para tristeza de grandes y chicos.
Fontanarrosa fue el creador de dos personajes de ficción importantes, entre otros: Inodoro Pereyra y Boogie el Aceitoso. Por su lado Inodoro Pereyra es un gaucho quien vive una existencia solitaria en la inmensidad de las pampas argentinas. Su primera aparición fue en el 1972, en la revista Hortensia. Este personaje se comunica con su perro Mendieta, y hace galas de la sabiduría pampeña, empleando modismos típicos.
En el otro extremo se encuentra Boggie el Aceitoso, matón y delincuente patológico, frío y cerebrotónico, soltero, quien siempre tiene un cigarrillo en la boca, con domicilio fijo desconocido, es un furibundo admirador de Jack el Destripador, y le satisface enormemente el resolver los problemas a tiro limpio. También presume de sus músculos, y de su mandíbula prominente, se rasura pocas veces y su cara de perro bulldog con el pelo rubio, lo hacen aparentar más intimidante aún. Su único amor son las armas, a las que cuida y mima como no lo hace con mujer alguna.
Los autores siempre se proyectan en sus personajes creados, total o parcialmente; y los lectores en todo momento, se identifican con sus protagonistas preferidos, en mayor o menor grado.
Yo pienso que Inodoro representa el mundo interno de Fontanarrosa, campechano y más bien humilde, es decir, cómo era él en sus adentros realmente; en cambio en Boogie, el creador realizó una proyección de lo que le hubiese gustado haber hecho en la vida, y plasmó la imagen idealizada suya o que hubiera preferido tener, pero, por la educación recibida, los condicionamientos, la genética, las trabas sociales y morales nunca pudo materializar.
Si Inodoro representa lo rústico, la amistad y la nobleza, Boogie simboliza lo urbano, el individualismo y la traición. Si el primero es fiel, tratable, amistoso y con sabiduría popular, el segundo es ingrato, pedante, engreído y cosmopolita. El yin y el yang presentados magistralmente.
Estos son los dos principales personajes que nos legó Fontanarrosa, apodado cariñosamente como el Negro, y permanente hincha del fútbol, quien también incursionó con éxito en el cuento y en la novela.
Por FAUSTINO PÉREZ
La Argentina tradicionalmente ha sido un país de grandes dibujantes, basta con recordar al maestro de maestros: Alberto Breccia, que aunque nacido en Montevideo, Uruguay, desde su tierna infancia vivió en Buenos Aires; y al famoso Quino, creador de Mafalda, - convertida en el símbolo de Latinoamérica -, quien vive en Europa actualmente.
Sin embargo, a raíz de la gran crisis que atravesó el Cono Sur en la década de los años 70 con el ascenso al poder de las dictaduras, se produjo un gran éxodo, de tal forma que llegaron a España y al resto de Europa, centenares de miles de argentinos y de chilenos; y de ahí precisamente surgió en España el vocablo “sudaca”, para referirse a los sudamericanos, y por extensión a todos los latinoamericanos. Por esa causa, también, salieron de la Argentina muy buenos dibujantes.
El país del tango, ha sido una de las grandes potencias del cómic artístico a nivel mundial, por derecho propio, conjuntamente con los EE UU, España, Francia, Italia, Inglaterra, y pocos países más; y en cuanto a las publicaciones de menos calidad han sobresalido México y el Japón aunque este último país ya ha logrado publicar trabajos de calidad, e incluso influenciar al mundo de los cómics con los conocidos “mangas” del tipo álbum; porque los mangas corrientes de baja calidad y de unas 300 páginas, siguen vendiéndose a los interesados en leer las vicisitudes y peripecias eróticas de las colegialas japonesas ficticias, la auténtica obsesión de los lectores masculinos de mangas de ese país.
Aquí en el mercado nacional cada día llegan menos publicaciones de cómics, sencillamente porque apenas se venden, principalmente por su encarecimiento. Para unos padres es más rentable para entretener a sus hijos, el comprarles un Nintendo o una consola de juegos que regalarles historietas. Sin embargo, los cómics, conocidos localmente como “paquitos”, a raíz de una publicación mexicana que llegaba al país en los años 30 del siglo pasado, son muy útiles porque sirven para crearles el hábito de la lectura a los niños, aparte de las series que son básicamente didácticas, y no exclusivamente distractivas, y aquí da trabajo adquirir un tebeo.
A cualquier ciudad grande que uno vaya en el mundo se encontrará con tiendas especializadas de historietas, y aunque en la Argentina las historietas sufrieron un bajón por el éxodo antes mencionado, Roberto Fontanarrosa, - uno de los pocos dibujantes conocidos que se quedó en la Argentina -, supo aferrarse a su tierra natal y se negó a abandonar su patria chica de Rosario, donde falleció a los 62 años el día 19 de julio del 2007, donde descansan sus restos para tristeza de grandes y chicos.
Fontanarrosa fue el creador de dos personajes de ficción importantes, entre otros: Inodoro Pereyra y Boogie el Aceitoso. Por su lado Inodoro Pereyra es un gaucho quien vive una existencia solitaria en la inmensidad de las pampas argentinas. Su primera aparición fue en el 1972, en la revista Hortensia. Este personaje se comunica con su perro Mendieta, y hace galas de la sabiduría pampeña, empleando modismos típicos.
En el otro extremo se encuentra Boggie el Aceitoso, matón y delincuente patológico, frío y cerebrotónico, soltero, quien siempre tiene un cigarrillo en la boca, con domicilio fijo desconocido, es un furibundo admirador de Jack el Destripador, y le satisface enormemente el resolver los problemas a tiro limpio. También presume de sus músculos, y de su mandíbula prominente, se rasura pocas veces y su cara de perro bulldog con el pelo rubio, lo hacen aparentar más intimidante aún. Su único amor son las armas, a las que cuida y mima como no lo hace con mujer alguna.
Los autores siempre se proyectan en sus personajes creados, total o parcialmente; y los lectores en todo momento, se identifican con sus protagonistas preferidos, en mayor o menor grado.
Yo pienso que Inodoro representa el mundo interno de Fontanarrosa, campechano y más bien humilde, es decir, cómo era él en sus adentros realmente; en cambio en Boogie, el creador realizó una proyección de lo que le hubiese gustado haber hecho en la vida, y plasmó la imagen idealizada suya o que hubiera preferido tener, pero, por la educación recibida, los condicionamientos, la genética, las trabas sociales y morales nunca pudo materializar.
Si Inodoro representa lo rústico, la amistad y la nobleza, Boogie simboliza lo urbano, el individualismo y la traición. Si el primero es fiel, tratable, amistoso y con sabiduría popular, el segundo es ingrato, pedante, engreído y cosmopolita. El yin y el yang presentados magistralmente.
Estos son los dos principales personajes que nos legó Fontanarrosa, apodado cariñosamente como el Negro, y permanente hincha del fútbol, quien también incursionó con éxito en el cuento y en la novela.
miércoles, julio 18, 2007
FAUSTINO PÉREZ ENTREVISTA A FERNANDO UREÑA RIB
FAUSTINO PÉREZ ENTREVISTA A FERNANDO UREÑA RIB
Fernando Ureña Rib es el artista sensual por excelencia, como su expresión personal del trópico que lo vio nacer. Su dilatada carrera, - con una clara proyección internacional - , no ha hecho más que reafirmar esa tendencia, lo que se manifiesta, principalmente, en sus pinturas plenas de formas orgánicas recurrentes, y sus desnudos colmados de sensualidad. Se podría decir que nació para ser artista porque vive de y para el arte, siempre plasmando lo tropical en sus lienzos, dibujos y esculturas, con detalles clásicos. Ureña Rib, nacido en el 1951, invariablemente ha sido siempre un creador viajero, políglota, excelente escritor, amigo solidario, crítico de arte, poseedor de una gran cultura universalista, y amante de visitar los grandes museos del mundo; con una elegante página web muy visitada (latinartmuseum.com). Aprovechamos su permanencia aquí en el país para hacerle esta entrevista. F. P.
¿ES FERNANDO UREÑA RIB, COMO LO DICE LA PUBLICIDAD QUE SE ESCUCHA EN LOS MEDIOS, "UN PINTOR DOMINICANO QUE RECORRE EL MUNDO"?
He recorrido bastante y desde muy joven, conociendo y haciendo exposiciones, visitando museos y galerías, sobre todo. Pero la avidez aumenta y es mucho más lo que falta que el camino recorrido. Cuando siento que el medio me ahoga, cuando creo sucumbir ante la mediocridad dominante, entonces siento una enorme necesidad de alejarme de esta isla que adoro y tomar “aire fresco”.
¿ALGÚN VIAJE RECIENTE O PROYECTO DE VIAJE?
Acabo de regresar de un viaje de exposiciones por Alemania e Italia. En octubre estaré visitando Japón invitado por el gobierno de ese país, a través de la Fundación Japón. Pero hay muchos otras exposiciones en Rusia, Brasil, Chile, Argentina y Panamá que ocurrirán entre este año y el próximo.
HABLASTE DE LA MEDIOCRIDAD, ¿DE QUÉ MANERA SE MANIFIESTA EN NUESTRO MEDIO?
En todos los órdenes, pero sobre todo en la política del Estado en materias de cultura y educación y en la resultante decadencia de los valores morales, éticos y sociales. Parece como si solo se cultivara la avaricia. Y eso es lo que prevalece aquí. Se pervierten de forma permanente las reglas del juego buscando un efímero beneficio propio. Hay una tremenda falta de liderazgo en todos los órdenes y veo con pena a una juventud talentosa y sin embargo perdida, sin rumbo, dedicada a pasarla bien dentro de lo que cabe, sin ningún otro Norte ni futuro que el de la satisfacción inmediata de sus deseos personales. Eso es en realidad la decadencia.
ERES UN PINTOR FIGURATIVO, ACADÉMICO HASTA CIERTO PUNTO, CON UNA BÚSQUEDA INCESANTE DE NUEVAS FORMAS DE VER LA ANATOMÍA HUMANA, INCLUSO CUANDO PINTAS ESAS FORMAS ORGÁNICAS Y OCEÁNICAS. ¿QUÉ PIENSAS DE LA ESTÉTICA CONTEMPORÁNEA?
No existe una estética contemporánea. El arte contemporáneo es muy diverso e inclasificable. Pero lo que hoy es llamado así, debe revisarse y renovarse, porque no es ya tan joven ni nuevo, como lo era al principio del siglo veinte, que es cuando surgió esa concepción plástica, con Marcel Duchamp. Pero debe revisarse sobre todo, porque muchas de las cosas que se ven hoy son sumamente aburridas, frías, mecánicas, carecen de sentido del humor, de sensualidad e incluso de sentido común, algunas barrabasadas son un verdadero insulto a la inteligencia del espectador. Lo importante no es encontrar un material nuevo o inusitado, sino lo que uno tiene que comunicar como artista, su comprensión y percepción del mundo.
¿PERO NO ES EL ARTE FIGURATIVO LO QUE ESTÁ EN DECADENCIA?
No, todo lo contrario. Hay pintores jóvenes figurativos que emergen en todos los países del mundo con nuevas propuestas y visiones. Y hoy, los pintores mejor cotizados del mundo siguen siendo los figurativos. Lo que pasa es que hay Nuevas Figuraciones, como dices, nuevas formas en que el hombre se ve a sí mismo.
LA FOTOGRAFÍA LE HA GANADO TERRENO A LA PINTURA EN LOS MUSEOS Y EN LAS BIENALES. ¿QUÉ PIENSAS DE ESE FENÓMENO?
La fotografía es un testimonio instantáneo, pero también un medio sumamente valioso y creativo. Ahora se le atesora más y eso está bien. Lo que creo que está mal es que se trate de eliminar de los museos y de las bienales a una forma de expresión tan formidable, auténtica y directa como lo es la pintura. Y sin embargo sí creo que los pintores mismos también deberían revisarse y meditar si están siendo auténticos, sinceros con ellos mismos o si están siendo arrastrados por el vendaval del mercado impulsado por decoradores que no comprenden que la obra de arte es un bien cultural y no de consumo, como una mesa o un sofá. Si el pintor accede a ese juego se convierte en un artesano. Y hay mucho de esos hoy día entre los pintores.
¿AVIZORAS ALGUNA SOLUCIÓN A LOS PROBLEMAS MENCIONADOS?
Ninguna otra solución que no sea la de la educación. Estos son problemas tan antiguos como progresivos. Pero hay un gran sentido de urgencia, porque nuestra población aumenta vertiginosamente, por nacimientos e inmigración, y los servicios educativos son escasos y mal pagados. No es posible que un profesor gane menos que un chofer del “concho” (transporte público). Es muy sencillo: Como vamos no llegaremos a ningún destino. La sociedad sensata reclama que se tomen medidas drásticas e inmediatas. Si no se toman, nos continuarán arropando el crimen y la delincuencia en formas jamás imaginables. Y es una lástima que no se tomen a tiempo las medidas correctivas, porque somos un buen país, de gente muy valiosa e inteligente.
Fernando Ureña Rib es el artista sensual por excelencia, como su expresión personal del trópico que lo vio nacer. Su dilatada carrera, - con una clara proyección internacional - , no ha hecho más que reafirmar esa tendencia, lo que se manifiesta, principalmente, en sus pinturas plenas de formas orgánicas recurrentes, y sus desnudos colmados de sensualidad. Se podría decir que nació para ser artista porque vive de y para el arte, siempre plasmando lo tropical en sus lienzos, dibujos y esculturas, con detalles clásicos. Ureña Rib, nacido en el 1951, invariablemente ha sido siempre un creador viajero, políglota, excelente escritor, amigo solidario, crítico de arte, poseedor de una gran cultura universalista, y amante de visitar los grandes museos del mundo; con una elegante página web muy visitada (latinartmuseum.com). Aprovechamos su permanencia aquí en el país para hacerle esta entrevista. F. P.
¿ES FERNANDO UREÑA RIB, COMO LO DICE LA PUBLICIDAD QUE SE ESCUCHA EN LOS MEDIOS, "UN PINTOR DOMINICANO QUE RECORRE EL MUNDO"?
He recorrido bastante y desde muy joven, conociendo y haciendo exposiciones, visitando museos y galerías, sobre todo. Pero la avidez aumenta y es mucho más lo que falta que el camino recorrido. Cuando siento que el medio me ahoga, cuando creo sucumbir ante la mediocridad dominante, entonces siento una enorme necesidad de alejarme de esta isla que adoro y tomar “aire fresco”.
¿ALGÚN VIAJE RECIENTE O PROYECTO DE VIAJE?
Acabo de regresar de un viaje de exposiciones por Alemania e Italia. En octubre estaré visitando Japón invitado por el gobierno de ese país, a través de la Fundación Japón. Pero hay muchos otras exposiciones en Rusia, Brasil, Chile, Argentina y Panamá que ocurrirán entre este año y el próximo.
HABLASTE DE LA MEDIOCRIDAD, ¿DE QUÉ MANERA SE MANIFIESTA EN NUESTRO MEDIO?
En todos los órdenes, pero sobre todo en la política del Estado en materias de cultura y educación y en la resultante decadencia de los valores morales, éticos y sociales. Parece como si solo se cultivara la avaricia. Y eso es lo que prevalece aquí. Se pervierten de forma permanente las reglas del juego buscando un efímero beneficio propio. Hay una tremenda falta de liderazgo en todos los órdenes y veo con pena a una juventud talentosa y sin embargo perdida, sin rumbo, dedicada a pasarla bien dentro de lo que cabe, sin ningún otro Norte ni futuro que el de la satisfacción inmediata de sus deseos personales. Eso es en realidad la decadencia.
ERES UN PINTOR FIGURATIVO, ACADÉMICO HASTA CIERTO PUNTO, CON UNA BÚSQUEDA INCESANTE DE NUEVAS FORMAS DE VER LA ANATOMÍA HUMANA, INCLUSO CUANDO PINTAS ESAS FORMAS ORGÁNICAS Y OCEÁNICAS. ¿QUÉ PIENSAS DE LA ESTÉTICA CONTEMPORÁNEA?
No existe una estética contemporánea. El arte contemporáneo es muy diverso e inclasificable. Pero lo que hoy es llamado así, debe revisarse y renovarse, porque no es ya tan joven ni nuevo, como lo era al principio del siglo veinte, que es cuando surgió esa concepción plástica, con Marcel Duchamp. Pero debe revisarse sobre todo, porque muchas de las cosas que se ven hoy son sumamente aburridas, frías, mecánicas, carecen de sentido del humor, de sensualidad e incluso de sentido común, algunas barrabasadas son un verdadero insulto a la inteligencia del espectador. Lo importante no es encontrar un material nuevo o inusitado, sino lo que uno tiene que comunicar como artista, su comprensión y percepción del mundo.
¿PERO NO ES EL ARTE FIGURATIVO LO QUE ESTÁ EN DECADENCIA?
No, todo lo contrario. Hay pintores jóvenes figurativos que emergen en todos los países del mundo con nuevas propuestas y visiones. Y hoy, los pintores mejor cotizados del mundo siguen siendo los figurativos. Lo que pasa es que hay Nuevas Figuraciones, como dices, nuevas formas en que el hombre se ve a sí mismo.
LA FOTOGRAFÍA LE HA GANADO TERRENO A LA PINTURA EN LOS MUSEOS Y EN LAS BIENALES. ¿QUÉ PIENSAS DE ESE FENÓMENO?
La fotografía es un testimonio instantáneo, pero también un medio sumamente valioso y creativo. Ahora se le atesora más y eso está bien. Lo que creo que está mal es que se trate de eliminar de los museos y de las bienales a una forma de expresión tan formidable, auténtica y directa como lo es la pintura. Y sin embargo sí creo que los pintores mismos también deberían revisarse y meditar si están siendo auténticos, sinceros con ellos mismos o si están siendo arrastrados por el vendaval del mercado impulsado por decoradores que no comprenden que la obra de arte es un bien cultural y no de consumo, como una mesa o un sofá. Si el pintor accede a ese juego se convierte en un artesano. Y hay mucho de esos hoy día entre los pintores.
¿AVIZORAS ALGUNA SOLUCIÓN A LOS PROBLEMAS MENCIONADOS?
Ninguna otra solución que no sea la de la educación. Estos son problemas tan antiguos como progresivos. Pero hay un gran sentido de urgencia, porque nuestra población aumenta vertiginosamente, por nacimientos e inmigración, y los servicios educativos son escasos y mal pagados. No es posible que un profesor gane menos que un chofer del “concho” (transporte público). Es muy sencillo: Como vamos no llegaremos a ningún destino. La sociedad sensata reclama que se tomen medidas drásticas e inmediatas. Si no se toman, nos continuarán arropando el crimen y la delincuencia en formas jamás imaginables. Y es una lástima que no se tomen a tiempo las medidas correctivas, porque somos un buen país, de gente muy valiosa e inteligente.
miércoles, julio 11, 2007
FAUSTINO PÉREZ ENTREVISTA A MANUEL GARCÍA CARTAGENA
FAUSTINO PÉREZ ENTREVISTA A MANUEL GARCÍA-CARTAGENA
De G. C. Manuel, -el pseudónimo de sus inicios como poeta-, a Manuel García Cartagena, el brillante profesor universitario de letras y de francés, crítico literario, traductor, poeta, ensayista, novelista, y editor de textos didácticos para la Editorial Santillana, hay un largo trecho que pasa por un doctorado en Francia, múltiples vivencias y reconocimientos, incluyendo dos premios Siboney, que han coadyuvado a desarrollar aún más el gran talento de este escritor dominicano nacido en el 1961; es decir, que se trata de una autor auténticamente post-Era trujillista, quien ha completado su metamorfosis de poeta a novelista. En esta entrevista hace galas de su proverbial ironía, -el “arma” preferida de los intelectuales, como se sabe-, y de sus conocimientos enciclopédicos, como podrán apreciar. F. P.
1.- Supe que vas a publicar otra novela. ¿De qué trata?
Se titula Bacá y, como su título no lo indica, es una novela acerca de la inseguridad social dominicana. Su personaje principal carece de nombre, y además, “muere” al principio del primer capítulo. A lo largo de las cien páginas siguientes, le ocurren cosas que parecen “de novela” (qué raro, ¿no?). El trasfondo sobre el cual se articula la trama del relato es la supuesta instalación, hacia el año 2044, en República Dominicana, de una compañía transnacional de seguros que vendría a “solucionar” uno de los mayores problemas que padecemos los dominicanos y las dominicanas: la indiferencia estatal ante los abusos y exacciones que comete ese nuevo "combo" de fariseos que es nuestra clase médica dominicana. Sin embargo, y a pesar del tema, nadie debe pensar que se trata de una novela “comprometida”: en realidad se trata de una historia de terror.
2.- ¿En qué género te sientes más a gusto?
Me alegra que formules esta pregunta de una manera que me permite expresar mi opinión personal sin necesidad de apelar a una conceptualización del término “género” a la que muchos de tus lectores y muchas de tus lectoras podrían considerar “pedante”. A manera de respuesta, me limitaré a decirte que, cuando escribo para mí, es decir, cuando no me valgo de la escritura para ganarme la vida, nunca me digo: “Voy a escribir un poema” o “Voy a escribir un cuento” o “Voy a escribir una novela”. Desde que era muy joven, me acostumbré a asignarle al acto de escribir la misma intransitividad que presentan otros verbos como “correr”, “volar”, “soñar”, etc. En otras palabras: escribo, y ya está. No me “siento a gusto” escribiendo. La mayoría de las veces, podría decir que me sucede todo lo contrario, pues suelo escribir cuando me encuentro en estados de ánimo que me inhabilitan terriblemente para el contacto verbal con el resto de mis contemporáneos.
3.- ¿Cuál es tu compromiso con la sociedad como escritor?
Sinceramente, no creo haberme formulado nunca esa pregunta, y espero no tener nunca necesidad de responderla seriamente, pues, como autor nacido en un país que se burla a diario de sus escritores, no creo que podría decir nada que valga la pena a ese respecto.
4.- ¿Sientes que tienes alguna misión en la vida como escritor?
Fíjate, no me gustan las generalizaciones, pero considero que la mayoría de las personas que pretenden saber cuál es su “misión” en la vida suelen ser víctimas de una concepción política o religiosa del mundo, a partir de la cual, se empeñan en hacer que otras personas consideren sus hechos y palabras como provistos de un sentido “especial”. Mi actitud, cuando me topo con alguno o alguna de esos “misioneros” o “misioneras” disfrazados de escritores es invariablemente la misma: les doy la espalda y miro para otra parte.
5.- Si tuvieras que salvar un libro de tu biblioteca, ¿cuál sería y por qué?
Después de haber sobrevivido a tres divorcios y a muchas, muchas mudanzas, he terminado haciéndome de los libros una idea parecida a la que me hago de las mujeres que, en algún momento, han aceptado (o se han sentido de alguna manera obligadas a) compartir conmigo una parte de sus vidas: son “figurantes”, metáforas de un decir y un hacer que complementan —y al mismo tiempo se oponen a— esa suma de “figuraciones” que soy. Los libros entran y salen de mi vida con la misma facilidad que las mujeres. Los leo, sí, y a las mujeres también, pero no sé decir cuál de todos o a cuál de todas salvaría (¿salvarlas de qué, a propósito?)
6.- ¿Por qué no nos cuentas alguna de tus experiencias en Francia? O ¿qué significó para ti el haber estudiado en esa nación europea? ¿Te consideras un poeta surrealista, o de qué escuela serías?
Hice mi doctorado de letras francesas modernas en la Universidad de Tours, Francia, sobre diez novelas de cinco autores pertenecientes al entorno surrealista: André Breton, Louis Aragon, René Crevel, Julien Gracq y André Pieyre de Mandiargues. Sobre este último autor, había preparado anteriormente mi tesina de D.E.A. en la misma universidad. Aparte de eso, durante casi toda mi juventud, leí poesía y prosa surrealista (hablo, leo y escribo en francés desde la edad de quince años). Paradójicamente, sin embargo, me sentía más atraído por Francia antes de vivir allí que después de haber permanecido casi nueve años en ese país. Eso no quiere decir, por supuesto, que desestimo la importancia que ha tenido en mi formación mi prolongado contacto con la cultura francesa a lo largo de los años, sino, sencillamente, que en el proceso de construcción de mi identidad psicológica e intelectual he logrado atravesar varios “espejos”, no solamente el francés.
Algo parecido me sucede con el surrealismo. Del deslumbramiento que me produjo en mi adolescencia el descubrimiento de la poesía de autores como André Breton, Paul Éluard y el martiniqueño Aimé Césaire, lecturas que alternaba con la de los autores del llamado “boom” de la novela hispanoamericana, sólo conservo, en la actualidad, cierto gusto por los juegos de palabras y por ciertas asociaciones de sentidos más o menos “libres”.
Lamento mucho, sin embargo, que, en la República Dominicana, como en muchos otros países de habla hispana, el conocimiento que la mayoría de las personas, incluyendo a numerosos poetas escritores de mi generación, tienen acerca del Surrealismo, parezca reducirse al reconocimiento de los distintos “automatismos” propios del “método” surrealista de escritura. Primero vinieron los poetas sorprendidos, como Freddy Gatón Arce, con su extenso poema titulado Vlía, Aida Cartagena Portalatín, con su poemario Del sueño al mundo, e incluso Franklin Mieses Burgos, en varios de sus poemas. En todos ellos, el surrealismo se reduce al nivel de una simple “estrategia de escritura”, lo cual se comprende, dadas las condiciones sociales y políticas en que esos autores tuvieron que elaborar sus obras respectivas. Luego, sin embargo, en los años 1980, en un momento en que se suponía que la sociedad dominicana debía desperezarse de la modorra que había acumulado durante los treinta años de la dictadura trujillista más los doce años de la dictadura balaguerista, vinieron poetas como Dionisio de Jesús, Plinio Chahín, José Mármol, Médar Serrata, César Augusto Zapata, José Alejandro Peña y León Félix Batista, con quienes se amplía, ciertamente, el abanico de las técnicas de escritura incorporadas a la producción del poema. Ninguno de ellos, sin embargo, pareció comprender que el verdadero valor de esas “técnicas” era el de propiciar una serie de “transferencias” desde el fondo común del inconsciente al plano de la expresión verbal. En otras palabras, se les olvidó conectar el “decir” con el “vivir”, siendo en sus poemas más evidente otra conexión no menos importante entre el “leer” y el “escribir” la cual es el origen de la llamada “poética del pensar”.
Estoy consciente de lo absurdo que resulta pretender que semejante conexión entre el “decir” y el “vivir” pueda prosperar un día en un país como la República Dominicana, donde el oficio de escritor es mayoritariamente abordado desde el plano de la marginalidad socioeconómica y cultural. Por todo lo anterior, te respondo: no soy, nunca fui, nunca quise ser un “poeta surrealista”, pero sí confieso haber asumido, entre los años 1983-1986, posiciones, estrategias y actitudes que me acercaron peligrosamente a esa fusión entre el “decir” y el “vivir” de la que te hablaba más arriba.
7.- Dinos algo de tus autores favoritos.
Si comienzo, no termino, así que mejor comienzo por el final, sólo para ver a dónde llego. Y ya que, como decía Eliot (quien, casualmente, es uno de mis poetas favoritos): «In my beginning is my end», reconozco haberle tomado en mi infancia un cariño excesivo a autores como Julio Verne, Oscar Wilde y Gabriel García Márquez. Posteriormente, en mi postadolescencia universitaria (en la Universidad Autónoma de Santo Domingo), se me solía ver con uno o varios libros de Hermann Hesse, Jean-Paul Sartre, Albert Camus y Aimé Césaire. En esos años, la lectura de Rayuela y de los cuentos de Julio Cortázar me produjo una gran excitación intelectual que sólo cedería cuando, una vez en Francia, me sumergí en la investigación universitaria
8.- A tu entender, ¿quiénes son los tres mejores novelistas dominicanos?
Tengo un profundo respeto por la obra de Marcio Veloz Maggiolo, a quien considero como uno de los pocos escritores dominicanos realmente versátiles, esto es, capaz de trasladarse con verdadera ventaja de la escritura planificada de un soneto a la composición sin medidas propia de la prosa de ideas o de ficción. Algo parecido puedo decir acerca de Pedro Vergés, de quien lamento, sin embargo, como la mayoría de sus lectores, no conocer la otra parte de su producción, esto es, la que nos reserva para cuando finalmente se decida a publicarla. El tercero no es necesariamente el último: quizás sería el primero, si todavía estuviera entre nosotros: Manuel Rueda, el escritor más completo y más definido entre todos nuestros autores del siglo XX. Debo aclarar, sin embargo, que si no menciono en este grupo a mis amigos José Antonio Bobadilla y Fernando Valerio Holguín, escritores activos, excelentes y prolíficos, no es por miedo a que me acusen de “canchanchanista”, (“amiguista”), sino porque temo que también tendría que mencionar a dos escritoras amigas a quienes admiro y respeto mucho: Emilia Pereyra y Ángela Hernández, o sea, que, como si se tratara de una nueva versión corregida y aumentada de Los tres mosqueteros, los tres novelistas que me pediste se convertirían en siete, más o menos.
9.- ¿Cuáles son tus libros publicados?, y ¿cuáles están inéditos?
Aparte del libro de cuentos que titulé Historias que no cuentan, el cual apareció en 2003, mis libros publicados ya están todos agotados. Mi primer libro apareció en 1980: Mar abierto. Fue un regalo de mi papá cuando cumplí diecinueve años de edad. De vez en cuando sonrío al leer lo que escriben todavía algunas personas acerca de mi novela Aquiles Vargas, fantasma (premio Siboney de novela de 1986, fecha de la última convocatoria a este premio), y hasta me gustaría sacar una nueva edición corregida y aumentada de esa novela en la que no se note demasiado que la escribí a los veintidós años. Mi poema “apocalíptico” titulado Palabra (premio Siboney de 1984), apareció publicado en 1985, año en que también aparecieron mis poemarios Poemas malos y Los habitantes.
De mis libros inéditos nunca hablo, pero sí te diré que tengo lista una novela, un libro de cuentos, tres libros de ensayos cortos, un ensayo largo sobre André Bretón que, en realidad es mi traducción de un capítulo de mi tesis de doctorado y varios libros de poemas, muchos de los cuales pueden leerse en mi blog (imaginon.blogsource.com). Tengo también muchas otras cosas escritas en francés a las que considero menos interesantes.
10. Ese lugar ficticio tuyo llamado Almueje, ¿es tu Macondo personal?
Tal parece que, después de Cien años de soledad, estuviera vedado a los escritores construir espacios utópicos donde, como Robinsones en sus islas, fuese posible intentar la proeza que logró el inmortal colombiano Gabriel García Márquez, quien, dicho sea de paso, se inspiró como es sabido en los modelos narrativos de William Faulkner para concebir su Macondo.
No sé qué sentido tiene para ti la expresión “Macondo personal”, pero me acuerdo perfectamente de que el texto de mi novela Almueje fue para mí una especie de refugio, una burbuja de palabras que construí desde mediados de la década de 1980 hasta después de su publicación en setenta y cinco ejemplares multicopiados en impresora láser por el organismo que entonces se llamaba Consejo Presidencial de Cultura, en 1999. Digo que la seguí construyendo después de esa publicación porque, a decir verdad, posteriormente la edité y le hice “adelgazar” unas ciento sesenta páginas. Los numerosos imperativos a los que he tenido que enfrentarme luego de mi regreso a mi país hicieron reventar aquella “burbuja”, pero la novela está ahí, como todos los cadáveres, tendida ante el mundo, sobre el mundo, desde el mundo, esperando unos ojos que le devuelvan, un día, una vida que ya nunca será la de aquel que la escribió.
De G. C. Manuel, -el pseudónimo de sus inicios como poeta-, a Manuel García Cartagena, el brillante profesor universitario de letras y de francés, crítico literario, traductor, poeta, ensayista, novelista, y editor de textos didácticos para la Editorial Santillana, hay un largo trecho que pasa por un doctorado en Francia, múltiples vivencias y reconocimientos, incluyendo dos premios Siboney, que han coadyuvado a desarrollar aún más el gran talento de este escritor dominicano nacido en el 1961; es decir, que se trata de una autor auténticamente post-Era trujillista, quien ha completado su metamorfosis de poeta a novelista. En esta entrevista hace galas de su proverbial ironía, -el “arma” preferida de los intelectuales, como se sabe-, y de sus conocimientos enciclopédicos, como podrán apreciar. F. P.
1.- Supe que vas a publicar otra novela. ¿De qué trata?
Se titula Bacá y, como su título no lo indica, es una novela acerca de la inseguridad social dominicana. Su personaje principal carece de nombre, y además, “muere” al principio del primer capítulo. A lo largo de las cien páginas siguientes, le ocurren cosas que parecen “de novela” (qué raro, ¿no?). El trasfondo sobre el cual se articula la trama del relato es la supuesta instalación, hacia el año 2044, en República Dominicana, de una compañía transnacional de seguros que vendría a “solucionar” uno de los mayores problemas que padecemos los dominicanos y las dominicanas: la indiferencia estatal ante los abusos y exacciones que comete ese nuevo "combo" de fariseos que es nuestra clase médica dominicana. Sin embargo, y a pesar del tema, nadie debe pensar que se trata de una novela “comprometida”: en realidad se trata de una historia de terror.
2.- ¿En qué género te sientes más a gusto?
Me alegra que formules esta pregunta de una manera que me permite expresar mi opinión personal sin necesidad de apelar a una conceptualización del término “género” a la que muchos de tus lectores y muchas de tus lectoras podrían considerar “pedante”. A manera de respuesta, me limitaré a decirte que, cuando escribo para mí, es decir, cuando no me valgo de la escritura para ganarme la vida, nunca me digo: “Voy a escribir un poema” o “Voy a escribir un cuento” o “Voy a escribir una novela”. Desde que era muy joven, me acostumbré a asignarle al acto de escribir la misma intransitividad que presentan otros verbos como “correr”, “volar”, “soñar”, etc. En otras palabras: escribo, y ya está. No me “siento a gusto” escribiendo. La mayoría de las veces, podría decir que me sucede todo lo contrario, pues suelo escribir cuando me encuentro en estados de ánimo que me inhabilitan terriblemente para el contacto verbal con el resto de mis contemporáneos.
3.- ¿Cuál es tu compromiso con la sociedad como escritor?
Sinceramente, no creo haberme formulado nunca esa pregunta, y espero no tener nunca necesidad de responderla seriamente, pues, como autor nacido en un país que se burla a diario de sus escritores, no creo que podría decir nada que valga la pena a ese respecto.
4.- ¿Sientes que tienes alguna misión en la vida como escritor?
Fíjate, no me gustan las generalizaciones, pero considero que la mayoría de las personas que pretenden saber cuál es su “misión” en la vida suelen ser víctimas de una concepción política o religiosa del mundo, a partir de la cual, se empeñan en hacer que otras personas consideren sus hechos y palabras como provistos de un sentido “especial”. Mi actitud, cuando me topo con alguno o alguna de esos “misioneros” o “misioneras” disfrazados de escritores es invariablemente la misma: les doy la espalda y miro para otra parte.
5.- Si tuvieras que salvar un libro de tu biblioteca, ¿cuál sería y por qué?
Después de haber sobrevivido a tres divorcios y a muchas, muchas mudanzas, he terminado haciéndome de los libros una idea parecida a la que me hago de las mujeres que, en algún momento, han aceptado (o se han sentido de alguna manera obligadas a) compartir conmigo una parte de sus vidas: son “figurantes”, metáforas de un decir y un hacer que complementan —y al mismo tiempo se oponen a— esa suma de “figuraciones” que soy. Los libros entran y salen de mi vida con la misma facilidad que las mujeres. Los leo, sí, y a las mujeres también, pero no sé decir cuál de todos o a cuál de todas salvaría (¿salvarlas de qué, a propósito?)
6.- ¿Por qué no nos cuentas alguna de tus experiencias en Francia? O ¿qué significó para ti el haber estudiado en esa nación europea? ¿Te consideras un poeta surrealista, o de qué escuela serías?
Hice mi doctorado de letras francesas modernas en la Universidad de Tours, Francia, sobre diez novelas de cinco autores pertenecientes al entorno surrealista: André Breton, Louis Aragon, René Crevel, Julien Gracq y André Pieyre de Mandiargues. Sobre este último autor, había preparado anteriormente mi tesina de D.E.A. en la misma universidad. Aparte de eso, durante casi toda mi juventud, leí poesía y prosa surrealista (hablo, leo y escribo en francés desde la edad de quince años). Paradójicamente, sin embargo, me sentía más atraído por Francia antes de vivir allí que después de haber permanecido casi nueve años en ese país. Eso no quiere decir, por supuesto, que desestimo la importancia que ha tenido en mi formación mi prolongado contacto con la cultura francesa a lo largo de los años, sino, sencillamente, que en el proceso de construcción de mi identidad psicológica e intelectual he logrado atravesar varios “espejos”, no solamente el francés.
Algo parecido me sucede con el surrealismo. Del deslumbramiento que me produjo en mi adolescencia el descubrimiento de la poesía de autores como André Breton, Paul Éluard y el martiniqueño Aimé Césaire, lecturas que alternaba con la de los autores del llamado “boom” de la novela hispanoamericana, sólo conservo, en la actualidad, cierto gusto por los juegos de palabras y por ciertas asociaciones de sentidos más o menos “libres”.
Lamento mucho, sin embargo, que, en la República Dominicana, como en muchos otros países de habla hispana, el conocimiento que la mayoría de las personas, incluyendo a numerosos poetas escritores de mi generación, tienen acerca del Surrealismo, parezca reducirse al reconocimiento de los distintos “automatismos” propios del “método” surrealista de escritura. Primero vinieron los poetas sorprendidos, como Freddy Gatón Arce, con su extenso poema titulado Vlía, Aida Cartagena Portalatín, con su poemario Del sueño al mundo, e incluso Franklin Mieses Burgos, en varios de sus poemas. En todos ellos, el surrealismo se reduce al nivel de una simple “estrategia de escritura”, lo cual se comprende, dadas las condiciones sociales y políticas en que esos autores tuvieron que elaborar sus obras respectivas. Luego, sin embargo, en los años 1980, en un momento en que se suponía que la sociedad dominicana debía desperezarse de la modorra que había acumulado durante los treinta años de la dictadura trujillista más los doce años de la dictadura balaguerista, vinieron poetas como Dionisio de Jesús, Plinio Chahín, José Mármol, Médar Serrata, César Augusto Zapata, José Alejandro Peña y León Félix Batista, con quienes se amplía, ciertamente, el abanico de las técnicas de escritura incorporadas a la producción del poema. Ninguno de ellos, sin embargo, pareció comprender que el verdadero valor de esas “técnicas” era el de propiciar una serie de “transferencias” desde el fondo común del inconsciente al plano de la expresión verbal. En otras palabras, se les olvidó conectar el “decir” con el “vivir”, siendo en sus poemas más evidente otra conexión no menos importante entre el “leer” y el “escribir” la cual es el origen de la llamada “poética del pensar”.
Estoy consciente de lo absurdo que resulta pretender que semejante conexión entre el “decir” y el “vivir” pueda prosperar un día en un país como la República Dominicana, donde el oficio de escritor es mayoritariamente abordado desde el plano de la marginalidad socioeconómica y cultural. Por todo lo anterior, te respondo: no soy, nunca fui, nunca quise ser un “poeta surrealista”, pero sí confieso haber asumido, entre los años 1983-1986, posiciones, estrategias y actitudes que me acercaron peligrosamente a esa fusión entre el “decir” y el “vivir” de la que te hablaba más arriba.
7.- Dinos algo de tus autores favoritos.
Si comienzo, no termino, así que mejor comienzo por el final, sólo para ver a dónde llego. Y ya que, como decía Eliot (quien, casualmente, es uno de mis poetas favoritos): «In my beginning is my end», reconozco haberle tomado en mi infancia un cariño excesivo a autores como Julio Verne, Oscar Wilde y Gabriel García Márquez. Posteriormente, en mi postadolescencia universitaria (en la Universidad Autónoma de Santo Domingo), se me solía ver con uno o varios libros de Hermann Hesse, Jean-Paul Sartre, Albert Camus y Aimé Césaire. En esos años, la lectura de Rayuela y de los cuentos de Julio Cortázar me produjo una gran excitación intelectual que sólo cedería cuando, una vez en Francia, me sumergí en la investigación universitaria
8.- A tu entender, ¿quiénes son los tres mejores novelistas dominicanos?
Tengo un profundo respeto por la obra de Marcio Veloz Maggiolo, a quien considero como uno de los pocos escritores dominicanos realmente versátiles, esto es, capaz de trasladarse con verdadera ventaja de la escritura planificada de un soneto a la composición sin medidas propia de la prosa de ideas o de ficción. Algo parecido puedo decir acerca de Pedro Vergés, de quien lamento, sin embargo, como la mayoría de sus lectores, no conocer la otra parte de su producción, esto es, la que nos reserva para cuando finalmente se decida a publicarla. El tercero no es necesariamente el último: quizás sería el primero, si todavía estuviera entre nosotros: Manuel Rueda, el escritor más completo y más definido entre todos nuestros autores del siglo XX. Debo aclarar, sin embargo, que si no menciono en este grupo a mis amigos José Antonio Bobadilla y Fernando Valerio Holguín, escritores activos, excelentes y prolíficos, no es por miedo a que me acusen de “canchanchanista”, (“amiguista”), sino porque temo que también tendría que mencionar a dos escritoras amigas a quienes admiro y respeto mucho: Emilia Pereyra y Ángela Hernández, o sea, que, como si se tratara de una nueva versión corregida y aumentada de Los tres mosqueteros, los tres novelistas que me pediste se convertirían en siete, más o menos.
9.- ¿Cuáles son tus libros publicados?, y ¿cuáles están inéditos?
Aparte del libro de cuentos que titulé Historias que no cuentan, el cual apareció en 2003, mis libros publicados ya están todos agotados. Mi primer libro apareció en 1980: Mar abierto. Fue un regalo de mi papá cuando cumplí diecinueve años de edad. De vez en cuando sonrío al leer lo que escriben todavía algunas personas acerca de mi novela Aquiles Vargas, fantasma (premio Siboney de novela de 1986, fecha de la última convocatoria a este premio), y hasta me gustaría sacar una nueva edición corregida y aumentada de esa novela en la que no se note demasiado que la escribí a los veintidós años. Mi poema “apocalíptico” titulado Palabra (premio Siboney de 1984), apareció publicado en 1985, año en que también aparecieron mis poemarios Poemas malos y Los habitantes.
De mis libros inéditos nunca hablo, pero sí te diré que tengo lista una novela, un libro de cuentos, tres libros de ensayos cortos, un ensayo largo sobre André Bretón que, en realidad es mi traducción de un capítulo de mi tesis de doctorado y varios libros de poemas, muchos de los cuales pueden leerse en mi blog (imaginon.blogsource.com). Tengo también muchas otras cosas escritas en francés a las que considero menos interesantes.
10. Ese lugar ficticio tuyo llamado Almueje, ¿es tu Macondo personal?
Tal parece que, después de Cien años de soledad, estuviera vedado a los escritores construir espacios utópicos donde, como Robinsones en sus islas, fuese posible intentar la proeza que logró el inmortal colombiano Gabriel García Márquez, quien, dicho sea de paso, se inspiró como es sabido en los modelos narrativos de William Faulkner para concebir su Macondo.
No sé qué sentido tiene para ti la expresión “Macondo personal”, pero me acuerdo perfectamente de que el texto de mi novela Almueje fue para mí una especie de refugio, una burbuja de palabras que construí desde mediados de la década de 1980 hasta después de su publicación en setenta y cinco ejemplares multicopiados en impresora láser por el organismo que entonces se llamaba Consejo Presidencial de Cultura, en 1999. Digo que la seguí construyendo después de esa publicación porque, a decir verdad, posteriormente la edité y le hice “adelgazar” unas ciento sesenta páginas. Los numerosos imperativos a los que he tenido que enfrentarme luego de mi regreso a mi país hicieron reventar aquella “burbuja”, pero la novela está ahí, como todos los cadáveres, tendida ante el mundo, sobre el mundo, desde el mundo, esperando unos ojos que le devuelvan, un día, una vida que ya nunca será la de aquel que la escribió.
sábado, julio 07, 2007
EL ARTE DIGITAL SINTÉTICO O LAS CREACIONES ARTÍSTICAS ARTIFICIALES
Por FAUSTINO PÉREZ
Esta especialidad artística conocida también como “arte por ordenador”, o “arte por computadora”, o bien “arte digital”, le proporciona al artista infinitas posibilidades, que hasta hace 50 años eran inimaginables.
Si definimos al concepto de arte como cualquier manifestación, disciplina, o actividad realizada por el hombre que esté bien hecha, con su conjunto de reglas y preceptos, entonces, sí se puede hacer arte con la computadora. En ese tenor podemos poner como ejemplos: las artes marciales, las artes culinarias, las artes plásticas, o las artes amatorias…, entre otras. Y es digital evidentemente porque se basa en el ordenador. Por otro lado, es sintético, porque la mayoría de las veces parte de la “nada”, es decir, que se trata de creaciones mayoritaria o totalmente artificiales, aunque luego pueda, o no, materializarse físicamente. Incluso, cabe la posibilidad de combinar estas técnicas digitales con las artes tradicionales; por ese motivo, el límite o frontera entre las diferentes especialidades artísticas, cada día se diluye más.
Naturalmente que las experiencias previas del cultor de esta especialidad son fundamentales, aparte, de que también se puede combinar este arte digital sintético con otras, incluyendo por supuesto a las más “realistas”.
Si hacemos un breve recuento, es preciso resaltar que los intentos de hacer arte por ordenador, -como es lógico-, empezaron desde los mismos inicios del desarrollo de esa herramienta que ha trasformado el mundo: la llamada computadora personal, o sea, a partir de la década de los años 60, heredera de la compactación, portabilidad y miniaturización de los ordenadores primitivos.
En esta especialidad habría que incluir al diseño de todo tipo, desde páginas web, hasta portadas de libros y discos, pasando por el diseño arquitectónico y el de interiores. Además, abarca el amplísimo mundo de los fractales, con todas sus variantes. Es posible que aparezcan trabajos en sonido, en animación, en CD-ROM, en formato de DVD, en performances e instalaciones artísticas, en videojuegos, con el empleo de algoritmos matemáticos…y así por el estilo.
Al igual que sucede en otras áreas, existen niveles en la ejecución en estas manifestaciones artísticas evolutivas, e incluso, puede darse el caso de que el trabajo no quede bien hecho, o que no se exprese bien el artista, y que por lo tanto también existan chapuceros inevitablemente, como en todo.
Por FAUSTINO PÉREZ
Esta especialidad artística conocida también como “arte por ordenador”, o “arte por computadora”, o bien “arte digital”, le proporciona al artista infinitas posibilidades, que hasta hace 50 años eran inimaginables.
Si definimos al concepto de arte como cualquier manifestación, disciplina, o actividad realizada por el hombre que esté bien hecha, con su conjunto de reglas y preceptos, entonces, sí se puede hacer arte con la computadora. En ese tenor podemos poner como ejemplos: las artes marciales, las artes culinarias, las artes plásticas, o las artes amatorias…, entre otras. Y es digital evidentemente porque se basa en el ordenador. Por otro lado, es sintético, porque la mayoría de las veces parte de la “nada”, es decir, que se trata de creaciones mayoritaria o totalmente artificiales, aunque luego pueda, o no, materializarse físicamente. Incluso, cabe la posibilidad de combinar estas técnicas digitales con las artes tradicionales; por ese motivo, el límite o frontera entre las diferentes especialidades artísticas, cada día se diluye más.
Naturalmente que las experiencias previas del cultor de esta especialidad son fundamentales, aparte, de que también se puede combinar este arte digital sintético con otras, incluyendo por supuesto a las más “realistas”.
Si hacemos un breve recuento, es preciso resaltar que los intentos de hacer arte por ordenador, -como es lógico-, empezaron desde los mismos inicios del desarrollo de esa herramienta que ha trasformado el mundo: la llamada computadora personal, o sea, a partir de la década de los años 60, heredera de la compactación, portabilidad y miniaturización de los ordenadores primitivos.
En esta especialidad habría que incluir al diseño de todo tipo, desde páginas web, hasta portadas de libros y discos, pasando por el diseño arquitectónico y el de interiores. Además, abarca el amplísimo mundo de los fractales, con todas sus variantes. Es posible que aparezcan trabajos en sonido, en animación, en CD-ROM, en formato de DVD, en performances e instalaciones artísticas, en videojuegos, con el empleo de algoritmos matemáticos…y así por el estilo.
Al igual que sucede en otras áreas, existen niveles en la ejecución en estas manifestaciones artísticas evolutivas, e incluso, puede darse el caso de que el trabajo no quede bien hecho, o que no se exprese bien el artista, y que por lo tanto también existan chapuceros inevitablemente, como en todo.
martes, julio 03, 2007
LA FOTOGRAFÍA-ESPEJO, FANTÁSTICA, CREATIVA, SURREALISTA O EXPERIMENTAL…
Por FAUSTINO PÉREZ
Comoquiera que se la llame, siempre se trata de una expresión del mundo interno del fotógrafo. Es una manera que tiene el cultor de la cámara para comunicar sus sentimientos, y el bártulo fotográfico no es más que el instrumento para la materialización del mensaje.
Otro problema diferente es el destinatario del mensaje, que puede no entender lo que se le quiere decir, o en el mejor de los casos, no gustarle. Pero, ¿quién es el culpable?, la verdad es que puede ser cualquiera de los dos, o ambos a la vez.
Ya John Szarkowsky, quien fue curador del departamento de fotografía del MoMA (Museo de Arte Moderno de New York), decía que la fotografía artística era como un eje con dos polos: en un extremo estaba la fotografía-ventana (realista), y en el otro tenía a la fotografía-espejo (fantástica), en el cual fluctuaban todos los artistas de la lente. Esto implica que prácticamente no existen fotógrafos en estado puro, como afirma Szarkowsky en su bello libro Espejos y Ventanas (Mirrors and Windows), en el sentido de ser absolutamente realistas o totalmente creativos.
Si nos atenemos a la foto copiada que nos entregan en el laboratorio, podemos notar que posee una superficie lisa por el lado donde aparece la imagen, que produce una sensación al tacto; si la olemos, comprobaremos que despide un olor a productos químicos; y si nos atrevemos a morderla con cuidado, para no envenenarnos, nos daremos cuenta de su sabor amargo. Esto implica que ni la sensación al tacto, ni tampoco el olor ni el sabor se corresponden con lo real. Mucho menos se siente la brisa fresca de la playa, ni la bachata del vecino en la arena…en el supuesto de que fuese una foto playera.
Por esas causas hay gente que opina que el verdadero realismo fotográfico no existe, así de sencillo; y se ha dedicado a emplear su cámara de formas más creativas y fantasiosas. Si el llamado realismo, no es tal, también tiene que ser válida, y con su dosis de realismo, aquella expresión fotográfica que magnifique el universo interior del artista de la fotografía.
Hay que reconocer que muchos fotógrafos-espejo no reflexionan al respecto, sino que simplemente hacen lo que les gusta sin pensárselo dos veces.
Ahora bien, ¿qué se puede expresar con una fotografía? Obviamente cualquier idea, sensación, o sentimiento, lo cual no es poco.
No obstante, conviene aclarar que en esta categoría fotográfica,- al igual que sucede con el arte abstracto, o con la poesía, por poner sólo dos ejemplos-, se refugian muchos incompetentes, que se creen que por hacer cosas “raras” ya está haciendo arte experimental; y pueden, incluso, engañar a mucha gente.
La variable más compleja en una pieza fotográfica es el tiempo, sin lugar a engaños, ya que el fotógrafo lo que hace es una especie de “corte transversal” en el tiempo. Y esta variable temporal remite a un concepto filosófico, porque ¿qué es el tiempo?, o ¿pasa realmente el tiempo, o pasamos nosotros en él? De todas formas, la cámara lo mide. Si se combinan dos o más imágenes, se está haciendo una mezcla del “aquí-ahora” con el “allá –después”. Y si se usa una velocidad lenta, se podría interpretar como un “resbalón” o “patinazo” en el tiempo…en cambio si se dispara con una cámara motorizada, en cierta medida se “persigue” al tiempo, o si se difumina la imagen, se vuelve hacia atrás el tiempo, y así por el estilo.
Empero, como decía el poeta, ensayista y filósofo francés, Paul Valéry: “La mayor libertad nace del mayor rigor”, y esto es algo que tienen que aprender aquellos que son partidarios de las cosas inauditas.
Por FAUSTINO PÉREZ
Comoquiera que se la llame, siempre se trata de una expresión del mundo interno del fotógrafo. Es una manera que tiene el cultor de la cámara para comunicar sus sentimientos, y el bártulo fotográfico no es más que el instrumento para la materialización del mensaje.
Otro problema diferente es el destinatario del mensaje, que puede no entender lo que se le quiere decir, o en el mejor de los casos, no gustarle. Pero, ¿quién es el culpable?, la verdad es que puede ser cualquiera de los dos, o ambos a la vez.
Ya John Szarkowsky, quien fue curador del departamento de fotografía del MoMA (Museo de Arte Moderno de New York), decía que la fotografía artística era como un eje con dos polos: en un extremo estaba la fotografía-ventana (realista), y en el otro tenía a la fotografía-espejo (fantástica), en el cual fluctuaban todos los artistas de la lente. Esto implica que prácticamente no existen fotógrafos en estado puro, como afirma Szarkowsky en su bello libro Espejos y Ventanas (Mirrors and Windows), en el sentido de ser absolutamente realistas o totalmente creativos.
Si nos atenemos a la foto copiada que nos entregan en el laboratorio, podemos notar que posee una superficie lisa por el lado donde aparece la imagen, que produce una sensación al tacto; si la olemos, comprobaremos que despide un olor a productos químicos; y si nos atrevemos a morderla con cuidado, para no envenenarnos, nos daremos cuenta de su sabor amargo. Esto implica que ni la sensación al tacto, ni tampoco el olor ni el sabor se corresponden con lo real. Mucho menos se siente la brisa fresca de la playa, ni la bachata del vecino en la arena…en el supuesto de que fuese una foto playera.
Por esas causas hay gente que opina que el verdadero realismo fotográfico no existe, así de sencillo; y se ha dedicado a emplear su cámara de formas más creativas y fantasiosas. Si el llamado realismo, no es tal, también tiene que ser válida, y con su dosis de realismo, aquella expresión fotográfica que magnifique el universo interior del artista de la fotografía.
Hay que reconocer que muchos fotógrafos-espejo no reflexionan al respecto, sino que simplemente hacen lo que les gusta sin pensárselo dos veces.
Ahora bien, ¿qué se puede expresar con una fotografía? Obviamente cualquier idea, sensación, o sentimiento, lo cual no es poco.
No obstante, conviene aclarar que en esta categoría fotográfica,- al igual que sucede con el arte abstracto, o con la poesía, por poner sólo dos ejemplos-, se refugian muchos incompetentes, que se creen que por hacer cosas “raras” ya está haciendo arte experimental; y pueden, incluso, engañar a mucha gente.
La variable más compleja en una pieza fotográfica es el tiempo, sin lugar a engaños, ya que el fotógrafo lo que hace es una especie de “corte transversal” en el tiempo. Y esta variable temporal remite a un concepto filosófico, porque ¿qué es el tiempo?, o ¿pasa realmente el tiempo, o pasamos nosotros en él? De todas formas, la cámara lo mide. Si se combinan dos o más imágenes, se está haciendo una mezcla del “aquí-ahora” con el “allá –después”. Y si se usa una velocidad lenta, se podría interpretar como un “resbalón” o “patinazo” en el tiempo…en cambio si se dispara con una cámara motorizada, en cierta medida se “persigue” al tiempo, o si se difumina la imagen, se vuelve hacia atrás el tiempo, y así por el estilo.
Empero, como decía el poeta, ensayista y filósofo francés, Paul Valéry: “La mayor libertad nace del mayor rigor”, y esto es algo que tienen que aprender aquellos que son partidarios de las cosas inauditas.
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