Por FAUSTINO PÉREZ
El titular del periódico del día 25 de octubre del 2008 no dejaba lugar a dudas: “Denuncian aparición de grandes serpientes en Santiago”, y con un tipo de letra más pequeño decía: “Aunque aparentan no ser venenosas, ´representan un gran peligro para la población humana, sobre todo para los recién nacidos`”. Esta es otra prueba más de la gran capacidad que tiene el dominicano para crear mitos. Cualquiera diría que este es un país de mitómanos.
En la misma nota de prensa se afirma que: han “batallado con los reptiles para evitar perder sus criaturas”. Todo un rosario de exageraciones, que se parece más a un mini-guión de una película de terror que a una información periodística.
Aunque el diccionario de la Real Academia equipara a las serpientes con las culebras, normalmente, se emplea el vocablo serpiente para referirse a los ofidios venenosos, y el término culebra, para los que no lo son. Pero resulta que en esta isla no existen ofidios que porten veneno; además, los que hay, tampoco son capaces de engullirse a un bebé.
Sin embargo, los mitos no entienden de lógica ni de razones, ya que es el llamado cerebro reptiliano de la persona el que está al control. O sea, que se trata de la zona o área cerebral más primitiva. Lo bueno es que el mito se propaga, y se agiganta, porque cada cual le añade y le quita detalles a la noticia, y algunos de ellos hasta se han convertido en parte de la cultura popular.
Por ese motivo las culebras nuestras tienen tan mala fama, y cada vez que son halladas las quieren matar; son muy pocos los que las defienden como controladoras de plagas dañinas como las ratas y los ratones. Porque una cosa es que ciertas personas – en especial mujeres – les tengan miedo, y otra muy diferente es que sean peligrosas para la vida humana. Al día siguiente el Secretario de Estado de Medio Ambiente le salió al paso a las “informaciones” acerca de las “serpientes de gran tamaño”, desmintiendo la noticia. Por supuesto que esas declaraciones no van a servir para evitar que se siga matando a las culebras.
Basta con ir al serpentario del Instituto Butantan de Sao Paulo, Brasil, para comprobar las diferencias con las culebras nuestras. Las serpientes brasileñas se utilizan para extraerles el veneno con la finalidad de preparar el suero antiofídico, lo cual no es necesario en este país.
Empero, este no es el único ejemplo de la “gran maquinaria del rumor” que tenemos; al igual que a las culebras, también suelen matar a los llamados “saltacocotes”, porque supuestamente le saltan al cuello a la persona, lo cual es totalmente falso, ya que se trata únicamente de un lagarto grande (aprox. 15 pulgadas, ó, 38 cms.) que abunda poco en las ciudades dominicanas, y es totalmente inofensivo. Por ejemplo, yo mismo sólo lo he visto cuatro veces en mi vida. En muchos pueblos, cada vez que aparece el saltacocote intentan eliminarlo a pedradas o como sea.
En realidad, aunque un mitómano experto no se dedica o no tiene la intención aparente de propalar rumores, su manía esta íntimamente ligada al rumor, e igualmente con el chisme y el zaherimiento, porque sus increíbles hazañas están en la boca de todos, provocando la hilaridad de muchos que le conocen. Viene a ser una especie de rumor pero con cierta gracia, si uno no se lo cree.
Según la fórmula del rumor de los profesores de psicología de la Universidad de Harvard, G. W. Allport y Leo Postman (1), para que un rumor se propague tiene que verificarse IxA, es decir: importancia por ambigüedad. El tema ha de ser de interés para la audiencia, porque si se le dice a un campesino nuestro que los camellos van a subir de precio en Egipto, a poca gente le interesa ese tema. Por otro lado es necesario que exista un vacío o incertidumbre informativos, que puede ser también lo que se conoce técnicamente como una polisemia, es decir, que haya una confusión y no se sepa lo que está ocurriendo.
Por esas razones mitomaníacas al fallecido Presidente Joaquín Balaguer lo “mataron” no sé cuántas veces; incluso, un alumno mío me aseguró de fuente segura “que a Balaguer lo habían embalsamado en Miami, y que pronto darían la noticia al país”. En esos instantes el Presidente estaba dando su habitual caminata por el Mirador Sur de Santo Domingo.
Las veces que mis amistades me han contado a mí acerca de sus “hazañas” exageradas durante la Revuelta de Abril del 1965, son incontables; o bien, de lo que “sufrieron” durante el trujillato. Todo para darse importancia y/o para lograr ventajas. En estos casos la mitomanía tiene un fuerte componente de morbo, e incluso, de sado-masoquismo.
Es evidente que el grado de credulidad de una persona es inversamente proporcional a su inteligencia, su ignorancia y su falta de cultura e información, aparte de que existe gente más sugestionable que otra. Cuando aquella madrugada del 1 de octubre de 1998 se creó un pánico enorme en la población con el falso “maremoto”, pocos días después del paso del devastador huracán Georges por la isla, alrededor del 22 de septiembre del mismo año; se pudo comprobar el nivel de candidez de la población; aunque es preciso aclarar que muchos entraron en “pánico” para divertirse y para seguir la corriente.
Lo mismo sucedió con el rumor del “animal extraño en la UASD”, también conocido como el “chupacabras de la UASD”, que se trató de un foto empleada por los estudiantes para el Día de los Inocentes en noviembre del 2007, y que no prendió en la población. Luego yo la resemanticé y puse en marcha un experimento mediático el 8 de marzo del 2008, y con la ayuda del diario El Nacional, - voluntaria o involuntaria - , llegó a más de dos millones de personas, según los expertos en estadísticas. Como fue antes de las vacaciones de Semana Santa, a los estudiantes les convenía tener una excusa para pensar en otras cosas. El impacto fue tan grande que aún todos los días entra gente a mi blog buscando información al respecto.
Para el “maremoto” se emplearon básicamente el medio telefónico, los contactos personales y los altoparlantes; en cambio, para el “chupacabras” se trató esencialmente de un fenómeno internético al inicio, “disparado” por un medio escrito, y amplificado por los contactos personales, y por el propio internet.
Sin embargo, existen hábitos y condiciones que coadyuvan a la propagación de rumores y mitos, aparte de la ignorancia ya mencionada. Por un lado tenemos la miseria conjuntamente con el hambre, y su secuela de analfabetismo que padece un porcentaje apreciable de la población, y que ahora con la gran crisis económica mundial se puede agudizar; luego está el abrasante sol tropical que deshidrata al mejor dotado y que produce alucinaciones; por otra parte existen las resacas y las intoxicaciones etílicas que cuentan con tantos “simpatizantes”, y que provocan delirios a más de uno. No nos olvidemos de los consumidores de drogas alucinógenas, que cada día aumentan. También existen personas influenciadas principalmente por las lecturas mal asimiladas, por la publicidad y por el telecable, que no se resignan a no poder tener de todo lo bueno que la vida ofrece, y eso frustra.
Otros factores a tomar en cuenta es que la mitomanía se aprende, de los familiares y de los relacionados, porque ya se sabe que existen familias de mitómanos; aparte de que es contagiosa para los demás. Si alguien miente para provocar envidia, llega un momento en que el otro se ve compelido a hablar mentiras, de la misma manera, para no quedarse atrás.
Si a lo anterior se le suma la vagancia producida por el desempleo y el subempleo, tenemos un cuadro ideal para propagar rumores. Aún recuerdo la vez que se produjo un aparatoso accidente en la esquina de mi casa, como a eso de las 6 de la tarde. Todavía a las 3 de la madrugada había gente especulando y comentando el suceso.
La falta de objetividad también es típica, y es debida en la práctica a los fallos en la educación, principalmente por la escasa lectura de textos bien ponderados, convertido eso en un problema cultural, igualmente.
¿Pero que es lo que “alimenta”, o estimula a los mitómanos locales?, y por extensión a los de otros países, ¿cómo se explica que “intelectuales” reconocidos nuestros sean también unos conocidos fabuladores en los corrillos de amigos? Normalmente estos mitómanos letrados tienen problemas de autoestima, porque generalmente en sus “historias” siempre están ellos como protagonistas, lo cual viene a ser una especie de común denominador. Aparte de esa característica, muchos mitómanos se llegan a creer sus propias invenciones, y hay otros que “sueltan” el embuste para ver como uno reacciona; o bien, lo practican cuando intentan lograr ventajas de alguien, a corto plazo. Conozco uno que cuando quiere ligar en la terraza de la cafetería donde suele acudir, se comunica en voz alta con su interlocutor mencionando sus fincas, sus cabezas de ganado, y demás “propiedades” inexistentes, como una forma de motivar a la dama de la mesa de al lado. En este ejemplo la exageración tiene más que ver con un asunto que le compete más a la Teoría de la Desinformación, (2), que a la psicología o a la psiquiatría.
Un conocido crítico dominicano ya fallecido hace unos pocos años, cuyo nombre omito, me contó cómo él financió la Revolución Sandinista de Nicaragua con los fondos que el Partido Comunista italiano le depositaba en sus cuentas secretas de Suiza; en otra ocasión me “confesó” que Rubirosa le había confiado a él el secreto de su éxito con las mujeres; y en otro momento, me describió lo bien que lo pasó en una noche de luna llena, con una noble española en una playa solitaria de un hotel de cinco estrellas. Cada rato narraba con lujo de detalles la vez que Nelson Rockefeller lo había saludado a él, en un vuelo hacia Washington en primera clase; o las ocasiones en que él – siempre él - participaba en las grandes fiestas orgiásticas - según él – incluyendo varios cardenales romanos quienes eran sus íntimos allegados, y claro, por eso lo invitaban, conjuntamente con un amigo de él que sí estudió en Roma. Luego me enteré que mi querido mitómano nunca había viajado al extranjero, pero en su cerebro se evadía de la realidad con una rapidez pasmosa. Y es que los auténticos fabuladores patológicos son muy creativos e imaginativos.
Hay mitómanos poéticos, por llamarlos de alguna manera, que saben que lo que cuentan es mentira, pero se dan cuenta de que lo que dicen cae en gracia a los demás, como aquel que le narra a todo el que desee escuchar, las peripecias que sufrió cuando era pequeño y fue rescatado de la boca de una ballena; para luego agregar a continuación que él era un predestinado.
Una vez un grupo de amigos estábamos conversando animadamente en una tertulia, y de repente el tema giró acerca de los problemas que les causa el mar a los isleños como nosotros, y uno de ellos tomó la palabra para contar su experiencia en una barca, y al final resultó que apareció un peligroso tiburón de gran tamaño justo al lado de la frágil embarcación, y él ni corto ni perezoso sacó la mano y le propinó un tremendo coscorrón al escualo, y así pudo ahuyentarlo. La risa que causó fue tan grande y la sorna subsiguiente, provocaron que el mitómano se disgustase y abandonara la reunión, de forma intempestiva.
Y ahora, disculpen, que tengo que dejarles porque he recibido una llamada urgente de mi querida amiga, la Reina Isabel de Inglaterra…
BIBLIOGRAFÍA:
(1) G. S. Allport y Leo Postman. Psicología del Rumor. Psique. Buenos Aires. 1988.
(2) Ma. Fraguas de pablo. Teoría de la Desinformación. Alhambra. Madrid. 1985.
viernes, octubre 31, 2008
martes, octubre 28, 2008
LAS COSAS NO SON COMO LAS PINTAN
Los buitres purifican el ambiente
De Simón Guerrero
SANTO DOMINGO. Con frecuencia cometemos la injusticia de atribuir a los animales conductas y actitudes que son exclusivamente humanas. Por ejemplo, llamamos "perro" al marido que llega borracho y golpea a su mujer y a sus hijos. No he visto nunca, sin embargo, a ningún perro borracho golpeando a la perra o a sus cachorros. Los perros son animales muy gregarios que cuidan a sus crías y nunca son agresivos con la perra. Cuentan, además, con mecanismos de persuasión que les permiten resolver los conflictos demostrando quien es el más fuerte mediante amenazas rituales, sin llegar casi nunca a hacerse daño. Si los hombres imitaran a los perros, los casos de violencia intra familiar serían escasos.
A veces el error consiste en juzgar a los animales con patrones estéticos humanos. Porque se revuelcan en cosas podridas llamamos sucios a los perros, ignorando que esa conducta cumplía una función de supervivencia en sus ancestros salvajes y en otros carnívoros, como los lobos y los coyotes, ya que así ocultan su olor y pueden acercarse a sus presas sin que éstas los identifiquen con el olfato.
A un taller sobre juegos ilegales se le dio el nombre de "El Guaraguao", y en el programa del evento aparecía un dibujo de esta ave. No acabo de entender la relación entre juegos de azar y aves rapaces. No sé de ningún Guaraguao (Buteo jamaisensis) que haya sido sorprendido con dinero en efectivo y una lista numerada del uno al cien. Las hienas del zoológico, que también han sido calumniadas, se sintieron muy mal cuando un sacerdote las comparó con ciertos congresistas.
Con los buitres la injusticia es aún mayor. El Aura o Maura (Cathartes aura) único buitre que vive en la isla, es un regulador ecológico, pues como se alimenta de animales muertos, elimina grandes cantidades de cadáveres que podrían afectar nuestra salud. Su nombre latino Cathartes viene de catarsis (purificación), por la labor de limpieza que realizan. Los buitres sólo constituyen un problema cuando se desatan epidemias en el ganado, pues pueden ser vectores que lleven la enfermedad de un potrero a otro.
Buitre Pavo (Turkey Vulture) le llaman en inglés por su cabeza roja y el color oscuro de sus plumas. No se sabe si llegó a las Antillas de forma natural o si fue introducido accidentalmente. En Suramérica le llaman gallinazo y es un personaje frecuente en la literatura latinoamericana. En la novela "La Casa Verde" de Mario Vargas Llosa, uno de los barrios de la ciudad de Piura, donde ocurre parte de la historia, se llama gallinacera. Aparecen también como actores secundarios en muchos cuentos de García Márquez. En Colombia usan la palabra "gallinacear" para referirse a un hombre que hace "rondas" a una mujer.
Es falsa la creencia de que si se tocan los huevos de un ave ésta abandona el nido. Es algo que sólo podría notar a través del olfato, que es un sentido atrofiado en la mayoría de las aves. Los buitres americanos, en cambio, tienen muy buen olfato, lo que les permite localizar la carne podrida.
En Estados Unidos usan a los buitres para detectar escapes de gas en los gasoductos: si se ve a una bandada de buitres en una zona en la que hay tuberías y no hay cadáveres, es que hay un escape, ya que el olor del gas es similar al de la carne podrida.
Bonito-feo, sucio-limpio, bueno-malo son valoraciones humanas y carecen de sentido en la naturaleza. Como sentenciara hace muchos siglos un griego eminente y calumniado, "el hombre es la medida de todas las cosas". Así que cada vez que vea a alguien comportarse de manera cruel o deshonesta, no trate de buscar una equivalencia en el reino animal, más bien repita con el filósofo: "Humano, demasiado humano". guerrero.simon@gmail.com
De Simón Guerrero
SANTO DOMINGO. Con frecuencia cometemos la injusticia de atribuir a los animales conductas y actitudes que son exclusivamente humanas. Por ejemplo, llamamos "perro" al marido que llega borracho y golpea a su mujer y a sus hijos. No he visto nunca, sin embargo, a ningún perro borracho golpeando a la perra o a sus cachorros. Los perros son animales muy gregarios que cuidan a sus crías y nunca son agresivos con la perra. Cuentan, además, con mecanismos de persuasión que les permiten resolver los conflictos demostrando quien es el más fuerte mediante amenazas rituales, sin llegar casi nunca a hacerse daño. Si los hombres imitaran a los perros, los casos de violencia intra familiar serían escasos.
A veces el error consiste en juzgar a los animales con patrones estéticos humanos. Porque se revuelcan en cosas podridas llamamos sucios a los perros, ignorando que esa conducta cumplía una función de supervivencia en sus ancestros salvajes y en otros carnívoros, como los lobos y los coyotes, ya que así ocultan su olor y pueden acercarse a sus presas sin que éstas los identifiquen con el olfato.
A un taller sobre juegos ilegales se le dio el nombre de "El Guaraguao", y en el programa del evento aparecía un dibujo de esta ave. No acabo de entender la relación entre juegos de azar y aves rapaces. No sé de ningún Guaraguao (Buteo jamaisensis) que haya sido sorprendido con dinero en efectivo y una lista numerada del uno al cien. Las hienas del zoológico, que también han sido calumniadas, se sintieron muy mal cuando un sacerdote las comparó con ciertos congresistas.
Con los buitres la injusticia es aún mayor. El Aura o Maura (Cathartes aura) único buitre que vive en la isla, es un regulador ecológico, pues como se alimenta de animales muertos, elimina grandes cantidades de cadáveres que podrían afectar nuestra salud. Su nombre latino Cathartes viene de catarsis (purificación), por la labor de limpieza que realizan. Los buitres sólo constituyen un problema cuando se desatan epidemias en el ganado, pues pueden ser vectores que lleven la enfermedad de un potrero a otro.
Buitre Pavo (Turkey Vulture) le llaman en inglés por su cabeza roja y el color oscuro de sus plumas. No se sabe si llegó a las Antillas de forma natural o si fue introducido accidentalmente. En Suramérica le llaman gallinazo y es un personaje frecuente en la literatura latinoamericana. En la novela "La Casa Verde" de Mario Vargas Llosa, uno de los barrios de la ciudad de Piura, donde ocurre parte de la historia, se llama gallinacera. Aparecen también como actores secundarios en muchos cuentos de García Márquez. En Colombia usan la palabra "gallinacear" para referirse a un hombre que hace "rondas" a una mujer.
Es falsa la creencia de que si se tocan los huevos de un ave ésta abandona el nido. Es algo que sólo podría notar a través del olfato, que es un sentido atrofiado en la mayoría de las aves. Los buitres americanos, en cambio, tienen muy buen olfato, lo que les permite localizar la carne podrida.
En Estados Unidos usan a los buitres para detectar escapes de gas en los gasoductos: si se ve a una bandada de buitres en una zona en la que hay tuberías y no hay cadáveres, es que hay un escape, ya que el olor del gas es similar al de la carne podrida.
Bonito-feo, sucio-limpio, bueno-malo son valoraciones humanas y carecen de sentido en la naturaleza. Como sentenciara hace muchos siglos un griego eminente y calumniado, "el hombre es la medida de todas las cosas". Así que cada vez que vea a alguien comportarse de manera cruel o deshonesta, no trate de buscar una equivalencia en el reino animal, más bien repita con el filósofo: "Humano, demasiado humano". guerrero.simon@gmail.com
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Simón Guerrero
jueves, octubre 23, 2008
ALGO NO MARCHA BIEN:
XXII CONCURSO DE ARTE DEL CENTRO LEÓN
Por FAUSTINO PÉREZ
INTRODUCCIÓN AL TEMA
Como siempre, el mensajero motorizado me trajo la invitación al filo del mediodía. No era una de tantas, sino que se trataba nada más y nada menos que de la inauguración de la XXII Bienal del Centro León de Santiago de los Caballeros, convertido por obra y gracia de muchos factores, - que no podemos analizar ahora - , en el ombligo cultural del país.
Hice los aprestos necesarios para tener tiempo libre y procedí a llamar a la eficiente y amable Deyanira, en la Torre Empresarial del Malecón de la capital para reservar.
Aún recuerdo cuando viajé a Santiago en la década de los años 80, exclusivamente con la finalidad de intentar persuadir al señor Álvaro Álvarez, a la sazón alto funcionario de la empresa, de que ampliaran las categorías del Concurso. Después de pasarme la tarde con él, de haberme mostrado las piezas de la colección que estaban en la empresa, y de realizarle una proyección privada, me despidió amablemente diciéndome que ellos mantendrían su tradición de tener sólo tres categorías: pintura, escultura y dibujo. Aunque mi gestión fue un fracaso, me impresionó el grado de organización de la empresa, y de ver los jardines sembrados de orquídeas. Hasta el año 2000 no se materializaría la ampliación de las tres categorías tradicionales.
No obstante, en la Bienal del año 1983, tuve la osadía y participé con tres obras en todas las modalidades que aceptaban, y para mi mayor alegría y dicha me aceptaron en las tres. En esos tiempos las obras de los participantes de Santo Domingo se recogían y se entregaban aquí; además, como no existía el Centro León, se exponían en otros lugares, como el Centro de la Cultura de Santiago.
Poco después de inaugurarse el nuevo Museo en el 2003, nos hicieron un tour a los críticos de arte, para conocer por dentro el funcionamiento de la institución museística, incluyendo la mediateca, el almacén computarizado, la sala de antropología, y las de exposiciones.
Quizá con las mejores intenciones de dar a conocer el Centro a nivel mundial, y de aparentar una imparcialidad en las bienales, empezaron a traer críticos de arte extranjeros, para la selección de las obras y/o para las premiaciones. De paso, ya había que trasladarse personalmente a Santiago para entregarlas y para recogerlas, tanto las seleccionadas, así como también las que no habían sido elegidas.
Lo primero que noté fue, que el nuevo Centro León fue construido en una esquina y en diagonal, con repecto al inmenso solar rectangular, con lo cual se desperdiciaba mucho espacio. Además, tiene un lobby espacioso, pero lo más importante que son las salas de exposiciones, son comparativamente pequeñas, sobre todo, para un museo de esas ínfulas. Esto trae como consecuencia que las obras del Concurso, no cabrían todas si se seleccionaran todos los trabajos dignos. Esto por una parte.
Ahora bien, ¿cómo es posible que se rechacen decenas de artistas reconocidos y con premiaciones nacionales e internacionales, incluyendo con premios otorgados por ellos mismos? Se podrá argumentar que quien se presenta a un concurso corre ese riesgo; pero las estadísticas demuestran que si bien un creador puede cometer un desliz, y producir una pieza que no esté a su altura, cuando se trata de tanta gente que se supone por su profesionalismo que saben diferenciar lo que es una obra mala de una buena, a quien hay que cuestionar es al concurso. No estamos hablando de uno ni de dos cultores, son decenas. ¿O es que se trata de una lotería en lugar de un concurso, y yo estoy equivocado?
Esa aleatoriedad en la selección y subsiguiente premiación, crea incertidumbre y disgustos entre los artistas y los perjudica a ellos como empresa, por la sencilla razón de que las obras premiadas pasan a engrosar las colecciones del museo, y ¡hay que ver las cosas que se premian! , y se dejan pasar piezas importantes e irrepetibles. Algo está fallando. Da la impresión de que se trata de un acertijo.
El caso más notorio fue la escultura de la ciguapa en la Bienal del 2004, que no fue premiada, y esa pieza, sin lugar a dudas, le daría prestigio y categoría a cualquier museo, y se hubiera convertido en un poderoso imán para atraer multitudes, es decir, en una pieza-fetiche. Todo ello a pesar de que el público asistente la votó como la mejor obra, y ni siquiera así recapacitaron y adquirieron la escultura.
Como secuela de esa política tan rígida y por la falta de espacio, ahora las obras exhibidas son mucho menos que hace 20 años, sin embargo la afluencia de público es mucho mayor, por varias razones.
LA XXII BIENAL DEL 2008
Cuando llegamos a las 4:15 de la tarde del día 16 de octubre a la Torre de la empresa en el Malecón de Santo Domingo, nos entregaron un ticket y nos enviaron al aparcamiento de la Feria Ganadera, que queda justo al lado. Allí estaban los cuatro autobuses listos para partir hacia Santiago, es decir, que éramos como doscientas personas de la capital que nos disponíamos a asistir al evento, aparte de los que fueron por otros medios.
Merendamos en el transporte, y llegamos a la Bienal un poco antes de las siete de la noche. Nos instalaron en una carpa gigante en el jardín, ya que el museo se ha quedado pequeño, aunque siempre lo fue, pero ahora se nota más que nunca.
Al inicio del acto aproximadamente a las 7:25, una maestra de ceremonias muy locuaz, creativa, y con una voz muy bella, nos dio la bienvenida, ¡todo un acierto, su intervención fue lo mejor de la noche!; y después escuchamos un discurso pronunciado nerviosamente por la señora Lidia León Cabral, la Directora de la Fundación; y a continuación otro, trastabillado a duras penas por el representante (?) de los artistas Antonio Saint-Hilaire, y por último vino la intervención muy ocurrente y breve del señor Luis Camnitzer, miembro del jurado de premios; y al final del acto se pasó a dar lectura de los ganadores y a entregarles sus cheques y diplomas enmarcados. Habían sido declaradas desiertos los géneros de videoarte, escultura, grabado y cerámica.
Así entre saltos de alegría, caras de desilusión de los perdedores, aplausos por doquier, alguna que otra lágrima de emoción, y muchos flashes, los ganadores recibieron sus premiaciones. Después se pasó a la sala de los seleccionados dentro del museo, incluyendo a los galardonados, y así empezó la gran frustración, porque movilizar a mil quinientas personas aproximadamente y de gastar e invertir tantos millones en un evento, y encima tanto tiempo y tanto esfuerzo por parte de los organizadores, para mostrar 66 obras; casi la mitad que hace 20 años, como que no tiene mucho sentido para mí.
El gran premio le fue otorgado a una pieza polémica de Raquel Paiewonsky, con múltiples lecturas, que está en la onda de la imagen morbosa, que ha vuelto a estar de moda. Se podría interpretar como una grave denuncia social; el problema está en que el fin justificó los medios, y el emplear a cinco niñas en bañador para ese tipo de creaciones conceptuales resulta de muy mal gusto, por no decir vulgar. Naturalmente que un pederasta no va a estar de acuerdo conmigo, a él le va a encantar.
Sin embargo, otras obras como las de Gerard Ellis, con una factura y una madurez impecables, no recibieron premio. Tampoco logró nada la escultura fantástica de Vladimir Velásquez, muy al estilo “heavy metal” de los cómics, con un trabajo paciente de filigranas en la cerámica, que podría clasificarse como de extraordinario, y tampoco fue galardonada. A otra obra muy laboriosa y detallista de Bernardo Durán, con estudios del movimiento humano en el mejor estilo, no le tocó nada.
Llegados a este punto también hay que cuestionar el gusto por el hirsutismo de los jurados, porque no es accidente que al menos 5 de las 66 obras seleccionadas y/o premiadas, se refieren, hacen alusión, o contienen cabellos, incluyendo al Gran Premio; es decir, un porcentaje demasiado elevado para ser casual; y hay otras piezas más que incluyen elementos similares que recuerdan lo mismo. Está claro que se decantaron por eso.
Después de unos aperitivos muy sabrosos de categoría tres estrellas, de las correspondientes bebidas, y de escuchar un animado concierto de jazz en vivo, regresamos a los autocares para volver a la capital, entonces pensé para mis adentros: “La montaña parió un ratón”.
Por FAUSTINO PÉREZ
INTRODUCCIÓN AL TEMA
Como siempre, el mensajero motorizado me trajo la invitación al filo del mediodía. No era una de tantas, sino que se trataba nada más y nada menos que de la inauguración de la XXII Bienal del Centro León de Santiago de los Caballeros, convertido por obra y gracia de muchos factores, - que no podemos analizar ahora - , en el ombligo cultural del país.
Hice los aprestos necesarios para tener tiempo libre y procedí a llamar a la eficiente y amable Deyanira, en la Torre Empresarial del Malecón de la capital para reservar.
Aún recuerdo cuando viajé a Santiago en la década de los años 80, exclusivamente con la finalidad de intentar persuadir al señor Álvaro Álvarez, a la sazón alto funcionario de la empresa, de que ampliaran las categorías del Concurso. Después de pasarme la tarde con él, de haberme mostrado las piezas de la colección que estaban en la empresa, y de realizarle una proyección privada, me despidió amablemente diciéndome que ellos mantendrían su tradición de tener sólo tres categorías: pintura, escultura y dibujo. Aunque mi gestión fue un fracaso, me impresionó el grado de organización de la empresa, y de ver los jardines sembrados de orquídeas. Hasta el año 2000 no se materializaría la ampliación de las tres categorías tradicionales.
No obstante, en la Bienal del año 1983, tuve la osadía y participé con tres obras en todas las modalidades que aceptaban, y para mi mayor alegría y dicha me aceptaron en las tres. En esos tiempos las obras de los participantes de Santo Domingo se recogían y se entregaban aquí; además, como no existía el Centro León, se exponían en otros lugares, como el Centro de la Cultura de Santiago.
Poco después de inaugurarse el nuevo Museo en el 2003, nos hicieron un tour a los críticos de arte, para conocer por dentro el funcionamiento de la institución museística, incluyendo la mediateca, el almacén computarizado, la sala de antropología, y las de exposiciones.
Quizá con las mejores intenciones de dar a conocer el Centro a nivel mundial, y de aparentar una imparcialidad en las bienales, empezaron a traer críticos de arte extranjeros, para la selección de las obras y/o para las premiaciones. De paso, ya había que trasladarse personalmente a Santiago para entregarlas y para recogerlas, tanto las seleccionadas, así como también las que no habían sido elegidas.
Lo primero que noté fue, que el nuevo Centro León fue construido en una esquina y en diagonal, con repecto al inmenso solar rectangular, con lo cual se desperdiciaba mucho espacio. Además, tiene un lobby espacioso, pero lo más importante que son las salas de exposiciones, son comparativamente pequeñas, sobre todo, para un museo de esas ínfulas. Esto trae como consecuencia que las obras del Concurso, no cabrían todas si se seleccionaran todos los trabajos dignos. Esto por una parte.
Ahora bien, ¿cómo es posible que se rechacen decenas de artistas reconocidos y con premiaciones nacionales e internacionales, incluyendo con premios otorgados por ellos mismos? Se podrá argumentar que quien se presenta a un concurso corre ese riesgo; pero las estadísticas demuestran que si bien un creador puede cometer un desliz, y producir una pieza que no esté a su altura, cuando se trata de tanta gente que se supone por su profesionalismo que saben diferenciar lo que es una obra mala de una buena, a quien hay que cuestionar es al concurso. No estamos hablando de uno ni de dos cultores, son decenas. ¿O es que se trata de una lotería en lugar de un concurso, y yo estoy equivocado?
Esa aleatoriedad en la selección y subsiguiente premiación, crea incertidumbre y disgustos entre los artistas y los perjudica a ellos como empresa, por la sencilla razón de que las obras premiadas pasan a engrosar las colecciones del museo, y ¡hay que ver las cosas que se premian! , y se dejan pasar piezas importantes e irrepetibles. Algo está fallando. Da la impresión de que se trata de un acertijo.
El caso más notorio fue la escultura de la ciguapa en la Bienal del 2004, que no fue premiada, y esa pieza, sin lugar a dudas, le daría prestigio y categoría a cualquier museo, y se hubiera convertido en un poderoso imán para atraer multitudes, es decir, en una pieza-fetiche. Todo ello a pesar de que el público asistente la votó como la mejor obra, y ni siquiera así recapacitaron y adquirieron la escultura.
Como secuela de esa política tan rígida y por la falta de espacio, ahora las obras exhibidas son mucho menos que hace 20 años, sin embargo la afluencia de público es mucho mayor, por varias razones.
LA XXII BIENAL DEL 2008
Cuando llegamos a las 4:15 de la tarde del día 16 de octubre a la Torre de la empresa en el Malecón de Santo Domingo, nos entregaron un ticket y nos enviaron al aparcamiento de la Feria Ganadera, que queda justo al lado. Allí estaban los cuatro autobuses listos para partir hacia Santiago, es decir, que éramos como doscientas personas de la capital que nos disponíamos a asistir al evento, aparte de los que fueron por otros medios.
Merendamos en el transporte, y llegamos a la Bienal un poco antes de las siete de la noche. Nos instalaron en una carpa gigante en el jardín, ya que el museo se ha quedado pequeño, aunque siempre lo fue, pero ahora se nota más que nunca.
Al inicio del acto aproximadamente a las 7:25, una maestra de ceremonias muy locuaz, creativa, y con una voz muy bella, nos dio la bienvenida, ¡todo un acierto, su intervención fue lo mejor de la noche!; y después escuchamos un discurso pronunciado nerviosamente por la señora Lidia León Cabral, la Directora de la Fundación; y a continuación otro, trastabillado a duras penas por el representante (?) de los artistas Antonio Saint-Hilaire, y por último vino la intervención muy ocurrente y breve del señor Luis Camnitzer, miembro del jurado de premios; y al final del acto se pasó a dar lectura de los ganadores y a entregarles sus cheques y diplomas enmarcados. Habían sido declaradas desiertos los géneros de videoarte, escultura, grabado y cerámica.
Así entre saltos de alegría, caras de desilusión de los perdedores, aplausos por doquier, alguna que otra lágrima de emoción, y muchos flashes, los ganadores recibieron sus premiaciones. Después se pasó a la sala de los seleccionados dentro del museo, incluyendo a los galardonados, y así empezó la gran frustración, porque movilizar a mil quinientas personas aproximadamente y de gastar e invertir tantos millones en un evento, y encima tanto tiempo y tanto esfuerzo por parte de los organizadores, para mostrar 66 obras; casi la mitad que hace 20 años, como que no tiene mucho sentido para mí.
El gran premio le fue otorgado a una pieza polémica de Raquel Paiewonsky, con múltiples lecturas, que está en la onda de la imagen morbosa, que ha vuelto a estar de moda. Se podría interpretar como una grave denuncia social; el problema está en que el fin justificó los medios, y el emplear a cinco niñas en bañador para ese tipo de creaciones conceptuales resulta de muy mal gusto, por no decir vulgar. Naturalmente que un pederasta no va a estar de acuerdo conmigo, a él le va a encantar.
Sin embargo, otras obras como las de Gerard Ellis, con una factura y una madurez impecables, no recibieron premio. Tampoco logró nada la escultura fantástica de Vladimir Velásquez, muy al estilo “heavy metal” de los cómics, con un trabajo paciente de filigranas en la cerámica, que podría clasificarse como de extraordinario, y tampoco fue galardonada. A otra obra muy laboriosa y detallista de Bernardo Durán, con estudios del movimiento humano en el mejor estilo, no le tocó nada.
Llegados a este punto también hay que cuestionar el gusto por el hirsutismo de los jurados, porque no es accidente que al menos 5 de las 66 obras seleccionadas y/o premiadas, se refieren, hacen alusión, o contienen cabellos, incluyendo al Gran Premio; es decir, un porcentaje demasiado elevado para ser casual; y hay otras piezas más que incluyen elementos similares que recuerdan lo mismo. Está claro que se decantaron por eso.
Después de unos aperitivos muy sabrosos de categoría tres estrellas, de las correspondientes bebidas, y de escuchar un animado concierto de jazz en vivo, regresamos a los autocares para volver a la capital, entonces pensé para mis adentros: “La montaña parió un ratón”.
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FAUSTINO PÉREZ,
XXII CONCURSO DE ARTE DEL CENTRO LEÓN
viernes, octubre 17, 2008
EL MATATÁN DE LOS VEHÍCULOS
LOS “YIPETUSES” CABALGAN DE NUEVO
Por FAUSTINO PÉREZ
La palabra jeep, de origen muy discutido por las dificultades que conlleva el verificar el dato, es una marca registrada de la Chrysler, para referirse a un vehículo todo-terreno liviano con tracción en las cuatro ruedas, que hizo su debut durante la Segunda Guerra Mundial. Después del vehículo original, e inspirados en él, se han diseñado numerosos modelos, de diferentes marcas y en distintos países.
El dominicanismo “yipeta” se refiere a un medio de transporte moderno, derivado del jeep aquel, normalmente de mayores dimensiones, y por supuesto, con muchas mejoras, incluyendo los avances técnicos y las comodidades. Cuando el vehículo es pequeño, lo llaman “yipetica”, o “yipeta chiquita”, entonces, el término “yipeta” se deja para el de tamaño normal, y los de gran cuerpo son “yipetones”, “yipetazas”, o “yipetas grandes”. Naturalmente que el precio del todoterreno es inversamente proporcional al tamaño, a la marca, y a la calidad, a lo cual se le añade su potencia y sus accesorios; alcanzando algunos modelos de prestigio como la Mercedes Benz, la BMW, la Lexus, Infiniti, Porsche, Cadillac, Range Rover, y otras más, lo que cuesta un apartamento decente. O sea, que estamos hablando de millones de pesos dominicanos, por tener un yipetón; que dicho sea de paso, cuesta bastante más aquí que en su país de origen, por los impuestos que se le suman, los transportes marítimos, el margen de ganancias, la cotización del dólar, etc. El yipetón de yipetones es sin lugar a dudas el Hummer, por su diseño fuera de lo corriente, por sus ventajas técnicas, por las comodidades que ofrece, por sus grandes dimensiones, y evidentemente, por su alto precio; el cual es también otra variante de un vehículo militar, al igual que el todoterreno derivado del jeep. Hay otro que rivaliza con el Hummer: el Ford 650, pero es mucho menos conocido aquí.
Como siempre sucede en estos casos, quizá nunca se sepa de quien fue la idea de llamarle “yipeta” a ese tipo de transporte en la década de los años 90; y por derivación surgió el “yipetú”, con su plural “yipetuses”, a el/los dueño(s) y/o conductor(es) de ese vehículo. Mucho más enigmático resulta saber el porqué se vinculó ese todoterreno, que se supone tiene fuerza y brío, con el género femenino, y se le bautizó como “yipeta”. ¿Fueron sus formas redondeadas y sus lujos?, ¿quién sabe? ¿Será la yipeta simbólicamente un travesti de jeep?
Probablemente fueron los políticos y/o los dominican yorks los primeros en hacer ostentación de poder desde las yipetas, provocando de pasada la codicia de los ladrones y la envidia de los vecinos, aunque todo esto es muy discutible; el hecho es que se han convertido en todo un símbolo de estatus entre nosotros, y por supuesto, de éxito social. Hay quienes alegan que en los días de lluvias torrenciales como las que se producen con cierta frecuencia en este país tropical, el andar en una yipeta es importante por lo práctico que resulta, ya que tenemos numerosos problemas con los drenajes pluviales de las calles. Por otro lado, es igualmente útil por el estado calamitoso de algunas de nuestras vías y carreteras.
La verdad es que desde una yipeta, o mejor aún, desde un yipetón, el mundo no se ve igual; ya que al contemplar a los demás en picado, es decir, de arriba hacia abajo por la altura del vehículo, eso crea una sensación de superioridad, o lo que es lo mismo, de poder. El que conduce, por ejemplo, una Hummer, se llega a creer que es un ente superior, que trasciende las fronteras del bien y del mal, que está por encima de los demás mortales, y que por consiguiente no puede caer preso, y encima, que ninguna mujer se le puede negar. La prepotencia le sale por los poros, en su ambición de “tener para ser”; es más, cualquiera diría que le vendieron las calles y las avenidas conjuntamente con la yipeta, porque se cree dueño y señor de ellas.
No en vano se suele asociar el uso de las yipetas con determinados partidos políticos y el poder. Y hoy por hoy, hemos llegado hasta tal extremo, que casi todos los vehículos de la caravana que acompañan la yipeta del señor Presidente de la República, son también yipetas, salvo los transportes especializados como las ambulancias, o los vehículos de la policía y de la prensa. ¿Hasta cuándo durará esa moda?, no se sabe, ya que depende de numerosos factores, incluyendo el gusto del Primer Mandatario de turno.
Aunque no tengo a mano las estadísticas, pero la “yipetomanía” ha llegado a tal extremo en el país, que en ciertos sectores de la ciudad, y en algunas horas, no es raro que se vean muchas más yipetas que autos normales; y esto no ocurre en ningún país desarrollado. Lo mismo sucede en determinadas actividades, sobre todo, las de carácter político, o en los lugares de diversión. Parecería que las crisis no afectan en absoluto ese afán desmedido por poseer una yipeta.
¿Adivinen cuál es el tema de conversación preferido de los yipetuses cuando se juntan?, pues nada más y nada menos que sus yipetas. No se cansan. Como siempre sucede siempre hay alguien que desacredita la marca con sus vulgaridades, por ejemplo, llenando la puerta trasera de una yipeta de lujo con altavoces para escuchar sus bachatas; y de paso le “dice” a todo el mundo que obtiene el dinero fácilmente, por medios no ortodoxos.
Lo malo de todo esto es que los funcionarios públicos también se antojan de que les asignen yipetas, y mientras más caras mejor, que les den bonos para la gasolina, y que les contraten un chofer; todo ello a costa del sufrido contribuyente. A nadie le debería de extrañar el envanecimiento, la arrogancia y la soberbia de esos “servidores” del Gobierno, porque la “yipetomanía” y su psicología se contagian.
Las esposas y queridas de los funcionarios muchas veces se pavonean más en las yipetas que sus hombres, cuando van conduciendo. Algunas pasan despacio por donde quieren ser vistas, es decir, que están más interesadas en presumir y exhibir la yipeta que en trasladarse.
Existen propietarios de yipetas que cuando se van a reunir con alguien, o con sus relacionados y amistades, los citan en las ¡yipetas! “aparcadas en tal sitio”, o sea, que también las utilizan como oficinas en su afán de ser vistos por los demás en su vehículo.
El lema aberrante de nuestra sociedad parece ser: “todo sea por una yipeta”. Yo escuché de labios de un profesor amigo una frase que me dejó pensativo: “Estoy jodido, pero estoy bien montado”; esto implica que para él el tener que pagar una yipeta a plazos era un sacrificio enorme, pero que estaba dispuesto a costear el monto y a soportar estrecheces, todo porque lo vieran en una yipeta. Es muy probable que yo no comulgue con sus ideas, ni comprenda su entusiasmo, por la sencilla razón de que no poseo ningún vehículo, y me traslado en taxi, o a pie si es cerca.
Otra persona conocida tuvo que pedir un préstamo al banco para poder instalarle a su yipeta un sistema a base de gas butano, para sustituir la gasolina, ya que este combustible resulta más caro. El mismo señor, tuvo una enfermedad costosísima, y se quedó sin ahorros, por lo que se vio obligado a vender muchas de sus pertenencias y de su familia, para poder pagarse su tratamiento, pero, ¿adivinen qué?, no se le ocurrió ni por asomo el traspasar su yipeta y prescindir de ella.
Y es como dice Pierre Martineau, citado por Vance Packard, (1), en su ya clásico libro publicitario Los Persuasores Ocultos: “el automóvil dice quienes somos y lo que pensamos que queremos ser…es un símbolo portátil de nuestra personalidad y de nuestra posición…”. El problema surge cuando se pretende hacer creer a los demás lo que no es cierto, es decir, cuando se intenta vivir de las apariencias, sin tener los recursos suficientes. Cuando no toman conciencia de que este es un país subdesarrollado, y esos consumidores también lo son, aunque tengan dinero.
Esto demuestra que se trata de un grave problema social no resuelto, de alguien “que quiere pero que no puede”, y que tiene muchos traumas, por no decir complejos, ya que demasiada gente se endeuda hasta la coronilla, con el único fin de aparentar y de satisfacer su vanidad. Quizá logre algunas ventajas iniciales de impacto, pero, ¡a qué precio!
En la sociedad dominicana la yipeta sirve por igual para transgredir las normas, porque facilita el subirse en la las aceras para aparcar; y por otro lado, es muy práctica para cruzar los numerosos charcos de nuestras calles y avenidas, cuando llueve.
Está documentado que fue la General Motors en los EEUU, la primera en realizar cambios anuales en las carrocerías de sus vehículos en el 1927, con el propósito declarado de “crear una insatisfacción organizada”, (2), en los consumidores; lo cual traumatiza aún más a los propietarios de yipetas, que quieren tener permanentemente el modelo más llamativo, novedoso, e impactante.
Cuando en el 1899 Thorstein Veblen publicó su libro de culto: Teoría de la Clase Ociosa, (3), estableció que las relaciones humanas se basaban en la imitación y en la envidia, llevándole la contraria a los economistas de la época, y de esa manera surgió el criterio del “consumo conspicuo” de su autoría; el cual se realiza esencialmente para impactar e impresionar a los demás. Por su lado, J. S. Dusenberry, (4), puede considerarse como un sucesor de Veblen porque fue aún más lejos que su mentor, con su “efecto demostración”, para explicar lo que sucede cuando el consumidor entra en contacto con bienes superiores, o sea, de mayor calidad, y mejor aspecto que los que ya posee.
Más de un conductor de yipeta ha tenido un accidente mortal, por querer “llevarse el mundo por delante”. En su envanecimiento, los hombres reaccionan con mucha agresividad y violencia cuando alguien les choca, les raya, o les hace un rebase temerario, cuando van en sus yipetas. Se lo toman más a pecho que si les propinaran una bofetada. Y como afirma Ernest Dichter, (5), en su obra paradigmática Las Motivaciones del Consumidor: “Para el hombre la parte exterior del auto es conquista y agresión; para la mujer la parte interior es como un hogar donde se puede resguardar su familia y sentirse segura”. Lo cierto es que las yipetas se venden, y luego cuando tienen que bajarse de ellas, llevan las llaves en la mano para que todo el mundo se entere, en vez de guardarlas en el bolsillo, o en la cartera las mujeres. Muchos de los conductores de yipetas, cuando caminan lo hacen lentamente con una “cojera” muy especial, como una manera de expresar que ellos andan en un vehículo, y que les fastidia andar a pie.
Ninguno de estos teóricos se imaginó que un medio de transporte como un vehículo todoterreno, adquirido principalmente por consumidores dominicanos que no tienen una finca rústica, o una casa campestre con acceso dificultoso, ni tampoco suelen viajar por caminos vecinales, ni cruzan riachuelos y cañadas, lograrían dividir al país en dos: los que tienen yipeta y los que no. Ya lo intuyó mi sobrinito de cinco años, cuando fui a verlo y me preguntó inocentemente: “¿Dónde está tu yipeta, tío?”
BIBLIOGRAFÍA:
(1) Vance Packard. The Hidden Persuaders. Pelican. Great Britain. 1957. Pag. 50.
(2) Revista: Smithonian. Washington. January 1993. Pag. 72.
(3) Thorstein Veblen. The Theory of the Leisure Class. Macmillan. U. S. A. 1899.
(4) J. S. Dusenberry. Income, Savings and the Theory of Consumer Demand. Cambridge, Mass. Harvard Economic Study. 1949.
(5) Ernest Dichter. Las Motivaciones del Consumidor. Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 1964. Pag. 279.
Por FAUSTINO PÉREZ
La palabra jeep, de origen muy discutido por las dificultades que conlleva el verificar el dato, es una marca registrada de la Chrysler, para referirse a un vehículo todo-terreno liviano con tracción en las cuatro ruedas, que hizo su debut durante la Segunda Guerra Mundial. Después del vehículo original, e inspirados en él, se han diseñado numerosos modelos, de diferentes marcas y en distintos países.
El dominicanismo “yipeta” se refiere a un medio de transporte moderno, derivado del jeep aquel, normalmente de mayores dimensiones, y por supuesto, con muchas mejoras, incluyendo los avances técnicos y las comodidades. Cuando el vehículo es pequeño, lo llaman “yipetica”, o “yipeta chiquita”, entonces, el término “yipeta” se deja para el de tamaño normal, y los de gran cuerpo son “yipetones”, “yipetazas”, o “yipetas grandes”. Naturalmente que el precio del todoterreno es inversamente proporcional al tamaño, a la marca, y a la calidad, a lo cual se le añade su potencia y sus accesorios; alcanzando algunos modelos de prestigio como la Mercedes Benz, la BMW, la Lexus, Infiniti, Porsche, Cadillac, Range Rover, y otras más, lo que cuesta un apartamento decente. O sea, que estamos hablando de millones de pesos dominicanos, por tener un yipetón; que dicho sea de paso, cuesta bastante más aquí que en su país de origen, por los impuestos que se le suman, los transportes marítimos, el margen de ganancias, la cotización del dólar, etc. El yipetón de yipetones es sin lugar a dudas el Hummer, por su diseño fuera de lo corriente, por sus ventajas técnicas, por las comodidades que ofrece, por sus grandes dimensiones, y evidentemente, por su alto precio; el cual es también otra variante de un vehículo militar, al igual que el todoterreno derivado del jeep. Hay otro que rivaliza con el Hummer: el Ford 650, pero es mucho menos conocido aquí.
Como siempre sucede en estos casos, quizá nunca se sepa de quien fue la idea de llamarle “yipeta” a ese tipo de transporte en la década de los años 90; y por derivación surgió el “yipetú”, con su plural “yipetuses”, a el/los dueño(s) y/o conductor(es) de ese vehículo. Mucho más enigmático resulta saber el porqué se vinculó ese todoterreno, que se supone tiene fuerza y brío, con el género femenino, y se le bautizó como “yipeta”. ¿Fueron sus formas redondeadas y sus lujos?, ¿quién sabe? ¿Será la yipeta simbólicamente un travesti de jeep?
Probablemente fueron los políticos y/o los dominican yorks los primeros en hacer ostentación de poder desde las yipetas, provocando de pasada la codicia de los ladrones y la envidia de los vecinos, aunque todo esto es muy discutible; el hecho es que se han convertido en todo un símbolo de estatus entre nosotros, y por supuesto, de éxito social. Hay quienes alegan que en los días de lluvias torrenciales como las que se producen con cierta frecuencia en este país tropical, el andar en una yipeta es importante por lo práctico que resulta, ya que tenemos numerosos problemas con los drenajes pluviales de las calles. Por otro lado, es igualmente útil por el estado calamitoso de algunas de nuestras vías y carreteras.
La verdad es que desde una yipeta, o mejor aún, desde un yipetón, el mundo no se ve igual; ya que al contemplar a los demás en picado, es decir, de arriba hacia abajo por la altura del vehículo, eso crea una sensación de superioridad, o lo que es lo mismo, de poder. El que conduce, por ejemplo, una Hummer, se llega a creer que es un ente superior, que trasciende las fronteras del bien y del mal, que está por encima de los demás mortales, y que por consiguiente no puede caer preso, y encima, que ninguna mujer se le puede negar. La prepotencia le sale por los poros, en su ambición de “tener para ser”; es más, cualquiera diría que le vendieron las calles y las avenidas conjuntamente con la yipeta, porque se cree dueño y señor de ellas.
No en vano se suele asociar el uso de las yipetas con determinados partidos políticos y el poder. Y hoy por hoy, hemos llegado hasta tal extremo, que casi todos los vehículos de la caravana que acompañan la yipeta del señor Presidente de la República, son también yipetas, salvo los transportes especializados como las ambulancias, o los vehículos de la policía y de la prensa. ¿Hasta cuándo durará esa moda?, no se sabe, ya que depende de numerosos factores, incluyendo el gusto del Primer Mandatario de turno.
Aunque no tengo a mano las estadísticas, pero la “yipetomanía” ha llegado a tal extremo en el país, que en ciertos sectores de la ciudad, y en algunas horas, no es raro que se vean muchas más yipetas que autos normales; y esto no ocurre en ningún país desarrollado. Lo mismo sucede en determinadas actividades, sobre todo, las de carácter político, o en los lugares de diversión. Parecería que las crisis no afectan en absoluto ese afán desmedido por poseer una yipeta.
¿Adivinen cuál es el tema de conversación preferido de los yipetuses cuando se juntan?, pues nada más y nada menos que sus yipetas. No se cansan. Como siempre sucede siempre hay alguien que desacredita la marca con sus vulgaridades, por ejemplo, llenando la puerta trasera de una yipeta de lujo con altavoces para escuchar sus bachatas; y de paso le “dice” a todo el mundo que obtiene el dinero fácilmente, por medios no ortodoxos.
Lo malo de todo esto es que los funcionarios públicos también se antojan de que les asignen yipetas, y mientras más caras mejor, que les den bonos para la gasolina, y que les contraten un chofer; todo ello a costa del sufrido contribuyente. A nadie le debería de extrañar el envanecimiento, la arrogancia y la soberbia de esos “servidores” del Gobierno, porque la “yipetomanía” y su psicología se contagian.
Las esposas y queridas de los funcionarios muchas veces se pavonean más en las yipetas que sus hombres, cuando van conduciendo. Algunas pasan despacio por donde quieren ser vistas, es decir, que están más interesadas en presumir y exhibir la yipeta que en trasladarse.
Existen propietarios de yipetas que cuando se van a reunir con alguien, o con sus relacionados y amistades, los citan en las ¡yipetas! “aparcadas en tal sitio”, o sea, que también las utilizan como oficinas en su afán de ser vistos por los demás en su vehículo.
El lema aberrante de nuestra sociedad parece ser: “todo sea por una yipeta”. Yo escuché de labios de un profesor amigo una frase que me dejó pensativo: “Estoy jodido, pero estoy bien montado”; esto implica que para él el tener que pagar una yipeta a plazos era un sacrificio enorme, pero que estaba dispuesto a costear el monto y a soportar estrecheces, todo porque lo vieran en una yipeta. Es muy probable que yo no comulgue con sus ideas, ni comprenda su entusiasmo, por la sencilla razón de que no poseo ningún vehículo, y me traslado en taxi, o a pie si es cerca.
Otra persona conocida tuvo que pedir un préstamo al banco para poder instalarle a su yipeta un sistema a base de gas butano, para sustituir la gasolina, ya que este combustible resulta más caro. El mismo señor, tuvo una enfermedad costosísima, y se quedó sin ahorros, por lo que se vio obligado a vender muchas de sus pertenencias y de su familia, para poder pagarse su tratamiento, pero, ¿adivinen qué?, no se le ocurrió ni por asomo el traspasar su yipeta y prescindir de ella.
Y es como dice Pierre Martineau, citado por Vance Packard, (1), en su ya clásico libro publicitario Los Persuasores Ocultos: “el automóvil dice quienes somos y lo que pensamos que queremos ser…es un símbolo portátil de nuestra personalidad y de nuestra posición…”. El problema surge cuando se pretende hacer creer a los demás lo que no es cierto, es decir, cuando se intenta vivir de las apariencias, sin tener los recursos suficientes. Cuando no toman conciencia de que este es un país subdesarrollado, y esos consumidores también lo son, aunque tengan dinero.
Esto demuestra que se trata de un grave problema social no resuelto, de alguien “que quiere pero que no puede”, y que tiene muchos traumas, por no decir complejos, ya que demasiada gente se endeuda hasta la coronilla, con el único fin de aparentar y de satisfacer su vanidad. Quizá logre algunas ventajas iniciales de impacto, pero, ¡a qué precio!
En la sociedad dominicana la yipeta sirve por igual para transgredir las normas, porque facilita el subirse en la las aceras para aparcar; y por otro lado, es muy práctica para cruzar los numerosos charcos de nuestras calles y avenidas, cuando llueve.
Está documentado que fue la General Motors en los EEUU, la primera en realizar cambios anuales en las carrocerías de sus vehículos en el 1927, con el propósito declarado de “crear una insatisfacción organizada”, (2), en los consumidores; lo cual traumatiza aún más a los propietarios de yipetas, que quieren tener permanentemente el modelo más llamativo, novedoso, e impactante.
Cuando en el 1899 Thorstein Veblen publicó su libro de culto: Teoría de la Clase Ociosa, (3), estableció que las relaciones humanas se basaban en la imitación y en la envidia, llevándole la contraria a los economistas de la época, y de esa manera surgió el criterio del “consumo conspicuo” de su autoría; el cual se realiza esencialmente para impactar e impresionar a los demás. Por su lado, J. S. Dusenberry, (4), puede considerarse como un sucesor de Veblen porque fue aún más lejos que su mentor, con su “efecto demostración”, para explicar lo que sucede cuando el consumidor entra en contacto con bienes superiores, o sea, de mayor calidad, y mejor aspecto que los que ya posee.
Más de un conductor de yipeta ha tenido un accidente mortal, por querer “llevarse el mundo por delante”. En su envanecimiento, los hombres reaccionan con mucha agresividad y violencia cuando alguien les choca, les raya, o les hace un rebase temerario, cuando van en sus yipetas. Se lo toman más a pecho que si les propinaran una bofetada. Y como afirma Ernest Dichter, (5), en su obra paradigmática Las Motivaciones del Consumidor: “Para el hombre la parte exterior del auto es conquista y agresión; para la mujer la parte interior es como un hogar donde se puede resguardar su familia y sentirse segura”. Lo cierto es que las yipetas se venden, y luego cuando tienen que bajarse de ellas, llevan las llaves en la mano para que todo el mundo se entere, en vez de guardarlas en el bolsillo, o en la cartera las mujeres. Muchos de los conductores de yipetas, cuando caminan lo hacen lentamente con una “cojera” muy especial, como una manera de expresar que ellos andan en un vehículo, y que les fastidia andar a pie.
Ninguno de estos teóricos se imaginó que un medio de transporte como un vehículo todoterreno, adquirido principalmente por consumidores dominicanos que no tienen una finca rústica, o una casa campestre con acceso dificultoso, ni tampoco suelen viajar por caminos vecinales, ni cruzan riachuelos y cañadas, lograrían dividir al país en dos: los que tienen yipeta y los que no. Ya lo intuyó mi sobrinito de cinco años, cuando fui a verlo y me preguntó inocentemente: “¿Dónde está tu yipeta, tío?”
BIBLIOGRAFÍA:
(1) Vance Packard. The Hidden Persuaders. Pelican. Great Britain. 1957. Pag. 50.
(2) Revista: Smithonian. Washington. January 1993. Pag. 72.
(3) Thorstein Veblen. The Theory of the Leisure Class. Macmillan. U. S. A. 1899.
(4) J. S. Dusenberry. Income, Savings and the Theory of Consumer Demand. Cambridge, Mass. Harvard Economic Study. 1949.
(5) Ernest Dichter. Las Motivaciones del Consumidor. Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 1964. Pag. 279.
viernes, octubre 10, 2008
LA COTIDIANIDAD DE LOS SUPERHÉROES
EL TIEMPO EN LOS CÓMICS
Por FAUSTINO PÉREZ
Siempre he pensado que la variable del tiempo es la más compleja en casi todas las especialidades de las ciencias de la información, y de las ciencias en general, y los cómics no son una excepción.
Un dibujante puede expresar gráficamente el paso del tiempo de muchas maneras, en este medio de comunicación distractivo verbo-icónico: con un gallo cantando, con las hojas del calendario volando, con un grifo goteando, con militares marchando, con el sol cambiando de posición en el cielo, con un reloj de arena, con un metrónomo, un teléfono sonando, una mecha encendida de una carga de dinamita, con relojes de todo tipo, y así sucesivamente. Igualmente, se emplean actividades cotidianas como el beber un vaso de agua, o una persona cepillándose los dientes; o bien, de forma más dramática dando un puñetazo o disparando un tiro. Todos estos ejemplos sirven como referentes, ya que se supone que todo lector de historietas está al tanto, o al menos intuye, lo que dura aproximadamente cada uno de ellos.
Se sabe que en los cómics occidentales el tiempo transcurre según la convención de la lectura de la página, es decir, de izquierda a derecha; esto significa, que lo que se encuentra a la izquierda se ha de leer primero, y lo que está arriba es previo a lo que se encuentra debajo. Si se desea cambiar ese ordenamiento, es preciso indicarlo de alguna manera, como por ejemplo, usando números o letras. En los “mangas” japoneses y publicaciones historietísticas de otro tipo de esa nación, la portada nuestra equivale a la contraportada de ellos, y viceversa. Para los chinos y los árabes, el tiempo se codifica de otra manera.
Quien dibuja tiene también la posibilidad de crear otros efectos icónicos para expresar cualquier particularidad del tiempo, baste como muestra lo que se conoce técnicamente como un dibujo sangrado en la página, o sea, sin bordes libres, que expresa un tiempo con momentum, o decir, “suspendido” y algo eterno.
Cuando se trata del tiempo, es preciso tener en consideración que la propia viñeta posee tiempos distintos, y los principales son: el del guionista, el de ejecución; y el de lectura que puede ser muy variado al igual que los anteriores; ya que como se comprenderá no es lo mismo, un cuadrito pequeño, que un frame grande que ocupe una página completa, y si tiene muchos elementos, se tarda más en leer, por supuesto.
Pero qué duda cabe de que también existe un tiempo entre viñeta y viñeta, cuya duración puede variar muchísimo en la narración, ya que puede durar desde fracciones de segundo, hasta miles de millones de años. La forma más corriente de viñeta es la rectangular colocada horizontalmente, o sea, apaisada; aunque cuando el dibujante se enfrenta con la página en blanco, le puede dar a la viñeta el formato que quiera y/o le convenga. Incluso existen narraciones en las que se prescinde de las viñetas.
El tiempo tiene velocidades de transcurrir marcadamente distintas, y en esta particularidad se parece mucho al cine, al igual que en otras características. En este sentido vamos a simplificar y a aceptar tres celeridades:
A.- Tiempo lento o ralentizado: semejante a la cámara lenta en cinematografía, y consiste en el empleo de más viñetas de las habituales en la historia. Se practica para crear una sensación de suspenso, o momentum. Un ejemplo sería una patada de un karateca en veinte viñetas; o una chica desvistiéndose, en igual cantidad de cuadros.
B.- Tiempo normal: así llamado porque se usan un número estándard de viñetas, y en cine viene ser como una narración normal. Es decir, el lector no nota nada raro o diferente a lo que ya está acostumbrado.
C.- Tiempo acelerado: es cuando se utilizan menos viñetas de las habituales, y equivale a la cámara rápida en cine. Resulta ser algo hilarante, y a veces hasta desconcertante. Para ilustrar este caso, piense en un payaso que se cambie de indumentaria rápidamente, o a un sujeto que le crezca la barba en tres viñetas.
Existen otros efectos relacionados con lo temporal, que como hemos visto está indisolublemente liado con el espacio; o dicho de otra manera, vienen a ser lo mismo, en la práctica.
Por ejemplo, se cuenta con el recurso conocido como el flash back. Es decir que el dibujante “trae” de un tiempo pasado, un fragmento de narración, que el lector no había leído previamente; (definiendo al tiempo presente como la viñeta que se está leyendo). El tiempo pasado serían las viñetas leídas con anterioridad a la que se está leyendo, de la misma página y de las precedentes si las hubiese. Si el flash back hubiese aparecido anteriormente en la historia, entonces, se repetirían las secuencias en la misma narración, y eso no ocurre.
El lector tiene que deducir por los cambios cromáticos, por los tiempos verbales, y por otros efectos gráficos que se trata de un flash back.
En el otro extremo se halla en flash forward, y consiste en lo contrario que el anterior flash. Esto significa que el dibujante incluye una secuencia breve de viñetas relacionadas con el futuro. . Por definición también, el futuro serían las viñetas que faltan por ver de la misma página que se lee, y de las posteriores si las hubiese. Empero, no son escenas que se iban a leer con posterioridad a la viñeta que se está leyendo, siguiendo nuestra definición de tiempo futuro. Si ocurriese esto entonces se repetirían escenas en la historia. Como siempre el lector ha de deducir por los cambios cromáticos, por los tiempos verbales y por otros recursos gráficos, que se trata de un flash forward.
Pero hay otro flash que yo identifiqué, y sucede cuando el personaje de la historieta cree que está en una situación y en realidad está en otra, o piensa que está en compañía de alguien y verdaderamente se encuentra con otra…a este recurso le llamé flash en presente continuo, el cual también tiene sus aplicaciones. Esto implica que existe una disparidad entre lo que está ocurriendo, y lo que cree, piensa, o se imagina el personaje que está sucediendo en ese mismo tiempo/lugar. Por ejemplo, usted está leyendo este ensayo por este medio, y cree que lo está viendo en otro.
Ahora bien, se pueden combinar las tres velocidades básicas de narración con los tres flashes que ya vimos, con lo cual la historia se puede complicar mucho más.
En el mundo real el pasado es lo ya vivido; en los cómics, si seguimos la definición propuesta, son las viñetas ya leídas, con respecto a la que estamos leyendo. Por su lado, el presente en nuestra cotidianidad es algo que fluye permanentemente, y como ya vimos, en los cómics se trata de un tiempo fluctuable de lectura de una viñeta concreta.
Con relación al futuro en nuestro quehacer diario, son las expectativas nuestras; sin embargo, en las historietas el futuro ya está predeterminado porque son las viñetas que nos faltan por leer y ya están impresas; lo único que no las hemos leído, todavía.
Por FAUSTINO PÉREZ
Siempre he pensado que la variable del tiempo es la más compleja en casi todas las especialidades de las ciencias de la información, y de las ciencias en general, y los cómics no son una excepción.
Un dibujante puede expresar gráficamente el paso del tiempo de muchas maneras, en este medio de comunicación distractivo verbo-icónico: con un gallo cantando, con las hojas del calendario volando, con un grifo goteando, con militares marchando, con el sol cambiando de posición en el cielo, con un reloj de arena, con un metrónomo, un teléfono sonando, una mecha encendida de una carga de dinamita, con relojes de todo tipo, y así sucesivamente. Igualmente, se emplean actividades cotidianas como el beber un vaso de agua, o una persona cepillándose los dientes; o bien, de forma más dramática dando un puñetazo o disparando un tiro. Todos estos ejemplos sirven como referentes, ya que se supone que todo lector de historietas está al tanto, o al menos intuye, lo que dura aproximadamente cada uno de ellos.
Se sabe que en los cómics occidentales el tiempo transcurre según la convención de la lectura de la página, es decir, de izquierda a derecha; esto significa, que lo que se encuentra a la izquierda se ha de leer primero, y lo que está arriba es previo a lo que se encuentra debajo. Si se desea cambiar ese ordenamiento, es preciso indicarlo de alguna manera, como por ejemplo, usando números o letras. En los “mangas” japoneses y publicaciones historietísticas de otro tipo de esa nación, la portada nuestra equivale a la contraportada de ellos, y viceversa. Para los chinos y los árabes, el tiempo se codifica de otra manera.
Quien dibuja tiene también la posibilidad de crear otros efectos icónicos para expresar cualquier particularidad del tiempo, baste como muestra lo que se conoce técnicamente como un dibujo sangrado en la página, o sea, sin bordes libres, que expresa un tiempo con momentum, o decir, “suspendido” y algo eterno.
Cuando se trata del tiempo, es preciso tener en consideración que la propia viñeta posee tiempos distintos, y los principales son: el del guionista, el de ejecución; y el de lectura que puede ser muy variado al igual que los anteriores; ya que como se comprenderá no es lo mismo, un cuadrito pequeño, que un frame grande que ocupe una página completa, y si tiene muchos elementos, se tarda más en leer, por supuesto.
Pero qué duda cabe de que también existe un tiempo entre viñeta y viñeta, cuya duración puede variar muchísimo en la narración, ya que puede durar desde fracciones de segundo, hasta miles de millones de años. La forma más corriente de viñeta es la rectangular colocada horizontalmente, o sea, apaisada; aunque cuando el dibujante se enfrenta con la página en blanco, le puede dar a la viñeta el formato que quiera y/o le convenga. Incluso existen narraciones en las que se prescinde de las viñetas.
El tiempo tiene velocidades de transcurrir marcadamente distintas, y en esta particularidad se parece mucho al cine, al igual que en otras características. En este sentido vamos a simplificar y a aceptar tres celeridades:
A.- Tiempo lento o ralentizado: semejante a la cámara lenta en cinematografía, y consiste en el empleo de más viñetas de las habituales en la historia. Se practica para crear una sensación de suspenso, o momentum. Un ejemplo sería una patada de un karateca en veinte viñetas; o una chica desvistiéndose, en igual cantidad de cuadros.
B.- Tiempo normal: así llamado porque se usan un número estándard de viñetas, y en cine viene ser como una narración normal. Es decir, el lector no nota nada raro o diferente a lo que ya está acostumbrado.
C.- Tiempo acelerado: es cuando se utilizan menos viñetas de las habituales, y equivale a la cámara rápida en cine. Resulta ser algo hilarante, y a veces hasta desconcertante. Para ilustrar este caso, piense en un payaso que se cambie de indumentaria rápidamente, o a un sujeto que le crezca la barba en tres viñetas.
Existen otros efectos relacionados con lo temporal, que como hemos visto está indisolublemente liado con el espacio; o dicho de otra manera, vienen a ser lo mismo, en la práctica.
Por ejemplo, se cuenta con el recurso conocido como el flash back. Es decir que el dibujante “trae” de un tiempo pasado, un fragmento de narración, que el lector no había leído previamente; (definiendo al tiempo presente como la viñeta que se está leyendo). El tiempo pasado serían las viñetas leídas con anterioridad a la que se está leyendo, de la misma página y de las precedentes si las hubiese. Si el flash back hubiese aparecido anteriormente en la historia, entonces, se repetirían las secuencias en la misma narración, y eso no ocurre.
El lector tiene que deducir por los cambios cromáticos, por los tiempos verbales, y por otros efectos gráficos que se trata de un flash back.
En el otro extremo se halla en flash forward, y consiste en lo contrario que el anterior flash. Esto significa que el dibujante incluye una secuencia breve de viñetas relacionadas con el futuro. . Por definición también, el futuro serían las viñetas que faltan por ver de la misma página que se lee, y de las posteriores si las hubiese. Empero, no son escenas que se iban a leer con posterioridad a la viñeta que se está leyendo, siguiendo nuestra definición de tiempo futuro. Si ocurriese esto entonces se repetirían escenas en la historia. Como siempre el lector ha de deducir por los cambios cromáticos, por los tiempos verbales y por otros recursos gráficos, que se trata de un flash forward.
Pero hay otro flash que yo identifiqué, y sucede cuando el personaje de la historieta cree que está en una situación y en realidad está en otra, o piensa que está en compañía de alguien y verdaderamente se encuentra con otra…a este recurso le llamé flash en presente continuo, el cual también tiene sus aplicaciones. Esto implica que existe una disparidad entre lo que está ocurriendo, y lo que cree, piensa, o se imagina el personaje que está sucediendo en ese mismo tiempo/lugar. Por ejemplo, usted está leyendo este ensayo por este medio, y cree que lo está viendo en otro.
Ahora bien, se pueden combinar las tres velocidades básicas de narración con los tres flashes que ya vimos, con lo cual la historia se puede complicar mucho más.
En el mundo real el pasado es lo ya vivido; en los cómics, si seguimos la definición propuesta, son las viñetas ya leídas, con respecto a la que estamos leyendo. Por su lado, el presente en nuestra cotidianidad es algo que fluye permanentemente, y como ya vimos, en los cómics se trata de un tiempo fluctuable de lectura de una viñeta concreta.
Con relación al futuro en nuestro quehacer diario, son las expectativas nuestras; sin embargo, en las historietas el futuro ya está predeterminado porque son las viñetas que nos faltan por leer y ya están impresas; lo único que no las hemos leído, todavía.
viernes, octubre 03, 2008
¿CUÁL ES EL MEDIO DE COMUNICACIÓN QUE TIENE MÁS MORBO?
EL INTERNET ES EL MEDIO MÁS MORBOSO
Por FAUSTINO PÉREZ
Si yo tuviese que apostar por cuál es el medio de comunicación que más morbo transmite, mi candidato sería sin lugar a dudas el Internet. No es que sea el único, por supuesto, pero sí el que se lleva el trofeo, según mi apreciación. Al ser un medio de medios, todos los demás confluyen en el Internet; y como ya se sabe, es un recurso que se basa principalmente en la telefonía, la computadora y la televisión, entre otros muchos inventos y tecnologías.
Una afirmación como la anterior merece una explicación como mínimo. ¿Pero qué es lo que sucede?, acaso es la propia sociedad que descarga su agresividad morbosa de esa manera y por ese sistema de comunicación. ¿Se trata de humor negro?, o es que existe un segmento de la población que disfruta de esa manera, y hasta se excita sexualmente, en ciertos casos. ¿A qué viene ese interés malsano? ¿Tiene a lo mejor utilidad política que la gente descargue sus frustraciones y su rabia contenidas con el morbo? ¿Por qué se ha permitido que la morbosidad se adueñe prácticamente del Internet?
¿No es cierto que existe una alta dosis de morbo y agresividad en una corrida de toros, o en una riña de gallos, en una pelea de perros, o en la mismísima lucha libre? En naciones tan “civilizadas” como Canadá y Noruega se apalean hasta la muerte miles de focas anualmente; y en Japón, - paradigma del progreso y el orden - , sus pescadores siguen pescando en todos los mares disponibles las ballenas, incluyendo a las que están en peligro de extinción. Esto y más se puede ver en el Internet, incluyendo cómo descuartizan a los cetáceos.
Empero esas prácticas morbosas no vienen de ahora, ¿no recuerdan ustedes el circo romano?, donde la sangre de hombres y de animales corría a raudales; o los sacrificios humanos de los aztecas y de los mayas, quienes les sacaban el corazón con un cuchillo de obsidiana a sus ofrendas humanas, por poner dos ejemplos.
Parecería ser que el ser humano necesita de lo morboso para su propio equilibrio psíquico, aunque sea “disfrazado” de arte, o como espectáculo de masas, al igual que como ritual religioso, o bien, presentado como actos consentidos; ya que ha sido una constante en la historia. ¿No será el morbo una válvula de escape ante el tedio y el aburrimiento?
Si comparamos el Internet con otros mass media afines, veremos, por ejemplo, que el cine ha tenido películas muy morbosas; basta con recordar a Pier Paolo Pasolini, con sus films de “arte y ensayo”: Pocilga, o bien, Saló o los 120 Días de Sodoma. Entre las películas pornográficas se puede mencionar el clásico del género: Garganta Profunda, del 1972, con la actriz Linda Lovelace como protagonista, quien puso de moda ese tipo de felación. El cine de terror es otra fuente inagotable de escenas plenas de morbosidad, basta con señalar a El Exorcista.Para las películas caseras, en el formato que sea, se venden las mismas que para el cinema, para los canales de televisión, y para el Internet, y otras más cortas tipo documental; aparte de las grabadas por los no profesionales, cuyo contenido puede ser tan desagradable como se desee, y que también están en la red. Naturalmente, que el sonido incorporado le añade una dimensión extra a los vídeos y películas, porque amplía sus posibilidades.
La fotografía es un instrumento valiosísimo para el Internet, y se emplea con mucha asiduidad para los temas morbosos: desde imágenes horripilantes de accidentes de carretera, hasta fotos de esperpentos nauseabundos, pasando por supuestas imágenes de fantasmas, o los supervivientes de Hiroshima, o bien, muertos del holocausto, o vistas de fallecidos en una morgue, (hasta es posible ver imágenes del Presidente Kennedy, de Marilyn Monroe, o de Benito Mussolini, muertos, entre otras muchas celebridades fallecidas). Hay páginas, inclusive, dedicadas exclusivamente a la materia fecal, o excrementos humanos o de animales, y otros temas escatológicos relacionados, como las ventosidades, con sonidos y todo. En otros lugares de la red se muestran personas en el momento de experimentar un orgasmo, tanto de sus rostros así como también de sus partes íntimas.
Existen, además, sitios con mujeres anoréxicas, o montajes y dibujos con los órganos sexuales, de tal forma que pueden convertir un ano en una boca, o un pene en una cara con los ojos en los testículos. Es posible ver en la red páginas de caricaturas escatológicas, o dibujos animados pornos con los presidentes, o bien, con líderes religiosos. Las incansables máquinas consoladoras de mujeres, con sus catálogos de las “fucking machines” están disponibles para ser consultados por cualquiera.
Sin lugar a dudas que algunas de las más de 500 especialidades de la foto pornográfica, son verdaderos paradigmas de la morbosidad en la web; como las imágenes de ancianos desnudos, con unos cuerpos desgastados que dan lástima; la llamada fotografía “gótica” y de otras “tribus” urbanas; los conocidos como “shemales”, con atributos de ambos sexos; el “bukkake”, que consiste en eyacular encima del cuerpo del “partner”, en especial en la cara; los “watersports”, que son juegos eróticos miccionando, y también los hay con las heces fecales; el “fisting”, o sea, introduciendo el puño en la vagina y/o en el ano; el “squirting”, que se trata de aquellas mujeres que descargan la vejiga simultáneamente con el orgasmo; y no nos olvidemos de las instantáneas de féminas y hombres obesos, que circulan con cierta frecuencia en el Internet; y el sado-masoquismo “duro” o “blando”, más frecuente que las anteriores preferencias sexuales, y así sucesivamente. No incluyo el material para pederastas porque ya está muy controlado en la red, y ahora prácticamente sólo existe de forma clandestina; aún así, se “cuelan” vídeos por correo electrónico, como aquél que escandalizó a tanta gente, - de origen venezolano según las autoridades - , en el que aparecían dos niñitas practicándole sexo oral a un adulto. O bien, escenas de bestialismo en las que salen mujeres teniendo relaciones, por ejemplo, con perros o caballos, o bien, hombres con cabras, perras, burras, y así por el estilo.
Ante la tremenda competencia existente, y los beneficios que están en juego, muchas páginas porno que emplean la foto estática, están incluyendo ahora, cada vez más, imágenes en movimiento, imitando a las que más éxito tienen en la actualidad.
En un portal tan popular como youtube, aparecen vídeos de jóvenes propinando soberanas palizas a otros, o de muertos y refugiados después de un huracán, lo mismo que las víctimas de un incendio o de unas inundaciones, aparte de las fílmicas triple X, es decir, para adultos. De la misma manera, cabe la posibilidad de ver a personas que intentan suicidarse, o que tienen a gente secuestrada.
Dentro de la categoría de morbosos incluyo a los que envían virus a los demás, por el puro deleite de fastidiar y de hacerle daño al prójimo. En el correo electrónico existen usuarios que “disfrutan” con asustar a los demás, remitiendo mensajes de accidentes, crímenes, o bien, de asaltos, o de robos. Algunos lo hacen de buena fe, para advertir a los amigos; sin embargo, el efecto es casi similar. Por su parte, hay también otros mails para aterrar, pero de amenaza directa, los cuales afirman que “si no se reenvía el mensaje, algo malo le va a ocurrir”, al recipiente del correo, que es uno mismo.
Los bloggers que practican lo que yo llamo el “canibalismo bloguero” o “blogfagia”, en su afán de tener espacios y páginas más impactantes, y con mayores afluencias de visitantes, suelen incluir muchas noticias cargadas de morbo, tomadas de páginas del mundo entero sin pedir permiso. Esta práctica se estila tanto, que ya se ha convertido en algo habitual en la red.
La prensa amarilla o sensacionalista tiene cabida en la web, igualmente, y está emparentada con la blogfagia. Por definición esta especialidad amarillista lo que busca son las noticias más morbosas y malsanas, o dicho de otra manera más sofisticada, más “shockings” o “épatantes”, incluyendo el chisme gráfico y escrito.
¡Hasta los que envían spam instrumentalizan el morbo!, cuando afirman, por ejemplo, que se trata de un vídeo de Britney Spears drogada, o de Pamela Anderson practicando el sexo. Esto es algo que se hace a diario, sin que las afectadas se quejen. Es preciso resaltar que la misma Paris Hilton, se convirtió en una celebridad mediática a raíz de un vídeo pornográfico subido a la red en el 2003, en el que aparecía ella.
Existen páginas y blogs de cosas y hechos raros, y/o extraños, y/o misteriosos, como el hirsutismo o vellosidad exagerada; de enfermedades aberrantes que deforman a la persona, desde la elefantiasis hasta las hernias inguinales exageradas, pasando por enfermos del cáncer o del sida; o de mujeres practicando el sexo con la palanca de cambio de su auto, o bien, introduciéndose en la vagina, los objetos más inverosímiles, desde pepinos hasta cepillos del pelo, o una lata de Coca Cola…; en definitiva, todas son acciones y condiciones morbosas, insólitas, e incluso, espeluznantes.
En la misma categoría morbosa se puede incluir a la llamada “sirena” que supuestamente apareció en Haití; o los tatuajes en los órganos reproductores, y además, los piercings exagerados. ¿No recuerdan ustedes a aquel supuesto ladrón al que lanzaron de cabeza desde un balcón en un barrio de Santo Domingo? O los suicidios espectaculares de las torres gemelas de New York, que ya estaban envueltas en llamas, el día de los atentados. Y el vídeo porno de la conocida cantante boricua, que tanto impactó, incluyendo penetración anal.
En las webcams, o cámaras pornográficas en vivo, es mucho el morbo que se intercambia, por parte y parte. De la misma manera se practica desde otras escenografías y circunstancias, con menos frecuencia, por los no profesionales. Más de una joven se ha quedado pasmada cuando su interlocutor en el chateo, le ha mostrado inesperadamente a través de su cámara, sus partes íntimas sin el consentimiento de ella.
Las guerras en todos los continentes y el terrorismo, por igual, han servido desde los mismos inicios de la fotografía, como excusas para tomar fotos morbosas de cuerpos desmembrados y ensangrentados. Durante la Guerra de Vietnam en la década de los años 60 del siglo pasado, las imágenes de los cadáveres de los soldados estadounidenses, tanto las estáticas, así como también las filmadas, provocaron tal revuelo en la mal llamada opinión pública, que la censura militar tuvo que intervenir; por esa razón, ya prácticamente no se muestran fotos ni vídeos de los fallecidos en las guerras actuales de Irak, ni en la de Afganistán tampoco.
En cambio, la foto de Robert Capa del soldado español muriendo durante la Guerra Civil del 1936, lo que ha provocado ha sido polémica; porque algunos afirman que fue posada, es decir, que no es real.
Aún están frescas en la memoria las imágenes morbosas del ahorcamiento en Irak de Saddam Hussein, a raíz de su apresamiento y posterior juicio. Igualmente se vieron muertos en la web, algunos familiares y otros allegados. O bien, aquellas fotos de los cuerpos calcinados a raíz de un incendio en la cárcel, o de ejecuciones a base de decapitación con sable, o de unos fusilamientos públicos. Los presos torturados con manos amputadas, o con ojos extraídos, y otras aberraciones, pueden ser vistos en la web. Las víctimas del terrorismo, constituyen una materia prima excelente para mostrar fotos cargadas de morbo, al igual que las de fetos descuartizados, después de haber sido abortados.
Algunas de las pinturas que son fácilmente localizables en el Internet, tienen mucha carga de morbosidad, como las de la mexicana Frida Kahlo, o el autorretrato con la oreja cortada de van Gogh. Lo mismo puede afirmarse de las imágenes de las pinturas negras de Goya del Museo del Prado de Madrid, o de El Grito de Edvard Munch, en su museo de Oslo. En los cuatro casos se han manipulado todos los factores que inciden en el reconocimiento público de un artista, para convertir las obras de ellos en piezas mitificables, lo cual demuestra que cuando el morbo se promociona y se comercializa puede ser rentable.
Cualquiera diría que el morbo estaba al acecho, agazapado en la historia, esperando la oportunidad dorada de contar con un medio idóneo para expresarse, y voilà, apareció el Internet, y lo eligió de forma oportuna…de paso conquistó al mundo, conjuntamente con los aliados que encontró.
Por FAUSTINO PÉREZ
Si yo tuviese que apostar por cuál es el medio de comunicación que más morbo transmite, mi candidato sería sin lugar a dudas el Internet. No es que sea el único, por supuesto, pero sí el que se lleva el trofeo, según mi apreciación. Al ser un medio de medios, todos los demás confluyen en el Internet; y como ya se sabe, es un recurso que se basa principalmente en la telefonía, la computadora y la televisión, entre otros muchos inventos y tecnologías.
Una afirmación como la anterior merece una explicación como mínimo. ¿Pero qué es lo que sucede?, acaso es la propia sociedad que descarga su agresividad morbosa de esa manera y por ese sistema de comunicación. ¿Se trata de humor negro?, o es que existe un segmento de la población que disfruta de esa manera, y hasta se excita sexualmente, en ciertos casos. ¿A qué viene ese interés malsano? ¿Tiene a lo mejor utilidad política que la gente descargue sus frustraciones y su rabia contenidas con el morbo? ¿Por qué se ha permitido que la morbosidad se adueñe prácticamente del Internet?
¿No es cierto que existe una alta dosis de morbo y agresividad en una corrida de toros, o en una riña de gallos, en una pelea de perros, o en la mismísima lucha libre? En naciones tan “civilizadas” como Canadá y Noruega se apalean hasta la muerte miles de focas anualmente; y en Japón, - paradigma del progreso y el orden - , sus pescadores siguen pescando en todos los mares disponibles las ballenas, incluyendo a las que están en peligro de extinción. Esto y más se puede ver en el Internet, incluyendo cómo descuartizan a los cetáceos.
Empero esas prácticas morbosas no vienen de ahora, ¿no recuerdan ustedes el circo romano?, donde la sangre de hombres y de animales corría a raudales; o los sacrificios humanos de los aztecas y de los mayas, quienes les sacaban el corazón con un cuchillo de obsidiana a sus ofrendas humanas, por poner dos ejemplos.
Parecería ser que el ser humano necesita de lo morboso para su propio equilibrio psíquico, aunque sea “disfrazado” de arte, o como espectáculo de masas, al igual que como ritual religioso, o bien, presentado como actos consentidos; ya que ha sido una constante en la historia. ¿No será el morbo una válvula de escape ante el tedio y el aburrimiento?
Si comparamos el Internet con otros mass media afines, veremos, por ejemplo, que el cine ha tenido películas muy morbosas; basta con recordar a Pier Paolo Pasolini, con sus films de “arte y ensayo”: Pocilga, o bien, Saló o los 120 Días de Sodoma. Entre las películas pornográficas se puede mencionar el clásico del género: Garganta Profunda, del 1972, con la actriz Linda Lovelace como protagonista, quien puso de moda ese tipo de felación. El cine de terror es otra fuente inagotable de escenas plenas de morbosidad, basta con señalar a El Exorcista.Para las películas caseras, en el formato que sea, se venden las mismas que para el cinema, para los canales de televisión, y para el Internet, y otras más cortas tipo documental; aparte de las grabadas por los no profesionales, cuyo contenido puede ser tan desagradable como se desee, y que también están en la red. Naturalmente, que el sonido incorporado le añade una dimensión extra a los vídeos y películas, porque amplía sus posibilidades.
La fotografía es un instrumento valiosísimo para el Internet, y se emplea con mucha asiduidad para los temas morbosos: desde imágenes horripilantes de accidentes de carretera, hasta fotos de esperpentos nauseabundos, pasando por supuestas imágenes de fantasmas, o los supervivientes de Hiroshima, o bien, muertos del holocausto, o vistas de fallecidos en una morgue, (hasta es posible ver imágenes del Presidente Kennedy, de Marilyn Monroe, o de Benito Mussolini, muertos, entre otras muchas celebridades fallecidas). Hay páginas, inclusive, dedicadas exclusivamente a la materia fecal, o excrementos humanos o de animales, y otros temas escatológicos relacionados, como las ventosidades, con sonidos y todo. En otros lugares de la red se muestran personas en el momento de experimentar un orgasmo, tanto de sus rostros así como también de sus partes íntimas.
Existen, además, sitios con mujeres anoréxicas, o montajes y dibujos con los órganos sexuales, de tal forma que pueden convertir un ano en una boca, o un pene en una cara con los ojos en los testículos. Es posible ver en la red páginas de caricaturas escatológicas, o dibujos animados pornos con los presidentes, o bien, con líderes religiosos. Las incansables máquinas consoladoras de mujeres, con sus catálogos de las “fucking machines” están disponibles para ser consultados por cualquiera.
Sin lugar a dudas que algunas de las más de 500 especialidades de la foto pornográfica, son verdaderos paradigmas de la morbosidad en la web; como las imágenes de ancianos desnudos, con unos cuerpos desgastados que dan lástima; la llamada fotografía “gótica” y de otras “tribus” urbanas; los conocidos como “shemales”, con atributos de ambos sexos; el “bukkake”, que consiste en eyacular encima del cuerpo del “partner”, en especial en la cara; los “watersports”, que son juegos eróticos miccionando, y también los hay con las heces fecales; el “fisting”, o sea, introduciendo el puño en la vagina y/o en el ano; el “squirting”, que se trata de aquellas mujeres que descargan la vejiga simultáneamente con el orgasmo; y no nos olvidemos de las instantáneas de féminas y hombres obesos, que circulan con cierta frecuencia en el Internet; y el sado-masoquismo “duro” o “blando”, más frecuente que las anteriores preferencias sexuales, y así sucesivamente. No incluyo el material para pederastas porque ya está muy controlado en la red, y ahora prácticamente sólo existe de forma clandestina; aún así, se “cuelan” vídeos por correo electrónico, como aquél que escandalizó a tanta gente, - de origen venezolano según las autoridades - , en el que aparecían dos niñitas practicándole sexo oral a un adulto. O bien, escenas de bestialismo en las que salen mujeres teniendo relaciones, por ejemplo, con perros o caballos, o bien, hombres con cabras, perras, burras, y así por el estilo.
Ante la tremenda competencia existente, y los beneficios que están en juego, muchas páginas porno que emplean la foto estática, están incluyendo ahora, cada vez más, imágenes en movimiento, imitando a las que más éxito tienen en la actualidad.
En un portal tan popular como youtube, aparecen vídeos de jóvenes propinando soberanas palizas a otros, o de muertos y refugiados después de un huracán, lo mismo que las víctimas de un incendio o de unas inundaciones, aparte de las fílmicas triple X, es decir, para adultos. De la misma manera, cabe la posibilidad de ver a personas que intentan suicidarse, o que tienen a gente secuestrada.
Dentro de la categoría de morbosos incluyo a los que envían virus a los demás, por el puro deleite de fastidiar y de hacerle daño al prójimo. En el correo electrónico existen usuarios que “disfrutan” con asustar a los demás, remitiendo mensajes de accidentes, crímenes, o bien, de asaltos, o de robos. Algunos lo hacen de buena fe, para advertir a los amigos; sin embargo, el efecto es casi similar. Por su parte, hay también otros mails para aterrar, pero de amenaza directa, los cuales afirman que “si no se reenvía el mensaje, algo malo le va a ocurrir”, al recipiente del correo, que es uno mismo.
Los bloggers que practican lo que yo llamo el “canibalismo bloguero” o “blogfagia”, en su afán de tener espacios y páginas más impactantes, y con mayores afluencias de visitantes, suelen incluir muchas noticias cargadas de morbo, tomadas de páginas del mundo entero sin pedir permiso. Esta práctica se estila tanto, que ya se ha convertido en algo habitual en la red.
La prensa amarilla o sensacionalista tiene cabida en la web, igualmente, y está emparentada con la blogfagia. Por definición esta especialidad amarillista lo que busca son las noticias más morbosas y malsanas, o dicho de otra manera más sofisticada, más “shockings” o “épatantes”, incluyendo el chisme gráfico y escrito.
¡Hasta los que envían spam instrumentalizan el morbo!, cuando afirman, por ejemplo, que se trata de un vídeo de Britney Spears drogada, o de Pamela Anderson practicando el sexo. Esto es algo que se hace a diario, sin que las afectadas se quejen. Es preciso resaltar que la misma Paris Hilton, se convirtió en una celebridad mediática a raíz de un vídeo pornográfico subido a la red en el 2003, en el que aparecía ella.
Existen páginas y blogs de cosas y hechos raros, y/o extraños, y/o misteriosos, como el hirsutismo o vellosidad exagerada; de enfermedades aberrantes que deforman a la persona, desde la elefantiasis hasta las hernias inguinales exageradas, pasando por enfermos del cáncer o del sida; o de mujeres practicando el sexo con la palanca de cambio de su auto, o bien, introduciéndose en la vagina, los objetos más inverosímiles, desde pepinos hasta cepillos del pelo, o una lata de Coca Cola…; en definitiva, todas son acciones y condiciones morbosas, insólitas, e incluso, espeluznantes.
En la misma categoría morbosa se puede incluir a la llamada “sirena” que supuestamente apareció en Haití; o los tatuajes en los órganos reproductores, y además, los piercings exagerados. ¿No recuerdan ustedes a aquel supuesto ladrón al que lanzaron de cabeza desde un balcón en un barrio de Santo Domingo? O los suicidios espectaculares de las torres gemelas de New York, que ya estaban envueltas en llamas, el día de los atentados. Y el vídeo porno de la conocida cantante boricua, que tanto impactó, incluyendo penetración anal.
En las webcams, o cámaras pornográficas en vivo, es mucho el morbo que se intercambia, por parte y parte. De la misma manera se practica desde otras escenografías y circunstancias, con menos frecuencia, por los no profesionales. Más de una joven se ha quedado pasmada cuando su interlocutor en el chateo, le ha mostrado inesperadamente a través de su cámara, sus partes íntimas sin el consentimiento de ella.
Las guerras en todos los continentes y el terrorismo, por igual, han servido desde los mismos inicios de la fotografía, como excusas para tomar fotos morbosas de cuerpos desmembrados y ensangrentados. Durante la Guerra de Vietnam en la década de los años 60 del siglo pasado, las imágenes de los cadáveres de los soldados estadounidenses, tanto las estáticas, así como también las filmadas, provocaron tal revuelo en la mal llamada opinión pública, que la censura militar tuvo que intervenir; por esa razón, ya prácticamente no se muestran fotos ni vídeos de los fallecidos en las guerras actuales de Irak, ni en la de Afganistán tampoco.
En cambio, la foto de Robert Capa del soldado español muriendo durante la Guerra Civil del 1936, lo que ha provocado ha sido polémica; porque algunos afirman que fue posada, es decir, que no es real.
Aún están frescas en la memoria las imágenes morbosas del ahorcamiento en Irak de Saddam Hussein, a raíz de su apresamiento y posterior juicio. Igualmente se vieron muertos en la web, algunos familiares y otros allegados. O bien, aquellas fotos de los cuerpos calcinados a raíz de un incendio en la cárcel, o de ejecuciones a base de decapitación con sable, o de unos fusilamientos públicos. Los presos torturados con manos amputadas, o con ojos extraídos, y otras aberraciones, pueden ser vistos en la web. Las víctimas del terrorismo, constituyen una materia prima excelente para mostrar fotos cargadas de morbo, al igual que las de fetos descuartizados, después de haber sido abortados.
Algunas de las pinturas que son fácilmente localizables en el Internet, tienen mucha carga de morbosidad, como las de la mexicana Frida Kahlo, o el autorretrato con la oreja cortada de van Gogh. Lo mismo puede afirmarse de las imágenes de las pinturas negras de Goya del Museo del Prado de Madrid, o de El Grito de Edvard Munch, en su museo de Oslo. En los cuatro casos se han manipulado todos los factores que inciden en el reconocimiento público de un artista, para convertir las obras de ellos en piezas mitificables, lo cual demuestra que cuando el morbo se promociona y se comercializa puede ser rentable.
Cualquiera diría que el morbo estaba al acecho, agazapado en la historia, esperando la oportunidad dorada de contar con un medio idóneo para expresarse, y voilà, apareció el Internet, y lo eligió de forma oportuna…de paso conquistó al mundo, conjuntamente con los aliados que encontró.
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