EL “ANIMAL RARO DE LA UASD”: LA VERDAD SOBRE EL CASO
Por el prof. de Comunicación Social y de Artes de la UASD: FAUSTINO PÉREZ
“¿Quién sabe algo de esto en la UASD?”, se cuestionó el estimado profesor y politólogo Antinoe Fiallo Billini en su e-mail que nos remitió a mí conjuntamente con treinta y siete de sus amistades, al filo de las once de la mañana del día 8 de marzo del 2008.
Este correo con la imagen de buena calidad de un animal nauseabundo muerto, a su vez, había sido reenviado por otras personas a quienes no conozco, acerca del raro espécimen supuestamente aparecido y apaleado en la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
Alguien con mucha imaginación por cuyas manos pasó la foto previamente, le añadió el siguiente mensaje: “Este animal fue encontrado bebiendo agua en uno de los baños del edificio de economía de la usad, tan pronto vio eso la mujer de limpieza comenzó a gritar y por suerte unos hombres entraron con palos y lograron matar a Esta Vaina Rara …Ahora bien, que es eso ¿??” (sic). Yo apagué la computadora, almorcé y me puse a descansar un poco, después de haber leído el correo.
A los diez minutos me levanté rápidamente, porque me di cuenta del tremendo potencial de esa foto de autor desconocido por mí, para hacer una prueba mediática. La idea era elaborar algo parecido al caso que sucedió en Santo Domingo, con el experimento del rumor de aquel “maremoto” concebido no se sabe por quién, (en la madrugada del 1 de octubre de 1998, pocos días después del paso del huracán Georges por la isla, alrededor del 22 de septiembre del 1998), pero en pequeño, y con la diferencia de que ahora sí se iba a conocer quién lo había diseñado, porque estaba en mi blog. No tenía nada que ver con el Día de los Inocentes, en este caso. Ni mucho menos se trataba ahora de una broma estudiantil.
No obstante, como yo desconocía qué animal era ese ni de dónde procedía la foto, empecé a investigar en el Internet y no encontré nada, a pesar de que sí había información acerca del esperpento.
De todas formas tenía que actuar rápido porque el Prof. Fiallo había reenviado esa foto con su pregunta a 37 personas más. En menos de tres minutos ya tenía claro lo que iba a hacer, entonces, quise añadirle a la imagen la dirección del blog donde iba a colocar la foto, porque yo mantengo 17 blogs. Pero antes tuve problemas técnicos y experimenté momentos tensos que me parecieron interminables, porque en principio el photoshop no quería abrir y luego el blog tampoco. Era una carrera contra el reloj. Lo intenté una y otra vez. “¡Eso fue un virus que me mandaron!”, pensé.
Después que terminé, ¡por fin!, de escribir el nombre del blog sobre la imagen, ese era sólo el principio del plan.
Reelaboré el texto que encontré en el e-mail y le dejé la ubicación de “la UASD”, porque ese es el microcosmos más representativo de la sociedad dominicana, ya que hay estudiantes de todas las provincias. Yo me inventé lo del “chupacabras” y lo del “bacá”, porque como todo el mundo sabe son “animales” de las mitologías populares latinoamericanas, en especial el primero; y el segundo del imaginario dominicano. Era imprescindible “conectar” con la memoria colectiva, y de sintonizar con el “cerebro reptiliano” de la gente para lograr la reacción deseada.
Transcurrió la semana y yo les sugería a mis alumnos que entraran al blog para “que vieran el chupacabras”, pero pocos me hicieron caso. El sábado 15 de marzo “pasó sin pena ni gloria” y entraron 117 internautas en todo el día. Yo quité la imagen del blog principal y el texto alusivo, y los puse en uno secundario.
Sin embargo, el primer gran detonante fue la inesperada noticia que apareció el domingo 16 por la mañana en primera plana de El Nacional, calzada con la firma de Ruddy Germán Pérez. El veterano periodista hizo una reelaboración artística sobre lo que estaba ya reelaborado, convirtiendo el post del blog en un performance gigante; eso trajo como consecuencia que las visitas al blog se dispararan; entonces, al yo leer la noticia del periódico en el Internet, repuse lo que había quitado para aprovechar la “ola”, porque Google seguía dando como referencia al blog principal mío, no al secundario; y así alcanzaron 3118 en 24 horas; un gran salto con respecto al día anterior.
En eso el rector de la UASD estaba de viaje, y al llegar se encontró con el titular en primera plana y le pidió un informe al jefe de seguridad, quien me llamó a las 7:30 de la mañana del lunes 17. Yo estaba en la ducha y le solicité que me volviera a llamar, así lo hizo y le expliqué que era un experimento, y que yo era el único responsable; y él me dijo que el rector me llamaría. Le conté al rector Dr. García Fermín, cuando me telefoneó temprano, lo que yo estaba haciendo y él argumentaba que tenía que responderles algo a los periodistas, que lo iban a abordar en el acto que se celebraría esa misma mañana. Yo le aconsejé y le solicité por favor, que pospusiera su respuesta hasta después de Semana Santa, para que no echara a perder el experimento.
Pero ¿qué hizo?, dijo a la prensa que se trataba de una broma y que en la UASD no habían encontrado ningún animal, que esa foto ya había salido en otros sitios extranjeros, y que era “correo basura”. Gracias al rector, por la pésima asesoría que recibió, el “chupacabras” o “bacá” fue reproducido en más de 90 blogs, sin yo conocer sus dueños, con textos reelaborados, o no, y motivó incontables llamadas telefónicas y mensajes por Internet, en el mundo entero.
Eso provocó, como era previsible, que se dispararan de nuevo las visitas a la bitácora mía al salir otra vez en primera plana en el vespertino El Nacional, por la tarde del día lunes 17, y se llegó a 14992 visitantes de 35 países, o sea, casi se quintuplicó. Ya para el martes 18, fue de 8538; el miércoles 19 de 3462, y el jueves 20 entraron 1363. La afluencia se ha mantenido alta pero ha ido mermando, como estaba previsto, porque ya la burbuja informativa “explotó”, justo antes de los días de más recogimiento de la Semana Mayor.
Yo calculo, haciendo un estimado conservador, que al menos dos millones de personas se enteraron de la “noticia”, y aún continúan entrando centenares al blog. Si uno compara, en el ejemplo del pánico causado por el falso “maremoto” de Santo Domingo y otras regiones del país provocado en el 1998, se usaron principalmente el medio telefónico, los altoparlantes y los contactos personales; y ahora con el “animal raro” de la UASD, se trató esencialmente de un fenómeno internético, “disparado” por un medio escrito, y amplificado por los contactos personales.
Bueno, ¿EN QUÉ CONSISTÍA EL EXPERIMENTO, O MÁS BIEN, LOS EXPERIMENTOS?:
1.- Sirve para evidenciar los flujos de información de las noticias generadas desde Santo Domingo, aplicando la Teoría de los Grafos.
2.- Comprobar de nuevo el tremendo poder de la comunicación internética.
3.- Hacer estudios de posicionamiento de prensa.
4.- Aplicar la fórmula del rumor de G. W. Allport y Leo Postman.
5.- Se puede usar para múltiples investigaciones usando el experimento como referencia en diferentes especialidades: comunicación, psicología, sociología, pedagogía, publicidad, relaciones públicas, ciencias políticas, computación, filosofía y ética, etnología, antropología, lingüística…
6.- Continuar con mis estudios sobre el arte de “dar cuerda”, (zaherir), aquí en el país. Una parte de los cuales fueron publicados en cuatro capítulos de mi libro: Mabí en las Venas.
7.- Verificar el estado actual de los “profesionales” y “profesores”, que no tienen la menor idea de los efectos de las Nuevas Tecnologías, y que reaccionan violentamente ante lo desconocido.
8.- Hacer más trabajos de cómo se tergiversa el mensaje en nuestro medio, en la comunicación oral y escrita.
9.- Para realizar pesquisas de cómo se puede utilizar un mensaje ficticio para distraer la opinión pública y entretener a la gente.
10.- Demostrar cómo funciona el “cerebro reptiliano” de las personas en situaciones como ésta.
11.- Vale como otra prueba irrefutable del predominio y de la afición por los temas “light” en el mundo.
12.- Profundizar sobre el “canibalismo” bloguero, o blogfagia.
13.- Cabe la posibilidad de emplearlo para medir el grado de credulidad de la gente.
14.- Pone de manifiesto los grandes intereses que existen en el universo internético.
15.- Patentiza el grado de sensibilidad de la gente ante el maltrato hacia los animales.
16.-Sirve para poner en evidencia a los que siempre se aprovechan de cualquier boom mediático para sacarle partido.
17.- Puede ser aprovechado para otras investigaciones.
Parece ser que el animal existió, pero no en la República Dominicana, y he escuchado varias versiones, desde los que afirman que se trata de una rata, o más bien, una rata egipcia, una rata mutante, o un mapache despellejado, un solenodonte, un experimento genético, o lo que sea; pero el hecho está ahí.
Únicamente me resta agradecerles a los que me insultaron porque trabajan gratuitamente para mí; a los que esbozaron una sonrisa - porque me conocen bien - y sabían que se trataba de un experimento; y a los que soltaron carcajadas cómplices, que sigan riendo que es muy sano. A los que fueron sorprendidos en su buena fe, les pido disculpas; al igual que al autor de la foto cuyo nombre desconozco. A Ruddy Germán Pérez mi agradecimiento igualmente, por haber colaborado intuitivamente con su olfato periodístico en el experimento.
LEA A CONTINUACIÓN SOBRE EL CASO
domingo, marzo 23, 2008
domingo, marzo 16, 2008
ANIMAL RARO EN LA UASD. ¿SERÁ UN CHUPACABRAS?, ¿SERÁ EL BACÁ DE ALGÚN CANDIDATO?
¿APARECIÓ EL CHUPACABRAS EN LA U.A.S.D.?
Sábado 9 marzo 2008
Por FAUSTINO PÉREZ
Este extraño animal fue encontrado bebiendo agua en uno de los baños del edificio de economía de la Universidad Autónoma de SantoDomingo; tan pronto vio eso, la mujer de la limpieza comenzo a gritar, y por suerte unos hombres entraron con palos y lograron matar a “Esta Vaina Rara”… Ahora bien, que es eso ¿?? ¿Será el famoso CHUPACABRAS?, que tanto se había buscado sin éxito.
No es raro ver canes callejeros dentro del campus de la UASD, pero esto es otra “cosa”.
El esperpento tiene cara de perro, rabo de vaca, pezuñas que parecen de un feto, piel lustrosa y otras características que lo hacen ver como un engendro raro.
Uno se pregunta ¿y cómo es posible que entre a la universidad un animal tan peculiar, y no sea visto por ninguno de los miles de estudiantes que entran a diario al recinto?, ¿Cómo entró al excusado de economía?, ¿Será una coartada de alguien?, ¿Es el producto de algún experimento macabro llevado a cabo en los laboratorios de la UASD? ¿Es un feto malformado y abortado en el baño?
Pero, ¡por amor de Dios!, ¿por qué lo mataron? No hubiera sido mejor haberle salvado la vida al extraño animal. ¿Dónde lo enterraron?, ¿se le puede practicar todavía una autopsia?, ¿y si resulta ser una especie nueva para la ciencia?, ¿se escapó de algún circo o de un zoológico privado? Si es un truco de photoshop, que alguien lo demuestre. Quien sepa algo que lo diga.
Los biólogos y los veterinarios tienen la palabra.
Foto cortesía de ANTINOE FIALLO BILLINI
Sábado 9 marzo 2008
Por FAUSTINO PÉREZ
Este extraño animal fue encontrado bebiendo agua en uno de los baños del edificio de economía de la Universidad Autónoma de SantoDomingo; tan pronto vio eso, la mujer de la limpieza comenzo a gritar, y por suerte unos hombres entraron con palos y lograron matar a “Esta Vaina Rara”… Ahora bien, que es eso ¿?? ¿Será el famoso CHUPACABRAS?, que tanto se había buscado sin éxito.
No es raro ver canes callejeros dentro del campus de la UASD, pero esto es otra “cosa”.
El esperpento tiene cara de perro, rabo de vaca, pezuñas que parecen de un feto, piel lustrosa y otras características que lo hacen ver como un engendro raro.
Uno se pregunta ¿y cómo es posible que entre a la universidad un animal tan peculiar, y no sea visto por ninguno de los miles de estudiantes que entran a diario al recinto?, ¿Cómo entró al excusado de economía?, ¿Será una coartada de alguien?, ¿Es el producto de algún experimento macabro llevado a cabo en los laboratorios de la UASD? ¿Es un feto malformado y abortado en el baño?
Pero, ¡por amor de Dios!, ¿por qué lo mataron? No hubiera sido mejor haberle salvado la vida al extraño animal. ¿Dónde lo enterraron?, ¿se le puede practicar todavía una autopsia?, ¿y si resulta ser una especie nueva para la ciencia?, ¿se escapó de algún circo o de un zoológico privado? Si es un truco de photoshop, que alguien lo demuestre. Quien sepa algo que lo diga.
Los biólogos y los veterinarios tienen la palabra.
Foto cortesía de ANTINOE FIALLO BILLINI
sábado, marzo 15, 2008
MADRID REMOZADA
MI PERIPLO DE PRINCIPIOS DE AÑO:MADRID(NOVENA PARTE)
Por FAUSTINO PÉREZ
Lo lógico hubiese sido volar directamente en Iberia desde Atenas a Madrid, pero esta aerolínea tiene la política de penalizar a los viajeros que no inician su viaje con ella, y ya de por sí el recorrido resultaba muy caro, teniendo el puerto de origen a Santo Domingo. Así que volamos a Madrid por Air France con escala en París.
Por la mañana bajamos las maletas después del desayuno, saldamos las cuentas y entregué la tarjeta-llave, caminamos hacia el metro parando en algunas tiendas de las cercanías. Por suerte ya teníamos el recorrido ensayado: Tomar el metro en la estación Akropoli, hasta Syntagma, y ahí en la Plaza abordar el autobús hacia el aeropuerto. Todo estaba muy bien, pero lo que no calculé fue que una de las maletas se me enganchara en la escalera mecánica, que por poco me tumba; suerte que un señor que venía detrás de mí me la desenganchó rápidamente, y no pasó nada. Después de ese pequeño susto le di las gracias en al menos tres idiomas.
Subimos al transporte X95 y llegamos a Venizelos. Ellos tienen un sistema ordenado de tal forma que uno tiene que buscar la línea aérea en una pizarra electrónica gigante, y ahí aparecen las ventanillas para facturar el equipaje y recibir la tarjeta de embarque correspondiente. Al llegar al número del mostrador indicado, la joven empleada me pidió los pasaportes, y para mi sorpresa soltó una tremenda carcajada, y al preguntarle qué pasaba me dijo que nunca había visto un pasaporte dominicano. Así ingresamos a la zona franca, sin necesidad de pasar por inmigración porque íbamos a otro país de la Comunidad Europea.
Cuando estábamos sentados en la sala de espera de la puerta de embarque, de repente vimos un grupo compacto de personas que se aproximaban con mucha celeridad, y al acercarse notamos que traían a un prisionero esposado en el centro del montón, quien estaba rodeado de policías altos y corpulentos vestidos de paisano, que lo llevaban con mucha prisa. Parecía un sujeto peligroso por su aspecto. Suerte que lo escoltaban para otro vuelo.
En el avión todo transcurrió con normalidad, y me entretuve leyendo revistas y periódicos. En el asiento delantero una pareja se entretenía sacándole fotos a su niña, turnándose para las instantáneas, y al lado nuestro, una señora con aspecto de ejecutiva muy seria sacaba cuentas.
Aterrizamos en el aeropuerto Charles de Gaulle de París al filo de las cinco de la tarde. Las pistas estaban brumosas como preludio del anochecer invernal, y ahora teníamos que esperar dos horas y algo el vuelo para Madrid, pero cambiando de terminal, es decir, de la 2D que fue la de llegada, a la 2F que iba a ser la de salida. Ese tiempo de espera es el ideal porque si es de una hora, o menos, se corre el riesgo de que no dé tiempo de trasladar las maletas de un avión a otro, como ya nos ocurrió una vez en Santiago de Chile en ruta hacia Buenos Aires.
A duras penas pude ver de nuevo al avión Concorde original que tienen en un pedestal o soporte al lado de una de las pistas de acceso. El hecho es que este proyecto franco-británico fue sacado fuera de servicio tres años después a raíz del fatal accidente que sufrió este avión el 25 Julio del 2000. Volaba a más de dos veces la velocidad del sonido.
Al caminar por el pasillo siguiendo las señales de la terminal llegó un momento en que se “perdían” y al pasar una puerta, intenté regresar para preguntarle a alguien, pero la portezuela no me lo permitía, porque era de una vía; o sea que estábamos sin saber hacia dónde ir. Afortunadamente apareció alguien que sabía y nos indicó el camino.
La terminal 2F se asemeja a un gigantesco galpón con techo prefabricado en forma de paraboloide y con claraboyas triangulares. - Evidentemente que ahora resulta pequeña comparada con la nueva terminal del aeropuerto en Pekín - . A ambos lados tiene los asientos de espera y las puertas de embarque, y en el centro están los revisteros, con periódicos y revistas. También se puede bajar a las tiendas y a los excusados.
Por fin llegó la hora de salir, y aunque era un vuelo relativamente corto de alrededor de dos horas, al menos yo quería llegar. Aproximadamente a la hora y media del despegue empezaron a verse luces de los pueblos cercanos a Madrid y así continuamos hasta el aterrizaje. Al ser tan grande la nueva terminal de Barajas es imposible ver los efectos del atentado en el aparcamiento el 30 de diciembre del 2006. Tardamos más de 10 minutos caminando por los pasillos y por rampas móviles horizontales debido a su diseño, hasta llegar a la cinta transportadora de las maletas. Las nuestras tardaron bastante en salir.
En eso yo estaba pensando en qué medio de transporte cubriríamos los 12 kilómetros hacia la ciudad. Hay varios autobuses que llevan a diferentes lugares, pero es preciso hacer cola y luego abordar otro medio para llegar; también está el metro, pero se requieren dos cambios de líneas para llegar a la parada más cercana al hotel, y en algunas estaciones no tienen escaleras mecánicas, lo que significa que hay que cargar las maletas, caminar todos esos pasillos arrastrando el equipaje y esperar tres trenes; entonces, pensé que lo mejor era el taxi, y además ya había oscurecido.
En el trayecto pude comprobar algunas de las modificaciones urbanísticas en la ciudad, ya que el taxi entró a Madrid por la Ave. De América, y luego giró a la izquierda por la calle Serrano, (la calle estereotípica madrileña que sirvió para acuñar la expresión: “niño de Serrano”, equivalente al “jevito” dominicano), donde ahora tenían un carril exclusivo para los autobuses, dobló por la calle de Alcalá a la derecha, en la rotonda de la Puerta de Alcalá en la esquina del Parque del Retiro, pasó por la fuente de Cibeles, por Correos, el Banco de España, que están a la izquierda, y el Ministerio del Ejército, que se encuentra a la derecha, hasta la parada del metro Sevilla, y giró hacia la derecha hasta el Hotel Liabeny, http://www.hotelliabeny.com/ , en el número 3 de la calle de la Salud. Todo eso por 25 euros, lo cual me pareció razonable porque en Madrid cobran unos suplementos por las maletas y por el extrarradio. Eran las 10 p.m.
Después del check in, subimos a la habitación y para mi sorpresa nos daban la bienvenida en la pantalla plana de 21 pulgadas de la computadora-televisor de la habitación. En ese establecimiento hotelero le informan al cliente en el monitor, de las llamadas recibidas, o de los mensajes dejados al interesado, de las cartas, paquetes, visitas, etc.
Este hotel está en pleno centro, cerca de la Gran Vía para lo cual sólo había que salir y doblar hacia la derecha, y el Corte Inglés de la calle Preciados doblando hacia la izquierda, y más para allá está la Puerta del Sol donde se encuentra el kilómetro cero de la ciudad, y la famosa escultura del oso y el madroño. En el casco urbano de Madrid yo me muevo como “pez en el agua” porque viví muchos años, o sea, que ahí casi no tengo que preguntar dónde están los sitios. Claro siempre es necesario orientarse porque hay cosas que se olvidan y otras que cambian, incluso, drásticamente. También tengo muchos amigos, pero no podía avisarles a todos de mi visita por falta de tiempo para verlos.
Nos pusimos otra ropa más cómoda y salimos a dar una vuelta, y estuvimos buscando un centro de llamadas que allá conocen como locutorio, pero estaban cerrados. De paso presenciamos la familiar “estampida” de los vendedores callejeros de origen africano, lo mismo que pasaba en París; aquí en Madrid algunos los llaman los “top-mantas” o “manteros”, porque ponen una manta en el suelo donde exhiben la mercancía, y cuando suena la “alarma” sujetan la manta por las cuatro esquinas y salen corriendo, sin perder los efectos.
Luego me encapriché de ir a la Plaza de Callao, cerca de la Gran Vía, a un establecimiento llamado Rodilla donde venden unos sandwiches de mediano tamaño muy sabrosos. Lo que no me gustó fue que me cobraron 23 euros, (o sea, 1150 pesos dominicanos). Luego me enteré de lo que ocurrió con el euro y la peseta. Los comerciantes equipararon un euro a 100 pesetas, pero da la casualidad de que un euro son aproximadamente 166 pesetas; esto significa que por obra y gracia del cambio de moneda, la inflación les subió un 66 por ciento de golpe.
Cuando regresamos al hotel ya eran las once de la noche, pero como en Atenas es una hora más, sentíamos el cambio de horario en Madrid, porque esa era para nosotros la cuarta franja horaria diferente a la que habíamos tenido que adaptarnos. En la pantalla del ordenador me informaron de los mensajes que habían llegado.
La permanencia en Madrid era distinta a las de las otras dos ciudades, en primer lugar porque eran diez días, y por otro lado, la agenda estaba llena de visitas e invitaciones privadas a las casas y apartamentos de las queridas amistades, aparte de los convites en restaurantes y tascas. Desde el 1999, - que fue un año muy agitado para mí porque tuve que ir tres veces -, no había vuelto a Madrid. Naturalmente que también interesaba conocer la ampliación del Museo del Prado con el arte del S. XIX, y visitar el Reina Sofía con su nueva biblioteca y librería.
El segundo día nos pasaron a recoger y al dar una vuelta por la ciudad, notamos el buen trabajo que ha realizado el alcalde Alberto Ruíz-Gallardón, quien se ha esmerado en embellecer la capital española. Todas las aceras del centro han sido renovadas, y hay fuentes nuevas en varias rotondas. También ha impulsado la ampliación de la red de autopistas que circunvalan a Madrid, con lo cual los conductores ahorran mucho tiempo. Por ejemplo, la autopista M30 cuando se va hacia el barrio de Moratalaz y se pasa por encima de ella, tiene 20 carriles, diez en cada sentido. …Como sucede casi siempre, el éxito que ha tenido el alcalde en su cargo le ha granjeado la envidia de sus compañeros de partido quienes han querido cerrarle el paso, pero el tiempo dirá.
Esa jornada la pasamos de visita a tres viejos amigos y sus familias, y a la mañana siguiente me llamaron para ir al Rastro o Mercado de Pulgas de Madrid. Nos pasaron a buscar para ir a pie a las Pulgas. Este lugar tiene un encanto muy madrileño, pero la afluencia de público ha mermado a raíz de la construcción de apartamentos para la clase media alta, que les han quitado espacio en las aceras a los vendedores. Como pasamos por la Plaza Mayor donde están los puestos de los numismáticos, de filatelia, los de vitolas de cigarros puros, los que venden cromos y los caricaturistas, intenté saludar a mi amigo Javier, quien llevaba como 30 años en el mismo sitio cada domingo, pero no estaba.
A continuación bajamos por la calle Ribera de Curtidores, hasta la plaza donde venden revistas, y de la misma forma traté de decirle hola a mi amigo Manolo, pero tampoco se encontraba. Ya era hora de que se retirara, porque ganó mucho dinero con la compra-venta de monedas.
Al único que localicé en el sitio de siempre fue a mi amigo Juanjo, en la callejuela de los artistas, perpendicular a la Ribera de Curtidores. Subimos por la calle principal del Rastro y acompañamos a mi amigo hasta la parada del autobús No. 52 cerca de La Puerta del Sol. Este medio de transporte de esta línea es muy moderno en Madrid, porque el conductor puede hacer bajar literalmente el bus para reducir la altura, con la finalidad de facilitarles a las personas mayores o con problemas de locomoción la subida.
Después del almuerzo subimos a la tienda FNAC, al lado de la Plaza Callao a ver las novedades en discos compactos y libros, y a continuación estuvimos un buen rato en la sala de música del establecimiento.
Tuvimos suerte porque en esos días se permitió las tiendas el abrir los domingos.
Así nos pasamos la tarde entera de compras y viendo escaparates por la Gran Vía y cerca de la calle Hortaleza, entrando por la calle perpendicular Augusto Figueroa, donde se concentran muchos negocios de venta de calzados, para regresar al hotel temprano a descansar.
Por FAUSTINO PÉREZ
Lo lógico hubiese sido volar directamente en Iberia desde Atenas a Madrid, pero esta aerolínea tiene la política de penalizar a los viajeros que no inician su viaje con ella, y ya de por sí el recorrido resultaba muy caro, teniendo el puerto de origen a Santo Domingo. Así que volamos a Madrid por Air France con escala en París.
Por la mañana bajamos las maletas después del desayuno, saldamos las cuentas y entregué la tarjeta-llave, caminamos hacia el metro parando en algunas tiendas de las cercanías. Por suerte ya teníamos el recorrido ensayado: Tomar el metro en la estación Akropoli, hasta Syntagma, y ahí en la Plaza abordar el autobús hacia el aeropuerto. Todo estaba muy bien, pero lo que no calculé fue que una de las maletas se me enganchara en la escalera mecánica, que por poco me tumba; suerte que un señor que venía detrás de mí me la desenganchó rápidamente, y no pasó nada. Después de ese pequeño susto le di las gracias en al menos tres idiomas.
Subimos al transporte X95 y llegamos a Venizelos. Ellos tienen un sistema ordenado de tal forma que uno tiene que buscar la línea aérea en una pizarra electrónica gigante, y ahí aparecen las ventanillas para facturar el equipaje y recibir la tarjeta de embarque correspondiente. Al llegar al número del mostrador indicado, la joven empleada me pidió los pasaportes, y para mi sorpresa soltó una tremenda carcajada, y al preguntarle qué pasaba me dijo que nunca había visto un pasaporte dominicano. Así ingresamos a la zona franca, sin necesidad de pasar por inmigración porque íbamos a otro país de la Comunidad Europea.
Cuando estábamos sentados en la sala de espera de la puerta de embarque, de repente vimos un grupo compacto de personas que se aproximaban con mucha celeridad, y al acercarse notamos que traían a un prisionero esposado en el centro del montón, quien estaba rodeado de policías altos y corpulentos vestidos de paisano, que lo llevaban con mucha prisa. Parecía un sujeto peligroso por su aspecto. Suerte que lo escoltaban para otro vuelo.
En el avión todo transcurrió con normalidad, y me entretuve leyendo revistas y periódicos. En el asiento delantero una pareja se entretenía sacándole fotos a su niña, turnándose para las instantáneas, y al lado nuestro, una señora con aspecto de ejecutiva muy seria sacaba cuentas.
Aterrizamos en el aeropuerto Charles de Gaulle de París al filo de las cinco de la tarde. Las pistas estaban brumosas como preludio del anochecer invernal, y ahora teníamos que esperar dos horas y algo el vuelo para Madrid, pero cambiando de terminal, es decir, de la 2D que fue la de llegada, a la 2F que iba a ser la de salida. Ese tiempo de espera es el ideal porque si es de una hora, o menos, se corre el riesgo de que no dé tiempo de trasladar las maletas de un avión a otro, como ya nos ocurrió una vez en Santiago de Chile en ruta hacia Buenos Aires.
A duras penas pude ver de nuevo al avión Concorde original que tienen en un pedestal o soporte al lado de una de las pistas de acceso. El hecho es que este proyecto franco-británico fue sacado fuera de servicio tres años después a raíz del fatal accidente que sufrió este avión el 25 Julio del 2000. Volaba a más de dos veces la velocidad del sonido.
Al caminar por el pasillo siguiendo las señales de la terminal llegó un momento en que se “perdían” y al pasar una puerta, intenté regresar para preguntarle a alguien, pero la portezuela no me lo permitía, porque era de una vía; o sea que estábamos sin saber hacia dónde ir. Afortunadamente apareció alguien que sabía y nos indicó el camino.
La terminal 2F se asemeja a un gigantesco galpón con techo prefabricado en forma de paraboloide y con claraboyas triangulares. - Evidentemente que ahora resulta pequeña comparada con la nueva terminal del aeropuerto en Pekín - . A ambos lados tiene los asientos de espera y las puertas de embarque, y en el centro están los revisteros, con periódicos y revistas. También se puede bajar a las tiendas y a los excusados.
Por fin llegó la hora de salir, y aunque era un vuelo relativamente corto de alrededor de dos horas, al menos yo quería llegar. Aproximadamente a la hora y media del despegue empezaron a verse luces de los pueblos cercanos a Madrid y así continuamos hasta el aterrizaje. Al ser tan grande la nueva terminal de Barajas es imposible ver los efectos del atentado en el aparcamiento el 30 de diciembre del 2006. Tardamos más de 10 minutos caminando por los pasillos y por rampas móviles horizontales debido a su diseño, hasta llegar a la cinta transportadora de las maletas. Las nuestras tardaron bastante en salir.
En eso yo estaba pensando en qué medio de transporte cubriríamos los 12 kilómetros hacia la ciudad. Hay varios autobuses que llevan a diferentes lugares, pero es preciso hacer cola y luego abordar otro medio para llegar; también está el metro, pero se requieren dos cambios de líneas para llegar a la parada más cercana al hotel, y en algunas estaciones no tienen escaleras mecánicas, lo que significa que hay que cargar las maletas, caminar todos esos pasillos arrastrando el equipaje y esperar tres trenes; entonces, pensé que lo mejor era el taxi, y además ya había oscurecido.
En el trayecto pude comprobar algunas de las modificaciones urbanísticas en la ciudad, ya que el taxi entró a Madrid por la Ave. De América, y luego giró a la izquierda por la calle Serrano, (la calle estereotípica madrileña que sirvió para acuñar la expresión: “niño de Serrano”, equivalente al “jevito” dominicano), donde ahora tenían un carril exclusivo para los autobuses, dobló por la calle de Alcalá a la derecha, en la rotonda de la Puerta de Alcalá en la esquina del Parque del Retiro, pasó por la fuente de Cibeles, por Correos, el Banco de España, que están a la izquierda, y el Ministerio del Ejército, que se encuentra a la derecha, hasta la parada del metro Sevilla, y giró hacia la derecha hasta el Hotel Liabeny, http://www.hotelliabeny.com/ , en el número 3 de la calle de la Salud. Todo eso por 25 euros, lo cual me pareció razonable porque en Madrid cobran unos suplementos por las maletas y por el extrarradio. Eran las 10 p.m.
Después del check in, subimos a la habitación y para mi sorpresa nos daban la bienvenida en la pantalla plana de 21 pulgadas de la computadora-televisor de la habitación. En ese establecimiento hotelero le informan al cliente en el monitor, de las llamadas recibidas, o de los mensajes dejados al interesado, de las cartas, paquetes, visitas, etc.
Este hotel está en pleno centro, cerca de la Gran Vía para lo cual sólo había que salir y doblar hacia la derecha, y el Corte Inglés de la calle Preciados doblando hacia la izquierda, y más para allá está la Puerta del Sol donde se encuentra el kilómetro cero de la ciudad, y la famosa escultura del oso y el madroño. En el casco urbano de Madrid yo me muevo como “pez en el agua” porque viví muchos años, o sea, que ahí casi no tengo que preguntar dónde están los sitios. Claro siempre es necesario orientarse porque hay cosas que se olvidan y otras que cambian, incluso, drásticamente. También tengo muchos amigos, pero no podía avisarles a todos de mi visita por falta de tiempo para verlos.
Nos pusimos otra ropa más cómoda y salimos a dar una vuelta, y estuvimos buscando un centro de llamadas que allá conocen como locutorio, pero estaban cerrados. De paso presenciamos la familiar “estampida” de los vendedores callejeros de origen africano, lo mismo que pasaba en París; aquí en Madrid algunos los llaman los “top-mantas” o “manteros”, porque ponen una manta en el suelo donde exhiben la mercancía, y cuando suena la “alarma” sujetan la manta por las cuatro esquinas y salen corriendo, sin perder los efectos.
Luego me encapriché de ir a la Plaza de Callao, cerca de la Gran Vía, a un establecimiento llamado Rodilla donde venden unos sandwiches de mediano tamaño muy sabrosos. Lo que no me gustó fue que me cobraron 23 euros, (o sea, 1150 pesos dominicanos). Luego me enteré de lo que ocurrió con el euro y la peseta. Los comerciantes equipararon un euro a 100 pesetas, pero da la casualidad de que un euro son aproximadamente 166 pesetas; esto significa que por obra y gracia del cambio de moneda, la inflación les subió un 66 por ciento de golpe.
Cuando regresamos al hotel ya eran las once de la noche, pero como en Atenas es una hora más, sentíamos el cambio de horario en Madrid, porque esa era para nosotros la cuarta franja horaria diferente a la que habíamos tenido que adaptarnos. En la pantalla del ordenador me informaron de los mensajes que habían llegado.
La permanencia en Madrid era distinta a las de las otras dos ciudades, en primer lugar porque eran diez días, y por otro lado, la agenda estaba llena de visitas e invitaciones privadas a las casas y apartamentos de las queridas amistades, aparte de los convites en restaurantes y tascas. Desde el 1999, - que fue un año muy agitado para mí porque tuve que ir tres veces -, no había vuelto a Madrid. Naturalmente que también interesaba conocer la ampliación del Museo del Prado con el arte del S. XIX, y visitar el Reina Sofía con su nueva biblioteca y librería.
El segundo día nos pasaron a recoger y al dar una vuelta por la ciudad, notamos el buen trabajo que ha realizado el alcalde Alberto Ruíz-Gallardón, quien se ha esmerado en embellecer la capital española. Todas las aceras del centro han sido renovadas, y hay fuentes nuevas en varias rotondas. También ha impulsado la ampliación de la red de autopistas que circunvalan a Madrid, con lo cual los conductores ahorran mucho tiempo. Por ejemplo, la autopista M30 cuando se va hacia el barrio de Moratalaz y se pasa por encima de ella, tiene 20 carriles, diez en cada sentido. …Como sucede casi siempre, el éxito que ha tenido el alcalde en su cargo le ha granjeado la envidia de sus compañeros de partido quienes han querido cerrarle el paso, pero el tiempo dirá.
Esa jornada la pasamos de visita a tres viejos amigos y sus familias, y a la mañana siguiente me llamaron para ir al Rastro o Mercado de Pulgas de Madrid. Nos pasaron a buscar para ir a pie a las Pulgas. Este lugar tiene un encanto muy madrileño, pero la afluencia de público ha mermado a raíz de la construcción de apartamentos para la clase media alta, que les han quitado espacio en las aceras a los vendedores. Como pasamos por la Plaza Mayor donde están los puestos de los numismáticos, de filatelia, los de vitolas de cigarros puros, los que venden cromos y los caricaturistas, intenté saludar a mi amigo Javier, quien llevaba como 30 años en el mismo sitio cada domingo, pero no estaba.
A continuación bajamos por la calle Ribera de Curtidores, hasta la plaza donde venden revistas, y de la misma forma traté de decirle hola a mi amigo Manolo, pero tampoco se encontraba. Ya era hora de que se retirara, porque ganó mucho dinero con la compra-venta de monedas.
Al único que localicé en el sitio de siempre fue a mi amigo Juanjo, en la callejuela de los artistas, perpendicular a la Ribera de Curtidores. Subimos por la calle principal del Rastro y acompañamos a mi amigo hasta la parada del autobús No. 52 cerca de La Puerta del Sol. Este medio de transporte de esta línea es muy moderno en Madrid, porque el conductor puede hacer bajar literalmente el bus para reducir la altura, con la finalidad de facilitarles a las personas mayores o con problemas de locomoción la subida.
Después del almuerzo subimos a la tienda FNAC, al lado de la Plaza Callao a ver las novedades en discos compactos y libros, y a continuación estuvimos un buen rato en la sala de música del establecimiento.
Tuvimos suerte porque en esos días se permitió las tiendas el abrir los domingos.
Así nos pasamos la tarde entera de compras y viendo escaparates por la Gran Vía y cerca de la calle Hortaleza, entrando por la calle perpendicular Augusto Figueroa, donde se concentran muchos negocios de venta de calzados, para regresar al hotel temprano a descansar.
viernes, marzo 07, 2008
EL PARTHENÓN: EXPERIENCIA MÍSTICA
MI PERIPLO DE PRINCIPIOS DE AÑO: ATENAS (OCTAVA PARTE)
Por FAUSTINO PÉREZ
Sin embargo, aún no habíamos subido al Parthenón a pesar del esfuerzo infructuoso de la tarde anterior, y esa era una visita “obligada”. Así que a las diez y media de la mañana, después del desayuno, nos encaminamos hacia ese objetivo. Precisamente el hotel yo lo había elegido en función de ese monumento paradigmático de proyección universal, por su cercanía. Vimos una caseta en el paseo peatonal y la joven encargada nos informó por dónde se subía y de la venta de los tickets. ¡Era por el lado contrario, de donde habíamos estado!
Seguimos las instrucciones y el camino era amplio y cuesta arriba, muy diferente de los callejones laberínticos del sendero secundario del día precedente. Subimos poco a poco y los boletos costaban 12 euros por cada uno, pero le permitían al interesado visitar otros sitios de interés histórico-arqueológico con la misma entrada.
Por fin entramos al recinto, siempre en pendiente ascendente, rodeados de turistas, principalmente italianos y japoneses. La cultura italiana está muy vinculada a la griega, e incluso, Alitalia tiene vuelos frecuentes a Grecia. Y en cuanto a los japoneses, como tienen un nivel de vida muy holgado, les gusta mucho hacer turismo en Europa, a pesar de la distancia. En Japón no tienen ese tipo de monumentos, ni museos tan grandes como los europeos.
Al llegar a uno de los extremos del Parthenón alcancé a ver las famosas Cariátides a la izquierda, en el llamado balcón sur del templete Erechtheion, el lugar más sagrado de la Acrópolis, y me apresuré a sacar la foto. Esas mujeres-columnas inspiraron el Salón de las Cariátides del Palacio Nacional de Santo Domingo, lo que sucede es que la gran mayoría de la gente que acude al palacio, no tiene la más mínima idea, ni tampoco le interesa qué son, ni mucho menos dónde se encuentran las Cariátides. Bueno, ahí estaban, y éstas son reproducciones. De las originales que son seis, cinco de ellas están en el Museo de la Acrópolis y la otra en el Museo Británico.
Con sus 25 siglos la Acrópolis es la Roca Sagrada que le da continuidad a la civilización griega, y el Parthenón es el símbolo de Atenas de la misma forma que la Tour Eiffel lo es de París, salvando las distancias. Es el monumento más imitado arquitectónicamente en el mundo, hasta el Palacio de Bellas Artes de Santo Domingo, está inspirado en él. Históricamente ha sido codiciado por otros pueblos, e incluso, los ingleses lo saquearon llevándose los frisos más importantes también, que pueden ser vistos en el Museo Británico de Londres, por igual.
Hoy en día se están realizando trabajos de consolidación y de remodelación del entorno arqueológico, y por eso los obreros y especialistas tienen varias grúas y rieles para poder trasladar las inmensas piezas.
Con lo que yo no contaba era con la experiencia mística que supone estar en ese lugar, ya que es un poderoso polo energético, y yo no lo sabía. Tanto me afectó que me quedé mudo, hasta que recapacité y me percaté de lo que estaba ocurriendo.
Las piedras centenarias y milenarias producen vibraciones que se acumulan con el tiempo, por ese motivo existe una gran diferencia entre entrar a la Catedral de Santo Domingo, con piedras vetustas, o bien, ingresar en el Alcázar de Colón reconstruido con piedras sin historia. Lo mismo se puede decir de Altos de Chavón, un lugar muy turístico pero sin ángel.
Precisamente ese es el problema de las Pirámides de Teotihuacán, a 40 kilómetros de la Ciudad de México, que fueron reconstruidas también, y aunque son espectaculares con una vista preciosa, no vibran.
Desde el peñón de la Acrópolis donde estábamos en Atenas, se tiene una visión bastante completa de la ciudad. Por un lado se aprecia la colina de Nymfon, y hacia el otro costado se ven la de Lykavittos y la de Strefi, más allá.
Debido a los horarios de los monumentos tuvimos que adaptar las horas de almuerzo, y queríamos probar el famoso queso feta. Una vez logrado nuestro objetivo tomamos el metro en Akropoli, haciendo el cambio de la línea 2 a la 1 en la estación de Omonia, para dirigirnos al puerto del Pireo, el más importante de Grecia.
Hace milenios ese lugar era una isla, y hoy incluye tres puertos en uno, con más de catorce millones de pasajeros al año. Por un lado está el puerto central, conocido antes como Kantharos, (esta palabra dio origen al vocablo: cántaro) donde desembarcan los pasajeros de los ferries de casi todas las islas griegas, de los cruceros y la carga marítima. Esos pilotos de ferries tienen tanta práctica que entran al puerto a una velocidad rápida, y dan la vuelta con una destreza impresionante. Vimos a un grupo de japoneses que se bajaron de uno de ellos. Los trasatlánticos más grandes que surcan el Medierráneo hacen escala aquí, y es posible ver varios a la vez. Luego está la Zea Marina, para los yates de todos los tamaños, incluyendo los más lujosos y modernos que se conocen de los ricachones árabes y europeos, y los hovercrafts y catamaranes gigantes, de esos que se ven en películas. En el muelle tienen tiendas, bares, restaurantes, tavernas, etc. El área menos extensa la ocupa el Mikrolimano, para yates más pequeños, lanchas, veleros, o sea, que es más acogedor.
Por suerte encontramos una tienda que ofrecía el servicio de Internet a precio normal y estuve navegando un buen rato, sobre todo enterándome de las noticias dominicanas y respondiendo el correo.
Luego el problema era llegar a la parada del metro, la última de la línea, porque habíamos dado tantas vueltas que estábamos un poco despistados. Pero preguntando llegamos, y como la terminal es muy amplia y llamativa fue fácil encontrarla. Como el tren va a nivel de la calle en las cercanías del Pireo al salir de la estación, pudimos ver literalmente centenares de grafitis en los laterales de la ruta, es decir, en las separaciones de las calles y en los espacios adyacentes; algunos de ellos realizados con pintura de aceite, en vez de espray.
Después de varias estaciones el metro entra debajo de la calle, e hicimos el cambio en Omonia otra vez pero en sentido contrario. En uno de los andenes de esa estación tenían luces de advertencia en el suelo, que se encendían intermitentemente en el borde, justo cuando el tren se aproximaba. Eso era algo novedoso para mí. Así llegamos al hotel temprano para descansar, pero tuvimos que pasar al lado de unas barricadas de la policía, que estaba pertrechada en el paseo peatonal que bordea la Acrópolis, porque había un piquete que se aproximaba. Como las pancartas estaban en griego no pude enterarme de cuáles eran sus reinvindicaciones. De todas formas, lo más aconsejable era alejarse lo más rápidamente posible de esa zona conflictiva.
De las cosas importantes que quería hacer sólo nos faltaba ir a la Biblioteca Nacional, al Museo Benaki, y al Museo Nacional de Arte Contemporáneo, empero, este último estaba en remodelación, por lo que estaba descartado.
Salimos por la mañana, después de haber saboreado el queso feta de nuevo en el hotel, entre otras cosas, y había que bajarse en la estación Panepistimio para ir a la Biblioteca Nacional, ya que quería llevar unos libros, pero como está frente a la Universidad y no tienen los nombres visibles, estaba confundido y me vi obligado a preguntar a un señor que iba subiendo la escalinata con un monje ortodoxo griego, y ahí mismo era. Al llegar a la recepción, el empleado me explicó a duras penas que tenía que entrar por otra puerta que estaba por detrás del edificio. Al llegar a dicha entrada toqué el timbre porque estaba cerrada y nos hicieron pasar para que esperáramos a la bibliotecaria. La fueron a buscar y al final resultó ser una funcionaria obesa, quien llegó sofocada por caminar como 10 metros. Se sentó en un escritorio rodeada de pilas de libros en la etapa de ser clasificados, me atendió rápidamente, me entregó los resguardos y salimos.
Ahora había que localizar el Museo Benaki, al cual se podía ir a pie por la Ave. Panepistimio, donde aprovechamos y entramos al Museo Numismático. Al venir de la Biblioteca luego se doblaba en la Plaza Syntagma donde está el Parlamento, a la izquierda por la Vass. Sofias. Como en esa avenida existen varios edificios parecidos pregunté a un señor que estaba comprando el periódico y me indicó.
Por suerte la entrada era gratuita y uno de los empleados de la entrada era español. Según las normas de la institución museística, no se puede pasar con cámaras, así que tuve que dejar la mía en la conserjería. Este Museo Benaki fue fundado por Antonis Benakis en el 1930, descendiente de una histórica familia de Alejandría, y según consta en el folleto que nos regalaron, empezó su colección en Egipto, y luego decidió donarla al estado griego. Por eso transformó su mansión privada de estilo neoclásico, en el primer museo privado de Grecia, y años después tuvo que ampliarla. Este museo abrió sus puertas al público en el año 2000, y también tiene otras dependencias en Atenas, como el Museo de Arte islámico y el Centro cultural de la Calle Pireus 138. De la misma forma ha creado varios archivos como el Fotográfico, el Histórico y el Archivo de Arquitectura Neohelénica. Tiene en proyecto la ampliación de la Pinacoteca Nikos Hadjikyriakos-Ghika, y el Museo del Juguete y de la Infancia.
El Benaki tiene cuatro niveles y en la planta baja están las piezas del arte neolítico, y de la edad del Cobre. Asimismo abarca el período clásico, y los períodos helenístico, romano, y del Imperio Bizantino, entre otros. El primer nivel incluye el arte secular de los años de dominio extranjero, con vestimentas, joyas, bordados, cerámicas, tallados, y pinturas. En este nivel también cuentan con una bella colección de iconos, y muestras del Arte Eclesiástico, joyas de oro y plata, bordados en oro y esculturas en madera pertenecientes a los siglos XVI-XIX.
En los otros dos niveles exhiben temas de interés intelectual e histórico. Ahí mismo, en la segunda planta está una elegante cafetería muy concurrida donde almorzamos.
A la salida caminamos hacia la Plaza Syntagma la cual aparece rodeada de grandes hoteles, y le dimos la vuelta para encontrar exactamente la parada del bus del aeropuerto. Bajamos al metro en la estación Syntagma hasta la parada siguiente Akropoli.
El siguiente objetivo era el Templo de Zeus, y para llegar a él desde la estación del metro tomamos el paseo Dionysos Aeropagitou hasta llegar al Arco de Adriano en la avenida Syngrou, ya que el templo está al otro lado de la vía.
En realidad el templo ya no existe, lo que quedan son los restos, no es como el Parthenón. Empezado aproximadamente en el 515 aC, y por fin completado en el 131 dC por el emperador romano Adriano, después de varios intentos fallidos, hoy lo que hay son 16 columnas monumentales, - en un perímetro con césped - , con una altura de 17 metros cada una, de las 104 que se supone que existían, y no estaba techado. Esto implica que este templo es, como se dice hoy en día, un monumento prácticamente virtual.
Una vez tomadas las fotos había que regresar a hotel a preparar las maletas para nuestro destino del día siguiente: Madrid vía París.
Por FAUSTINO PÉREZ
Sin embargo, aún no habíamos subido al Parthenón a pesar del esfuerzo infructuoso de la tarde anterior, y esa era una visita “obligada”. Así que a las diez y media de la mañana, después del desayuno, nos encaminamos hacia ese objetivo. Precisamente el hotel yo lo había elegido en función de ese monumento paradigmático de proyección universal, por su cercanía. Vimos una caseta en el paseo peatonal y la joven encargada nos informó por dónde se subía y de la venta de los tickets. ¡Era por el lado contrario, de donde habíamos estado!
Seguimos las instrucciones y el camino era amplio y cuesta arriba, muy diferente de los callejones laberínticos del sendero secundario del día precedente. Subimos poco a poco y los boletos costaban 12 euros por cada uno, pero le permitían al interesado visitar otros sitios de interés histórico-arqueológico con la misma entrada.
Por fin entramos al recinto, siempre en pendiente ascendente, rodeados de turistas, principalmente italianos y japoneses. La cultura italiana está muy vinculada a la griega, e incluso, Alitalia tiene vuelos frecuentes a Grecia. Y en cuanto a los japoneses, como tienen un nivel de vida muy holgado, les gusta mucho hacer turismo en Europa, a pesar de la distancia. En Japón no tienen ese tipo de monumentos, ni museos tan grandes como los europeos.
Al llegar a uno de los extremos del Parthenón alcancé a ver las famosas Cariátides a la izquierda, en el llamado balcón sur del templete Erechtheion, el lugar más sagrado de la Acrópolis, y me apresuré a sacar la foto. Esas mujeres-columnas inspiraron el Salón de las Cariátides del Palacio Nacional de Santo Domingo, lo que sucede es que la gran mayoría de la gente que acude al palacio, no tiene la más mínima idea, ni tampoco le interesa qué son, ni mucho menos dónde se encuentran las Cariátides. Bueno, ahí estaban, y éstas son reproducciones. De las originales que son seis, cinco de ellas están en el Museo de la Acrópolis y la otra en el Museo Británico.
Con sus 25 siglos la Acrópolis es la Roca Sagrada que le da continuidad a la civilización griega, y el Parthenón es el símbolo de Atenas de la misma forma que la Tour Eiffel lo es de París, salvando las distancias. Es el monumento más imitado arquitectónicamente en el mundo, hasta el Palacio de Bellas Artes de Santo Domingo, está inspirado en él. Históricamente ha sido codiciado por otros pueblos, e incluso, los ingleses lo saquearon llevándose los frisos más importantes también, que pueden ser vistos en el Museo Británico de Londres, por igual.
Hoy en día se están realizando trabajos de consolidación y de remodelación del entorno arqueológico, y por eso los obreros y especialistas tienen varias grúas y rieles para poder trasladar las inmensas piezas.
Con lo que yo no contaba era con la experiencia mística que supone estar en ese lugar, ya que es un poderoso polo energético, y yo no lo sabía. Tanto me afectó que me quedé mudo, hasta que recapacité y me percaté de lo que estaba ocurriendo.
Las piedras centenarias y milenarias producen vibraciones que se acumulan con el tiempo, por ese motivo existe una gran diferencia entre entrar a la Catedral de Santo Domingo, con piedras vetustas, o bien, ingresar en el Alcázar de Colón reconstruido con piedras sin historia. Lo mismo se puede decir de Altos de Chavón, un lugar muy turístico pero sin ángel.
Precisamente ese es el problema de las Pirámides de Teotihuacán, a 40 kilómetros de la Ciudad de México, que fueron reconstruidas también, y aunque son espectaculares con una vista preciosa, no vibran.
Desde el peñón de la Acrópolis donde estábamos en Atenas, se tiene una visión bastante completa de la ciudad. Por un lado se aprecia la colina de Nymfon, y hacia el otro costado se ven la de Lykavittos y la de Strefi, más allá.
Debido a los horarios de los monumentos tuvimos que adaptar las horas de almuerzo, y queríamos probar el famoso queso feta. Una vez logrado nuestro objetivo tomamos el metro en Akropoli, haciendo el cambio de la línea 2 a la 1 en la estación de Omonia, para dirigirnos al puerto del Pireo, el más importante de Grecia.
Hace milenios ese lugar era una isla, y hoy incluye tres puertos en uno, con más de catorce millones de pasajeros al año. Por un lado está el puerto central, conocido antes como Kantharos, (esta palabra dio origen al vocablo: cántaro) donde desembarcan los pasajeros de los ferries de casi todas las islas griegas, de los cruceros y la carga marítima. Esos pilotos de ferries tienen tanta práctica que entran al puerto a una velocidad rápida, y dan la vuelta con una destreza impresionante. Vimos a un grupo de japoneses que se bajaron de uno de ellos. Los trasatlánticos más grandes que surcan el Medierráneo hacen escala aquí, y es posible ver varios a la vez. Luego está la Zea Marina, para los yates de todos los tamaños, incluyendo los más lujosos y modernos que se conocen de los ricachones árabes y europeos, y los hovercrafts y catamaranes gigantes, de esos que se ven en películas. En el muelle tienen tiendas, bares, restaurantes, tavernas, etc. El área menos extensa la ocupa el Mikrolimano, para yates más pequeños, lanchas, veleros, o sea, que es más acogedor.
Por suerte encontramos una tienda que ofrecía el servicio de Internet a precio normal y estuve navegando un buen rato, sobre todo enterándome de las noticias dominicanas y respondiendo el correo.
Luego el problema era llegar a la parada del metro, la última de la línea, porque habíamos dado tantas vueltas que estábamos un poco despistados. Pero preguntando llegamos, y como la terminal es muy amplia y llamativa fue fácil encontrarla. Como el tren va a nivel de la calle en las cercanías del Pireo al salir de la estación, pudimos ver literalmente centenares de grafitis en los laterales de la ruta, es decir, en las separaciones de las calles y en los espacios adyacentes; algunos de ellos realizados con pintura de aceite, en vez de espray.
Después de varias estaciones el metro entra debajo de la calle, e hicimos el cambio en Omonia otra vez pero en sentido contrario. En uno de los andenes de esa estación tenían luces de advertencia en el suelo, que se encendían intermitentemente en el borde, justo cuando el tren se aproximaba. Eso era algo novedoso para mí. Así llegamos al hotel temprano para descansar, pero tuvimos que pasar al lado de unas barricadas de la policía, que estaba pertrechada en el paseo peatonal que bordea la Acrópolis, porque había un piquete que se aproximaba. Como las pancartas estaban en griego no pude enterarme de cuáles eran sus reinvindicaciones. De todas formas, lo más aconsejable era alejarse lo más rápidamente posible de esa zona conflictiva.
De las cosas importantes que quería hacer sólo nos faltaba ir a la Biblioteca Nacional, al Museo Benaki, y al Museo Nacional de Arte Contemporáneo, empero, este último estaba en remodelación, por lo que estaba descartado.
Salimos por la mañana, después de haber saboreado el queso feta de nuevo en el hotel, entre otras cosas, y había que bajarse en la estación Panepistimio para ir a la Biblioteca Nacional, ya que quería llevar unos libros, pero como está frente a la Universidad y no tienen los nombres visibles, estaba confundido y me vi obligado a preguntar a un señor que iba subiendo la escalinata con un monje ortodoxo griego, y ahí mismo era. Al llegar a la recepción, el empleado me explicó a duras penas que tenía que entrar por otra puerta que estaba por detrás del edificio. Al llegar a dicha entrada toqué el timbre porque estaba cerrada y nos hicieron pasar para que esperáramos a la bibliotecaria. La fueron a buscar y al final resultó ser una funcionaria obesa, quien llegó sofocada por caminar como 10 metros. Se sentó en un escritorio rodeada de pilas de libros en la etapa de ser clasificados, me atendió rápidamente, me entregó los resguardos y salimos.
Ahora había que localizar el Museo Benaki, al cual se podía ir a pie por la Ave. Panepistimio, donde aprovechamos y entramos al Museo Numismático. Al venir de la Biblioteca luego se doblaba en la Plaza Syntagma donde está el Parlamento, a la izquierda por la Vass. Sofias. Como en esa avenida existen varios edificios parecidos pregunté a un señor que estaba comprando el periódico y me indicó.
Por suerte la entrada era gratuita y uno de los empleados de la entrada era español. Según las normas de la institución museística, no se puede pasar con cámaras, así que tuve que dejar la mía en la conserjería. Este Museo Benaki fue fundado por Antonis Benakis en el 1930, descendiente de una histórica familia de Alejandría, y según consta en el folleto que nos regalaron, empezó su colección en Egipto, y luego decidió donarla al estado griego. Por eso transformó su mansión privada de estilo neoclásico, en el primer museo privado de Grecia, y años después tuvo que ampliarla. Este museo abrió sus puertas al público en el año 2000, y también tiene otras dependencias en Atenas, como el Museo de Arte islámico y el Centro cultural de la Calle Pireus 138. De la misma forma ha creado varios archivos como el Fotográfico, el Histórico y el Archivo de Arquitectura Neohelénica. Tiene en proyecto la ampliación de la Pinacoteca Nikos Hadjikyriakos-Ghika, y el Museo del Juguete y de la Infancia.
El Benaki tiene cuatro niveles y en la planta baja están las piezas del arte neolítico, y de la edad del Cobre. Asimismo abarca el período clásico, y los períodos helenístico, romano, y del Imperio Bizantino, entre otros. El primer nivel incluye el arte secular de los años de dominio extranjero, con vestimentas, joyas, bordados, cerámicas, tallados, y pinturas. En este nivel también cuentan con una bella colección de iconos, y muestras del Arte Eclesiástico, joyas de oro y plata, bordados en oro y esculturas en madera pertenecientes a los siglos XVI-XIX.
En los otros dos niveles exhiben temas de interés intelectual e histórico. Ahí mismo, en la segunda planta está una elegante cafetería muy concurrida donde almorzamos.
A la salida caminamos hacia la Plaza Syntagma la cual aparece rodeada de grandes hoteles, y le dimos la vuelta para encontrar exactamente la parada del bus del aeropuerto. Bajamos al metro en la estación Syntagma hasta la parada siguiente Akropoli.
El siguiente objetivo era el Templo de Zeus, y para llegar a él desde la estación del metro tomamos el paseo Dionysos Aeropagitou hasta llegar al Arco de Adriano en la avenida Syngrou, ya que el templo está al otro lado de la vía.
En realidad el templo ya no existe, lo que quedan son los restos, no es como el Parthenón. Empezado aproximadamente en el 515 aC, y por fin completado en el 131 dC por el emperador romano Adriano, después de varios intentos fallidos, hoy lo que hay son 16 columnas monumentales, - en un perímetro con césped - , con una altura de 17 metros cada una, de las 104 que se supone que existían, y no estaba techado. Esto implica que este templo es, como se dice hoy en día, un monumento prácticamente virtual.
Una vez tomadas las fotos había que regresar a hotel a preparar las maletas para nuestro destino del día siguiente: Madrid vía París.
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