jueves, junio 03, 2010

¿QUÉ ESTÁ PASANDO CON LA MÚSICA OCCIDENTAL HOY EN DÍA?


COLIBRÍ EN EL JARDÍN (foto: PEDRITO GUZMÁN)

Por FAUSTINO PÉREZ
Hay países en los cuales se innova permanentemente con los sonidos musicales, como por ejemplo: Brasil, en cambio en otros se mantiene la tradición más pura tal como sucede con la música flamenca de las Cuevas del Sacromonte de Granada, en España, o en la Plaza de Garibaldi en Ciudad de México con los mariachis y la música ranchera. Como se sabe, en gustos musicales hay mucha variedad, y no hay nada escrito, de tal forma que lo que le fascina a uno no tiene por qué gustarle a otro, ya que como se comprenderá no es lo mismo, una música rapeada boricua, que un cántico tibetano, una pieza de los indios Aymara, que una tarantela italiana, o una interpretación de los Masai.
Ahora bien, ¿por qué hay personas que sólo escuchan uno o pocos tipos de música, y en cambio otros pueden apreciar cualquier clase de sonído musical?
Si trazamos un paralelismo con la cibernética, se ha dicho que mientras más información es capaz de “entender” un ser humano, más inteligente será. Cuando a uno le gusta un determinado tipo de música, significa que su cerebro interpreta esas señales acústicas como patrones sonoros agradables, y mientras más patrones sea capaz de apreciar más inteligente será desde el punto de vista cibernético. Es lo mismo que una máquina que únicamente sume y reste y otra que realice esas dos operaciones y además divida, multiplique y calcule las raíces cuadrada y cúbica.
¿Pero por qué hay gente que se queda “congelada” en el tiempo?, musicalmente hablando, como un amigo mío que se sabe de memoria las letras de las mejores salsas hasta la década de los 90, y a partir de ahí no conoce prácticamente nada de ese género musical; bueno, ese ya es un problema de envejecimiento cerebral, y de saturación de información en función de una capacidad dada. No cabe ninguna duda de que el saber sí ocupa lugar, o sea, para que nos entendamos, no es que la información “llene” el cerebro como si fuera un vaso; el cómo el cerebro “almacena” la información es un gran misterio para la ciencia aún.
Si trazamos un paralelismo con la música, observen a cualquier jovencita que se sepa de memoria las tramas de las telenovelas de moda, y las letras de las canciones de sus artistas favoritos, aparte de todos los chismes del barrio y la vida de los muchachos de su ambiente, y además, los promedios de bateo de las peloteros dominicanos en grandes ligas; esa muchacha lo más probable es que sea una mala estudiante, porque tiene el cerebro saturado de información de otro tipo.
Yo conocí un destacado científico que se sabía de memoria literalmente miles de nombres científicos y comunes de las especies que él estudiaba, y ese estudioso de las ciencias, tenía una gran dificultad para aprenderse el nombre de una persona, porque ya tenía el cerebro “saturado” de datos.
Debido a que vivimos en una sociedad de consumo la música ha sido y sigue siendo usada como instrumento para propiciar el consumismo, y no siempre para mejorarla, sino para convertirla en algo funcional y práctico; pero veamos algunos ejemplos exagerando un poco la cuestión: El rock que empezó a cristalizarse en la década de los años 50, lo han degenerado hasta convertirlo en música para aeróbicos en los gimnasios y resorts turísticos; el merengue que tiene su más auténtico y tradicional exponente en el llamado “perico ripiao”, también ha ido perdiendo su esencia poco poco y ha terminado en el llamado mambo o mambo de calle, el cual se parece escasamente al original; el mismo jazz que ha tenido magníficos intérpretes y grandes innovadores ha sido metamorfoseado para usarlo como música ambiental para ascensores, oficinas, aviones y aeropuertos...El aprovechamiento de lo que sea en la música ha llegado a tales extremos, que ni siquiera el mismísimo Ludwig van Beethoven se salva, y han convertido su pieza sublime e inspirada, en una señal acústica que se escucha cuando dan marcha atrás ciertos vehículos; me refiero a su obra: Para Elisa. Esto tiene la ventaja de que divulga la música clásica, pero posee una gran desventaja ya que vulgariza la pieza musical y convierte un bien espiritual en algo funcional y práctico. Lo mismo sucede con los timbres seleccionables que se usan para los celulares, ya que algunos de ellos son tomados de piezas musicales clásicas.
La música debería de ser salvaguardada como un patrimonio cultural y no convertida en otra cosa. Otro problema marcadamente diferente son los cambios en las modas en la música, que provocan que muchos ritmos dejen de escucharse como sucedió con la lambada, o el mismo Twist cuya “fiebre” duró un poco más que la de la lambada..
Existen otros aires musicales que han sido mejorados, e incluso, han sido tomados como excusas para hacer música experimental; como por ejemplo el tango, que de ser una música de arrabal como punto de partida, lo han llevado a ser un baile altamente sofisticado apreciado y bailado en el mundo entero. Hay compositores como Marianito Mores y Astor Piazzola que llevaron al tango a nuevas cimas de inspiración y de gloria.
Con relación a la bachata, es evidente que ya no es lo que era, y es otra música retomada del barrio marginado como el tango, y convertida en un ritmo con mucho sentimiento y resonantes éxitos, como lo atestiguan los trabajos de Juan Luis Guerra y del grupo Aventura. Me dijo un amigo, que la bachata es como el blues dominicano, y tiene toda la razón. Hoy en día la bachata es una música en franca expansión con muchas posibilidades por delante, después de haber sido rescatada de la vulgaridad y los bajos instintos que propiciaba, aunque hay que aclarar que las dos clases de bachata coexisten en el tiempo y el menos en el espacio.
Por su lado el merengue parece que ha agotado sus potencialidades y está francamente en decadencia, y si no aparece un compositor o un cantante que le dé un nuevo impulso, quedará como un recuerdo más o menos nostálgico, dependiendo del intérprete; ya que no es lo mismo un merengue interpretado por la Súper Orquesta San José, que otro tocado por Xavier Cugat, o por Johnny Ventura, o por el Cieguito de Nagua, Tulile, o Fefita la Grande. Da la impresión de que al merengue lo aceleraron demasiado y eso contribuyó a su declive.
Por su parte el nuevo reguetón pone en evidencia que hoy en día cualquiera que no sea mudo puede “cantar”, lo cual tiene la ventaja de que ha democratizado el negocio. Los intérpretes de este género músical intentan compensar sus carencias vocales con numerosos efectos especiales, pero casi siempre los temas que más calan en el público son aquellos que tienen un ritmo más pegadizo y/o melódico, en mayor medida que aquellos reguetones cuyas letras parecen letanías laicas.Existen ritmos que son mantenidos vigentes por ciertos programas de radio y TV, como sucede con los danzones cubanos, las rancheras mexicanas, los tangos argentinos, y los boleros latinoamericanos, entre otros. Con relación a los mismísimos boleros es preciso destacar la gran influencia que ha tenido el Trío Los Panchos en el género, ya que aún influye en el estilo interpretativo; al igual que el Mariachi Vargas de Tecalitlán en la música ranchera, y Carlos Gardel en los tangos.
Ya los bossa novas apenas se escuchan, aquel ritmo brasileño con tanto feeling del final de la década de los años 50 hasta mediados de los años 60, que tuvo compositores, intérpretes, y canciones legendarios, y que influyó igualmente en el repertorio del jazz, como por ejemplo con aquella canción titulada La Chica de Ipanema.
Hoy sólo queda la nostalgia y el recuerdo de los protagonistas brasileños, todos músicos y compositores famosos como Antônio Carlos Jobim, Vinicius de Morais, João Gilberto el creador del género, Sergio Mendes, la cantante Astrud Gilberto, o intérpretes estadounidenses de la talla del saxofonista Stan Getz, o del guitarrista Charlie Byrd.En la actualidad existe en Río de Janeiro un modesto parque entre las playas de Copacabana y de Ipanema que recuerda a la inolvidable e inspirada canción Garota de Ipanema...

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