Por FAUSTINO PÉREZ
Cuando un niño está discutiendo con su amiguito y de repente coloca una piedrecita en un lugar cualquiera, y le dice solemnemente a su compañero que esa es su mamá y que si la toca van a tener que pelear, parte de una idea estereotipada de cómo se debe tratar a una madre, lo cual es, por supuesto, una secuela de las enseñanzas recibidas, es decir, que se trata de algo aprendido. Ella es sinónimo de virtudes y por lo tanto debe de ser querida, defendida y mimada, ya que él se apoya en unos supuestos previos que según su criterio representan lo cierto. Para el primer infante, la piedrecilla funciona como una especie de símbolo, porque está en lugar, o lo que es lo mismo, representa o sustituye, a su progenitora. Por ese motivo él le atribuye muchas cualidades positivas a la piedra.
Asimismo, puede darse el mecanismo contrario, y que de las obras uno infiera cómo es la persona; por ejemplo, sin ir más lejos, muchos de ustedes que no me conozcan personalmente, me achacarán con toda seguridad una serie de cualidades y defectos, en mayor o menor grado, al leer este ensayo. Las experiencias previas de cada persona, incluyendo su nivel cultural, lo mismo que su inteligencia, etc., contribuyen a que cada lector se forme una determinada opinión acerca de un escritor. Evidentemente, que ese criterio deducido será por obligación parcialmente cierto, por muchas razones, que no voy a analizar.
El ser humano, desde su nacimiento tiene que aprender a matizar y a diferenciar por razones de supervivencia. Se trata de algo crucial. En un principio el bebé aprende a no confundir al padre con la madre, y de esa manera va puliendo poco a poco sus capacidades de discernir. La misma madre tiene que empeñarse en discriminar los llantos de su criatura para saber si es sueño lo que tiene, o hambre, o bien, que le duele algo…Ya cuando la persona es mayor tiene que ser capaz de diferenciar por su cromatismo una fruta madura de otra que no lo está, algo que era fundamental para sobrevivir (1) en la época de la silvicultura; o de distinguir cuándo un sujeto que viene detrás en la acera, se aproxima con buenas o malas intenciones; un vehículo público de uno privado; un alimento en buenas condiciones para ser ingerido, de otro que no lo está, y así en ese tenor.
Una persona que viva en una ciudad sabe que no es lo mismo una luz verde, que una amarilla, o una roja, en el semáforo; de la misma forma que un esquimal matiza entre decenas de variedades de hielo, o un aborigen del Mato Grosso en Brasil es capaz de reconocer miles de plantas de la selva y sus propiedades. Y mientras más se sabe de algo más se matiza sobre eso. (2)
Prácticamente todos los empleados que tengan que tratar con el público, incluyendo a los jefes de personal y de seguridad de las empresas, acaban formándose criterios acerca de las personas basadas en la apariencia externa y en otros detalles de su comportamiento. Esta experiencia, de igual forma, es válida para los trabajadores que siempre están en la calle, o para los que viven de ella, como los policías que patrullan, los niños lustradores de calzado, los pedigüeños, o las niñas que venden flores en las esquinas, o bien, los que ofrecen globos o helados.
Yo he sido testigo como pasajero, en varias oportunidades, de viajeros que han sido invitados a bajarse de un avión por tener un perfil sospechoso; pero de la misma forma, en la banca han circulado imágenes de prototipos de atracadores.
Se sabe que un arquetipo o prototipo es un modelo o paradigma, un ejemplo podría ser la Venus de Milo del Museo del Louvre de París, o La Maja de Goya del Museo del Prado de Madrid, como arquetipos de la belleza femenina. Inclusive, en España llaman maja a cualquier chica bien parecida, es decir, que sea lo que se dice bonita o guapa; aparte de otras acepciones que posee el término. Cuando el arquetipo es reconocible por ser muy conocido, se puede convertir en un estereotipo. Como modelo del estereotipo podríamos poner al enano verde con la cabeza de gran tamaño y con unas antenitas, ya que si aparece en cualquier medio de comunicación visual, todos reconocen a un marciano en ese personaje, porque así fue cómo se dio a conocer originalmente a un hipotético habitante de ese planeta. El porqué es de ese color verdoso de un marciano en un planeta rojizo, es un misterio.
Los estereotipos tienen su utilidad en la comunicación, sencillamente porque se ahorra tiempo y esfuerzo, tanto por parte del comunicador así como por igual del recipiente del mensaje; y por otro lado, se ubica al personaje en un género, y muy probablemente en el tiempo y el espacio. Si un creador visual o un escritor tuviesen que explicar lo que es una rubia tonta, un turista despistado, una esposa celosa, un científico chiflado, o bien, un camarero uniformado, un músico de jazz, o un ladrón con una linterna…cada vez que aparecen en la narración, sería aburridísimo para todos los interesados. No obstante, si bien los estereotipos son útiles, tienen la gran ventaja/desventaja de que son muy difíciles o casi imposibles de cambiar o de variar una vez establecidos. Es evidente que el estilo personal del personaje en cuestión refuerza y reafirma la imagen estereotipada, por así decirlo. Los estereotipos por ser esquematizaciones y simplificaciones con lo más esencial, es decir, al ser una síntesis, equivalen en alguna medida, a los refranes y frases idiomáticas en el lenguaje, y a una caricatura en el lenguaje icónico. Sin lugar a dudas que el cerebro capta los patrones comunes que identifican a cada estereotipo. (3)
En el caso dominicano tenemos el estereotipo del dominican-york, quien se exhibe con muchas cadenas doradas en el cuello, con una determinada indumentaria y con una pistola calibre 45 en la cintura. A este estereotipo se le vincula, por supuesto, con el bajo mundo, y el dinero fácil. Nosotros tenemos otros estereotipos: como el “tíguere”, con sus variantes; el “matatán”, el “palomo”, el “sanky panky”, la “chica-bíper”, la “chica-avión”, el “jevito”, el “viejevo”, (4) los de “ASODOPICA”…(5) En España ya tienen al estereotipo del inmigrante ilegal, conocido eufemísticamente como un “sin papeles”, proveniente de las regiones subsaharianas, que llega a las costas europeas en unas embarcaciones conocidas como pateras y cayucos.
Cuando el estereotipo en archi-conocido, rentable, imitable, reconocido, influyente, importante, trascendental, permanente, y emblemático se le considera un icono en comunicación, (que no se debe de confundir con el icono en arte, que es esencialmente una tabla pintada con un motivo sacro a la usanza bizantina). No hace falta que sea una persona muy conocida y/o cotizada y/o famosa como Elvis, Marilyn, Mao, Los Beatles, o el Che Guevara; puede ser asimismo un edificio o un monumento como la Tour Eiffel de París, la Torre Inclinada de Pisa, el Taj Mahal de la India, la Pirámides de Egipto, el Parthenón de Atenas, o la ciudadela de Machu Picchu. Es posible que sea, por igual, un libro como la Biblia, el Kamasutra, o el Corán…
El icono es diferente del “master symbol” que resulta mucho más abstracto, y abarca ideas, criterios religiosos y políticos, personajes de la religión, seres inanimados, entes, ideas, etc. (6), y cuando alguien ataca o alaba un master symbol, las reacciones del interlocutor son violentas, exaltadas, intensas, apasionadas, espontáneas, y muy emotivas.
Existe un fenómeno de reacción ya estudiado, llamado parataxis (7), el cual consiste en atribuirle a una persona, a quien no se ha tratado previamente, características y cualidades, en base al parecido físico de alguien conocido de uno. De tal forma que si simplificamos y tomamos a un amigo nuestro a quien llamaremos “A”, y le atribuimos la virtud “X” y el defecto “Y”; y se da la circunstancia de que conocemos a “B”, el cual tiene una apariencia externa similar a nuestro amigo “A”, entonces, tendemos a pensar automáticamente, o mejor dicho, instintivamente, que “B” tiene igualmente “X” e “Y”. No se debe de confundir el fenómeno de la parataxis con la vulgar imitación, o sea, cuando alguien imita a otro.
Extrapolando la parataxis, si usted fuera Presidente de la República ¿nombraría usted a un carbonero que fuese culto como ministro?, por más preparado que esté. Es probable, que ni siquiera le pase esa idea por la cabeza. Ahora bien, ¿en qué medida el hábito hace al monje?, imagínense qué pasaría si el Papa apareciese en la Plaza de San Pedro en su audiencia semanal con un peinado estilo rastafari, o el Presidente de los EE UU ofreciese una rueda de prensa vestido a la manera de la Madre Teresa de Calcuta, o bien, Osama bin Laden saliese cantando como Elton John, o Mao en un afiche disfrazado de vaquero con revólveres al cinto, o el Che Guevara con una melena rubia platino imitando a Jean Harlow. Figúrense al intocable Emperador del Japón con una vestimenta de un luchador de sumo.
La otra cara de la misma moneda nos muestra a personas que se dan a conocer por algún tipo de vestimenta, entonces, pueden convertirse en prisioneros de la imagen, (siguiendo la definición del Diccionario de la Real Academia Española que define una imagen como: una figura, representación, semejanza y apariencia de algo); ya que dependen de la imagen para poder lograr sus propósitos. Además, se hace como reafirmación de la personalidad, y en el caso de los políticos, se practica, por igual, por razones nacionalistas, como los ministros bolivianos del gobierno de Evo Morales y de él mismo. Según la prensa algunos de sus ministros han sido confundidos hasta en el extranjero, por andar vestidos con las modas autóctonas; y el mismo Presidente logró que se comentara mucho acerca de su atuendo étnico al principio de su mandato.
Es necesario aclarar que hay personas que se visten de determinadas maneras como una forma de expresar cuáles son sus intenciones, y cuál es el rol que pretende desempeñar; por ejemplo, un candidato a un cargo electivo o empresarial que un buen día decide vestirse con traje y corbata, como si quisiera iniciar una nueva vida. Esta indumentaria se convierte en una especie de “uniforme corporativo”. Algunos llevan esto hasta los extremos, como aquel candidato a alcalde que se paseaba por la playa tropical en pleno verano, trajeado de negro para saludar a los posibles votantes, con 40 grados de temperatura.
El cambio en la vestimenta influye en los demás y en la propia persona que se viste de una forma más formal, quien “siente” y se percibe que está más atrayente y con más magnetismo y carisma. Hay sujetos que hasta saludan de otra manera, o dejan de saludar; y otros tampoco se juntan con todo el mundo, sólo con aquellos que les puedan ser útiles…De la misma manera se puede producir el mecanismo contrario, y es que se le acerquen al ambicioso personas adulonas que antes no eran de su círculo, pero que ahora quieren adelantarse, por si las moscas.
Si ustedes recuerdan a Cantinflas, cuando él interpretaba su personaje de humorista, aunque estuviese disfrazado de bombero, de torero, o de lo que fuese, siempre se ponía sus pantalones de la misma manera. No se acuerdan, además, del mechón de canas de Indira Gandhi, de la calva de Yul Brynner, o del corte de pelo de los Beatles. ¿Qué tenían en común? La respuesta no se hace esperar: la imagen que proyectaban. Es lo que hace precisamente Shakira con su danza del vientre, Madonna con su beso lésbico, al igual que Paris Hilton con sus perritos chihuahua, Daddy Yankee con su gorra y sus blin-blines, o Mr. T con sus cadenas en el cuello. No se olviden lo que dice el refrán: una imagen vale más que mil palabras.
Otro factor a tomar en consideración, es que los ambientes generan en el sujeto una imagen determinada, y lo impelen a tener una cierta apariencia, ya que no es lo mismo estar en un parque de un pueblo pequeño, que encontrarse hospedado en un hotel de lujo como el Burj Al Arab de Dubai, practicar en un campo de golf, o asistir a un concierto de rock, visitar un hospital lleno de heridos por causa de un accidente, o bien, participar en una procesión de Jueves Santo, o ser testigo de la toma de posesión de un Presidente de la República en el Congreso Nacional.
Así tenemos que el verbo en inglés “to look”, significa en primer lugar “mirar”, y al sustantivarlo quiere decir “apariencia”, o sea, cómo se ve cara a los demás una persona o cosa. Este vocablo es como una calle de doble vía, ya que puede tener dos sentidos o direcciones. En la acepción verbal uno es el que mira, y en la versión sustantivada, uno es mirado.
El problema ha surgido por la competencia feroz y por el bombardeo constante de materiales visuales de todo tipo a que estamos sometidos, para que – entre otras cosas - la imagen cale en nosotros. Sin embargo, y a pesar de todo, es imprescindible diferenciarse. Es preciso recalcar, llegados a este punto, que de la opinión que uno se forme de un individuo, no cuenta únicamente su apariencia exterior y vestimenta, sino que igualmente influye su forma y tono de hablar, sus gestos, sus hábitos, incluso hasta su estilo escritural, etc. Todos estos detalles del sujeto pueden ser captados por una cámara fotográfica o de vídeo, para poder analizarlos luego, desde una expresión en su clímax, hasta su adicción a la nicotina materializada en las manchas en sus dedos, o en su siempre presente cigarrillo en la boca.
Comoquiera, es tanta la cantidad de información visual que recibimos a diario, que es fácil confundirse, aparte de que es necesario olvidar muchas cosas, porque el saber sí ocupa lugar. El cerebro necesita desechar mucha “basura” visual, es algo inevitable.
Naturalmente que existe una correlación entre el desarrollo tecnológico de un país y la cantidad de imágenes que reciben sus ciudadanos. Basta con ir a Times Square en New York; a Las Vegas, Nevada; a Picadilly Circus de Londres; o a las avenidas Harumi Dori o Chuo Dori en el sector de Ginza de Tokio. Por ese motivo los EE UU se han convertido desde hace decenas de años en una nación-happening, de tal suerte que cualquier sujeto que tenga algo diferente a los demás y decida explotarlo, o sea, que tenga una imagen distinta por accidente como un regalo de la naturaleza, puede convertirse en millonario. Podría citar como ejemplos la nariz de Jimmy Durante o los ojos de Marty Feldman. Esta actitud ha servido de modelo para otras sociedades.
Pero además esa ocurrencia es posible que sea con algo artificial, como la peluca del ya fallecido artista pop Andy Warhol o los pechos de silicona de Pamela Anderson. Y no digamos nada de las metamorfosis y excentricidades de Michael Jackson, el clarinete de Woody Allen, o la vida loca de la casquivana Britney Spears que ha mostrado públicamente hasta el pubis.
Pero no crean ustedes que la lucha encarnizada por proyectar una imagen sólo se da en la farándula o entre artistas. ¿No recuerdan ustedes la foto de Albert Einstein sacando la lengua?, pero lo mismo puede ser una modelo bellísima que se case con un enano, o el director de orquesta sinfónica que dirigía con los pies al aire y la cabeza hacia abajo… Todo eso y más lo hacen para diferenciarse, aunque, claro está, existen niveles en la originalidad; de todas formas, la competencia es muy dura.
Tampoco es asunto únicamente de tener dinero para tener imagen, ya que existen desheredados de la fortuna y/o dementes que deambulan por nuestras calles con mucha personalidad, como aquel que siempre andaba con varios libros bajo el brazo y trajeado de blanco, o el que invariablemente caminaba con el pecho lleno de condecoraciones, o la que recorría la ciudad con múltiples adornos en los antebrazos…; sin embargo, esos son personajes locales. Existen pobres de misericordia de quienes no se puede decir que tienen personalidad, por andar andrajosos y malolientes, ya que no se trata de algo deliberado, sino, por necesidad.
Normalmente el crear una apariencia que penetre en el conglomerado social como un todo, tiene su costo en tiempo, esfuerzo y dinero, y es más, si no se sabe hacer bien la cosa “el tiro puede salir por la culata”, como se dice vulgarmente; es decir, que se puede convertir en un búmeran, en algo contraproducente. ¿No han escuchado la frase de “estar quemado”?, o sea, que hay causas que producen efectos negativos o no deseados. Incluso, se habla de una imagen negativa o de una imagen positiva; sin embargo, hay que aclarar que el asunto es mucho más complejo de lo que aparenta, y hasta se llega a decir que las cosas que ocurran o que se hagan no importan, sino, que lo primordial es que los medios se hagan eco de lo que sea, claro está, con relación al personaje interesado. Existe una escuela de promoción que afirma que lo importante es “que hablen de uno aunque sea bien”. ¿No se acuerdan ustedes el vídeo pornográfico de la cantante boricua que circuló por el internet?, pues ese “desliz” va en esa onda. Lo mismo puede decirse del vestido transparente de la presentadora voluptuosa de televisión la noche de la entrega de los Premios Casandra, en el Teatro Nacional de Santo Domingo.
De todas formas se han hecho estudios similares, para cuantificar en una escala, al menos teóricamente, lo que ocurre si una persona común y corriente aparece en un medio al lado de una súper estrella, (8) ¿se le “pega” algo de lo positivo que tiene esta última? Parece ser que la respuesta es afirmativa, ya que hay mucha gente que quiere tomarse una foto al lado de alguien famoso. La imagen se convierte en una especie de “vaso comunicante”, o al menos eso espera el que se puede beneficiar de la situación.
De la misma manera se da el caso contrario, por ejemplo, si un sujeto comete un crimen muy sonado, o atraca un banco, ¿hasta que punto se puede “borrar” esa impresión desfavorable en la sociedad?, por más que se arrepienta y se regenere después. Sin lugar a dudas que en un conglomerado social como éste, al menos ese dato negativo puede servir el algún momento para zaherir, o por lo menos, para murmurar al afectado.
Sería útil hacerse un examen de impacto visual (9) en el espejo para saber qué impresión causa el señor con ese bigotito, y si es mujer, medite sobre las proposiciones que le harán si se tiñe de pelirroja, para que luego no se sorprenda con los resultados. Podría citar una infinidad de ejemplos, desde las gafas con cadenita hasta los zapatos de dos tonos, pasando por la cirugía estética o los jeans mostrando el ombligo…
Mucha gente no se percata del look que proyecta, e inclusive, es posible ver a ciertos personajes que tienen recursos disponibles, y por lo tanto pueden elegir su indumentaria, proyectando una imagen negativa en los programas de entrevistas de la televisión. He observado políticos por la tele, que hablan como personas honradas y critican la corrupción, en tanto presentan una estampa de delincuentes ellos mismos.
Así tenemos que hay indumentarias, comportamientos, actitudes, hábitos, frases, gestos, tics, ritmos musicales, estilos, etc. que se convierten en algo consustancial, personal y definitorio de los personajes que están en los medios. Por ejemplo, si se habla de una rubia con un perrito chihuahua, todo el mundo sabe que se está refiriendo a Paris Hilton; o si se comenta de un cantante que usa una gorra torcida, un blin-blín y los pantalones anchos y caídos, se trata sin lugar a dudas de Daddy Yankee. Cuando Celia Cruz decía “¡azúcar!” al cantar sus guarachas, le estaba poniendo un sello personal a su interpretación; lo mismo que cuando Michael Jackson puso de moda el guante único y las charreteras, o Madonna apareció con un bustier en el escenario.
Observen que estos dos cantantes, Jackson, y de igual forma Madonna, han sido verdaderos expertos en sus respectivas carreras al manejar genialmente la simbología de las imágenes que proyectan, aparte de sus indiscutibles talentos como artistas. No es de extrañar el éxito que han tenido.
Por supuesto, que ellos, por igual, han sido exitosos renovando y recreando su imagen, lo cual tiene que ser algo permanente. Los Beatles fueron extraordinarios por su música y por la imagen siempre fresca que presentaban, de tal suerte que llegaron a ser verdaderos precursores con calidad. Si nos vamos al otro extremo, ¿cuánto tiempo tarda una imagen en extinguirse o en agotarse después de haber desaparecido el creador?, la respuesta es muy compleja porque hay muchas variables involucradas, desde la actitud de los medios, hasta el envejecimiento de las personas, pasando por si surgen imitadores, o si los familiares descendientes y/o los políticos de turno siguen perpetuando la imagen original, por los motivos que sean…Por ejemplo: ¿cuánto tiempo se recordará el “¡oye que rico mamy!” de Johnny Ventura, o el “¡ánimo, ánimo, ánimo!” del Pachá?, los disfraces de Tulile, o el peinado de Toño Rosario. El tiempo lo dirá.
De lo que no cabe ninguna duda es que las imágenes que proyectan los personajes conocidos pueden crear modas y tendencias; y precisamente, esas originalidades son las que les dan personalidad a los creadores de las imágenes, como ya se dijo. Cuando se intuye alguna ventaja cultural y/o económica, hasta se llega a mitificar a ciertos artistas extraños y muy originales, como es el caso del pintor holandés Van Gogh por parte de los franceses, las Pinturas Negras de Goya del Museo del Prado por los españoles, (10) y de la pintora también, Frida Khalo, por los mexicanos. Al final la calidad es lo que menos importa, lo que interesa es rentabilizar el morbo. Ese mismo morbo hace que los miles de libros sobre Trujillo sean tan rentables, y tengan lectores asegurados, sin importar mucho si lo que contienen sea verdad o mentira; hay público para todas las versiones de los hechos, y la trujillomanía va viento en popa, dos generaciones después de haber desaparecido físicamente el tirano…
En ciertos estamentos la imagen novedosa puede provocar hasta un rechazo, que puede ser más o menos duradero; no nos olvidemos que a otro nivel, en este caso el microscópico, existe un paralelismo, ya que los glóbulos blancos tienden a atacar a los microbios intrusos; empero, si el microbio es más “fuerte” que el glóbulo blanco, se acaba imponiendo, o bien, si presenta una mutación, que equivale a una renovación o a una recreación en asuntos de imagen.
De la misma manera en la sociedad existe la tendencia de eliminar al extraño, es decir, al de apariencia diferente. Observen lo que ocurre en Europa con el velo musulmán de las mujeres de ese origen, que ha provocado muchas prohibiciones y discusiones; estos problemas igualmente se producen a la inversa con las prohibiciones en los países musulmanes de ciertas modas occidentales. Esto se obvia en el caso de los artistas, porque ellos tienen sus seguidores quienes ya están condicionados y saben a qué atenerse, e incluso, como ya se dijo, hasta los imitan.
Así tenemos que “la imagen es uno”, porque esa nota diferente se convierte en una marca de identidad del personaje, y “uno es la imagen”, porque esas mismas notas diferenciadoras se transmutan para el público en los propios personajes desde el punto de vista simbólico; y basta con mencionar lo que tiene de original y distinto la personalidad, para que mediáticamente se sepa de quién se trata, porque su distintivo actúa como un símbolo que está en lugar de otra cosa, en este caso, del personaje.
Bibliografía:
(1) Richard E. Leakey and Roger Lewin. Origins. Dutton. New York. 1977. Pag. 46.
(2) David Ogilvy. Ogilvy & La Publicidad. Folio. Barcelona. 1983. Pag. 21.
(3) J. J. Beljon. Gramática del Arte. Celeste Ediciones. España. 1993.
(4) Faustino Pérez. Mabí en las Venas. Búho. Santo Domingo. 2007.
(5) Faustino Pérez. “Ese Libro se Llama…” . Alfa y Omega. Santo Domingo. 1994. Pag. 49.
(6) Don F. Faules and Dennis G. Alexander. Communication and Social Behavior: A Symbolic Interaction Perspective. Addison-Wesley. USA. 1978. Pag. 140, 35.
(7) Berelson and Steiner. Human Behavior: An Inventory of Scientific Findings. Harcourt, Brace & World. New York. 1964. Pag. 113.
(8) New Directions in Psychology. Holt, Rinehart and Winston. New York.
1962. Pag. 60, et al.
(9) Joan Costa. La Imagen y su Impacto Psico-visual. Zeus. Barcelona. 1971.
(10) Ernst H. Gombrich. Historia del Arte. Alianza Editorial. Madrid. 1988. Pag.
459, 410.
*Tomado y ampliado del libro Luz (Contra) Luz de Faustino Pérez. Editora Universitaria UASD. Santo Domingo. 1989. Pag. 63.
domingo, febrero 22, 2009
“LA IMAGEN ES UNO, Y UNO ES LA IMAGEN”*
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2 comentarios:
Mi apreciado Sr. Faustino, me encanto su recuento de todo lo ocurrido durante su viaje, leyendo volvi a vivir la experiencia en Plaza Loreto, un hermoso lugar.
Saludos cordiales,
Su protectora en México.
Josefina Aracena
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