viernes, noviembre 07, 2008

LAS SIETE MARAVILLAS DE LA CIUDAD DE SANTO DOMINGO (2)

LA CATEDRAL PRIMADA DE AMÉRICA Y SU ENTORNO
(http://www.wikidominicana.edu.do/wiki/Catedral_Primada_de_Am%C3%A9rica)

Por FAUSTINO PÉREZ

La edificación colonial más emblemática de la ciudad de Santo Domingo, es sin lugar a dudas, la Catedral Primada de América: Santa María de la Concepción. Construida por los conquistadores encima de una Plaza Ceremonial indígena, con la finalidad de resemantizar el lugar; se sabe por los documentos eclesiásticos que tardaron decenas de años en terminarla; aunque esto es relativo, porque todavía casi siempre la están “retocando” y restaurando.
Su entrada principal es de estilo plateresco, pero cuenta también con dos puertas de estilo gótico, y catorce capillas. En el 1586 sufrió el saqueo inmisericorde y cuantiosos daños por parte de las hordas del pirata inglés Francis Drake; incluso, en su techo tiene una bola de cañón, visible desde el Parque Colón, supuestamente disparada desde una de las naves de Drake, según la leyenda. Pero estos hechos históricos son tan sólo pinceladas superficiales en su extenso anecdotario. Por ejemplo, esta vetusta catedral ya ha soportado impertérrita, de la misma forma, innumerables huracanes violentos, terremotos, y otros fenómenos y avatares, en todos estos siglos.
Este monumento de trascendencia universal, en la llamada Zona, o Ciudad Colonial, de Santo Domingo, tiene en su cara norte al concurrido Parque Colón, y éste a su vez es limitado en el mismo costado por la conocida Calle de El Conde, el paseo peatonal por excelencia de los capitaleños o habitantes de esta urbe. La Zona Colonial de Santo Domingo fue declarada por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad, en 1990.
Este parque es diferente de otras plazas latinoamericanas, porque, en primer lugar es más pequeño, y esa característica lo convierte en un espacio más recoleto, o si se prefiere cuasi provinciano, lo cual no quiere decir que esté vacío; sin embargo, no es precisamente un centro neurálgico del país entero como sucede con el inmenso Zócalo de Ciudad de México, en el cual se reflejan múltiples actividades, incluyendo las protestas y reinvindicaciones políticas, aparte de todos los problemas del país. Tampoco posee la monumentalidad, ni las fuentes, ni mucho menos los espacios con tierra batida de la Plaza del Congreso de Buenos Aires; el nuestro cuenta con algunos árboles, incluyendo unos pocos que son muy frondosos, lo cual difiere de la gran Plaza de Bolívar de Bogotá que no posee ninguno, o de la armónica y florida Plaza de Armas de Lima; pero sin llegar, ni por asomo, a la exuberancia en la vegetación de la Plaza de la República de Sao Paulo. En cambio, se parece en cuanto a su ambiente se refiere, un poco más, a la Plaza Bolívar de Caracas, naturalmente con un entorno distinto, y con menos árboles.
Aparte del monumento al Descubridor, de las palomas que tanto abundan, de unos cuantos perros callejeros aburridos, llamados popularmente perros “viralatas”, de los vendedores ambulantes, y de los niños correteando, el Parque Colón recibe visitantes de prácticamente todos los barrios de la ciudad, atraídos por su entorno colonial, y por los aires que por ahí se respiran. No es raro ver grupos de amigos que se reunen con frecuencia en sus peñas; inclusive, algunos lo hacen a diario, exceptuando los días de lluvia, o condicionados por problemas políticos serios, que por suerte no son frecuentes. Existe una peña muy cerrada de pseudodiletantes conocida como los de ASODOPICA, (http://asodopica.blogspot.com/), quienes intentan disfrutar de todos los aperitivos y bebidas gratuitas de las exposiciones que se celebran en las numerosas galerías de arte de la zona. Pero lo mismo se cuelan en las bodas, en las fiestas privadas, presentaciones de libros, recepciones de embajadas, degustaciones de los supermercados, etc., siempre con la misma intención y sin importar dónde se celebren.
En ese parque lo mismo se puede conversar con una abuela acompañada de sus nietos, que con un líder político, un comentarista deportivo, unas amigas de paseo, un profesor universitario, un vendedor de maíz para las palomas, o un miembro de la Academia de la Lengua; un vago consuetudinario, uno que vende películas pirateadas, un guitarrista que espera su oportunidad, un militar cansado, un rockero trasnochado, o un dibujante haciendo su práctica, o bien, un extranjero residente, quienes son conocidos como “aplatanados”…entremezclados entre ese conjunto tan variopinto, aparecen los niños lustradores de calzado ofreciendo sus servicios.
En ese entorno se han filmado largometrajes los cuales atraen mucho la atención del los visitantes al parque; y no es para menos, porque por ahí se ha visto a la pareja formada por Angelina Jolie y Brad Pitt, y al cubano-norteamericano Andy García, entre otras figuras.
Este parque también tiene su lugar en la historia, ya que se han organizado mítines famosos, con políticos de la talla de Juan Bosch, y varios papas de visita a la ciudad han bendecido a la multitud desde los balcones de la catedral. Desde la óptica religiosa, varias procesiones que parten de las iglesias del período colonial de la zona, pueden verse desde la plaza, en especial en Semana Santa; y los tan esperados Reyes Magos también desfilan en la víspera del Día de Reyes. Los grupúsculos que quedan de los Hare Krishna, no se quedan atrás, y suelen venir los fines de semana por la calle El Conde, hasta el parque, al ritmo de sus cánticos.
En un día normal, sin nada extraordinario en la agenda, los turistas se “adueñan” prácticamente del espacio por las mañanas, liderados por los guías turísticos; me refiero en especial a los visitantes que llegan en los cruceros que atracan en el puerto cercano del río Ozama. Claro está, que no alcanzamos ni en lo más mínimo, al nivel de la afluencia turística de New York, o del Vaticano, ni mucho menos de París, o Madrid en verano; no obstante, el turismo se percibe por sus visitas en grupo a los monumentos, por sus compras en las tiendas de souvenirs de los alrededores, y por su afluencia a las cafeterías de área.
Por las tardes y por las noches hacen su aparición algunas chicas noctámbulas, quienes no andan vagando, sino en busca de clientes. A las mismas horas que ellas, salen también los gays, unos pocos travestis, y los de las “tribus urbanas” locales. Todos ellos entremezclados con los que andan de compras.
En la esquina noroeste del parque, concretamente en la esquina de la calle de El Conde peatonal y la calle Arzobispo Meriño, la que pasa por la fachada principal de la catedral, se encuentra el Hotel-Restaurant El Conde, conocido entre los habitues como el “Palacio de la Esquizofrenia”. En ese local ya tradicional, con sus mesas al aire libre próximas a un árbol generoso, acude todo tipo de público dependiendo de la hora; sin embargo, los sábados por la mañana y los días laborables por las tardes y por las noches, son las mejores horas para pillar a los artistas pintores, a los poetas, y demás escritores e intelectuales, que suelen frecuentar ese lugar tan emblemático. Es difícil a estas alturas precisar quién bautizó el local con ese apelativo, probablemente fue una idea del fallecido poeta Carlos Gómez Doorly, y hay quienes afirman que la dio el pintor Eddy García. De todas formas, quizá el primero que empezó a emplear ese apelativo cariñoso en la prensa escrita fue el escritor Rubén Echavarría.
Ahí se destruyen reputaciones y famas con la misma facilidad conque los interesados pretenden crearlas, todo ello espoleado por las rivalidades, enemistades, envidias, amistades, e intereses diversos, que sólo los artistas y escritores comprenden.
No es raro ver a un amigo o conocido fumándose un puro, y conversando simultáneamente en ese ambiente, mientras consume cualquier aperitivo.
De la misma manera, periódicamente aparecen sorpresivamente políticos famosos y personalidades extranjeras como Bill Clinton acompañado de Óscar de la Renta, o cualquier dirigente foráneo como Raúl Reyes el asesinado líder de las FARC colombianas, o el entonces presidente mexicano Vicente Fox, que se encuentre de visita en el país.
Justo enfrente del parque, es decir, paralelamente a su parte central, está el Hard Rock Café, la famosa franquicia internacional, conocido por lo bajo como el “jarro café”; donde presentan periódicamente espectáculos en vivo, decorado con la parafernalia típica de esos locales. Este café-restaurante atrae gente de los sectores con mayor poder adquisitivo de la ciudad. En sus cercanías suele colocarse un predicador con su megáfono, perteneciente a una de esas tantas iglesias, es especial, los sábados por la tarde.
Si nos desplazamos hacia el este en la misma calle de El Conde, existen otros establecimientos que expenden bebidas y sirven comidas; no obstante, en medio del primer bloque de la vía, al lado del Colegio Dominicano de Artistas Plásticos, y antes de llegar a la calle de Las Damas, a la Academia de Ciencias y a la Embajada de Francia, sobresale el popular bar Segafredo, que también tiene mesas en la calle peatonal.
Al principio de la calle El Conde hay una escalinata que sube desde la Avenida del Puerto.
En cambio, si nos movemos en sentido oeste, regresamos al parque Colón, y podemos ir de compras por El Conde peatonal. Esta calle le sirvió en su época – es preciso aclararlo - al famoso playboy dominicano Porfirio Rubirosa, para piropear a las muchachas, y en definitiva, como un “campo” de entrenamiento personal para sus devaneos, aunque en ese tiempo no era peatonal. Estamos hablando de la década de los años 20, del siglo XX.
En el período de Trujillo también paseaban por esa calle los dictadores depuestos, Fulgencio Batista de Cuba, Juan Domingo Perón de Argentina, Marcos Pérez-Jiménez de Venezuela, y otros más.
De los aproximadamente 200 000 húngaros que se vieron obligados a abandonar su país a raíz de los levantamientos populares del 1956, y la subsiguiente invasión soviética para aplastar la revuelta, varios centenares de exiliados lograron llegar a Santo Domingo, y una de las primeras actividades que organizaron fue un desfile por la calle El Conde. Motivados por la Guerra Civil española del 1936, habían llegado veinte años antes los exiliados españoles, quienes nos dejaron un gran legado cultural, en especial en las artes en general, y en la pintura, la escultura y el dibujo, en particular; aparte de su influencia en la música. Todos estos expatriados paseaban por El Conde. Entre ellos estaba el profesor Jesús de Galíndez, quien sin ser artista ni músico, y después de servir al tirano y a su familia, se enemistó y se marchó a New York, desde donde fue secuestrado en el 1956 por agentes de Trujillo, cuando se dirigía a su apartamento. Las peripecias que le sucedieron han dado pie a numerosas especulaciones, películas y novelas, incluso, y lo único cierto es que no se supo nada más de él.
Durante la revuelta del 1965, el General Francis Caamaño, líder rebelde, tuvo su cuartel general en esta calle. La zona en su totalidad fue acordonada por los marines de intervención estadounidense.
Ya para el decenio de los 90 del siglo pasado, no era extraño contemplar a varios dirigentes separatistas vascos de la ETA, quienes se encontraban exiliados en el país, tomando café tranquilamente en una de las cafeterías.
Tarde o temprano, las más relevantes modas del mundo aparecen en la Calle de El Conde, para deleite y sorpresa de sus paseantes habituales, porque El Conde peatonal es como una gran pasarela de las chicas exhibicionistas y de su público admirador. ¡Tal para cual!

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