martes, agosto 14, 2012

MI VIAJE A LAS NACIONES MÁS POBLADAS DEL PLANETA: INDIA Y CHINA (1)


El Aeropuerto Internacional de Frankfurt, Alemania (foto: FAUSTINO PÉREZ)


El Aeropuerto Indira Gandhi de New Delhi, India (foto: FAUSTINO PÉREZ)


Por FAUSTINO PÉREZ

Desde un criterio idealista yo siempre creí que a estas alturas, y con los avances tecnológicos que se han hecho, los viajes internacionales se simplificarían, y este periplo a las antípodas, me ha demostrado, una vez más, todo lo contrario. Sin lugar a dudas es una travesía que pone a prueba la resistencia humana, por diversos motivos, entre ellos, los cambios en las comidas, diferentes idiomas, distintas monedas, por los horarios de cada país, las camas y las almohadas de los hoteles, etc. Esto significa que mi intención de conocer el Taj Mahal, en la India, y la Gran Muralla en China, - entre otras cosas - podía convertirse fácilmente en una auténtica odisea por ser un viaje tan agotador y con tantas variables. Previendo los posibles problemas, pude contratar desde aquí los traslados y los guías de los diferentes tours, y sobre todo fue posible pagar todo lo esencial desde aquí, lo cual es una gran ventaja; o sea, que fue un viaje hecho a la medida, y con la mayor comodidad posible. Aún así, la experiencia me dice que siempre surgen factores incontrolables, que uno tiene que resolver sobre la marcha; rogando en todo momento, que no se adelantaran las lluvias monzónicas de Asia, porque pueden arruinar cualquier viaje planeado hacia esa zona.
En primer escollo son los visados, - asumiendo que se tenga resuelto la forma de financiamiento del viaje - , y el que más trabajo da es precisamente el de tránsito, que fue el último que solicité, porque desde el 2007 en adelante, es preciso pedir por teléfono la cita al consulado francés o al español, y al primero cuesta 400 pesos dominicanos, luego el día de la cita hay que pagar una cantidad no despreciable de más de 3000 pesos, dejar sus huellas digitales, llevar y dejarse tomar fotos, rellenar un formulario, y después, esperar más de tres semanas. Además, aparte de la documentación típica que se exige en estos casos, como cartas de trabajo y del banco, copias de las reservas de los hoteles y de los vuelos, tuve que llevar fotocopias de otros visados Schengen anteriores, del pasaporte y de la cédula, porque ellos no llevan un récord de los visados otorgados a uno, y eso que las computadoras se inventaron hace ya varias décadas. La mañana en la que me tocaba recoger el pasaporte llegué a tiempo, ya que nos habían informado el día de la cita, que la entrega se hacía a partir de las 11 de a.m., pero tuvimos que esperar más de media hora para recibirlo. Luego me enteré que en Alemania los dominicanos no necesitamos visado de tránsito, lo cual es una deferencia que ni España ni tampoco Francia tienen con nosotros.
El visado del primer país que visitaríamos hay que pedirlo a Cuba, porque aquí no hay Consulado hindú, y antes hay que depositar 40 dólares por persona, en una cuenta del Banco de Reservas, más 30 dólares para la devolución del pasaporte visado. Toda la documentación hay que enviarla pagando el envío por Copa Airlines, y esperar 20 días a que Copa le avise al interesado.
Sin embargo, yo no esperaba que sucediera lo que ocurrió, ya que mientras yo esperaba el aviso de Copa, a las dos semanas llamaron a mi casa una tarde en que yo no me encontraba, y me dejaron dicho que tenía que ir urgentemente al Hotel Jaragua antes de las nueve de la noche. Al llegar a la casa, me dieron el mensaje, y llamé inmediatamente al establecimiento hotelero, pero, cada vez que pedía la extensión de la habitación, sonaba y colgaban. Así lo hicieron cuatro veces, hasta que por fin pude hablar con el funcionario, entonces, me dijo que él tenía una cita y que yo tenía que estar en el hotel en quince minutos. Después de intentar infructuosamente de localizar un taxi, apareció uno, porque ese día había caído una lluvia torrencial y los transportes públicos se dificultan en Santo Domingo. Cuando llegué al hotel lo llamé a la habitación y me colgó cuatro veces también, cada vez que timbraba el teléfono. Nunca supe el motivo de ese extraño comportamiento, pero el hecho es que bajó, y me entregó personalmente los pasaportes, después de haberme hecho firmar.
Le hice una señal al taxista que me esperaba en la avenida, ya que no le permitían aparcar dentro del área del hotel, me recogió, y así llegué a mi casa.
Para el visado chino, hay que llevar los documentos a un desvencijado edificio en la Avenida 27de Febrero, y la oficina está en un quinto piso y el ascensor no funciona. Cuando subí, aquello estaba lleno de chinos, incluyendo niños correteando; pedí los formularios, pero la luz era tan deficiente y la letra tan pequeña, que tuve que irme a la escalera y sentarme en un escalón para rellenarlos.
Luego surgió otro problema, porque yo le había preguntado por teléfono a la secretaria si mi esposa tenía que ir también a la oficina, y ella me había dicho que no, pero ahora había que firmar y mi esposa no estaba. Yo se lo dije a la funcionaria, y entonces, ella me mandó con el militar que cuida la oficina comercial al aparcamiento para que mi esposa firmara. Así lo hice, y a los pocos días ya teníamos nuestros visados.
A las 10 a. m. del día 18 de junio del 2012 vino el taxi a buscarnos y me cobró sólo 700 pesos por el trayecto hasta el Aeropuerto Internacional de las Américas, AILA, ya que el vuelo de Air Condor con destino a Frankfurt en Alemania, salía a la 1:40 p. m. Tuvimos suerte porque la tripulación que nos tocó del avión de la aerolínea alemana era muy profesional y eficiente. Por otro lado, el avión de ala ancha es una maravilla porque las turbulencias apenas se notan, y el espacio para las piernas es mayor que el de la competencia.
Me extrañó que lo primero que brindaron después del despegue fue una bebida gaseosa, sin embargo, mi estómago me pedía más que eso y me compré una chocolatina por la cual pagué dos dólares, ya que ahora los aviones de pasajeros se han convertido prácticamente en extensiones de las zonas francas de los aeropuertos, y las revistas de viajes de antes, ahora son catálogos de mercancías diversas, ya que ofrecen desde cigarrillos hasta relojes y perfumes. Por suerte, después de una hora de vuelo, trajeron el almuerzo. Hace tiempo que las comidas de las líneas aéreas dejan mucho que desear, y del solomillo de la época dorada de la aviación, únicamente queda el recuerdo; y las bellas azafatas de otros tiempos que sonreían a los pasajeros, han sido sustituidas por empleados de ambos sexos que realizan su trabajo profesionalmente.
Llegamos a Alemania al día siguiente pasada la media noche, después de más de nueve horas de vuelo, porque son seis horas adelantadas, pero teníamos que esperar hasta después de la una de la tarde, para abordar el vuelo de Lufthansa con destino a New Delhi, India. El aeropuerto de Frankfurt, tiene una construcción con una buena terminación, o sea, que se nota que no es prefabricado; además, cuenta también, con unos coches eléctricos que caben por los espaciosos pasillos para los diversos servicios, y con la finalidad de transportar a los pasajeros que tengan dificultades. Aparte de los restaurantes, establecimientos y tiendas típicos de los aeroparques, pude apreciar hasta un desfibrilador de emergencia colocado estratégicamente en un pasillo, lo cual era algo novedoso para mí.
En la sala de espera de la puerta de salida, empezaron a llegar los pasajeros hindúes, empero, sin lugar a dudas, los más llamativos eran los sijs con sus turbantes de diferentes colores. La mayoría de las mujeres, por su parte, iban con sus saris típicos, su marca roja en la frente, y con muchas joyas de oro. Luego me enteré que para los indios, tanto los hombres, así como también las mujeres, las joyas las emplean como una forma de ahorro portátil, aparte de su función como piezas de adorno. En otras latitudes eso sería un poderoso imán para los atracadores.
En un rincón del salón, estaba un monje, que parecía sacado de una película de kung-fu, con su característico atuendo, quien tenía una mano metida en una pequeña bolsa de tela que contenía una especie de rosario oculto que le servía para rezar. También alcancé a ver un grupo de turistas dominicanos, pero luego los perdí de vista.
Viajando y viajando yo he aprendido a respetar las costumbres y las culturas de los diferentes países, y con mayor motivo si son naciones con tradiciones milenarias, porque siempre hay algo que a uno le disgusta, incluso, de su propio país, es decir, que ninguna etnia es perfecta; y si existe para nosotros un país con costumbres raras, extraño, curioso, misterioso, y distinto de los demás, ese país es precisamente la India. Esta afirmación se podría interpretar como que la India es una nación con mucha personalidad, de todas formas es muy diferente; y muchas veces se pasan, como esa secta cuyos miembros conviven y comparten su comida en el mismo plato con ratas, porque ellos creen que esos roedores son reencarnaciones de sus antepasados, o bien, los templos adornados con arte erótico en el sur de la India, o los que se bañan en el contaminado río sagrado Ganges, por poner tres ejemplos.