sábado, abril 21, 2012

EDUCACIÓN TECNOLOGIZADA Y PENSAMIENTO ANALÍTICO

Por Dr. Leonardo Díaz
Lector en la Plaza María de Toledo (Foto: faustino Pérez)


En mi último artículo titulado «Educación tecnologizada» (12-4-2010), señalé que la cultura tecnológica contemporánea genera nuevos hábitos mentales, así como nuevos modos de procesar la información.Algunos investigadores son pesimistas con respecto a la transformación de los nuevos hábitos de pensamiento generados por el acceso a la tecnología. Nicholas G. Carr, experto en tecnologías de la información, asesor de la Enciclopedia Británica y autor del libro The Shallows: What the Internet is Doing to Our Brains, en español, Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus, 2011), retoma la idea de Marshall McLuhan, según la cual, los medios desempeñan, además de una función instrumental, una función configuradora de nuestras mentalidades.Carr entiende que los medios tecnológicos de nuestro tiempo amenazan el pensamiento analítico, en la medida en que contribuyen a la disminución de la concentración y por tanto, de la reflexión. Carr sostiene, como otros escépticos de la tecnología, que la información proveniente de medios como INTERNET es rápida y segmentada, por lo tanto, desestimula la argumentación y el razonamiento característicos del pensamiento occidental.Si Carr está en lo correcto, los nuevos usuarios de las tecnologías están desarrollando hábitos de razonamiento discontinuo o fragmentado, teniendo dificultades para la concentración y el análisis en la lectura de los textos, así como para seguir el razonamiento de un profesor en el aula.La prensa internacional se hizo eco de un estudio de David Nicholas, jefe del departamento de Estudios sobre la Información del University College de Londres, que se orienta en la misma dirección de Carr. En su estudio, Nicholas sometió a un centenar de participantes con edades entre los 12 y los 18 años –nativos digitales o jóvenes nacidos y formados en la cultura informática- a una serie de preguntas mientras buscaban en Internet. Los resultados arrojaron que el 40% de los jóvenes participantes no consultaron más de tres páginas de Internet para hallar las respuestas. Emplearon una sexta parte del tiempo que los adultos –inmigrantes digitales o personas nacidas y formadas después de la revolución informática- a quienes se les hicieron las mismas preguntas, consultando la mitad de páginas que éstos. En síntesis, los adolescentes mostraron más habilidad en interactuar con múltiples textos a la vez, pero también, mostraron menos capacidad de concentración, de lectura continua en un mismo texto y por tanto, menos capacidad de análisis con respecto a los adultos formados antes de la llegada de las TICS, quienes recapitulaban las fuentes y las analizaban en vez de pasar rápidamente de una página a otra.Requerimos más estudios con estricto control de variables que puedan proporcionar evidencia empírica sobre la existencia de diferencias significativas entre el modo de leer y procesar la información de los nativos y los inmigrantes digitales. De todos modos, la experiencia docente y la literatura existente sobre el problema me estimulan a asumir los siguientes planteamientos en torno a los nativos digitales y su cultura:a) El acceso a las tecnologías de la información está formando un nuevo tipo de ¨lector hipertextual ¨. Como ya sabemos, el lector hipertextual no es un lector de secuencias, sino un lector de unidades no lineales de información.b) El lector hipertextual es un ¨lector precipitado¨. Siguiendo la famosa metáfora de Gore, si la INTERNET es una autopista de la información, los nativos digitales son conductores de alta velocidad que miran de reojo las posadas sin detenerse a contemplar el paisaje. El nativo digital accede rápidamente a las páginas informativas que busca, pero ha perdido el sentido de ¨permanencia¨ y de ¨retorno¨. Con éstos términos aludo al hecho de que, a diferencia del lector de clásicos conocido en Occidente, el nativo digital no lee sopesadamente la información a la que accede, ni tiende a volver una y otra vez sobre los textos que le proporcionan información, como suele ocurrir en la cultura de los clásicos.c) El lector hipertextual muestra simpatía por los procesos interactivos de comunicación y no por los procesos de recepción pasiva. En el contexto de la nueva cultura, los procesos interactivos son rápidos y generan un sentimiento de participación con respecto a la ausencia de pausa, de detenimiento y el aislamiento reflexivo asociado con la lectura clásica, la cual es asociada ahora con la pasividad y al aburrimiento.d) Los nativos digitales tienden a la socialización de la información. Artículos, fotos, videos, películas, programas, juegos, etc. son compartidos en el contexto de una cultura donde se diluye la privacidad, o por lo menos, se replantea.e) Los nativos digitales son cultivadores de la imagen. Muestran preferencia por los gráficos, las fotos, los vídeos, las películas a los textos escritos.Como puede apreciarse, el tránsito a la nueva cultura tiene ganancias y pérdidas. Destaco el hecho de que, a las ganancias relacionadas con el desarrollo de la capacidad de abordar simultáneamente distintas unidades de información, se debe mencionar la pérdida relacionada con la discontinuidad y la fragmentación implícitas en la lectura hipertextual. No alcanzamos a vislumbrar todavía la resolución de esta tensión, pero el proceso de este tránsito cultural es irreversible, salvo que ocurra una catástrofe a escala planetaria.Es obvio que la emergencia del lector hipertextual tiene consecuencias para el sistema educativo. Si éste no se incorpora a un proceso de tecnologización, se encontrará en una situación de desfase con respecto a dicho lector y a su entorno de influencia. La educación tecnologizada implica integrar al estudiantado a la cultura de la intertextualidad.En República Dominicana, todavía existe un importante segmento de la población dominicana excluido de los accesos a la tecnología, pero a diferencia de las transformaciones tecnológicas del pasado, la capacidad de impacto desborda significativamente el círculo de los usuarios -la llegada de una laptop a un recóndito pueblito puede generar un impacto en cadena sobre otros integrantes de la comunidad, aún no tengan ordenadores personales - estableciendo patrones de comportamiento para quienes no nacieron en una cultura informática.En este sentido, un auténtico plan de transformación educativa no debe incurrir en el error de menospreciar los efectos de la tecnologización global. La misma no es exclusiva de los países económica y tecnológicamente desarrollados. No sólo por las razones establecidas en mi pasado artículo, sino también, porque si repensamos la experiencias de países de índice de desarrollo medio y bajo que han iniciado el proceso de incorporación de la tecnología, probablemente -y contrario a lo que podría pensarse desde el sentido común- dicha incorporación no es la fase última de un proceso de calificación de la educación, sino una de las condiciones necesarias –aunque no suficientes- para iniciarla.

sábado, abril 07, 2012

LA ESCUELA DEL MIEDO


CONDUCIENDO LOS BUEYES DE LA CARRETA, EN EL MONUMENTO A LA CAÑA DE SANTO DOMINGO ESTE (foto: Faustino Pérez)

PARADIGMAS

Por Dr. Leonardo Díaz

El profesor recordó su entrevista con el director de la escuela. Quedó atónito cuando su superior en funciones le afirmó que la metodología de enseñanza implicaba presionar al estudiantado con preguntas hasta llevarlo a la ¨respuesta adecuada¨.
Recordó los cuatro pilares del sistema educativo al que había ingresado: la mentira, el miedo, los lamentos y la farsa. Mentir mostraba la adhesión a la institución, la disposición a transgredir todos los principios para mantener la lealtad a la red de corrupción y complicidad que estructuraba el sistema. El miedo sostenía toda la red, garantizando su funcionamiento. Los alumnos debían temer al profesorado y el profesorado debía temer al director. Por su parte, el director debía cuidarse del profesorado. Nadie estaba exento de las posibles represalias de quien ocupaba una posición jerárquicamente superior.
Recordó que había una salida para liberar las tensiones acumuladas: lamentarse o transferir la culpabilidad de las deficiencias del proceso educativo ¨a los otros¨.
No era difícil inferir de esta situación que el sistema educativo completo era una farsa. El director simulaba dirigir una institución académica que no lo era, el profesorado jugaba a la farsa de enseñar y el alumnado simulaba aprender.
La situación anteriormente descrita es una recreación de la última novela del escritor alemán Markus Orths, La sala de profesores, traducida al castellano por la editorial Seix Barral y ganadora de distintos premios en la República Federal de Alemania.
La situación descrita por Orths tiene similitudes con la cultura educativa de la República Dominicana. También en nuestro entorno el miedo ha servido de pilar sobre el que se estructura el sistema educativo. No puede ser menos en una sociedad donde cualquier persona que desempeña una función de autoridad, por simple que sea, se convierte en un ¨jefe¨ al que toda la ciudanía debe rendir pleitesía y adhesión ciega. Pero no es sólo un problema del sistema educativo. Éste forma parte de una cultura institucional cuyo funcionamiento histórico descansa sobre ¨una lógica de la sobrevivencia¨. Según la misma, el mecanismo de selección y permanencia no descansa en el mérito, sino en la capacidad para adherirse sumisamente al jefe de turno. La carencia de institucionalidad y de prácticas reguladas anula las relaciones de derechos y deberes que constituyen una sociedad civilizada, haciendo que cualquier persona acceda a una posición para la que no está capacitada, mientras alguien capaz puede ser removido de su puesto por el capricho o la arbitrariedad del jefe de turno.
En una dinámica semejante es el miedo el que impulsa a la acción o el que disuade de la misma. El miedo a perder el empleo, el miedo a perder la protección en un entorno sin reglas, el miedo a perder los favores, el miedo a perder privilegios, el miedo a convertirse en un paria.
Un sistema basado en el miedo implica la mentira. Sin ella, la adherencia no es completa. Allí donde no existe una cultura de la institucionalidad, tampoco existe el concepto de bien público, todo es dominio del ¨jefe¨, quien puede decidir a su antojo cómo administrar los recursos y a quién hace beneficiario de los mismos. El sistema se nutre de la corrupción y toda la ciudadanía debe mentir para mostrar la lealtad y con ello, protección e impunidad. De este modo se logra sobrevivir. El juego de mentiras conforma la farsa de la que constantemente nos lamentamos. ¿Es de extrañar la popularidad de los programas interactivos donde la gente expresa constantemente su frustración?
Si la burocracia educativa alemana pudo inspirar la novela de Markus Orths, la cultura autoritaria dominicana puede inspirar volúmenes que hagan parecer a la Enciclopedia Británica una modesta serie de fascículos.