jueves, septiembre 13, 2012

MI VIAJE A LAS NACIONES MÁS POBLADAS DEL PLANETA: INDIA Y CHINA (2)


Bajajs en la carretera New Delhi-Agra (foto: Faustino Pérez)

Camión indio en la carretera New Delhi-Agra (Foto: Faustino Pérez)

Vista desde la habitación del hotel Fortune Select Excalibur, de New Delhi (Foto: Faustino Pérez)

Por FAUSTINO PÉREZ

Ya estábamos ansiosos por abordar el vuelo de Lufthansa, con destino a New Delhi, India, que por suerte iba a ser más corto que el anterior, es decir, algo más de seis horas de trayecto, más nueve horas y media con respecto a la hora de Santo Domingo; o sea, tres horas y media extras con relación a Frankfurt. Cuando uno realiza esos vuelos tan largos, es necesario olvidarse de la higiene personal, porque en un avión no es práctico que centenares de personas, por ejemplo, tengan que cepillarse los dientes, y si se quiere ducharse, ni pensarlo, porque no hay ni siquiera duchas. Sobre la marcha es preciso acostumbrarse a dormir y comer a cualquier hora y en todo lugar.
Por otra parte, el avión se convierte en un auténtico laboratorio del comportamiento humano en situaciones prolongadas, con los olores de las comidas, de la propia gente, de los baños, etc., entremezclados. Los fumadores se ponen nerviosos, los niños se vuelven intranquilos, los pasajeros se aburren, los borrachos pueden tornarse impertinentes, algunos toman calmantes por el miedo o pastillas para dormir…cada hora que pasa, el espacio le parece al pasajero más pequeño e incómodo.
Así llegamos al Aeropuerto Internacional Indira Gandhi, pasada la media noche del día 20, y habíamos salido el día 18. Mi sorpresa fue grande al llegar a un aeroparque tan lujoso y espacioso, adornado con estatuas gigantes, incluyendo, esculturas de elefantes a tamaño real. En inmigración no hubo problemas ni tampoco para la recogida de las maletas; y al salir del área, allí estaba puntualmente el guía llamado Ishan con un cartel en el que aparecían nuestros nombres. Nos acompañó hasta un vehículo con chofer uniformado de color blanco, nuevo y compacto, que nos esperaba en el aparcamiento, con el volante a la derecha, porque en la India se conduce por la izquierda, como uno de los tantos recuerdos de la ocupación británica. Por otro lado, en la India prefieren los autos de color blanco o de algún otro color claro, por razones climáticas, y son muy raros los vehículos de gran tamaño circulando
Pasamos por un peaje destartalado que contrastaba mucho con el lujo de la terminal del aeropuerto, hasta que por fin llegamos después de media hora, al hotel Fortune Select Excalibur, en el sector de Gurgaon. Este establecimiento hotelero es muy acogedor, pero ubicado hacia las afueras de la ciudad; de todas formas daba igual, nosotros únicamente íbamos a pasar la noche ahí porque después del desayuno partiríamos inmediatamente hacia la ciudad de Agra donde se encuentra el Taj Mahal.
A continuación de los trámites del check in, que resultaron interminables a pesar de ser breves, por la hora, y por el cansancio acumulado después de tantas horas de vuelo y de espera, subimos a la habitación y me encontré con otra sorpresa ya que las puertas tanto de la ducha así como también del retrete, eran transparentes. Esto significaba que no había intimidad y desde la misma cama se podía atisbar, si se quería a la acompañante de uno y viceversa. Lo mismo nos sucedió en otro de los tres hoteles de la India donde nos hospedamos, o sea, que no era por accidente. Habría que añadirle un nuevo capítulo al Kama Sutra, ya que en la época en que se escribió ese texto erótico hindú no existían puertas transparentes.
Yo había dicho en el mostrador que nos despertaran a las seis y media de la mañana, lo que significaba dormir poco; así lo hicieron y después de un buen merecido descanso, aunque insuficiente, y un necesario aseo, bajamos a desayunar un espléndido desayuno, y así a las nueve en punto nos fueron a buscar para trasladarnos a Agra. Tuvimos la ventaja, o la desventaja, según se mire, de que el chofer permaneció mudo en todo el recorrido, porque no hablaba inglés, ni mucho menos español.
Yo creía que la carretera iba a ser una autopista moderna, por los millones de visitantes que recibe el Taj Mahal, ya que en Agra no hay aeropuerto internacional y se encuentra a un poco más de 200 kms. de New Delhi, pero, en cambio, era una modesta pista de doble vía. No obstante eso no es lo más importante, ya que en la India al ser un país súper poblado y tener un sector informal con literalmente centenares de millones de personas activas, a medida que se aleja el vehículo de la ciudad, uno se encuentra con todo lo imaginable en las carreteras, y en cada intersección se forma un mercado informal y caótico.
Además de los vendedores que ofrecen frutas variadas, souvenirs para los turistas, telas, adornos, entremezclados con los talleres callejeros, y un largo etcétera, aparecen toda clase de transportes, desde vehículos utilitarios que se venden a tres mil dólares aproximadamente, hasta tractores cargados de ladrillos, rickshaws para dos personas, bajajs atestados de pasajeros, camiones con unos talismanes de la buena suerte colgados en los espejos retrovisores, bicicletas parecidas a las que se usaban en los años 50, taxis, carretas con sus respectivos animales , motos, triciclos, entre otros, todos ellos sumados a los peatones que lo mismo pueden cargar leña, que esperan para abordar un transporte. Yo alcancé a ver un peatón que llevaba una jaula con ratas blancas, de esas que se crían en los laboratorios para realizar experimentos.
Encima de todo lo anterior, es preciso sumarle los animales, empezando por las vacas sagradas que se alimentan principalmente de la basura, lo cual incrementa el caos y la suciedad; pero también hay búfalos, camellos, cabras, ovejas, burros, ardillas juguetonas, caballos, muchas aves incluyendo cuervos, y unos monos curiosos que han perdido la costumbre de vivir en la selva y en cualquier descuido se roban cualquier cosa, en especial si sirve para alimentarse…y así sucesivamente.
Empero, no nos olvidemos del calor, ya que en el período pre-monzónico, la temperatura alcanza los 40-48 grados centígrados fácilmente. No es de extrañar que tardáramos más de cinco horas en llegar al hotel Radisson Agra Taj East Gate Road, que está a algo más de 200 kilómetros. Con razón cuando yo dije en la agencia de viajes en Santo Domingo, que quería hacer ese viaje de noche para ahorrar tiempo, me informaron desde New Delhi que no era recomendable.
El hotel de cuatro estrellas nos sirvió para renovar las fuerzas, pero con el problema de que salir a pie del recinto hotelero podía ser peligroso, lo cual es la regla en todas las ciudades populosas con mayorías padeciendo un bajo nivel de vida; aparte del problema del terrorismo, como aquellos ataques perpetrados por islamistas en Mumbai, la ciudad más grande del país, en el 2008, que dejaron un saldo de 164 muertos, y luego mas atentados otra vez en el 2011. En el hotel no corrían riesgos, por eso parecía un recinto amurallado y los guardianes revisaban los vehículos al entrar, y a los pasajeros al desmontarse con rayos-x, antes de penetrar al establecimiento.
Una vez superadas las medidas de seguridad nos hicieron un brindis de bienvenida. Pero mi sorpresa fue grande cuando el guía que nos recibió nos dijo que la mejor hora para visitar el Taj Mahal era las cinco de la madrugada, por el calor, y también por la afluencia de público, aparte de que al ser de mármol blanco, a esa hora se resalta su belleza; yo nunca había hecho una visita a un monumento, o en este caso a un mausoleo, a esa hora. No tuve otra alternativa que decirle que si, al no poder refutar dichos argumentos. Así dejé dicho en el mostrador que nos despertaran a las tres y media de la madrugada, entonces, subimos a la habitación a descansar.
Me entretuve viendo la televisión local por cable y pude ver varios canales de venta de todo tipo de productos, lo cual fue lo que más me chocó, aparte de los canales internacionales. Cenamos algo y caí rendido vencido por el sueño.
Como estaba previsto nos despertaron del lobby a la hora solicitada y a las cinco en punto llegó el guía en el taxi. Una vez fuera del recinto del hotel, sentí ese viento sumamente caluroso de 45 grados centígrados que me golpeó la cara, y me dieron ganas de volver a refugiarme en los 23 grados del hotel. Parecía un secador de pelo gigante colocado en el rostro de uno que tuesta la piel, pero teníamos que soportarlo después de tantas peripecias.
Como a medio kilómetro del monumento que íbamos a visitar, había una especie de carromato para dos personas tirado por un caballo, esperándonos, porque no se permiten vehículos contaminantes en las cercanías del mausoleo. Luego me di cuenta de que el dueño del transporte era uno de los contactos locales del guía. Empezamos a ver monos subidos en las paredes, turistas europeas rubias ataviadas con saris, entremezcladas con los vendedores de souvenirs locales y peatones, y unas cuantas barreras de la policía. Hay que reconocer que pesar de todos los pesares, la India es un país que suscita la admiración de muchos extranjeros por su cultura y sus riquezas.