viernes, diciembre 24, 2010

[Alerta Virtual] El Premio Nobel: Una silla vacía para China


Palomas del Parque Colón de Santo Domingo (FOTO: Faustino Pérez)

Por Manases Sepúlveda

La opinión mundial favorable a la concesión merecida del Premio Nobel de la Paz a Liu Xiaobo demuestra que el cerco a la familia del premiado, la amplia censura orweliana y el cabildeo para evitarlo por parte del China no han sido efectivas en la actual Era de la Información.
Las autoridades chinas con el Partido Comunista a la cabeza, al parecer no han entendido el signo de los tiempos algo usual en los regímenes totalitarios. Sin embargo la situación de ese país es sui generis: predica la modernidad, enarbola los superavits económicos, el amplio crecimiento y la relativa apertura económica a los mercados mundiales, sin embargo sus métodos para la restricción de la libertad de sus ciudadanos y la intolerancia exhibida todavía datan de épocas oscuras de la historia.
La silla de Liu estaba vacía en la ceremonia en Oslo. Desde 1935 luego de la prohibición de la Alemania nazi a que el pacifista Carl Von Ossietzky se presentara a recoger el prestigioso premio en reconocimiento a la paz mundial, no ocurría este inadecuado suceso negativo que sólo China ha podido rememorar.
No obstante, no era la silla de la ceremonia del Premio Nobel de la Paz en Oslo que estaba vacía, sino la silla de la tolerancia en China, un país donde disentir en lo más mínimo del gobierno puede llevar a la cárcel a cualquier ciudadano o que lo encierren en un establecimiento siquiátrico.
Es previsible que las reformas sociales en China van a ser llevadas a cabo por su propio pueblo que al final resistirá el cerco orweliano de sus autoridades y desde el exterior por presiones de grupos de la sociedad civil internacional organizada.
Ya he escrito que la efectividad de la presión de los cambios en China no provendrá de los organismos multilaterales ni de las demás potencias que tienen un "acuerdo de no agresión moral" lo que significa no tocar el asunto de los derechos humanos, a cambio del mercado chino o de cualquier medida económica contra un país que tome el "gigante asiático".
Entre las protestas de la actitud intolerante de las autoridades chinas, pude observar a las potencias y a un mundo "civilizado" en silencio. Las protestas provienen del mismo pueblo chino que exige más libertad, (muchos de los cuales han escrito a este blog desde el exterior) y de instituciones pretigosas como el Premio Nobel, así como una sociedad civil compuesta por grupos y organizaciones que no han tranzado sus ideales a cambio de bonos en el mercado o intercambios comerciales.
La silla para la libertad y la tolerancia espera. El Nobel es al paciente y sufrido pueblo chino que aun tiene sus gulags en pleno siglo XXI:

miércoles, diciembre 08, 2010

Wikileaks ¿Hazaña o terrorismo de la información?


Roca del Jardín Botánico de Santo Domingo (foto: Faustino Pérez)


Por Manasés Sepúlveda

Sin duda alguna a Julian Assange fundador y director de Wikileaks lo han convertido en una celebridad mundial: su "hazaña" consistió en colocar a los gobiernos más poderesos de la tierra en jaque llevándolos a su terreno y revelándoles sus "secretos" del ya conocido accionar del espionaje de las embajadas por encargo del Departamento de Estado y de otras agencias de seguridad en el caso de los Estados Unidos.
Incluso lo han acusado dudosamente en Suecia (como parte de un juego para su descrédito) poniendo en movimiento a organismos como la Interpol para "buscarlo" cuando la opinión pública mundial considera esta acusación como parte de un teatro mal montado para sacarlo de circulación.

Lo que "revela" Wikileaks no es nada nuevo y hasta podemos asegurar que su material de información es de origen dudoso y poco confiable: son chismes y consideraciones de diplomáticos dirigidos a sus superiores que en la mayoría de los casos no son investigadas o visiones prejuiciadas que no fueron tomadas en consideración.

Algunos han considerado el material como "histórico", opinión aventurada que leímos en columnistas en diarios tan importantes como El País. Las informaciones divulgadas por Wikileaks sólo sirven para aumentar el morbo y la especulación además de ser coyunturales y de escaso valor científico para la historia.

Un historiador que tome estos documentos como base para su investigación corre el riesgo de ser desinformado y cuestionado en el futuro. La historia no puede estar basada en mentideros o especulaciones que en el fondo poco dicen de las acciones reales, por eso hay que esperar a menos que se quiera escribir un best seller.


Desafortunadamente sólo nos sirven para revelar lo frágil e ineficaces que resultan las agencias estadounidenses y la manipulación poco inteligente de los Estados Unidos con sus "aliados" los cuales no lo son realmente y la desconfianza que le tiene la potencia a estos últimos.

Por otra parte, una especie de "terrorismo informativo" o dar a conocer documentos secretos conseguidos por Wikileaks sin importar los métodos y la forma, tomando la bandera de la "libertad de la información" cuyas fronteras no tienen límite.

La algarabía por la "hazaña" va a durar poco Wikileaks que en lo adelante para asegurar su influencia tiene que revelar datos "secretos" constantemente, porque ya la opinión pública está acostumbrada y deberá refinar sus métodos de obtención de los documentos ya que las agencias secretas estadounidenses de seguro ya conocen sus métodos.

Los "secretos" que Wikileaks ha estado divulgando por la red constituyen una amalgama de datos ahistóricos muy frecuentes en la era actual de la información: datos coyunturales, poco precisos derivados de visiones personalistas de diplomáticos.
Sirven como material de información consumista para estar relativamente informado de cómo es la recolección de datos (muy rudimentaria por cierto) que las embajadas norteamericanas hacen en diversos países, y de ninguna manera deben ser tomados en consideración para determinar el rumbo histórico actual o futuro de la política exterior estadounidense.

Los datos divulgados también son estrambóticos y hasta poco confiables y de seguro el Departamento de Estado pasa por un tamiz los "secretos" enviados por sus diplomáticos que en muchos casos adquieren características jocosas como por ejemplo calificar a Zapatero como un "político astuto, como un felino en la jungla" el calificativo de "inmadura" a la ministro de defensa española, o del ministro de fomento español del que dicen los "secretos" que "no es fiable porque no mira a los ojos".
Uno de los mayores riesgos de la actual era de la información, es la capacidad de divulgación global de filtraciones como las de Wikileaks que ha inaugurado. Era de "filtraciones sistemáticas" que de seguro seguirán en el futuro otras organizaciones audaces cuyas "hazañas" serán la de divulgar documentos secretos de Estado o empresas.

El costo de las "hazañas" puede ser alto, como por ejemplo el mismo Julián Assange, mentor de Wikileaks que sufre un cerco cibernético, financiero y judicial sin precedentes. hasta una "acusación" de violación para estigmatizarlo y desacreditarlo. Una dura lección que las potencias unidas darán a cualquier filtrador cibernético que revele sus "secretos".

La otra cara de la moneda es que a Assange lo han convertido en un héroe mundial de la cibernética, se ha puesto de moda y probablemente alcance reconocimientos de atrevidos, iconoclastas y hasta de grupos terroristas que con sus atentados con bombs no han logrado el efecto mundial de la "hazaña" de Assange.

El cerco tendido a Assange es poco efectivo ya que su organización ha amenazado con filtrar otros "secretos" más comprometedores o de mayor impacto.

Quizás las agencias estadounidenses y de otras potencias sean más cuidadosas en lo adelante, o en ocasiones debe volverse al método primitivo de escribir los mensajes encriptados y no tenerlos en base de datos porque siempre está la amenaza latente de la filtración.


Por otra parte los cibernautas están degustando informaciones consumistas, un festín de datos coyunturales alimentados por el morbo de vencer la seguridad cibernética de los secretos de las grandes potencias.

lunes, diciembre 06, 2010

FREDDY BERAS GOICO: UN FENÓMENO MEDIÁTICO


Retrato oficial de Freddy Beras Goico intepretado digitalmente por Faustino Pérez

Por FAUSTINO PÉREZ


En una ya famosa entrevista que le hicieron al comunicólogo de origen canadiense, Marshall McLuhan, publicada en marzo del año 1969, nada más y nada menos que en la legendaria revista frívola Playboy; el teórico de los mass media al referirse a la televisión con relación a los políticos estadounidenses afirmó: “El candidato político que entienda la TV – independientemente del partido que sea, o de sus objetivos o creencias – puede lograr un poder desconocido en la historia. El cómo él utilice ese poder, por supuesto, es otra cuestión”.

El profesor de literatura, experto en teoría de los medios, oriundo del Canadá, falleció en el 1980, y por lo tanto no llegó a investigar los nuevos avances, como el celular, o el iPod, ni mucho menos las redes sociales como Facebook o Twitter, o el mismísimo Internet; sin embargo, sus aciertos sobre la televisión fueron proféticos.

McLuhan se refería a los políticos, reitero, pero eso se puede hacer extensivo para cualquier persona; y él sostenía, además, que la TV era una prolongación del sistema nervioso, en lugar de ser una extensión de los ojos, porque el espectador tenía que llenar con sus cerebro los vacíos que dejaban los miles de puntos de la pantalla compuesta por líneas y puntos. Dichos puntos del monitor son conocidos como pixels, el acrónimo de “picture element”.

Este hecho hace que la teleaudiencia participe más al contemplar las imágenes televisivas, y por ese motivo, McLuhan consideraba a la TV como un medio “cool”, es decir, que daba poca definición y suscitaba una alta participación; en contraposición al medio “hot”, que tenía mucha definición y provocaba una baja participación del usuario del medio.

Uno de los subefectos más importantes e interesantes que produce la televisión, es que el espectador, a fuerza de ver a los personajes de la tele y de su participación e involucramiento al contemplar el monitor, llega a creerse, sin apenas darse cuenta, de que los que salen en la pequeña pantalla, son sus amigos de toda la vida. Esto se refuerza más cuando el personaje televisivo acostumbre a contar anécdotas de su vida privada. Naturalmente, que el personaje televisivo nunca en su vida ha visto al televidente.

Esto produce un desequilibrio, ya que por una parte el personaje es visto por el espectador como un amigo personal, y por su lado, dicho personaje televisivo no tiene la más mínima idea de quién es el televidente.

Freddy Beras Goico empezó a conducir programas en la década de los años 60, por mero accidente, porque él era camarógrafo en el recién inaugurado canal Rahintel. El día que el presentador del programa “Sufra las Consecuencias” tuvo que atender otros compromisos y fue sustituido casualmente por Freddy Beras Goico, allí mismo se marcó su futuro en el medio televisivo.

Después colaboró con Rafael Solano en el famoso programa “La Hora del Moro”, y más tarde se asoció con tres talentosos humoristas: Milton Peláez, Cuquín Victoria y Felipe Polanco (Boruga).
Poco tiempo después conoce a Yaqui Núñez del Risco, quien se convertiría en un firme aliado. En el 1973 se inicia en el programa de variedades el Gordo de la Semana hasta el 2003.

En el 1987 sacó al aire el programa Punto Final y en el 2000 emprende otro proyecto televisivo llamado “Con Freddy y Milagros”, acompañado de Milagros Germán, hasta terminar su carrera con el programa “Con Freddy y Punto”.
Freddy Beras Goico se destacó también como actor y haciendo caracterizaciones, llegando a darle vida a más de 120 personajes, tales como Morrobel o el Profesor de la Escuelota.
Incursionó, además, como cantante, compositor, y escritor, entre otras facetas. Se le reconoce, igualmente, como gran filántropo, y recibió numerosos premios y reconocimientos.

Miles de niños y adultos en el país, recibieron tratamiento y operaciones gratuitas gracias a sus intervenciones y mediaciones, por medio de su fundación, y toda esa gente le agradece infinitamente a Freddy Beras Goico por su oportuna mediación.

No es de extrañar pues que después de varias décadas apareciendo en la pequeña pantalla y con toda esa labor de apoyo comunitario a su favor, fuese tan conocido y tan querido, logrando que el público se identificase plenamente con él
. Incluso, se le propuso en varias ocasiones, mientras estaba con vida, la candidatura para vicepresidente de la República, pero él siempre rechazó la oferta.

Las propuestas han continuado después de haber fallecido, entre ellas que le cambien el nombre a la Avenida Kennedy, una importante avenida de la capital; o que le levanten un monumento, o que designen el Palacio de Bellas Artes con su nombre, que lleven sus restos al Panteón Nacional, o bien, que nombren en su honor el estudio principal del canal 9 COLORVISIÓN, donde él laboró durante tantos años, la cual fue acogida de inmediato.

Hasta el mismísimo presidente de la República y su esposa, la Primera Dama, rompiendo las normas protocolarias, hicieron guardia de honor delante del féretro del comunicador que estaba expuesto precisamente en el Palacio de Bellas Artes; echando a un lado la apasionadas críticas que él le hacía al poder político.
Según cuentan los entendidos, su entierro fue aún más mutitudinario que el del fallecido líder político del Partido Revolucionario Dominicano, José Francisco Peña Gómez.

Su poder mediático fue tal, que hasta se le perdonaba el empleo de palabrotas y vulgarismos cada vez que criticaba a los funcionarios de turno y los problemas sociales. Ya se sabe que el hecho de soltar tacos como se dice en España, o decir malaspalabras como decimos los dominicanos, no expresa una idea, sino, un estado de ánimo o un sentimiento.
Y es que Freddy Beras era un ser muy apasionado que lo mismo reía, o lloraba, con suma facilidad…

miércoles, diciembre 01, 2010

"La discriminación de la cultura africana en la música dominicana"


Comparsa del Carnaval (Foto: Faustino Pérez)

Por Alejandro Paulino



Disertación de Alejandro Paulino Ramos acerca de la música y los bailes dominicanos y su relación con la cultura africana, desde la época colonial hasta la dictadura de Trujillo. Archivo General de la Nación, Jueves 25 de noviembre de 2010:


"Quisiera compartir con todos ustedes estas notas sobre la incidencia y discriminación del africano trasplantado en la cultura musical de los dominicanos, motivado en el interés de explicar, principalmente, 1) la forma en que nuestro pueblo adoptó la música y el baile como sus más importantes diversiones, 2) aportar algunas líneas que nos ayuden a entender el porqué de la desaparición de bailes que antaño fueron muy populares entre nuestras gentes, y 3) la manera en que, aún bajo el asedio oficial y el rechazo social, la cultura africana sigue presente en nuestra música.

SINCRETISMO MUSICAL CARIBEÑO:

Américo Lugo, en el libro Historia de Santo Domingo, en la edición publicada recientemente por el Archivo General de la Nación, inserta unas notas sobre la fusión de razas, señalada como un “diabólico milagro” y las que dice: “Hágase el milagro, y hágalo el diablo, reza un refrán españolísimo. Bajo el despotismo del clima, corriendo peligros de la ociosidad, en solicitud llena de inevitable intimidad de la esclava con el amo, poblase la isla de mulatos, mientras aparecían, producto de relaciones normales legitimas, el tipo del criollo y la maravilla de la criolla que el clima cincela y pule”. Ese criollo recogió en su formación e integró las culturas que se encontraron en el proceso de colonización del Caribe y de la isla de Santo Domingo.
Por esa razón, las raíces de la cultura caribeña y dominicana están fundamentadas en un sincretismo en el que diferentes etnias fueron integrando los elementos que permitieron el surgimiento de un nuevo pueblo en el Continente Americano: el pueblo dominicano. Entre los historiadores y estudiosos del problema indígena y sus aportes a la cultura dominicana, se ha debatido mucho sobre la contribución de los antiguos pobladores de la isla, llegándose unas veces a ignorarlos y otras a sobrestimarlos. De todo modo, se conoce por las investigaciones que se han realizado, de la presencia indígena en la formación de nuestra identidad, el indio tenia muchos instrumentos musicales: flauta de caña, trompas de caracol, la maraca, el güiro, el atambor que era un madero redondo, hueco; pero no tenía instrumentos de persecución que usaran cueros debido a que no había en la isla animales que permitieran la utilización de su piel para esos fines. Fue desde España, junto al colonizador, que nos llegaron los grandes animales conocidos hoy en nuestro país, y desde África los instrumentos que utilizaban cueros, traídos por los colonialistas juntos a los esclavos, aunque no se puede hablar de la homogeneidad de la cultura africana que se hizo presente en el Caribe y Santo Domingo a partir del primer cuarto del siglo XVI.
El aporte del hombre africano ha sido históricamente controlado, marginado, rechazado e ignorado, y sin embargo sigue presente entre los dominicanos en la música y los bailes considerados propios o muy aceptados por nuestro pueblo, como sucede con el carabiné, la bachata, el merengue y el son.
Los instrumentos musicales africanos en la música caribeña y por lo tanto dominicana, son los palos o atabales, la canoita, el pandero y los tambores congos, todos membráfonos que utilizan el parche de cuero. Como lo explica Rafael Castellanos: “En todo cargamento de negros africanos, cualquiera que fueres su procedencia, debió existir uno o mas instrumentos musicales, típicos en la región de donde procedían la mayor parte de los africanos embarcados, para que la contemplación de los instrumentos y sus vibraciones influyeran favorablemente en el animo del cautivo;” entre estos instrumentos se encuentra registrado el boncó o bongó, un “tambor que usan los negros en sus fiestas, que --de acuerdo a Castellanos--, produce una música tan desagradable, por lo sumamente monótona, que no se explica sea entre ellos predilecta.”
Por su parte, Carlos Larrazabal Blanco, en Los negros y la esclavitud en Santo Domingo, subraya la afición del esclavo de origen africano a los bailes: “Los negros son amantes de las fiestas alborozadas y hasta escandalosa y espontáneamente, siempre que podían, se daban a ella. En muchas partes de América y con toda seguridad sucedió en Santo Domingo, muchas veces los amos y los capataces o mayordomos los hacían bailar a fuerza de latigazos sobre todo cuando el baile era un tanto lujurioso como era el llamado “calinda”
En cuanto a la contribución musical de los españoles al sincretismo dominicano; españoles que muy pronto impusieron su cultura dominante a partir del exterminio indígena y esclavitud del africano, ellos se dejarán sentir a través de su música y bailes, en especial en el romance, con la llegada de la guitarra y la pandereta de Andalucía. Esa hibridación cultural que se irá dando en la Isla de Santo Domingo, facilitó la formación del criollo dominicano con sus costumbres y manifestaciones culturales, de donde fueron surgiendo modalidades musicales, bailes, cantos e instrumentos que aunque recuerdan sus descendencias, se van a constituir en la contraparte cultural musical de un pueblo que se formaba a partir de los intereses coloniales. La consecuencia de la hibridación provocada en el proceso de implantación del colonialismo, dio por resultado el nacimiento de lo nuevo y propio, pero sin abandonar ni olvidar la diversidad y lo ajeno que le dio origen.
Un ejemplo que nos puede ayudar a comprender el entronque de la hibridación caribeña en los territorios controlados por España y por consiguiente en dominicana, lo encontramos en 1896, en la revista Letras y Ciencias, dirigida por los hermanos Henríquez y Carvajal, en la que apareció de manera subrayada un artículo de F. García Cisneros, cuyo titulo era La Danza, y en el que se relata como este baile llegó desde África hasta el Caribe. En ese escrito se dice de la danza lo siguiente: “Nació al grito ardoroso de una princesa de la Senegambia. Es africana, pero crecida en el trópico. Trigueña, lúbrica y carnosa. Huele a bambú y a clavel rojo. Las primeras notas que lanza el incitante corno semejan una partida de locos escapados de su manicomio. Cuando los cafés cierran sus puertas y los noctámbulos suben, hasta los ojos, los cuellos de los paletós, emerge la danza, furtiva, animando con sus gritos el infernal baile de barraca, o seduce con sus ritmos el salón marmóreo cercado de luces inmensas”. Al parecer la danza ya estaba presente en nuestro pueblo a finales del siglo xix.
En cuanto al género musical conocido como Son, este comenzó a popularizarse en el Oriente de Cuba durante el siglo XIX y fue llamado por un periódico de esa isla música de negros pobres y gentualla blanca. A comienzos de siglo, el son ya tenia una introducción instrumental, el ritmo que se tocaba con seis instrumentos: un bajo sincopado que tocaba cuatro notas, las claves que repitan el esquema 2x3 golpes, el tres que punteaba el tema, y la guitarra, los bongoes y las maracas que acompañaban rítmicamente. Como hemos anotado, la integración caribeña sobrepasaba los límites lingüísticos de la zona hispana, tal vez motivado por las raíces comunes africanas e indígenas a que hemos hecho referencia: “Si hay un género de la música cubana que muestra la integración de factores hispánicos y africanos es, indudablemente, el son, (…). La zona de origen del son se ubica en el medio rural (…). Allí confluyeron, a lo largo del siglo XIX, circunstancias socioeconómicas, y fenómenos culturales, con su amalgama afrohisponocubana, más ingredientes de los sectores provenientes de Haití, que propiciaron el encuentro recreador.(...).Aquellos primigenios grupos de son –y hay que subrayar que el término alude no sólo a la música, sino al baile, a la fiesta y al ambiente, estaban constituidos por un tres rudimentario, un güiro y un bongó, a los que se incorporó más tarde una botijuela o marimbula”. Todavía se discute si el son es cubano o dominicano, pero todos están de acuerdo de que en Santo Domingo se popularizó después de las presentaciones de Los Matamoros, en 1930.

LOS DOMINICANOS Y EL BAILE:

El interés de los dominicanos por los bailes, llamó la atención a nacionales y extranjeros como queda establecido en los libros del padre Labat en su obra Viajes a las islas de las América, de 1722 y William Walton en Present state of the spanish colonies; a particular report of Hispaniola, or the Spanish part of Santo Domingo, de 1810. Ambos destacan la afición del criollo dominicano por los bailes, el bolero, el fandango, el chandé, la calenda, y se refieren a los que ellos llaman despectivamente gestos lascivos, vulgares y opuestos al pudor, además de indecentes. Así lo plantea Walton cuando dice que el “pueblo negro español de clase baja acompaña sus vulgares danzas con alaridos y con música producidas por palos y maderas altisonantes, o por un higüero con surcos, el cual rasgan con agilidad utilizando un hueso fino. El baujo, especie de maracas hechas llenando un higüero de piedrecitas y los dientes fijos a la quijada de un caballo, rasgada con movimiento raudo y acompañada de tambor. Los pasos son extraños y obscenos.”
Y dice además, que el “fandango es otro de los bailes nacionales (…). Es mucho más movido que el bolero y también se acompaña de voz y de guitarra. (…). Presenciar las danzas de la gente de color, en particular las de Haití y las de los nativos de la Hispaniola, --dice Walton--, equivale a transportarse a un círculo de lascivos bacantes (…)” De paso hizo una referencia al sincretismo dominicano al expresar que “todo el acompañamiento y el estilo parecen derivarse de una mezcla del congo africano y del din indígena (…).”
Más de cien años después, en las primeras décadas del siglo veinte, Francisco Moscoso Puello en Cartas a Evelina, trata de trazar el perfil del hombre dominicano a partir de características que para él están relacionadas con el alcohol, el baile, los juegos y la lucha armada, diciendo que el alcohol no le gustaba mucho a los dominicanos de entonces, pero sí el baile: “El baile es el acto social por excelencia en el campo y la ciudad. La política, las revoluciones, la armas, los billetes de lotería, el baile, un caballo y un buen gallo, son los amores del dominicano cien por cien.” Con esta observación, coincide Emilio Rodríguez Demorizi ya en época más temprana, cuando nos habla de que la diversión favorita del campesino dominicano “es el baile, que se efectúa en espaciosa enramadas fabricadas a propósito. La rustica orquesta, que se compone de guira, balsié y acordeón, entona merengues y jaleos que son las delicias de la concurrencia. Estos bailes suelen durar dos o tres días en épocas de pascuas o en fiestas nacionales. Es curioso ver como la gente, desaseada y sudorosa se aglomera, y los hombres se arrebatan las parejas para bailar furiosamente. Las continuas libaciones exaltan los ánimos, originando desagradables pendencias que a veces terminan de un modo trágico”.
El interés de los dominicanos por el baile aparece en escritos de la época colonial, del siglo xix y en años recientes, siendo el ensayo de José del Castillo Pichardo “La pasión por el baile en la sociedad dominicana”, uno de los más interesante y completo, para el que quiera conocer sobre este tema. Este ensayo motivó la presente conferencia por lo que soy deudor de aportes contenidos en ella.

AFRICA EN LA MÚSICA DOMINICANA:

De la revista HIL de 1941 es el siguiente párrafo: la música vinculada a lo africano (apr).. “no es música de salón ni de círculos donde debe imperar la estética, la cultura y los modales urbanos; sino música típica de negros congoleses que jamás vieron brillar ni el sol de la belleza ni el de la civilización”.
Se puede decir, sin temor a equivocación y porque así está registrado en documentos y una amplia bibliografía, que por lo menos desde el siglo XVIII la guitarra española, en las diferentes variantes construidas y utilizadas en nuestro país, como los fueron el dos, el cuatro y el tiple, así como los instrumentos indígenas, entre los que se cuentan el guiro y la maracas, además de los instrumentos de cueros relacionados con la música de palos, el balsié y el bongó, integran la amalgama de la música dominicana. Sin embargo, cuando se trata de recoger bailes y músicas que eran principalmente tocados con instrumentos de cueros y que por lo tanto tienen sus más lejanas referencias en la cultura africana, encontramos que ya muchos de ellos son ignorados, relegados en un olvido provocado por disposiciones oficiales y por la discriminación social, que se han encargados de evitar su total permanencia en el tiempo y en el gusto de los dominicanos.
Los intelectuales y profesionales, así como los grupos pudientes de nuestra sociedad aristocrática preferían históricamente la música española o europea, el vals, porka, el danzón, la tuna y media tuna, pero resistieron todo lo que tuviera relación o recordara la música y los bailes africanos.
Para que se compruebe lo que quiero decir, permítanme leer algunos párrafos de un ensayo titulado “La evolución del baile entre los dominicanos y su influencia en nuestras costumbres sociales”, aparecido en la revista Cosmopolita en 1941 y posiblemente escrito por su director Bienvenido Gimbernard:
“En nuestra opinión, la aceptación de toda música por el solo hecho de ser folklórica, ha dado lugar, sobre todo en estos pueblos del Caribe, a que la vulgaridad haya desplazado a todo lo correcto en el baile. (…). Ese barcié que ahora lleva la voz cantante en todos nuestros salones de sociedad y casas de familia, en no muy lejanos años, no solía hacerse escuchar en nuestra ciudad, sino arrastrado su resonar por la brisa terrestre, cuando esta lo lanzaba como un eco contra las paredes de los templos de la Ciudad Romántica. Ese merengue que ahora es baile en todos los salones capitaleños con su fiebre dinámica, con su ansiedad macho y su abandono de hembra en vértigo rítmico con su apretón en el son-son monótono y martillante de las tamboras; ese merengue no podia pasar ni ser oído más cerca de la Ceiba de Colón, en cuya vecindad se encontraban los más inmundos prostíbulos de la ciudad de Santo Domingo, lugares en donde la soldadesca de hace veinte años, se entregaba a la diversión, a la fiesta, al trabajo, al bayonetazo o a los tiros. Ese merengue no podía pasar de allí, hacia adentro. En nuestros salones, a lo sumo, un carabiné final, baile de figuras, de cortesanía negra, pero alegre, ceremonioso, conquistador y galante. (…). En las lóbregas noches del camino de Galindo, de ese Galindo que hoy la modernísima Avenida Mella denomina Villa Francisca, el barcié resonaba como un insecto monstruoso que aleteaba ciego entre las sombras. (…). La ciudad, ni en sus círculos obreros, ni en los medios, ni menos en los aristocráticos salones, aceptaron jamás la incursión de su retumbe. (…). --Con el tiempo—la tolerancia ganó terreno. (…). Así se hicieron miembros de una misma nacionalidad de vulgares sonidos y expresiones, el violín el bongó y la tambora, el saxófono, la viola, la flauta y el guiro, las maracas, el contrabajo, el platillo, el triangulo y la guitarra: el banyo los palitos y toda la gama de los saxofones, la trompeta, el trombón, el atabal y las dos cucharas. (…) Y la negroide música del barcié y el tambor se impuso.”
Esa forma de opinar de nuestros intelectuales fue constante contra todo lo que tuviera sabor a lo africano. Por ejemplo, al finalizar los años treinta se puso de moda en Santo Domingo el baile de la Conga, lo que escandalizó a sectores de la prensa dominicana que entendían que esta era un baile obsceno y que ofendía la moralidad en los Centros recreativos y en los hogares honestos. Joaquín Pellicer escribió sobre la Conga en 1944: “Dista poco tiempo de estos días, quizás un lustro, la alarmante introducción que está ganando la “conga” en los actos bailables de nuestros centros de recreo y hogares de familias; y esa fatal introducción, que viene borrando el rubor que se posa en la faz de la mujer honesta cuando manos extrañas le ciñen partes del cuerpo reservadas al consorte, nociva es, también, y en mayor grado, a las niñas, que muchas de ellas, impúberes, han perdido ya la esquives peculiar de su edad familiarizando, en contacto inmodesto, tal vez lleno de ingenuidad, sus carnes virginales con las picaras manos del compañero de baile”.(…). Vaya, pues, nuestra objeción a la antedicha “conga”, como periodistas, porque estamos obligados a la fidelidad de nuestro deber: denunciar cuanto constituya peligro o amenaza para la buena sociedad: como dominicanos: en defensa de lo nuestro, como el pudor de nuestras mujeres y el folklore de nuestro pueblo, no sea que un día veamos en la gallera, o en la “enramá” el “Vale Toño” o la “Comai Juana”, dominicanos ciento por ciento, bailando la convulsiva “conga” africana en vez del acompasado merengue dominicano.”
Pero donde la africana está más presente en nuestro país es en la música de atabales o de palo bailada por esclavos y libertos, y por lo tanto, siendo ella la que más recuerda la cultura africana, también la más perseguida y rechazada por sectores oficiales y grupos de la sociedad que siempre se entendieron como españoles; música arrinconada, limitada y marginada desde los primeros tiempos de la colonia, lo que impidió su generalización en toda la sociedad dominicana y la constriñó, a través de códigos, leyes, ordenes y disposiciones a permanecer en zonas casi siempre rural o periféricas a los núcleos urbanos. Las prohibiciones a través de la historia fueron constantes pero como huella indeleble de la identidad compartida y heredada, la legislación y resoluciones no lograron desarticularla ni desvincularla totalmente del pueblo dominicano.
Aunque en el Código Negro de 1784 y numerosas disposiciones se encuentran las prohibiciones para que en el país no se bailara la música vinculada a lo africano, en “Cartas a Avelina” Francisco Moscoso Puello certifica lo extendido del baile de palos entre los dominicanos y su marginación al ámbito rural o periférico de los centros urbanos en las primeras décadas del siglo XX: “Luego, en la noche, tampoco puedo a veces dormir (…). Los palos entran a esa hora en actividad. (…). Y mi ensanche se puebla de música rara y extraña y de cantos monótonos y tristes. Por todas partes palos. Y hasta de la montaña me parece que vienen los cantos melancólicos de la Maboba o de la Maña. Y con los ojos duros, como piedras, me imagino allá, en la sección de Santa María, donde es fama que los atabales que trajo consigo el otro abuelito africano, se tocan como en ninguna parte, a la luz de la jumeadoras o de algunos jachos de cuaba, se apura en demasía el lavagallos y se baila hasta el más inverosímil descoyuntamiento.”
La fiesta de palo servía y todavía sirve de alfombra a variadas prácticas cotidianas, incluyendo cultos religiosos y rituales mortuorios de los dominicanos; pero la persecución ha sido implacable. Por ejemplo, de acuerdo con el “Código Negro Carolingio”, preparado a finales del siglo XVIII, se dice que la danza y la música hacen en los negros esclavos la sensación más viva y espiritual. “Anegados con su armonía no sienten la fatiga y la flaqueza de sus fuerzas, consiguientes a los trabajos recios del cultivo. Emplean noches y días en ese embeleso de la música y baile, sin dormir”. A los esclavos se les prohibía los bailes que ellos practicaban en los velorios de niños y en los velorios de los adultos. Esos bailes en velorios eran llamados “angelitos” y “bancos”. Además se obligaba a los esclavos a que practicaran sus bailes en las plazas y lugares públicos sólo en los días festivos.
Para conocer las vicisitudes de la cultura africana en la música y los bailes de la época colonial, estamos obligados a recurrir al Código Negro Carolino, para el gobierno moral, político y económico del los negros e la Isla Española, de 1784. Repasándolo podemos encontrar la ley 2da. en la que se prohibía a los africanos, bajo las más severas penas, cantar a los difuntos en sus idiomas y proponía “formar un breve tratado moral, dirigido a desterrar en los negros sus erróneas pero bien arraigadas nociones e ideas de las divinidades de su patria”.
En la ley 3ra. quedaban prohibidas todas las demás concurrencias y bailes de negros esclavos y libres para que no fueran hechas en las plazas, calles o lugares públicos, con la pena de veinte y cinco latigazos a cada uno en la picota.
La ley 2 del Código Negro, controlaba la vida licenciosa e impedía los bailes y diversiones nocturnas y el amancebamiento; pero oportunistamente, en el capitulo 32 dedicado a las danzas y los bailes en las haciendas, se planteaba entre otras cosas, que en las haciendas los placeres inocentes debían entrar a formar parte del sistema gubernativo de una nacion en que la danza y la música hace sensación más viva y espiritual, y que por lo tanto los esclavos enajenados con sus armonías no sienten la fatiga, ni la flaqueza de sus fuerzas.
Terminada la época colonial, la situación cambió y la esclavitud dio pasos al hombre negro libre, pero las sanciones más severas se siguieron aplicando a los bailes que fueran tocados con tambores de cualquier tipo, aunque fueran bailes puramente recreativos. En ellos el tambor representaba la influencia africana. Las órdenes y disposiciones en su contra llegaron a un nivel de vehemencia exagerada durante el siglo XIX.
En 1816, explica Emilio Rodríguez Demorizi, en un “Bando de buen gobierno dictado por los alcaldes de Higuey” se prohibía por punto de ley, “que ninguna persona libre de cualesquiera clase y calidad que sea que quisiere armar bailes en su casa, u otra que le acomode, admita por ningún pretexto negros ni negras esclavos;” mientras que en Santo Domingo el Bando de la Policía y buen gobierno de 1862, prohibió bailar el danois, el tango y el bambulá sin una licencia obtenida de las autoridades y prohibió incondicionalmente el baile “Jodú.” Los llamados “bailes de cueros” fueron prohibidos en Santiago por medio de una orden de 1874 y en la ciudad de Santo Domingo por una resolución del 30 de octubre de 1878 se prohibieron los celebrados en los sectores de San Miguel y Santa Barbara, por “obscenos e infernales”, y porque ofendían la moral pública y relajaban los vínculos sociales. En Santiago de los Caballeros los bailes sociales en los campos, fueron restringidos en 1881; pero eran especialmente impedidos si eran bailes en los que se utilizaran los tambores.
Por igual, entrado en siglo XX, se siguió persiguiendo y hasta discriminando esta música, por considerarla desmoralizante, molestosa, y nociva. Por ejemplo, en 1924 el Ayuntamiento de Santo Domingo dispuso su prohibición en la zona urbana con el objetivo de preservar “todo cuanto convenga a la mayor prosperidad y cultura de la municipalidad, y de evitar la propagación de costumbres nocivas” y debido a que “el uso del instrumento denominado “Balsié” tiene efectos desmoralizantes, turba el reposo y molesta a los vecinos”, quedando en aquellos tiempos absolutamente prohibidos en la zona urbana.

Comenzando la dictadura de Trujillo, en diciembre de 1930, la Cámara de Diputados discutió un proyecto de ley para obstaculizar los bailes llamados Voudou, y Sance, considerados como perniciosos, indeseables, e inmorales. Se argumentó que hay lugares donde se “fiestea, se baila de una manera inmoral”, y no conforme con el proyecto prohibitivo, un diputado protestó por entender que se era benigno con las propuestas de las sanciones, aclarando que no era justo que “a gente de clase inferior se le quitara la única diversión que tenían y se dejaran otros bailes más dañosos para la clase dominicana”. Decía aquel diputado: “Le vamos a privar a los haitianos que bailen sus bailes y vamos a dejar a los dominicanos que bailen charleston y shimmy que son de origen africano, sin ninguna sanción. Yo vi anoche en una casa de familia bailando esos bailes y puedo decirles que son bailes inmorales y sin embargo a eso no les vamos poner sanción ninguna”. El charleston y el shimmy, bailes relacionados con la cultura afroamericana, fueron introducidos al país por los soldados norteamericanos durante la ocupación militar de 1916.
La protesta de los diputados inconformes provocó que otro diputado propusiera impedir los bailes denominados “Luá” y “Guanguá.” Como se ve, la música de origen africano pero dominicana no ha tenido las posibilidades de subsistir ni expandirse libremente con la “pureza” con que nos las legaron nuestros antepasados, obligándola a integrarse o acriollarse, aunque existen estudios antropológicos que demuestran su existencia en núcleos urbanos y suburbanos de nuestro país.
Es cierto que lo africano en la cultura musical de los dominicanos ha sido discriminado, pero también es cierto que no han podido impedir que en los cultos religiosos populares, en los bailes de la música llamada bachata y en nuestro cadencioso merengue África esté permanentemente presente: al lado de la cruz que marca el camino de de la fe cristiana de los dominicanos retumban el palo mayor y la canoita, en las bachatas los timbales, que también llamamos bongó, marcan el sabor de este genero, y el merengue, nuestro baile nacional no puede existir sin el acompasado retocar de la tambora. Rechazada todavía por una parte de la intelectualidad, discriminada y arrinconada en la marginalidad, expandida en los campos del país, ahora que el sabroso Son se ha tomado la zona colonial, África sigue presente en la cultura de los dominicanos. Muchas gracias. (www.historiadominicana.com.do).

viernes, noviembre 26, 2010

Por qué muchos dominicanos no deben leer El Quijote


YI-YOH en llamas (foto original de Diego Féliz, intervenida digitalmente por Faustino Pérez)


Por Franklin Gutiérrez


Existen múltiples razones para que una persona de cualquier punto del planeta lea El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha: es la obra pionera del género literario más fascinante; nos hace reír hasta el destripamiento, más, talvez, que cualquier espectáculo circense; es la mejor radiografía de la desmoronada sociedad española del siglo XVII y nos ofrece la opción de elegir entre la ficción quijotesca y la realidad sanchopanzana.

Jorge Luis Borges leyó el Quijote convencido de que la fusión del idealismo del Caballero de la triste figura con el realismo de Sancho, es una celebración plena de la amistad. Miguel de Unamuno lo elevó a la categoría de “Biblia nacional de la religión patriótica de España”. Thomas Mann distinguió al Quijote por su inconmensurable narcisismo, y para el connotado crítico norteamericano Harold Bloom la lectura del Quijote produce un placer inagotable. Pero los dominicanos no hemos leído el Quijote desde la misma óptica que otros ciudadanos del mundo.

Si hemos contribuido a que la presunción sea bulto o allante; el peso, tolete o tululú; la mujeres grillos o aviones; las incoherencias, babosadas y el disgusto, quille, es porque no somos pariguayos ni unos chivitos jartuejobos, sino creativos y originales hasta la tambora. Si somos el único país donde abundan las cutáfaras, donde el pobre es un deguañingao; la sorpresa un asoramiento y el golpeado, un abimbao, se lo debemos a nuestra habilidad para revertir las cosas y trastocar la realidad.

Con esas facilidades para el camuflaje, a nadie debe extrañarle que de tanto retorcer el lenguaje y transgredir los códigos de comunicación hayamos alterado sustancialmente nuestro modo de pensar y, de paso, cambiado la conducta social y las ambiciones materiales de nuestros paisanos. Por esa misma razón, tampoco debe sorprendernos que un gran sector de la población dominicana haya leído Quijote al revés, despojando al ingenioso hidalgo de su nobleza, honestidad e idealismo y acomodando sus hazañas y aventuras a sus intereses personales.

Esa valoración no literaria del Quijote arrojaría como resultado un personaje cuya conducta concuerda con el accionar cotidiano de ese sector específico de la población quisqueyana, que sitúa su avaricia en primer plano. Estamos, consecuentemente, ante un Quijote a la dominicana, menos reflexivo y más permisivo.

Desde esa perspectiva el Quijote es iluso, se lanza a empresas inalcanzables (vencer a los molinos de viento, a los yangüeses, liberar a los galeotes, etc) con la esperanza de que siempre triunfará. Ilusos tenemos en dominicana cuyos proyectos generalmente sobrepasan sus posibilidades reales de cristalización pero que aspiran, a través de ellos, hacerse de cosas materiales cuyos costos siempre superan sus posibilidades económicas reales.

El Quijote, oculto en su extravagante armadura, finge locura en él y en quienes lo rodean para así ganar el derecho de protagonizar las deslumbrantes hazañas que por años ha concebido su imaginación. A muchos dominicanos les deleita sobremanera hacerse los chivos locos y los desentendidos frente a situaciones que les favorecen grandemente a ellos, pero que perjudican despiadadamente a otros. Apoyado en esa licencia se resisten a hacer filas cuando las circunstancias lo demanda, infringen las leyes de tránsito a cambio de unos pesitos al agente del orden público, colocan policías acostados en la calle donde viven sin autorización oficial, rompen las aceras y el pavimento para soterrar tubería y así evadir el pago del servicio de agua.

El Quijote es ostentoso hasta la saciedad, busca fama a como dé lugar y se empeña en mostrarle a Sancho su capacidad y poder para alcanzar lo imposible. Esa cualidad quijotesca es una de las que mejor han asimilado muchos dominicanos. Su exhibicionismo y presunción es rebosante. Poseen vehículos costosísimos y celulares extravagantes. Se regalan vacaciones alrededor del mundo y consumen whisky, brandis y cognac a veces inasequibles en el mercado local. Se citan con amigos o pretendidas en los restaurantes más exóticos y costosos, mientras sobre las mesas de sus dormitorios descansan, entregados al olvido, los recibos de pago de la vivienda donde residen y los de las mensualidades del colegio donde estudian sus hijos.

Don quijote es personalista, quiere todos los méritos para él solo, olvidando que sin Sancho los mismos serían inalcanzables. Tiene un vistoso y brioso caballo, con nombre propio: Rocinante. Sancho, por su parte, escasamente posee un torpe y debilucho burro sólo identificado como “Rucio”, por el color de su pelaje. Sancho tampoco tiene, como su amo, una despampanante y exquisita dama: Dulcinea, que fortalece su espíritu. Ese mismo comportamiento egoísta e interesado exhiben muchos paisanos. Quieren, como reza el refrán popular, todo para el tío y nada para el sobrino; no mueven un alfiler si ello no trae consigo una recompensa material.

El ingenioso hidalgo es sobradamente violento, siempre está presto para clavar su daga a quien o a lo que se atraviese en su camino aun sin haber causa mayor para ello. Así reaccionan millares de los nuestros desde hace varias décadas. Basta la más mínima desavenencia entre dos personas para que la atmósfera se llene de pólvora, o los cuchillos y machetes blandan como espadachines de la China imperial.

Don Quijote ve en cada una de sus acciones un acto de justicia porque, según él, la justicia lo dignifica como ser humano. En nosotros la justicia, como valor social que aboga por la equidad y el bien común, es una utopía. La justicia dominicana es dispar y gelatinosa, más voluble que una vara elástica cuyo estiramiento es proporcional a los intereses de quienes la manejan.

Don Quijote posee el don de la multiplicidad. Unas veces se nos presenta como Valdomino; otras como Abindarráez, otras como los Nueve de la fama y otras como los Doce pares de Francia. Una porción considerable de nuestra población es plurifacética y todóloga, son pocas cosas que no saben hacer. Son capaces de realizar simultáneamente las más disímiles tareas, desde ser profesor de cualquier materia en una escuela o universidad, hasta fabricar chichiguas en Semana Santa y echarlas al aire con sogas de cabuya nueva. La multiplicidad es un componente esencial de nuestro menú diario.

Al momento de repeler las amenazas de desplome que afloran en nuestra sociedad sería más saludable apoyarnos en la objetividad y la clarividencia de Sancho para predecir los fracasos de su amo, en su paciencia para salir airoso de las situaciones complicadas, en su astucia para sacar a don Quijote de los embarazos en que se mete. Sancho aprendió de su antecesor Patronio la humildad y la sabiduría. A Sancho, por su nobleza y origen social, le sobraría valor y moral para no aceptar mentas y chicles a cambio del peso que le sobra en el colmado. No le abochornaría ir un supermercado a comprar víveres. Tampoco le importaría vivir en un barrio dominicano humilde, ausente de riqueza y fama. Saben por qué, simplemente porque Sancho es más avispado de lo que lo han tildado por siglos.

Siendo así, los dominicanos no debemos leer el Quijote porque su nocividad nos corroe y nos empuja hacia un abismo infernal, del cual ni las tres divinas personas y todo su séquito celestial podrán rescatarnos. Preferible es, entonces, recurrir a Salomé Ureña para que nos irradie su fe en el porvenir. Porque su plegaria elevada ciento treinta y dos años atrás aún retumba en nosotros: "Que atraviese tu voz el aire vago / las almas convocando a la victoria / tuya es la lucha del presente aciago / tuya será del porvenir la gloria".

lunes, noviembre 15, 2010

LA FOTOGRAFÍA A BLANCO y NEGRO vs. LA FOTO A COLOR


(Foto original de Arturo López por María Negrón. Efectos especiales por Faustino Pérez)

Por FAUSTINO PÉREZ

Cuando el francés Nicéphore Niépce fijó la primera imagen con carácter de permanencia en el 1825, suponemos que no estaba muy pendiente de si era a blanco y negro o a color, ya que en ese momento lo importante era la fijación de la imagen. Este acontecimiento fue la culminación de muchos experimentos realizados y experiencias acumuladas de innumerables investigadores.

Lo mismo se puede afirmar del inglés Fox Talbot quien inventó el calotipo hacia la misma época, basado en el proceso negativo-positivo, que aún se niega a desaparecer en su esencia, a pesar del empuje de la fotografía digital de hoy en día.

El proceso a color en la fotografía arrancó más tarde con el método de los tres colores descrito por Maxwell, con una foto tomada por Thomas Sutton en 1861.

Todo lo anterior indica que la foto a color significó un avance con respecto a la foto a blanco y negro, o sea que la foto a ByN es un subconjunto de la foto a color; a pesar de que los diarios y otras publicaciones de antes no tenían la capacidad para imprimir a color, y por ese motivo muchas de las imágenes fotográficas llamadas clásicas en la historia de la fotografía, fueron hechas a blanco y negro.

Hay personas que han entrado al mundo de la fotografía en la época digital que piensan que el blanco y negro es más serio y/o más intelectual que la foto a color, y alegan que los fotógrafos clásicos tomaban las fotos a blanco y negro; sin reparar que entre los primeros foto-reporteros se tenía que usar el ByN sencillamente para poder publicar las fotos y porque las películas de rollo, a color, eran más lentas para fijar la luz, y en las fotos de acción eso era un hándicap.

La famosa película a ByN fabricada por Kodak, llamada TRI-X, convertida en leyenda por los fotógrafos de prensa, podía ser “forzada” con mucha mayor facilidad que las películas a color. Esto significada hacerle un cambio en el índice ASA de la película, es decir, en su capacidad o rapidez para ser impresionada por la luz, lo cual se compensaba incrementando los tiempos de revelado, cuando se elevaba el ASA en el forzado de más, con la finalidad de poder tomar fotos a velocidades más rápidas; ya que en la práctica se le estaba dando a la película menos tiempo de luz de lo requerido por el film. Es preciso recalcar que también existe el forzado de menos, para los casos en que el ASA era demasiado elevado para la cantidad de luz existente. Para el forzado de menos había que subrevelar en el laboratorio para compensar, porque en la práctica se le estaba dando más luz de lo necesario a la película.
Incluso, la imagen fotográfica más conocida en el mundo, para poder ser reproducida en el periódico cubano Revolución, es decir, la del Che Guevara tomada por el fotógrafo Korda fue hecha a ByN, lo cual quizá le da más fuerza a la foto, y provoca que se haya captado la esencia de la personalidad fotografiada, ya que el ByN distrae menos y es más esquematizador, porque el color “embellece’ la apariencia fotográfica, por así decirlo.

Eso no quiere decir en modo alguno que la foto a color no tenga su capacidad de mostrar expresividad, o bien, que no hayan fotos a color que parezcan a ByN. El impacto del ByN se debe principalmente a la novedad en un mundo con cromatismo, o sea, que funciona como un elemento sorpresa.

De la misma manera que en el mundo de las computadoras existen partidarios de la PC y otros que son seguidores de la Mac, asimismo, en fotografía existen partidarios del ByN y entusiastas del color, esto ya es un tópico bastante viejo.

Ahora bien, la irrupción de la computadora en la fotografía ha significado un gran vuelco, por su gran utilidad para el retoque y para el trucaje, convirtiendo la foto en materia prima para ser elaborada por la máquina.

Debido a la utilidad del ordenador y a los intereses involucrados, a la foto normal, sin retoque, ahora se la llama “cruda” (RAW), lo cual implica que a la realidad hay que “cocinarla”, claro está, con la computadora.
Hoy en día son pocas las fotos comerciales, – y entre las llamadas fotos artísticas – , cuyos autores no utilizan el ordenador para el retoque como práctica estándard.

Pero qué sucede, que al poder saturarse el color fácilmente con cualquiera de los programas de computadora para el manejo de imagen, con la intención, en un principio, de parecerse a la pintura clásica, – aunque muchos de los fotógrafos lo hacen por imitación sin saber esto – , hay usuarios de la cámara que han incorporado el color saturado a su código fotográfico como parte de su estilo; empero, el abuso en la saturación ha traído como consecuencia que hayan fotos que produzcan una melopea o borrachera cromática por su color tan exagerado; lo cual no sucede normalmente con el ByN por razones obvias, a menos que se practique un solarizado exagerado, conocido también como Efecto Sabatier, con el ByN; lo cual, dicho sea de paso, se puede realizar con el color igualmente.

Con el solarizado original se le da marcha atrás al proceso de revelado empleando una ráfaga de luz que incida sobre la película o sobre el papel sensible, pero dependiendo de varios factores como el tipo de luz, la distancia a que se encuentre la fuente luminosa, la potencia, la duración de la ráfaga, el momento, etc., el resultado variaba mucho. Ahora con la computadora se logran millones de resultados parecidos al Efecto Sabatier, en breves momentos; y lo que antes tomaba una tarde entera, ahora se hace en escasos segundos. Los programas más populares para el tratamiento de la imagen en el país, son el Photoshop y el Corel.

Hay fotógrafos que “endulzan” y embellecen tanto la foto para que parezca artística, según ellos, que la desnaturalizan, la convierten en miel, y casi no se parece al referente de la vida real.

La fotografía digital ha aportado numerosas ventajas a los procesos fotográficos y ha multiplicado la cantidad de personas, que emplean la herramienta fotográfica para captar imágenes. El bártulo digital contiene un chip en su interior para convertir los fotones, o partículas de luz, en electrones, con la finalidad de que la mini computadora de la cámara, pueda formar la imagen; esto ha permitido la fabricación de cámaras planas, incluso, que se hayan incorporado las cámaras a los teléfonos móviles. Por otro lado se ha roto la dependencia que se tenía de la cámara obscura con unas dimensiones determinadas, para la formación de la imagen.

Puede afirmarse, no obstante, que la foto a color y la foto a ByN son dos lenguajes con un tronco común, y debido a que la foto ByN está contenida en la foto a color, la foto a color tiene mayores capacidades expresivas que la imagen a ByN. Ahora bien, si alguien no sabe, o abusa, de las capacidad de uno de esos lenguajes, la culpa no es ni del color ni del ByN.

Lo que sucede es que mucha gente se pone a crear y a manipular imágenes con la computadora, porque es lo más fácil, sin la preparación psicológica y teórica necesarias, y aunque dominan la técnica, no saben realmente lo que están haciendo, ni mucho menos lo que están expresando.

Sin embargo, al haber más personas tomando fotos eso ha avivado la polémica aún más, de cuál es mejor: si la foto a color o la imagen a ByN. Pero “para los gustos se hicieron los colores” y cada cual es libre de tomar su decisión.

jueves, noviembre 04, 2010

MATIZACIONES ACERCA DE LOS LETREROS POPULARES DOMINICANOS


(foto: Odalis de Jesús)

(foto: Juan Crisóstomo)

(foto: Julio Hiraldo)

Por FAUSTINO PÉREZ



Por supuesto que no todo es negativo en los letreros populares dominicanos, y así lo evidencian las convocatorias de las juntas de vecinos, de los clubes de barrio, de los ayuntamientos, de las escuelas, colegios, institutos, universidades, y así sucesivamente. La mismísima Universidad Autónoma de Santo Domingo, aporta su cuota de letreros originales con las llamadas “embajadas”, o sea, aquellos que aparecen en los sitios de reunión de los estudiantes de los diferentes pueblos o de los que comparten una actividad común.

Merece destacarse que cada vez que el presidente de la república, asiste a un acto en los diferentes lugares, y en especial en las provincias, al recibirlo, casi siempre aparecen letreros y pancartas de apoyo, las de hacer peticiones y las otras que expresan quejas, de lugareños o ciudadanos quienes no tienen la oportunidad de exponer sus problemas y asuntos directamente. Esporádicamente se ven algunas de rechazo a su gestión. Los letreros sirven también para expresar el patriotismo, como se puede verificar en la fachada de la casa donde nació Mella, uno de nuestros próceres de la independencia y que la habían convertido en un bar con salón de juegos incluido.
Existen renglones que están en vías de desaparición, como aquel anuncio de “se pasa el peine”, en cambio, quedan muchos provocados por las modas de otras décadas, como los anuncios de “chimichurris” o de “manicure”. Algunos crean desconfianza y mueven a la suspicacia, al solicitar “mujeres de buena presencia”, o que ofertan una “mejora”, cuando se trata de una construcción en mal estado.

Cabe la posibilidad de conocer cuáles son las bebidas que más se anuncian, como el ron, la cerveza, los refrescos, el mabí, etc.; las comidas rápidas típicas, o no, como el “yaniqueque”; los artistas populares, cantantes como los bachateros y merengueros, las películas y actores, las actividades del barrio; las modas en la vestimenta, y en el pelo, ya que el arreglo del cabello es la gran preocupación de la mujer dominicana promedio, y en segundo lugar están las uñas postizas, o no, y así por el estilo. Los pasatiempos y deportes favoritos, como el juego de dominó, el béisbol, o las “chichiguas”, también tienen su espacio.

Empero, los letreros muestran mucho más, ya que en un primer nivel general tenemos el aspecto gramatical y cultural, de interés para los lingüistas, literatos, sociólogos, filólogos, artistas, economistas, comunicólogos, semiólogos, filósofos, antropólogos, etnólogos, y otros académicos; incluyendo a los historiadores, porque les sirven de “background” para estudiar un periodo histórico determinado; pasando por el tratamiento que el dominicano le da al espacio físico, irrespetándolo y dándole prioridad al interés personal en vez de lo que conviene a la mayoría, algo de lo que se ocupa la proxémica, hasta los criterios que emplea para ahorrar el tiempo y esfuerzo; y a la vez, denotan su tratamiento del color, lo cual se vincula con su desahogo emocional, y esto es de la incumbencia de psicólogos, psiquiatras, y pedagogos, entre otros.

Los publicitarios merecen un comentario aparte, porque ellos pueden nutrirse perfectamente de muchas de las ideas de las versiones populares de la publicidad; por otro lado, este tema puede ser muy útil a los guionistas y directores de cine a la hora de recrear ambientes y escenarios, para sus películas. En otro estadio, podría servir igualmente a los expertos en señalética y en tipografía.

Los vicios y las virtudes aparecen, por igual, en este medio de comunicación, así tenemos una gran cantidad de anuncios de bancas de apuestas con sus colores degradados característicos, de “botánicas”, o de “mamajuana”, al lado de otros que convocan a un culto religioso; y no digamos nada de las bebidas alcohólicas, de los cigarrillos y de los puros. Los expertos en la eliminación de roedores dañinos, y de aquellos que alegan curar todo tipo de enfermedades con métodos caseros, también aparecen anunciados.
Se ven términos comparativamente nuevos y/o de significado y ortografía dudosos, como “picalonga”, “llemolea”, entre otros.

Consabido de todos, aparece muy evidenciado el sentido del humor del dominicano, con los refranes, proverbios, frases, y moralejas, todos ellos conservados y transmitidos por la sabiduría popular; así como también sus problemas seculares, que hemos sido incapaces de resolver, como la basura y el ruido. ¡Hasta las maneras de amenazar al prójimo se manifiestan! Tampoco faltan los ejemplos de socarronería y burla públicas, practicando lo que se conoce popularmente como el “dar cuerda”.

Todo aquello que se vende aparece, de la misma forma, desde los artículos y electrodomésticos más inverosímiles, lo cual abarca los producidos por las nuevas tecnologías, como los celulares, la venta de DVD‘s de películas, o sin grabar, de CD‘s; o los de la industria automotriz, como equipos de música para los vehículos; hasta perros de raza, pasando por solares y fincas. Y no nos olvidemos de los bienes de consumo que precisan ser arreglados o reparados. Un caso digno de resaltar es el de aquel prestamista que les cobra a los morosos con letreros colocados en la galería de su casa.

El clima tropical nuestro se evidencia en esta variada manifestación callejera, y de esa manera se ofertan cervezas, helados, mabí, cocos, y agua fría por doquier. Nadie duda de que las condiciones climáticas son un tema de conversación permanente, entre nosotros, y en verano se viven quejando del calor, y en invierno del “friíto”; cuando llueve es malo y en los meses de sequía es peor, y no digamos nada de los huracanes que sirven de excusa para no trabajar. Todo lo anterior y más, se reflejan en los letreros populares indirectamente.

Como algo curioso y preocupante para los consumidores, resultan los precios que se quedan atrasados por la inflación, cuando los letreros que los llevan se guardan y se aprecian al cabo de los años.
En algunos casos es difícil de discernir si se trata de un letrero o de un grafiti, porque la función está “abierta”, como es el ejemplo de la famosa pintada dedicada a Crucita Yin, por su ex concubino despechado. Si ella hubiese vuelto con su hombre, algo que desconocemos, la pintada funcionó, entonces, como un aviso publicitario, o letrero; de lo contrario, operó como un grafiti, si lo interpretamos en términos de la intención y/o de la funcionalidad. Que conste que esa muestra ha servido de inspiración a varios poetas, músicos de rock y a dramaturgos dominicanos. Hay quienes opinan que la pintada de Crcita Yin fue obra de un bromista.

En fin, es mucho lo que han evolucionado los letreros populares, desde aquel famoso pie grabado en una piedra, en la época romana de Efeso, para indicar el camino de un burdel, hasta el insulto que se realiza aquí, con un dedo, en el cristal desaseado de un vehículo: “LAVAME SUCIO”. De lo que no cabe ninguna duda es que los letreros populares pueden tener chispa e ingenio, pero, por otra parte evidencian los problemas y traumas seculares de una sociedad como la dominicana donde mucha gente cree “que lo importante es que se entienda", o dicho de otra manera, se afirma en el mismo tenor que “el dominicano entiende como quiera”.

Los letreros populares dominicanos, pues, constituyen la expresión más idiosincrásica, pura, auténtica y variada del alma de un pueblo, pertenecen al conglomerado dominicano por derecho propio, con todas sus virtudes y cada uno de sus defectos. Son muestras fidedignas, con mucha personalidad, de la Real Academia del Pueblo en acción, sin importarles un comino lo que dicten los eruditos, en el supuesto de que se enterasen los autores de los avisos; y simultáneamente, son manifestaciones auténticas de la sabiduría popular, enraizados con el pasado, con la totalidad de sus necesidades, carencias, excesos y apetencias, al desnudo. Superan con creces los grandes aportes de la música popular dominicana, por ser mucho más variados, o de la artesanía típica, por poner dos ejemplos, y en Latinoamérica son difíciles de superar. En definitiva, los letreros populares dominicanos, al cubrir un objetivo básico y práctico de comunicación popular como productos de una realidad social, y al tener una permanencia en el tiempo y estar socializados, al ser representativos de un país, y encima, al ser cauces y caudales de la experiencia popular y espontáneos, con sus rasgos universales, deberían de ser declarados patrimonio cultural de la humanidad.

jueves, octubre 28, 2010

PECULIARIDADES DE LOS CARTELES POPULARES DOMINICANOS


(foto: Odalis Peralta)

(foto: Julio José Hiraldo Fermín)

(foto: Ingrid Rogelio)

Por FAUSTINO PÉREZ


Debido a su burda intención publicitaria, los letreros populares siempre se colocan o se realizan, de tal suerte, que puedan ser vistos por los peatones y conductores; lo que equivale a decir que sin alguien que los pueda leer, apenas tendrían sentido o razón de existir.

Otra categoría diferente a la de los letreros populares y de los grafitis, aunque en su forma se parecen mucho, es la de la propaganda religiosa y política; y claro está, hay otra que son los letreros formales que se diferencian por su acabado, por su redacción y por su diseño, etc., más elaborados. Por otro lado, están numerosas clases de avisos en las calles, desde las señales de tránsito, hasta los titulares de los periódicos y revistas en los kioscos, o puestos de venta, sin omitir la de los nombres de las avenidas y calles, las marcas de los vehículos, y así por el estilo.
Las vallas, afiches y cruzacalles, forman una subcategoría que puede ser formal o informal; además, cabe la posibilidad de que sean publicitarios o propagandísticos.

Existen, no obstante, avisos que son más bien íntimos, como las frases y nombres en las tumbas, nichos y panteones de los cementerios, y en el otro extremo están los grafitis escatológicos en las puertas y paredes de los excusados.
Por el contrario, en las vías aparecen igualmente anagramas de sujetos que los realizan por amor al exhibicionismo, al arte, al peligro y al riesgo, es decir, para ostentar y por presunción. Esta subcategoría se conoce entre los “grafiteros” como “tag” o firma, y mientras más inverosímil y arriesgado sea el lugar, mas mérito tiene el tag. Aunque para el no iniciado sea incomprensible o parezca un garabato, para los autores sí son reconocibles. Esto significa que realizar un tag en lo alto del Puente Duarte de Santo Domingo requiere de más coraje que hacerlo en la fachada de una casa.
De lo que no cabe duda, es que los letreros que más “pasean” son los que se colocan, principalmente en los parabrisas o laterales de los automóviles y autobuses.



La importancia del aspecto icónico de los letreros populares no debe de
ser subestimada, por la sencilla razón de que el mensaje llega con mucha mayor eficacia,
en los sectores en que el analfabetismo es comparativamente elevado. A pesar de ello,
hay quienes se empeñan en hacer su aviso mas llamativo y original, en definitiva mas
complejo y algo críptico, al emplear números en lugar de sílabas (3MEN2, 2MINGO,
SAS3RIA...), o al practicar la llamada escritura-espejo, es decir con las palabras volteadas de derecha a izquierda, etc.

Todo ello sin menoscabo de que en los letreros populares se puedan evidenciar problemas de dislexia; o que sencillamente, por desconocimiento, lo que ocurre con frecuencia con la N, la S, la Y, etc., se escriban al revés, y así en ese tenor. De la misma manera, no es raro el caso en que se incluyan abreviaturas y contracciones mal hechas. Un ejemplo típico es el termino estadounidense O.K., con su variante OKAY, que en su versión dominicana popular, puede resultar: OKEY, OKY, OKEI... También ocurre con SE VENDE, que se ha convertido en: SVD, CVD, S VENDE, CVENDE...
Es preciso recalcar que en la escritura formal solo existe una manera de escribir “se vende”; sin embargo, en la cultura popular existen más de cuarenta maneras de plasmar esa frase, lo cual complica el tema. A lo cual hay que añadirle las variantes de: VENDO, VENDE, VENDEMOS…

Existen palabras corrientes entre los niños dominicanos, pero menos frecuentes entre adultos, que permanecen en los grafismos callejeros (EMPRETAME), y otras veces, se quiere disimular el origen pasando al extreme opuesto (ACELTE en vez de ACEITE), para no parecer cibaeño. Curiosamente, los capitaleñismos son de use cotidiano, entre los habitantes de esta urbe (GUALDAR, JUGAL, ABRIL...).
Ya existen letreros estereotipados, lo que equivale a decir que son frases hechas fácilmente identificables; o sea, que cuando se empiezan a leer, ya se sabe cómo terminan. Entre las más conocidas tenemos:

SE VENDE POLLOS…VIVO O MATAO
SE CORTA…CHAZO
SE CURA EL PECHO…APRETAO
SE SOLISITAN MUJERE…DE BUENA PRESENCIA

Naturalmente, que todas las actividades y oficios típicos de la economía informal, se ven reflejados en los letreros populares dominicanos, tal como era de esperarse en un país subdesarrollado.

Los pequeños empresarios, los chiriperos, buscavidas, vendedores ambulantes, buscones y otros representantes de la calle, algunas veces con sus nombres, apodos o motes, ya que al dominicano le encanta realizar variaciones con ellos, tanto en la comunicación oral, así como en la escritural; necesitan promocionar y vender sus productos; haciendo la salvedad de aquellos negocios ilícitos de drogas o de prostitución, de apuestas, como la “caraquita” y el “palé”, o de cualquier otro género clandestino, como las llamadas “rifas de aguante”, que no se anuncian directamente por razones evidentes, ni tampoco los “sanes”, que sirven como una manera de ahorro a nivel barrial, pero, todos los demás se hacen notar con sus mensajes.
Curiosamente, existen letreros cuya función es la de intentar provocar una desinformación, en el sentido de que, por ejemplo, se anuncia una peluquería y lo que esconde es una “casa de citas” o un “centro de masajes”, es decir, que se trata de un lugar de meretrices; o bien, el letrero pone que es un colmado, y funciona una lotería de apuestas clandestina en el traspatio, aparte de lo que se dice.

Se deduce perfectamente de los letreros populares, que la carne que más se consume es la de pollo y ya se sabe que estas aves se venden vivas, o “matadas” para evitar suspicacias.
Además de lo que se vende, existe la otra subcategoría de todo lo que se alquila, o se “renta”, como se dice ahora. En ese tenor, cabe la posibilidad de verse anuncios de “piezas”, casas, locales, apartamentos, “marquesinas”, negocios, “cuarterías”, barras, por poner unos cuantos casos; y aparte de estos inmuebles, se ofrecen en alquiler bienes muebles, y un largo etcétera.
Sin excepción, los disturbios barriales, los grupos conocidos como “naciones”, los enfrentamientos armados con la policía, o entre pandillas; los ajustes de cuentas, las huelgas y paros, los viajes ilegales en “yola”, o no; las discrepancias y represiones políticas, los homenajes a las víctimas de la violencia, y otras alteraciones provocadas por la delincuencia, aparecen en los muros, paredes y otros soportes. Las quejas por los apagones, por las deficiencias en el transporte colectivo, por la escasez de medicamentos y atenciones en los hospitales públicos, por el problema de la corrupción, por las precariedades de las escuelas estatales, y por la falta de agua, también. La falta de señales en las vías, asimismo, sirve de pretexto para algunas muestras callejeras.

viernes, octubre 22, 2010

CLASIFICACIÓN DE LOS LETREROS POPULARES DOMINICANOS


Quien quiere sopa? (foto: Steve Brauning)

Venta de Chimichurris Obama en el Malecón de Santo Domingo (foto: Faustino Pérez)

Letrero en Negocio

Letrero Popular Dominicano Estereotipado de Venta de Pollos

Por FAUSTINO PÉREZ

A horcajadas entre el realismo mágico latinoamericano y la ignorancia secular más corrosiva y supina, cabalgan los letreros populares dominicanos.
Existen reclamos de toda laya y condición, sobre el soporte más inverosímil, más o menos funcionales y utilitarios, siempre informales, con influencias de otros idiomas (en especial del inglés estadounidense, del crêole haitiano, del italiano, del francés, etc.), emplean la tecnología más apropiada mezclando ideas en el mismo texto, y naturalmente, con todas las faltas ortográficas imaginables, irrespetando la tipografía y la horizontalidad de las palabras, a la vez que desafían el tamaño, la forma y la altura a que se colocan, tanto en los espacios públicos así como también en los privados

No digamos nada de las erróneas separaciones de sílabas, de las omisiones e inclusiones de letras, de las modas y cursilerías en la “redacción” de los mensajes, de las añadiduras icónicas, o del empleo de los motes o apodos como “ganchos” publicitarios. Con tantas variables, son infinitas las combinaciones posibles.


Los letreros callejeros, se conocen como carteles en otras latitudes
, y se diferencian de los grafitis, porque los primeros son básicamente utilitarios y funcionales, o por lo menos esas son las pretensiones, y los grafitis, por el contrario, en su abrumadora mayoría no gozan de esa propiedad; aunque esto hay que tomarlo cum grano salis, debido a que un grafiti también puede servir como un letrero popular, y viceversa, dependiendo del contexto. Otra particularidad es que del letrero popular se sabe quién lo hizo, o por lo menos es posible averiguar o se conoce al “responsable”; y del grafiti, en principio se tiene como anónimo, aunque siempre cabe la posibilidad de que se conozcan y se sepa identificarlos, sobre todo entre ellos.

Al igual que la publicidad formal, los letreros populares tienen cuatro fines básicos, con todas las combinaciones posibles, y sin menoscabo de que las ideas y las intenciones puedan estar mezcladas, lo cual es muy frecuente, por razones psicológicas del autor:

1ro. Sirven para vender productos:
(CE BENDE POYO BIBO Y MATADO, AY HABICHUELA SANCOCHADA, BENDEMO SAPATO…)

2do. Ofrecen toda clase de servicios:
(SE CURA EL PECHO APRETAO, CE ALQUILA ABITACIONE, SE CORTA CHASO…)

3ro. Se usan para “campañas” de educación cívica:
(NO AGA BUYA, SIERRE LA PUELTA, NO SE ORINE AKI...), para lo cual no es raro que se emplee cualquier tipo de amenaza: (YAMAMO A LA P.N., ESBITE UN BOCHE, TENGA CUIDADO, SABEMO QUIEN E…), o bien que se recalque (COÑO, CARAJO. RECOÑAZO...), o que se insulte (SUCIO, PUERCO, JARAGAN...)

4to
. Se utilizan para hacer llegar mensajes sociales, o que sus autores suponen que tienen un interés general:
(RECUERDO DE MORE, QUIERE TU MADRE, LLEGO BAZUKA, SIN AMOR NO HAY VIDA, TRABAJA COMO YO, HOY NO FIO MAÑANA SI...) Algunos letreros informales de esta categoría son empleados simultáneamente como adornos, con una tipografía y un “diseño” más cuidados, especialmente cuando aparecen en los autobuses conocidos popularmente como “voladoras”. Vienen a ser una especie de precursores de las redes sociales en línea, pero a nivel popular.

Si aplicamos la metodología de Armando Silva Téllez, en su artículo: “La Ciudad como Comunicación”, podemos apreciar que el primer elemento a considerar es la marginalidad de los autores; es decir, que tanto en el aspecto educativo, así como también en cuanto a su procedencia, se trata obviamente de personas de un bajo nivel cultural, proceden de los barrios marginados, o bien, se encuentran en ellos, en los arrabales de las ciudades o en los bolsones de miseria que se encuentran en los sectores más pudientes, y que tanto abundan en Santo Domingo.

Por otro lado, el componente ideológico que existe en toda manifestación humana suele evidenciar el caos, la anarquía, las improvisaciones y .la incertidumbre ante la vida que prevalecen en esos estamentos sociales.

La variable psicológica es muy importante en un país pequeño donde han confluido centenares de etnias procedentes de cuatro continentes, donde la esclavitud dejó profundas huellas, que aún permanecen. Además, tenemos un crecimiento poblacional descontrolado, lo cual incrementa la incertidumbre reinante, y es la principal causa de la marginalidad y de la pobreza, de tal suerte que la mayoría de los pobres no sabe si va a tener con qué comer en su afán diario.

La faceta estética, incluyendo la “puesta en escena”, pone en evidencia unas ansias de mimetizar el arrabal, simplemente porque visualmente se sienten más a gusto. Esto se debe a que en estos sectores no existen ni las condiciones, ni el tiempo para desarrollar un gusto estético, ya que lo más importante es la supervivencia. Quien se cría rodeado de basura, perros sarnosos y miseria, y escucha un determinado tipo de música, desarrolla unos hábitos y costumbres que lo hacer querer reproducir ese entorno con el cual se siente identificado, perceptualmente hablando; y aquellos que logran evadirse de círculo vicioso son los menos, y han de coincidir en ellos determinadas condiciones para que este fenómeno se produzca.

El aspecto económico, es por igual, muy importante porque al uno contemplar tantos letreros con ofertas tan disímiles, puede llevarse la impresión de que todo está a la venta, o por lo menos, que se esta ofreciendo algo a cambio de una compensación de una clase diferente. Naturalmente, que se trata de otro ardid de supervivencia, es decir, que se manifiesta como una publicidad precaria, si se quiere.

Si compararnos la velocidad o rapidez que se tarda en terminar un letrero en comparación con un grafiti se podrá apreciar de inmediato, que este último se realiza con toda la premura del mundo, por razones obvias, lo cual no le garantiza al letrero una calidad aceptable.

martes, octubre 12, 2010

EL ÁRBOL QUE CRECE TORCIDO QUIÉN LO ENDEREZA


Árbol que creció torcido (foto: Faustino Pérez)

Por FAUSTINO PÉREZ



El patrón se repite una y otra vez
, nosotros permitimos que el árbol con sus ramas crezcan torcidas, y luego pretendemos enderezarlas después que han crecido…pero siempre es demasiado tarde.
Pero vayamos por partes y empecemos por el principio: La base de todo es la crianza familiar, u hogareña si se quiere, asumiendo que el niño tenga un lugar que considere su hogar; y a ese nivel se produce un gran proteccionismo que se manifiesta en una sobreindulgencia en la crianza. Si son pobres, la excusa es que son pobres, y los pobrecitos pasan muchos trabajos, y si son ricos, se les consiente todo y se les complacen todos los caprichos y así les enseñan que en esta sociedad el dinero lo puede todo. Un mal día que otro, los infantes son castigados con furia, pero casi nunca sistemáticamente, ni mucho menos se les enseña una disciplina.
Luego qué sucede, que al llegar a adultos no tienen la menor idea de lo que significa ser un ciudadano con deberes y con derechos, porque se han pasado toda la vida haciendo lo que les da la gana.
Como secuela de todo esto, aparecen vehículos a medianoche con la música a todo volumen por nuestras calles y avenidas, sin importarles lo más mínimo que están molestando a la gente que está durmiendo; ni siquiera se les ocurre pensar en eso. Más de un joven de familia pudiente, ha perdido la vida por competir en velocidad en las avenidas de la capital.
Esto también se manifiesta en los parques públicos, donde se puede comprobar fácilmente cómo la gente que tiene la papelera al lado, deja la basura sobre los bancos. O bien, a las personas que cruzan la calle por cualquier lugar, o los conductores que no respetan los pasos de cebra. Y lo curioso es que ninguna autoridad les dice absolutamente nada, entonces, se acostumbran a hacer lo mal hecho y se creen que es un derecho. Eso mismo sucede con los que aparcan su vehículos encima de las aceras, y las destrozan, como se puede observar en las calles de la Zona Colonial; o con los vendedores de la Avenida Duarte o de la Calle París, entre otros lugares, que tiran toda la basura al suelo, y ningún agente les llama la atención; al finalizar la jornada esas vías parecen chiqueros malolientes. Luego se tapan los filtrantes, entonces se quejan de los charcos cuando llueve.
Al nivel escolar la tendencia sigue, y se permite que el árbol siga creciendo torcido. Como se sabe la mayoría de los estudiantes dominicanos asiste a escuelas públicas, y no es raro que en un alto porcentaje de los establecimientos escolares apenas se imparte docencia. En muchos, los jóvenes se pasan literalmente la jornada entera haciendo travesuras, saltando y jugando. Cada rato veo jóvenes uniformados a las diez de la mañana matando el tiempo en las calles, en vez de estar en las aulas.
Luego cuando llegan las Pruebas Nacionales el fraude se verifica a todos los niveles: Hay empleados del Ministerio que venden las respuestas correctas impresas o por teléfono; en las aulas se permite abiertamente que los alumnos copien los unos de los otros y que se comuniquen entre sí; los profesores les “soplan” muchas de las respuestas a los estudiantes para que no se tilden de incompetentes a los docentes…y así por el estilo. Aún así, los resultados suelen ser desastrosos.
A nivel universitario las cosas empeoran, si cabe, porque en las universidades caras los alumnos son vistos como clientes, no como discentes, y los profesores les dan muchas facilidades poniéndoles trabajos que ellos bajan fácilmente del Internet, y así reciben muchas buenas calificaciones, porque eso cae bien entre ellos y sus familiares, con la finalidad de que no se vayan a la competencia. Así se gradúan con notas excelentes y al escribir lo hacen con montones de faltas ortográficas.
A la universidad estatal la han dejado que se politice y se ha torcido hasta niveles aberrantes. El colmo es que los partidos políticos señalan, y hacen campaña abiertamente por sus candidatos en el seno de ella, lo cual es inconcebible en una universidad seria que se respete. Por otro lado el rector cree que su cargo es una agencia de viajes y se dedica a viajar por el mundo a donde le plazca, con cualquier excusa, sin rendirle cuentas a nadie, y sin que le rinda algún beneficio a la institución, que aporta los fondos para sus paseos. Además, nombra militantes de su partido por centenares, que no trabajan, pero cobran puntualmente, y malversa los fondos comprando vehículos de lujo para él y sus funcionarios; en tanto, los alumnos pasan las de Caín para recibir docencia, en aulas con pocas butacas, o con pizarras inservibles, y algunas hasta con goteras, o que se inundan cuando llueve.
Si tomamos como ejemplo lo que ocurre en las calles, observen lo que sucede con los motoristas y motoconchistas que se han rebelado contra la autoridad en masa, porque se acostumbraron a violar todas las reglas sin que nadie los sancionara por eso, y ahora cuando la Policía de Tránsito intenta poner orden, ellos no quieren y se resisten. Qué autoridad puede prohibirles ahora a los llamados deliveries, mensajeros, o repartidores de los colmados, o de los bancos, o de los servicios de mensajería, etc., que respeten las reglas, si ya llevan años violándolas.
Antes los conductores obedecían la luz roja, en general, pero en ciertas esquinas empezaron a permitir que se doblara a la derecha en rojo; y qué sucedió, que les dieron la mano y cogieron el codo; y ahora se aprovechan todo lo que pueden y sólo respetan cuando no tienen otra alternativa. Lo mismo está sucediendo con el llamado carril reversible, ya que hay muchos conductores que se creen que siempre pueden violar la raya doble del centro de la vía.
En los países desarrollados las cosas no funcionan de esa manera, claro, por eso se han desarrollado. Por ejemplo, en los EE UU si alguien no respeta los límites de velocidad o viola la luz de un semáforo , es perseguido implacablemente; y así sucede con todo.
Yo recuerdo que hace mucho tiempo durante un verano caluroso en los EE. UU., unos familiares me llevaron a un parque natural llamado los Siete Lagos (Seven Lakes) en el Estado de Nueva York, para que conociera aquello, y al sentarme a la orilla de uno de los lagos, se me ocurrió quitarme la camisa; no pasó un minuto, y enseguida vino un agente y me dijo con buenos modales que eso estaba prohibido; es que son profesionales que hacen su trabajo. Otra vez me sucedió en Niza, en la Costa Azul francesa, que salí a pasear de noche y se me ocurrió cruzar una calle porque no venía ningún vehículo, sin esperar que el semáforo de peatones me diera la luz verde, enseguida, un guardia me llamó la atención; y así en como debe ser.
También fui testigo en Roma, cuando llegué a la Estación Termini de madrugada, pude ver los policías patrullando todas las calles en motocicleta durante toda la noche, y cuando aparecieron un par de borrachos alterando el orden, de una vez intervinieron.
Yo aquí llamé a la policía a medianoche para quejarme por el ruido de una planta eléctrica, ya que en el periódico anunciaron con un gran despliegue el nuevo servicio a la ciudadanía, y lo que me dijeron me sorprendió, porque el agente me sugirió que fuera yo a hablar con el dueño de la planta.
A cualquier país desarrollado que uno vaya, los semáforos duran años y años funcionando perfectamente, y aquí lo normal es que estén fastidiosamente dañados; y cuando funcionan, no es raro que haya un agente dirigiendo el tránsito; y por el contrario, cuando está dañado no es raro que no aparezca ningún agente. Lo que es peor, importan semáforos caros de los llamados “inteligentes”, pero parece ser que los encargados de ellos son brutos, porque tampoco duran mucho tiempo esos aparatos.
Así pasa con todos los problemas del país, que dejan que se desmadren para poder pescar en río revuelto, y luego hacen la pantomima de que quieren solucionarlos; pero una vez que el negocio está establecido es imposible corregirlo, porque los interesados en el caos se resisten y tienen poder. Por eso el contrabando, el tráfico de personas, el problema de los apagones, el narcotráfico, la corrupción administrativa, el lavado de activos, la venta ilegal de armas de fuego, la delincuencia, las apuestas ilegales, la inmigración clandestina, los viajes en yola, los medicamentos falsificados, el nepotismo, el problema carcelario, el robo de las tapas metálicas de las calles, la deuda externa, la recogida de la basura, la circulación vial, la educación dominicana, el ruido excesivo…absolutamente todos siguen el mismo patrón: se permite que crezcan torcidos y luego se pretende enderezar las ramas, y hasta el mismísimo tronco, cuando ya es demasiado tarde.

sábado, octubre 02, 2010

INDIOS NUESTROS DE CADA DÍA


Parodia de los indios en el carnaval de Santo Domingo (foto: Faustino Pérez)

Estatua de Colón con Anacaona en un plano inferior (foto: Faustino Pérez)

Según el protocolo los tres personajes están mal colocados en la entrada del Museo del Hombre Dominicano (foto: Faustino Pérez)


Por FAUSTINO PÉREZ

¡Cómo cambian los tiempos!, yo recuerdo cuando éramos niños e íbamos al cine, nosotros aplaudíamos y nos mostrábamos regocijados, cuando los soldados mataban a los indios en las desaparecidas películas de vaqueros en el Viejo Oeste; no obstante, hoy ese comportamiento sería considerado como “políticamente incorrecto”. Desgraciadamente no todas las mentalidades cambian para bien con el paso de los años.
Siempre se ha dicho que la historia la escriben los vencedores, y en el caso específico nuestro, los aborígenes que habitaban esta tierras han sido vilipendiados textual e icónicamente hasta lo indecible, y como no queda ninguno, nadie los ha defendido. En otros territorios más extensos del continente y con más accidentes geográficos, los nativos pudieron sobrevivir.
Sin embargo, en las dos naciones en este continente americano con mayor desarrollo cultural en el período prehispánico, como Perú y México, todavía hoy en el siglo XXI los pueblos autóctonos no han logrado ser asimilados del todo por el poder político, como lo atestiguan los pocos descendientes de los nativos que ocupan los cargos de ministros, o de senadores y diputados. Bolivia es una excepción a la regla continental, y en otros países como Guatemala, se han logrado avances. Y no hablemos del poder económico, con relación a los pueblos originarios del continente.
Si empezamos por el mismísimo nombre o apelativo de indio, se debió a una confusión que data del 1492, ya que los conquistadores, con Colón a la cabeza, pensaban que habían llegado a la India en el continente asiático. Empero, el galimatías no termina ahí, ya que la falta de investigaciones, de documentación, y una peor interpretación de los hechos que acontecieron en nuestra isla, han provocado que no exista un consenso entre los historiadores, antropólogos y arqueólogos, con relación a qué grupos étnicos poblaban este territorio insular, y cómo llegaron.
Esto da como resultado que mientras más uno indaga sobre el tema, menos se aclara, y al final cada quien que esté interesado en la temática elabora su propia teoría sobre los acontecimientos, creando más confusión, porque se le está echando leña al fuego.
Otra fuente de confusionismo, todavía no bien explicada, fueron las causas de la desaparición total de esa(s) etnia(s). Hay quienes las atribuyen a las enfermedades provenientes del continente europeo, ante las cuales no habían desarrollado una inmunidad; otros afirman que se debió a los malos tratos, incluyendo las torturas a que eran sometidos los que no obtemperaban, y al sometimiento a un régimen compulsivo de trabajo al cual no estaban acostumbrados. Para salir del paso se dice que el exterminio se debió a una serie de factores, incluyendo los anteriormente expuestos.
Lo cierto es que los aborígenes caribeños vivían una vida cómoda, porque practicaban la silvicultura, y además, tenían otras fuentes alimenticias fáciles al alcance de la mano. Al ser convertidos prácticamente en esclavos en la Hispaniola, no pudieron o no quisieron resistir; lo cual explica los suicidios que se escenificaban, sin embargo, tampoco aclara su total desaparición como etnias entre nosotros, aunque sí queda sangre indígena mezclada en la población, como es lógico, tal como lo atestiguan las pruebas de ADN que se han hecho.
La propia iglesia católica contribuyó al exterminio de los aborígenes, y como ya se sabe según la historia, fue durante la noche del 14 al 15 de marzo del 1495, cuando la virgen “intercedió” a favor de los españoles, - que se encontraban en franca inferioridad numérica - , y con esa interpretación de los hechos, la iglesia estaba discriminando abiertamente a los nativos quienes defendían su territorio, y así los aborígenes fueron masacrados en el que se conoce hoy como el Santo Cerro, a 5 kms. de La Vega Real.
Hay historiadores que le echan la culpa en buena medida a la nostalgia y a un desconocimiento y no comprensión de lo que estaba sucediendo, ya que, por ejemplo, los nativos nunca pudieron comprender ese afán desmedido que tenían los colonizadores por los metales, como el oro y la plata. Para los aborígenes, el oro aparecía en forma de pepitas en los ríos, y ellos utilizaban ese metal para adornarse y para darle terminación a algunas de sus piezas de madera o de otros materiales.
Es preciso resaltar que nuestros aborígenes nunca alcanzaron, ni por asomo, el nivel artesanal de los pueblos más avanzados como los Moches y los Incas peruanos, o los Mayas y Aztecas de México y Centroamérica; sólo basta con visitar el Museo del Oro en Bogotá, Colombia, o mejor aún, el Museo del Oro en Lima, Perú. En cambio, para los conquistadores europeos, la obtención de los metales preciosos era un fin en sí mismo, y un medio para enriquecerse y lograr estatus social.
El lenguaje español, en cambio, sí se enriqueció con numerosos vocablos como: huracán, canoa, iguana, maní, manatí, guayaba, yuca, bija, auyama, mamey, y así sucesivamente. De la misma manera el vocablo indio se emplea hoy como dominicanismo para indicar que la persona es mestiza o mulata, o sea, que no es blanca ni negra. También es una especie de eufemismo, para no llamar negra a la persona.
Tal como apunta el ecologista Rafael Lorenzo: “también los nombres de la mayoría de nuestros ríos son taínos: Ozama, Haina, Ocoa, Yaque, Soco, Seibo, Camú.. etc,, por ese motivo habría que investigar más a fondo la toponimia dominicana”.
Empero la cuestión no termina ahí, sino, que se han inventado una gran cantidad de variantes de la palabra indio al adjetivarla, con la finalidad de matizar la voz, verbigracia: indio claro, indio oscuro, indio jabao, indio café con leche, indio melao, indio saltapatrá, indio pelo bueno, indio pelo fino, indio azabache, indio refinado, indiecito, indio bembón, indio greñú, y un largo etcétera.
A pesar de los aportes lingüísticos de los aborígenes de estas tierras y de su contribución racial, desde el punto de vista de la representación icónica han sido históricamente muy mal tratados. Si empezamos por el Parque Colón, eje central de la Zona Colonial, la estatua de bronce del almirante tiene en su pedestal a la reina taína Anacaona en actitud servil, quien acaba de escribir la frase en la base monumental: ILUSTRE Y ESCLARECIDO.
Dicho monumento data del siglo XIX, ya que la plaza fue inaugurada el 27 de febrero del 1887, y es obra del escultor francés E. Gilbert. Mientras Colón luce en la cima imponente, con una vestimenta que lo hace más voluminoso señalando el norte, en tanto, Anacaona aparece en un plano marcadamente inferior en el pedestal, con un taparrabos, casi como si estuviera reptando con la pluma en alto. Un trato más peyorativo que ese no se puede imaginar.
La humillación no termina ahí, puesto que el Museo del Hombre Dominicano de la Plaza de la Cultura, donde se asume que saben lo que hacen, colocaron tres estatuas en su fachada representando las tres razas principales que han conformado este país; y en vez de colocar al indio en el centro, porque le correspondía según el protocolo por ser el nativo, lo pusieron a la izquierda del español Fray Bartolomé de las Casas, quien está en el centro de los tres en un plano anterior, y además, y para mayor humillación, al cacique le cambiaron su nombre aborigen que era Guarocuya o Huarocuya, y le pusieron su apelativo de pila bautismal, que era Enriquillo. Al esclavo africano Lemba sí que le corresponde estar a la izquierda del personaje central por el orden de llegada a estas tierras, aunque fuese contra su voluntad, y lo colocaron a la derecha. Esto significa que tienen a tres personajes históricos en la entrada, y todos están mal colocados.
Estos casos ejemplifican dos, de los muchos sesgos, tergiversaciones, e interpretaciones erróneas, de que adolece nuestra historia.
Para colmo, en el carnaval dominicano es frecuente que se hagan parodias de los nativos por medio de las comparsas, pero nadie los defiende…sólo los imitan o se burlan de ellos.