viernes, diciembre 29, 2006

EL PERSONAJE ENIGMÁTICO

Por FAUSTINO PÉREZ

Ese señor realmente no sé quién rayos es, pero yo intuyo que debe de ser alguien muy importante por la cantidad de escritos que publica. Es más, yo apostaría a que tiene que ocupar un cargo de, por lo menos, catedrático de alguna prestigiosa universidad, o ser consejero de una o varias instituciones de prestigio. Sería un verdadero privilegio el recibir clases de una personalidad auténtica como esa. Es tan y tan notable que siempre lo mencionan al principio de los escritos. Me han dicho que escribe en muchos idiomas, ¡sólo Dios sabe cuántas lenguas domina!, pero no me importa tener que acudir al diccionario, las veces que sean imprescindibles; de todas formas, siempre que veo su nombre siento una enorme satisfacción, bueno, más bien admiración. ¡Un auténtico políglota! Realmente me place leerlo, por su enjundia, y lo que más me asombra es que invariablemente lanza una frase genial para cada ocasión, siempre breve, nunca he visto que se haya extendido. ¡Eso es lo que se llama un verdadero erudito!, no como otros que escriben sin saber de lo que están hablando. Yo tengo la impresión de que debe de ser un autor muy plagiado, o como mínimo muy citado, pero tengo la desdicha de que nadie me lo ha presentado. Bueno, es un tipo efectivamente fuera de serie, un genuino sabio, sustancioso, que va al meollo del tema, y eso no se ve todos los días. Nunca he advertido que escriba algún desatino, ni que divague, ni mucho menos que dude; siempre va al grano con oraciones redondeadas, coherentes, precisas y puntuales. He notado también su desenvoltura en la escritura, yo me atrevería a proponerlo para un premio importante. Todo lo anterior palidece ante su dominio de la sintaxis y, encima, hace galas de un léxico fuera de serie. Tiene una elegancia y un estilo en el dominio del idioma envidiables. Ando tras algo que me dé una pista, que me informe; tampoco tengo la más mínima idea de su nacionalidad, tendré que preguntar a mis amigos o indagar en alguna biblioteca buena. Otra cosa que me extraña, es que no le rinden homenajes ni le otorgan doctorados honoris causa, ni tampoco emplea su nombre de pila, sólo el apellido. Hace tiempo que ando buscando una biografía suya en las librerías, de esa lumbrera de hombre, pero no encuentro nada; los dependientes, invariablemente, lo único que hacen es esbozar una sonrisa contenida al escuchar mi pregunta, se tapan la boca con las manos, se ruborizan y se ponen nerviosos, y me responden entre dientes que no tienen. La ignorancia de la gente no reconoce fronteras. Tengo la corazonada de que a lo mejor pueda encontrar algo acerca de él en el Internet. Estoy seguro de que no asiste a las charlas, no tiene ponencias, ni va a las exposiciones, ni mucho menos a los conciertos, porque yo me hubiese enterado. En parte es comprensible, porque debe de estar muy ocupado con sus amados libros, o quizá sea tímido, no le guste perder el tiempo, o no desee provocar la envidia de lo demás. El país que tenga el privilegio de tener un letrado de esos quilates, un ser humano tan conspicuo, se encamina irremediablemente hacia el progreso ¡in-de-te-ni-ble! A pesar de todo, yo me imagino que un ensayista tan prolífico como ese debe de aparecer miles y miles de veces en la red. Aunque, a veces me pregunto en mis adentros, si un intelectual de ese calibre puede tener tiempo para dedicárselo a una esposa o a una novia, a una amante, o para criar sus hijos, para divertirse…Porque intelectual sí que es, ya que es original, crítico, maneja las ideas con destreza y soltura, y tiene sabiduría. Es increíble, pero no puedo imaginármelo físicamente, ¿y si resultase ser un pedante?, con mucha pose de genio trasnochado, o malhablado, o que contestase con monosílabos. Es probable que use gafas, o a lo mejor tiene bigote, y de su tamaño no tengo la más mínima idea, de lo que no se duda es de su altura intelectual ¡Caramba, por qué unos tienen tanto talento y otros tan poco!; esas son de las injusticias que no comparto, hay algo que está mal en este mundo.
¡Tengo una idea!, en vista de que yo tengo muchos lectores, y a lo mejor alguien conoce a este portentoso señor, les quería pedir, encarecidamente, a quienes me leen, que no se les ocurra dejar de presentarme, por lo que más quieran, al Dr. Anónimo.

sábado, diciembre 23, 2006

SU NOMBRE ES BOND, JAMES BOND

Por FAUSTINO PÉREZ


Cuando el conocido ornitólogo James Bond, nacido en Philadelphia en el 1900, hacía sus trabajos de campo observando el vuelo y clasificando las aves del Caribe insular con sus prismáticos, nunca le pasó por el cielo de su imaginación, que su nombre iba a quedar asociado durante tanto tiempo, nada más y nada menos que con un espía británico de ficción, con “licencia para matar”.
Autor del texto Birds of the West Indies publicado en 1936, el mejor libro en su época, aunque ya superado, el auténtico James Bond era conocido del escritor británico Ian Fleming, otro observador de aves, quien vivía en Jamaica, pero que era solamente aficionado a la avifauna; y el nombre del experto en ornitología, Bond, le pareció que era perfecto para su personaje de novela, ya que le sonaba muy masculino y a la vez era un apelativo corto y corriente, fácil de memorizar. De esa manera nació el segundo James Bond, pero esta vez como personaje ficticio, aparecido en el 1953 en su novela Casino Royale, al servicio de su “Majestad Británica”; el mismo título que tiene la película más reciente del personaje creado por Fleming, y que corresponde a la vigésimo primera entrega de la serie.
La Gran Bretaña compite con Rusia por el “título” de ser el país más idóneo en el mundo, y el lugar más apropiado para ambientar las historias de espionaje, tanto las reales así como también para las ficticias. En ambos casos se debe a tres factores principales: en primer lugar por el clima brumoso y húmedo en el caso del Reino Unido y excesivamente frío en Rusia; como secuela de lo anterior, esos fenómenos naturales convierten a las personas en sujetos muy introvertidos, metódicos, cerebrales y calculadores, y esa reserva de carácter es ideal para guardar secretos y para idear tramas, pero también se manifiesta en la estricta educación que reciben los ingleses y en la afición por el juego de ajedrez entre los rusos.
Y en tercer lugar, en la época en que apareció la novela de Fleming, es decir, en el período post Segunda Guerra Mundial, ya la competencia entre las grandes potencias de la época estaba tomando cuerpo, lo cual explica en parte su éxito; y esa rivalidad se manifestaba básicamente en las coaliciones militares, en la propaganda ideológica, en la guerra psicológica, en los ámbitos militar e industrial, en el desarrollo tecnológico, en la carrera armamentista, en las guerras secundarias, en la carrera nuclear, y en el espionaje. Los gastos en programas de defensa se incrementaron enormemente, e incluso, a esa etapa se la bautizó como la Guerra Fría.
Sin embargo, cuando una serie cinematográfica se mantiene durante más de cuarenta años, se hace necesario el indagar en sus claves para comprender el “fenómeno” de masas, porque ya la Guerra Fría quedó atrás, y todavía siguen siendo exitosas esas películas. Esto implica que sus realizadores han logrado mantener al público de antes, e igualmente, han sido capaces de añadir nuevos “fans” pertenecientes a otra generación.
No no olvidemos que Inglaterra es el país de Agatha Christie, la escritora de novelas de crímenes y misterio que más ejemplares ha vendido en el mundo; allá también nació John Profumo, el ministro que tuvo que renunciar en 1963 por un affaire de faldas y espionaje soviético, que se suponía ponía en peligro la seguridad nacional con ese triángulo amoroso. También es la patria de Kim Philby, que aunque nacido en la India, trabajó como agente doble en su alto cargo de la Inteligencia Británica, y cuando fue desenmascarado tuvo que exiliarse en Moscú. El daño que causó afectó a la CIA estadounidense, al servicio MI6 británico, y benefició a la antigua KGB soviética, hoy convertida en la FSB…
Hay ingleses más conocidos en el mundo, quienes trabajaron en el campo del espionaje, como Baden Powell, el fundador de los Boy Scouts, quien hizo labores de inteligencia en el siglo XIX; también, el escritor Somerset Maugham, realizó funciones como espía, y sin ir más lejos, el mismísimo Ian Fleming.
A los británicos parece que el espionaje les persigue, ya que este año en que se estrena la nueva película de James Bond, asesinaron en Londres a Alexander Litvinenko un ex agente de la KGB en circunstancias misteriosas, propias para un film del género, con una sustancia radiactiva llamada polonio 210.
Debo de confesar que la primera cinta de la serie, titulada: Dr. No, fui a verla a regañadientes casi, porque no tenía nada que hacer esa tarde dominguera, y en Nueva York a veces hace tanto calor en verano, que resultaba mejor pasarse el resto del día en un ambiente climatizado que en la calle. Además, un amigo de origen polaco, que era un “teenager” al igual que yo, me la había recomendado. El hecho es que la película ya llevaba más de un año en cartel cuando fui a verla, con el local casi lleno. Recuerdo que lo primero que hice dentro del cine de sesión continua fue echarme una siesta, no por vagancia, sino porque estaba muy cansado por la falta de sueño, y de estudiar, trabajar y divertirme. Cuando se me pasó la modorra a medias, empecé a prestarle atención a la película, y así entre un rato de sueño y otro de vigilia pude verla completa.
Así el relativamente desconocido Sean Connery, y la chica playera del bikini blanco, Ursula Andress, una de las “sex symbols” de la época, iniciaron esta larga serie, en una playa jamaiquina, al haber sido enviado Bond a investigar unas misteriosas desapariciones. En total, Connery actuó en siete películas de la serie, siendo la mejor, sin lugar a dudas, Desde Rusia con Amor, el segundo film, estrenado en 1963.
Todas las películas subsiguientes de la serie han contado con los mismos “ingredientes”: mujeres bellas peligrosas y seductoras, escenografías fuera de lo corriente, y paisajes espectaculares del mundo, lugares exóticos, autos deportivos de lujo, toda clase de artefactos de última generación, efectos especiales novedosos, armas personalizadas, música original para cada film y un tema básico para la serie; mucha acción y suspense, traiciones, intriga y misterio, ambientes cosmopolitas, villanos malvados y poderosos, lugares refinados y propicios para la ludopatía, algo de superstición y de rutina, una mezcla de realidad y fantasía, y sobre todo, siempre se respetan las tradiciones británicas…aparte, claro está de que James Bond es un connoisseur de los placeres de la vida, con mucha elegancia y “mundología”, y mucha más suerte, habilidad, y lo último en tecnología a su disposición, para escapar de los peligros que lo acechan siempre.
Es importante destacar que desde la vertiente ideológica, y como producto de la época en que Fleming escribió sus novelas, Bond mata, eso sí, pero por una “causa noble”. Esto implica que no es un vulgar asesino, sino un profesional altamente capacitado para sus funciones de espía, al servicio del Imperio Británico, y de sus aliados occidentales. Curiosamente, no deja de ser una serie muy racista y clasista, a pesar de tantos éxitos y aceptación a nivel mundial, en la que los buenos, victoriosos, listos y hábiles, que son prácticamente los dueños del mundo, son siempre caucasianos, bien parecidos y anglosajones; y los malos, perdedores y que cometen torpezas, son feos, y pertenecen a razas exóticas, o no son aliados a los anglosajones.
En las películas de James Bond se manipulan hábilmente los estereotipos, y contando con unas audiencias condicionadas previamente durante años por los mass media, logran imponer el producto cinematográfico. Poco a poco sus productores se han ido adaptando a las nuevas realidades, para lograr un film que tienda a ser “políticamente correcto”; por ejemplo, introduciendo en el bando de los “buenos” a otras razas, pero aún así no lo logran plenamente, porque las novelas originales fueron concebidas con otra mentalidad, y lo que se inició como instrumento de una guerra psicológica, tiene que seguir siéndolo para no desvirtuarse.
Daniel Craig quien debuta como James Bond, ha sido el sexto actor elegido para recrear la figura del espía británico. Naturalmente, que todos los que han personificado a Bond después de Connery, inevitablemente son comparados con éste, lo cual parece inevitable, ya que el actor Sean Connery fue el primero en darle corporeidad.
Este actor de mirada “laseriana” representa un giro muy importante en la serie, porque en lugar de ser un espía refinado y con clase, proveniente de una universidad prestigiosa, ahora es un plebeyo cuyo acento del inglés lo delata, y que no sabe llevar un traje de Savile Row. Aunque Bond sigue pidiendo caviar Royal Beluga de Norte del Caspio, y su martini característico, ya no es lo mismo. Ese interés de “democratizar” la imagen es una apuesta hacia el futuro, pero ya no es el James Bond que todos conocíamos, ahora es otra “cosa”. Todos los protagonistas del celuloide y de la ficción tienen sus poderes, propiedades y características; por ejemplo, todo el mundo sabe que Spiderman se cuelga boca abajo, y que hace tal cosa o la otra, o que Superman vuela y la kryptonita le quita los poderes; pero si se cambian las reglas la audiencia se queda perpleja.
También se han eliminado varios personajes que ya eran tradicionales, como por ejemplo: Moneypenny, que era la secretaria que siempre suspiraba por Bond en la oficina del Servicio Secreto; tampoco aparece el experto en armamentos sofisticados que siempre le mostraba al protagonista las armas a su disposición…y así por el estilo. El vehículo deportivo de alta cilindrada del protagonista, que antes era la sensación de las audiencias, ahora tiene un desfibrilador que salva al héroe de un paro cardíaco, y cuando lo conduce, rápidamente tiene que inutilizarlo volcándose para no atropellar a la coprotagonista, que luego resulto una traidora, después de haber enamorado a Bond, hasta tal punto, que presentó su renuncia al Servicio Secreto. Esto significa que el auto apenas se vio.
La edición de las escenas de acción es impecable, y los diálogos son muy sutiles e ingeniosos, pero tiene secuencias ilógicas, porque si al protagonista le ponen una sustancia en el martini, que lo marea y le produce el paro cardíaco, no es muy normal que después que reviva y se reanime, vuelva al juego fresquecito, sin averiguar qué le pasó. Si sale con una herida en la cara, con la sangre chorreándole, no puede salir en otra escena como si nada le hubiese ocurrido. Tampoco se ve bien que al estar torturándolo, golpeándole los testículos, Bond, después de quejarse por el dolor, se le ocurra un chiste. En una película de humor, estaría bien, pero no en ese género, aunque resulte gracioso. En Inglaterra es inconcebible que un espía penetre sin permiso en el apartamento vacío de la jefa suprema sin permiso; naturalmente que ese interés de presentar a un James Bond irreverente, es otro ardid para acercarlo a la audiencia.
Esta película de más de dos horas y cuarto de duración, le dedica demasiado tiempo a la partida de cartas, o sea, que Bond pasa casi un tercio del film en interiores, jugando al poker en un casino. Esto no significa que los paisajes espectaculares no aparezcan, ni que las ciudades y países, como, Praga, Uganda, las Bahamas, Londres, Venecia, Montenegro, etc., no se vean, pero no lo suficiente.
En el aspecto erótico, que siempre ha sido un área al menos insinuante en la serie, deja mucho que desear, y no es por falta de “material”, es por el guión. Ya la famosa cicatriz de Bond en su espalda que daba pie para tantas anécdotas, ni se menciona.
El guión de Casino Royale, me recuerda una muñeca matryoshka rusa, de esas que tienen muñecas dentro de las muñecas, porque en la película se producen una secuencia de traiciones, es decir, un traidor, que a su vez traiciona al anterior, y ese traiciona al otro…, es toda una cadena de traiciones.
Esta es la más reciente película de la serie de James Bond, pero el otro Bond desvirtuado, no el que conocíamos.

viernes, diciembre 15, 2006

LA FOTOGRAFÍA COMO “REALITY CONSTRUCTOR”
Por FAUSTINO PÉREZ

Ya desde que Daguerre fijara la primera imagen fotográfica en Francia, después de múltiples intentos, y de que Talbot ideara en Inglaterra el procedimiento negativo-positivo, basándose también en los trabajos de otros, a mediados del siglo XIX en ambos casos, la foto ha mostrado su faceta mágica, materializada en su capacidad de recrear realidades.
El proceso que inventó Talbot, aún se emplea en la actualidad, en su esencia, sin embargo, es preciso hacer constar que la foto no es la única co-productora de realidades, pero sí una de las más populares, ya que al tratarse de “signos icónicos estáticos”, resulta más asequible y barata comparativamente que, por ejemplo, las imágenes con animación o movilidad aparente, como las proporcionadas por el cine o el vídeo. Y ahora con las nuevas tecnologías de cámaras digitales de bolsillo, y de teléfonos móviles con cámara incorporada, se ha popularizado muchísimo la fotografía. A cualquier lugar turístico importante que uno vaya, casi siempre aparece alguien para sacar fotos, y en algunos sitios es frecuente ver decenas de personas tomando fotos, simultáneamente.
Esa capacidad que tiene ahora el público de hacer fotos en cualquier lugar y circunstancia, ha hecho que el reportaje fotográfico se redefina y se redimensione, ya que en los casos de ser un hecho impredecible y/o dramático, ahí casi siempre habrá un “reportero” aficionado para dejar constancia. Esto es también válido para las tomas en vídeo.
Pero vayamos por partes: las fotos son signos porque sirven para interpretar los hechos, ya que las personas infieren y deducen cosas por los detalles e indicios que observan; si usted ve a un caballero en un vehículo caro, con un chofer uniformado, vestido con un traje caro, una corbata cara, un reloj caro, y unos zapatos caros, fácilmente deduciría que se trata de un señor adinerado, y así por el estilo; aunque podría equivocarse en el juicio, en principio se tiende a pensar eso. Son a su vez icónicos, debido a que se trata de imágenes, o sea, de representaciones; y son estáticos, puesto que carecen de movimiento normalmente, aunque se le puede añadir la animación de muchas maneras. Los signos son distintos de los símbolos, porque estos representan, al estar en el lugar de otra cosa, como ejemplo pondremos a la bandera como símbolo de la patria.
Si uno mira con un cierto grado de aumento una fotografía, podrá apreciar los puntos que la configuran, lo que quiere decir que las imágenes están formadas por puntos, visualmente hablando. De hecho, el punto, también conocido como punteado, grano, granulación, y por el acrónimo píxel (de picture element), etc., es el primer elemento del alfabeto visual, ya que existe igualmente una gramática para la imagen, lo que ocurre es que poca gente la estudia. Empero, los puntos están presentes en cualquier imagen visible, desde la pantalla de un televisor o de un cine, hasta una caricatura. Si la imagen no es visible, como podría ser un dragón o un ángel, también se las puede representar por puntos. El punto, a pesar de ser pequeñito e insignificante, aparentemente, tiene un poder descomunal en el universo de la imagen, o lo que es igual, en el mundo icónico.
El punto posee tres propiedades básicas, según Justo Villafañe, en su libro Introducción a la Teoría de la Imagen: 1ra. Puede adoptar uno entre millones de tonos y colores posibles; 2da. Tiene una forma que nunca se repite, como los granitos de arena del mar, salvo el píxel electrónico que al ampliarlo en la pantalla adopta una forma cuadrada, lo cual facilita el trucaje y el retoque en la imagen, con los programas de ordenador para el manejo digital de la imagen como el Photoshop, el Corel, etc.; y 3ra. Cabe la opción de que el punto tenga muchos tamaños diferentes.
Igualmente, hay otros elementos que condicionan e influyen en la apreciación del punto, tales como: 1ro. La distancia a que se aprecie o mire el punteado, ya que mientras más alejada de él se encuentre la persona, más tiende a confundirse con los otros puntos que lo rodean, es decir, se mezclan visualmente; si uno pone muchos puntos rojos en un soporte y les pinta encima una cantidad similar de puntos amarillos, el resultado se verá de color naranja al mirarlo a una cierta distancia. Precisamente en ese efecto se basa el puntillismo, que es una técnica que se derivó del estilo impresionista en pintura; y a su vez el impresionismo se inspiró en las láminas japonesas caracterizadas por las pinceladas “sueltas” y los colores del tipo pastel, que empezaron a llegar a Europa a mediados del siglo XIX, a raíz de la apertura forzosa de los puertos japoneses presionados por la flotilla estadounidense liderada por el Comodoro Perry, quien firmó la Convención de Kanagawa en 1854. Al pintor francés Seurat, se le considera como uno de los grandes maestros de ese estilo puntillista. 2do. La textura del soporte, porque mientras más compacta sea, mayor será la nitidez obtenible en la imagen. Si comparamos un papel periódico con un papel satinado, se comprenderá mejor lo que afirmamos. 3ro. El brillo del soporte, ya que la brillantez produce un efecto de saturación en el color, o sea, que se ve más “denso” y oscuro. Si usted compara dos libros iguales, con la diferencia de que uno de ellos tenga las cubiertas plastificadas, y el otro no, verá el efecto.
La fotografía puede ser un instrumento que en manos de una persona con sensibilidad artística, es capaz de servir para producir una obra considerada como de arte. No es que la foto, por sí sola, sea arte o no, es el artista quien puede producir un resultado digno. Por ejemplo, si un tronco de caoba, o un tubo de óleo caen en las manos equivocadas, nunca podrán crear algo que valga la pena; sin embargo, un escultor que se precie o un pintor de categoría, lograrían resultados considerables como artísticos.
Al ser tan popular la fotografía, tiende a ser menospreciada por los ignorantes de los procesos artísticos; y fue justamente John Szarkowski, el ex curador del departamento de fotografía del MoMA (Museo de Arte Moderno de Nueva York), -al publicar el prólogo de un bello libro titulado: Espejos y Ventanas, en 1978, en el que presentaba sus criterios acerca de la llamada fotografía-ventana y de la fotografía-espejo -, quien le dio un gran espaldarazo a la fotografía. Este trabajo sirvió –entre otros- para abrirle el paso a la foto en los museos del mundo, que aún se mostraban reacios.
La fotografía-ventana es la que “mira hacia fuera”, es decir, que intenta captar la “realidad” lo más fielmente posible, y los máximos logros en este tipo de foto se han conseguido con cámaras de gran formato, y ahora modernamente, con cámaras de muchos megapíxels. Sin embargo, cuando el fotógrafo estima que su mundo interior es también una “realidad” tan válida como la otra, ya que la de la foto-ventana carece de tantas variables que conforman la auténtica realidad, de ahí surge el concepto de fotografía-espejo, como un reflejo del yo-interno del fotógrafo. Al final de la introducción de ese libro acerca de la fotografía estadounidense desde los años 60, Szarkowski concluye diciendo, que la fotografía es como un eje con dos polos: en un extremo tiene la foto-ventana, y en el otro la foto-espejo, y los fotógrafos fluctúan en esa escala.
En realidad, en la fotografía física sólo permanecen los estímulos visuales, con muchos condicionamientos y limitaciones. Si nos imaginamos que estamos sentados en la playa, por ejemplo, al estar en ese lugar sentimos la brisa fresca, la textura de la arena, el ruido de las olas, de la música, y el los bañistas; y se perciben además, la temperatura ambiental, y el olor al salitre, entre otras variables; al sacar la foto, lo primero que se nota es que normalmente es más pequeña que la realidad, luego, presenta las tres dimensiones del espacio físico (alto, ancho y profundidad), en sólo dos (alto y ancho); aparte de que tampoco se siente la brisa, ni la temperatura, ni mucho menos la textura de la arena, ni el rumor de las olas; y los gritos de los niños y la bachata playera están ausentes…Sin embargo esa imagen se considera como realista. Ahora bien, si la foto copiada se toca, se siente una textura, si se huele, desde luego que posee su olor, si se muerde, aunque suene a chiste, también tiene su sabor, pero ninguna de esas sensaciones se corresponde con la realidad. Es evidente que si la foto es a blanco y negro, en lugar de ser a color, carece de más variables. Entonces, ¿dónde está el realismo?
Ningún aparato, hasta ahora, puede reproducir el perfume seductor de aquella joven que usted vio en Plaza Central, o sentir el fuerte apretón de manos que le dieron, o el pisotón que le propinó un peatón por la calle…por más caro que sea dicho aparato fotográfico. Puede, eso sí, plasmar el momento en que vio a la joven, o del apretón, o bien el del pisotón con la mueca de dolor, pero no lo que sintió.
Por otro lado, las diferentes ópticas o lentes también condicionan la foto. De las tres grandes familias de lentes, y de la subfamilia que existe, las que menos deforman el espacio son las llamadas lentes normales, y además, sacan una perspectiva similar a la real, con un ángulo de visión parecido al de la visión humana central, y con pocas deformaciones. Por su parte, los grandes angulares, al captar un ángulo ancho, como su denominación sugiere, hacen que los sujetos se vean más “alejados”, deforman el espacio, ensanchan la imagen para poder abarcar más y por ese motivo las personas se ven más gruesas; y como si fuera poco el espacio aparece “curvado”, o sea, que las líneas rectas pueden verse combadas, dependiendo del ángulo de la toma. Los ojos de pez, y los semi-ojos de pez, no hacen más que exagerar las características de los grandes angulares. Por su lado, los teleobjetivos, mal traducidos del inglés como telefotos (telephoto, en inglés), hacen lo contrario que lo grandes angulares, lo cual implica que sacan un ángulo estrecho, la imagen aparece como si estuviese “aplastada” o comprimida, y las líneas rectas salen derechas; por otro lado, los sujetos se ven más “cerca”. Entonces, ¿dónde está el realismo?
A pesar de todo, la fotografía tiene su magia innegable, y además, sirve de recordatorio de unos momentos que vivimos, de lugares visitados, de personas, incluyendo, a las conocidas, a las amistades y familiares; de hechos y acontecimientos de nuestras vidas, de unas edades, etc.; pero donde realmente la foto adquiere un poder “fetichista” comprobable, es en los casos en que el ser querido que aparece en ella, fallece. Es fácil, hacer la prueba: cuando usted vaya a una casa de visita, díganles seriamente a los anfitriones que quiere ver las fotos de algún familiar que haya fallecido para romperlas, y verá la cara de espanto que ponen; incluso pensarán que tiene algún problema mental. Y prepárese para escuchar las cosas que le dirán.
Otra variante consiste, en decirles con mucho énfasis a los dueños de la casa que las fotos que fueron seleccionadas por ellos y admiradas y exhibidas en la sala con tanto cariño, están muy feas, y ya verán cómo reaccionan. La pregunta que surge es la siguiente: ¿por qué la gente reacciona con tanta pasión si sólo se trata de unos pequeños cartoncillos plastificados?
Es tal el poder de evocación que tienen las fotos, que hay mujeres que al contemplar las imágenes antiguas “viven” en dos tiempos diferentes, por un lado están ancladas en el pasado cuando ellas eran jóvenes, bellas y atractivas, con muchos enamorados; y ahora en el presente, con sus rostros arrugados y entradas en años. Y cuando alguien las piropea por la foto, responden con ternura y hablan de aquellos tiempos. Igualmente, hay hombres que evocan permanentemente aquel cargo que tuvieron, al mirar las fotos, o bien, a la personalidad que saludaron, o que posó con ellos, y así por el estilo, los ejemplos serían interminables.
De todas formas, al ser la imagen fotográfica una especie de “corte transversal” en el tiempo, siempre está en el pasado, porque cuando uno la ve, ya el tiempo pasó. No obstante, el fotógrafo puede representar alegóricamente, cualquier tiempo que quiera, tanto el presente, así como también el pasado, e incluso, el futuro. Esto es fácil de hacer, porque lo único que tiene que concebir son unos trajes para disfrazar a los sujetos, y así representa el tiempo que quiera.
Sin embargo, la variable más compleja de una foto es precisamente el tiempo, en especial cuando se realizan efectos especiales. Por ejemplo, en cualquier clase de fotomontaje, es decir cuando se mezclan imágenes, se combinan dos o más tiempos diferentes, con dos o más espacios distintos; se fusionan el “aquí y ahora”, con el “allá después”. Sería, lo que yo llamé una vez, un “pretérito combinado”.
Si se le quitan surcos o pliegues a una cara con filtros durante la toma o con la computadora, la persona se verá más joven, lo cual implica que la cámara se convierte en una máquina del tiempo. Esto último tiene, como se sabe, muchos usos en política, aunque en muchos casos se exagera con la máquina del tiempo. Lo mismo ocurre, pero a la inversa, cuando se aplica un programa de ordenador para envejecer al sujeto. Esto último tiene además aplicaciones prácticas, sobre todo para los casos de secuestros o desapariciones, y de esa manera se tiene una idea de cómo luciría la persona después de haber transcurrido un cierto tiempo, aunque sea menos fotográfico el proceso técnico.
Si se hace un efecto de “flou” con la imagen difusa, para crear una “atmósfera” que puede ser romántica o bucólica, a lo mejor se está diluyendo o licuando el tiempo.
El mismo fotomontaje se presta para poner a las personas a “hacer” cosas que nunca hicieron, por ejemplo se le puede cambiar el marido a la esposa divorciada, que estaba al lado de ella en la foto, o ponerle el Coliseo de Roma en el fondo a alguien; y si el truco está bien hecho, apenas se nota.
En los casos en que se aplique la técnica del “barrido” o “paneo”, a base de que el fotógrafo dispare siguiendo el movimiento del sujeto, y éste sale movido pero enfocado, y el fondo aparece estriado en la foto, ¿qué ha pasado con el tiempo?, ¿ha sufrido un estirón, o resbaló, quizá? Cuando se emplea una máquina de hacer fotos motorizada, y se dispara una ráfaga de varias fotos por segundo, ¿se está “persiguiendo” al tiempo, y se escurre?
Empero, la cuestión se puede complicar aún más, y adquiere ribetes filosóficos: si se combina la imagen de una persona en positivo, con el negativo de esa misma foto, ya sería el yo y el anti-yo fundidos; o bien, el ser y el no-ser en la misma imagen. Y si se le cambia el color a la foto, ¿estoy trasladando al sujeto a otro planeta imaginario? Verdaderamente con las fotos se pueden hacer tantas cosas que llegan a desafiar la lógica y la imaginación, y ponen a uno a pensar. Y si se hace un auto-retrato de un espejo, y aparece el autor en la foto volteado de izquierda a derecha, ¿qué pasó ahí?, ¿se le dio media vuelta al tiempo?
Si después de todo lo que se ha dicho usted sigue pensando que la foto dice la verdad y nada más que la verdad, la culpa no ha sido nuestra, porque la fotografía no es más que una pura ilusión al igual que este artículo digital.

sábado, diciembre 09, 2006

UN DOMINICANO EN CIUDAD DE MÉXICO
Por FAUSTINO PÉREZ

En el aeropuerto internacional de Tocumén en la Ciudad de Panamá, es posible que uno se encuentre con más amistades dominicanas que en el de Las Américas al partir de Santo Domingo; ya que la capital panameña se ha convertido en el “pívot” o ¨hub” del continente americano para fines de vuelos comerciales. Eso mismo se pudo haber hecho aquí, pero la corrupción y la falta de visión lo impidieron, por no llamarle de otra forma peor.
Aparte de tener que hacer escala en Panamá -lo cual triplica la duración del viaje- el viajar a México provoca muchos recelos - aunque sea por una semana como es el caso mío - desde que uno realiza la solicitud del visado gratuito, en el Consulado de México en Santo Domingo, al tener que responder a preguntas en el correspondiente formulario que podrían considerarse como capciosas. Por ejemplo: “¿piensa usted visitar la frontera norte?”, o “¿piensa usted visitar la frontera sur?” Uno realmente no tiene la intención, ni las ganas, ni mucho menos la necesidad de cruzar clandestinamente la frontera de los EE UU, hacia el norte; así como tampoco entrevistar al Comandante Marcos en Chiapas, en el sur. Si es por el perfil del solicitante, tampoco encajo en el tipo de guerrillero aventurero, pero esas son las “reglas del juego” que se aplican a todos los solicitantes, y hay que aceptarlas. Y como ya se dijo el visado es gratuito.
En el aeropuerto de Santo Domingo se incrementa el misterio y el sigilo, porque cuando uno va a chequearse en el mostrador de Inmigración, y se enteran que se viaja para México, miran al viajero como si fuera un extraterrestre, y el funcionario de turno con una típica sonrisita, le indica al interesado que tiene que pasar antes por la oficina de “fulanito” antes de estamparle al pasaporte el sello correspondiente de salida. Una vez allí y después de unas cuantas preguntas estúpidas tales como: “¿a qué va a México?”, o, “¿cuánto tiempo va a pasar allá?”, que yo no sé para qué sirven, porque si uno tiene la intención de hacer algo ilegal no se lo comunicaría a ellos; o quizá si lo hacen con la finalidad de comprobar si el viajero se pone nervioso, y pueden detectar la intención del viajero, conmigo fallaron, porque lo que ocurre es que los funcionarios no saben con quién están hablando - y deberían de saberlo - y yo de gestos sé más que ellos.
De todas formas, en al avión todo marchó bien, se hizo la correspondiente escala en Panamá, y ya al sobrevolar México empezaron las sorpresas, o mejor dicho, las cosas curiosas, pero para descubrirlas es que precisamente uno viaja. Desde el aparato se observa que las cadenas montañosas tienen un color negruzco; probablemente, yo intuyo que se deba a la actividad volcánica secular. Las lomas y montañas de aquí, como se sabe, son verdes por la vegetación o tienen algún tono de marrón, o sea, muy diferentes.
El mismo cromatismo pardo se aprecia al llegar a la gran urbe, una de las más pobladas del mundo, con el aeropuerto que ha quedado “envuelto” por el crecimiento de la mega-ciudad. Esto significa que debido a la ruta de aproximación del avión, las vistas panorámicas permiten sacar fotos en picado del mismísimo centro comercial, conocido como la Zona Rosa, y de otros barrios.
Al pisar suelo en la capital mexicana se nota que el aire es muy diferente, en primer lugar por la temperatura, que puede fluctuar entre unos 10-20 grados centígrados en un día típico; luego por la altura con la consiguiente falta de oxígeno al estar ubicada a 2240 sobre el nivel del mar; y además, por el grado de contaminación atmosférica que irrita los ojos, y provoca que se llore literalmente a veces, ya que la urbe está prácticamente rodeada de montañas de origen volcánico y circula poco la brisa. Esa combinación de factores produce un dolor de cabeza que no cede, al visitante costeño, hasta que uno se acostumbra. La fila era “kilométrica”, a la cual se llega después de mucho caminar y/o de utilizar las rampas horizontales móviles, debido a la gran cantidad de pasajeros que llegan a una sola terminal en los vuelos nacionales e internacionales, pero avanzaba con celeridad, gracias a unos funcionarios eficientes. Los que no tienen maletas con ruedas pasan mucho trabajo debido a las distancias.
Por los titulares de los periódicos que veo en el aeroparque, me doy cuenta de que en México existe la misma guerra encubierta del narcotráfico que se vive en la República Dominicana, pero mucho más encarnizada debido a la competencia, y muchísimo más espectacular que la que se libra aquí, ya que la nación azteca es cuarenta y pico de veces más grande que nosotros, con una población once o doce veces mayor. Esto lo pude verificar luego escuchando las noticias locales. El ciudadano corriente no sabe lo que realmente sucede, en estos países, pero las bandas rivales sí están al tanto perfectamente de lo que está ocurriendo, y quién es quién en ese negocio ilegal mutimillonario. México es una nación con decenas de etnias y de idiomas autóctonos, y también más politizado, que ya es bastante, lo cual complica aún más la situación.
Después de tomar el taxi, para ir al hotel en el Centro HIstórico, resultó que no pudo llegar hasta la puerta porque había una manifestación política, y estaba cortado el tránsito vehicular. Pude apreciar cómo la policía municipal inmoviliza los vehículos que están mal aparcados con un “cepo” en una de las ruedas, antes de que llegue la grúa.
Al abrir el balcón de la habitación respiré contento porque daba justamente al Zócalo, o Plaza de la Constitución, la tercera plaza más grande del mundo, después de la de Tiananmen de Pekín, y la Plaza Roja de Moscú, con la Catedral a la izquierda de donde me encontraba ubicado.
Pero la alegría no me duró mucho porque para los mexicanos, al igual que para los peruanos con la Plaza de Armas de Lima, la plaza central es el centro neurálgico de todos los problemas y de todo lo importante que ocurre en el país entero; o sea, que cada una de las peticiones, reinvindicaciones, problemas, necesidades de la población, celebraciones, actividades culturales, etc., se refleja en ese espacio. Claro está que esta plaza de la capital mexicana es mucho más extensa que la peruana y que cualquier plaza dominicana, porque la Plaza de la Bandera de la Ave. Luperón, esquina 27 de Febrero, apenas tiene vida a pesar de su tamaño; yo calculo que el Parque Colón cabe holgadamente más de ocho veces en al Zócalo, con la diferencia como decía, que en el Zócalo no hay bancos para sentarse y simultáneamente se producen decenas de actividades diferentes.
El Parque Independencia nuestro tampoco es comparable, porque de día, es más la gente que lo usa como atajo que la que permanece en él, y de noche muchas veces lo convierten en un burdel privado “administrado” por quienes lo “cuidan”, dependiendo de cómo esté la “marea” de opinión pública.
El ruido y la actividad son tan intensos que desde las cuatro de la madrugada ya están los grupos en acción con megáfonos en el Zócalo; hasta tal punto incordian, que tuve que pedir una habitación interior del hotel para poder dormir. Los activistas de la plaza no descansan ni tres horas por las noches.
Naturalmente que cuando se llega a una ciudad nueva lo primero que uno quiere es ubicarse y saber lo que tiene de interés para uno, y lo mejor para eso es hacer un “city tour”, en un moderno autobús de dos niveles que sale cerca del Zócalo, porque no es lo mismo, como se comprenderá, leerlo en un libro o buscarlo en el internet, que vivirlo. Ese recorrido me gustó tanto que lo repetí dos veces más en días sucesivos.
La Ciudad de México tiene una gran cantidad de fuentes muy bellas, muchas de ellas con motivos autóctonos, y en ese sentido rivaliza con Roma en cuanto a número, pero con unas temáticas diferentes. El Paseo de la Reforma con sus elegantes jardineras triangulares ladeadas en el centro de la avenida, parecidas a pequeñas pirámides, le dan un toque muy original. Ahí también está el Ángel de la Reforma, que es el centro de celebraciones populares de la ciudad, como podrían ser la Puerta del Sol de Madrid, el Times Square de Nueva York, o el Picadilly Circus de Londres. Igualmente se encuentra la estatua que se conoce popularmente como la Diana Cazadora, con sus voluptuosidades carnales.
En México tienen un concepto del espacio en grande, sin llegar al extremo de la Ave. 9 de Julio de Buenos Aires, que ha sido la única ciudad del mundo que se ha atrevido a desafiar los Campos Elíseos de París con esa avenida. Ese criterio espacial se evidencia en la capital mexicana, por ejemplo, en el Zócalo mismo, en la Catedral, en el Auditorio Nacional, en el Monumento a la Revolución, en la escultura gigante de color amarillo llamada “el caballote” o “caballito”, dependiendo de quién hable, que está en un espacio público a un costado de la Reforma, etc. Hay que aclarar que también existe otra estatua a la que llaman el “caballito”, al tener a un jinete cabalgando.
Mención aparte por sus dimensiones merecen las pirámides de Teotihuacán, a las que acudí antes de que el cansancio provocara sus estragos, pasando por la Basílica de Guadalupe. La antigua iglesia ha tenido que ser reforzada debido a los daños que le han provocado los terremotos. En cambio la nueva, tiene un concepto de diseño muy inteligente, porque le permite al visitante darle la vuelta por dentro, y pasar por debajo del altar a través de una especie de pasadizo, pudiendo contemplar la reliquia que se encuentra arriba en el mismo altar, sin interrumpir los oficios religiosos. Hay que tener en cuenta que a esos templos acuden millones de peregrinos de todo el país, en especial el 9 de diciembre de cada año, que es el día de la fiesta de la patrona. Desde la noche anterior los más importantes cantantes de la nación le rinden homenaje a la virgen, con las famosas “mañanitas”, que son transmitidas a todo el país por la televisión.
A 46 kilómetros de la capital se encuentran las pirámides reconstruidas de Teotihuacán: la del Sol que originalmente tenía unos 75 metros de altura, y la de la Luna, con 42 metros, con todo su entorno arqueológico milenario y su kilométrica explanada central. Ir a este lugar y subir en particular a la del Sol es algo único, es una de esas experiencias inolvidables que se hacen una vez en la vida. Ya desde la distancia se aprecian los turistas como hormiguitas subiendo esas moles, y es que no es para menos porque el esfuerzo es agotador, e incluso hasta peligroso; porque además de ser bastante empinada la subida con un ángulo muy inclinado, los peldaños son altos como de 10-12 pulgadas aproximadamente y encima son estrechos, o sea, que hay que pisar de lado. Por suerte en la mayoría de los tramos hay de dónde sujetarse, porque una caída puede ser fatal.
Una vez arriba, después de haber recuperado el aliento, uno se siente como un emperador contemplando sus dominios, con la brisa fresca acariciándole el rostro, y se olvida de los sacrificios humanos que se escenificaban en esas mismas alturas.
En los alrededores hay algunas tiendas, donde me dieron a probar el tequila de producción local, me enseñaron el cactus de donde lo extraen, me mostraron un taller de artesanía donde trabajan la obsidiana, me brindaron una “agüita”, que es como un jugo nuestro pero muy aguado, o si se quiere, un vaso de agua fresca con sabor a fruta, y otras exquisiteces de la comida típica mexicana, con las consabidas explicaciones como recursos de “merchandising”, y al final me dejé persuadir para comprarles una máscara de obsidiana, que es una piedra negra durísima y difícil de trabajar ya que se precisa de un taladro grande con broca de diamante; con la que también fabricaban cuchillos para las ofrendas humanas los antiguos teotihuacanos empleando otros procedimientos, porque esa roca puede ser muy afilada dependiendo del corte. A todo esto tenía mis aprehensiones para no ser otra víctima más de la llamada Venganza de Montezuma, es decir, de la descomposición intestinal.
Desde el punto de vista cultural, la obsidiana equivale a nuestro larimar, con la diferencia de que la piedra mexicana es mucho más dura, es de un color negro puro brillante y se conoce desde hace milenios. En cambio la historia del larimar es reciente y es un mineral con tonalidades veteadas del azul.
Al regreso pude ver fincas de cactus comestibles, en especial el conocido localmente como nopal, con su fruto llamado tuna.
Al día siguiente estuve en el Museo Nacional de Antropología del cual ya comenté (Ver mi artículo acerca de los museos de arte del mundo), al salir de allí tomé uno de los taxis verdiblancos de dos puertas de la marca Volkswagen que tanto abundan en esa ciudad, para dirijirme al barrio de Buena Vista a un mercado cerrado de artesanías. Al salir de allí después de dos horas, noté algo por casualidad que resultó ser el mayor “descubrimiento” del viaje; era una verdadera “procesión” incesante de miles de jóvenes pertenecientes a todas las “tribus” urbanas de la capital mexicana que se reunen los sábados por la tarde en ese sector, y que en ese momento empezaban a salir del metro que se encuentra en las cercanías.
La gran mayoría tenía indumentarias “híbridas”, por ejemplo, había uno que llevaba unas botas hippies, un pelo estilo punk-apache de cuatro colores, una camiseta negra satánica y unos pantalones de pintor de brocha gorda, con un símbolo de la paz en el cuello; una chica, o una chava como dicen los mexicanos, presumía de sus piercings en toda la cara incluyendo labios, lengua, orejas, cejas y mejillas, con unos moñitos de colores y una falda que en su mejor época era escocesa, una blusa morada con escote y mangas ¾, y muchos anillos, collares y pulseras como una gitana, unas botas de invierno de cuero, y un tatuaje extraño en la frente, y así por el estilo. Ellos presentan conciertos, acuden a las numerosas tiendas de los alrededores, y consumen sustancias alucinógenas, porque esos jóvenes también son consumistas, pero a su estilo. Todo esto significa que yo caí en el día preciso, a la hora precisa y en el lugar preciso, sin pretenderlo siquiera.
Esta es una estampa muy alejada de la que se tiene aquí de los mejicanos, manifestada en los cantantes y artistas del cine y de la tele. Como se sabe en este país todavía hay gente que se levanta escuchando música de Miguel Aceves Mejía, Pedro Infante o Jorge Negrete, y muchos jóvenes se deleitan con Luis Miguel, Juan Gabriel o Thalía.
Luego me enteré que en México existen sectas que adoran al demonio, como en otros países grandes, aparte del empleo profuso de los esqueletos y calaveras en la artesanía y en las celebraciones populares, en especial en el Día de Muertos. Precísamente pude comprar unos esqueletos articulados de madera al salir del Museo de la Culturas Populares en Coyoacán, al siguiente día. Donde no me apeteció ir fue al Museo-Casa de la pintora Frida Kahlo que se encuentra en las cercanías de la misma “colonia”, por ser un arte demasiado morboso para mi gusto.
Cerca del hotel donde me hospedaba, existen numerosas joyerías con prendas principalmente de plata, así como también otras clases de negocios formales de ventas de calzados y de ropa, etc., y en las inmediaciones del mismo Zócalo venden en puestos informales, comidas típicas, artesanías, gorras, juguetes y montones de cosas más. La catedral que está ahí mismo, es inmensa de un cromatismo oscuro.
El Bosque de Chapultepec es el gran pulmón de la ciudad, y además de tener lagos y fuentes muy interesantes, una de ellas inspirada en las cabezas gigantes de la cultura olmeca y otra en Tláloc, que es el dios de la lluvia en el idioma nahuatl; cuenta por igual, con otra fuente dedicada nada más y nada menos que a los físicos nucleares. El bosque tiene además un parque de atracciones, el llamado Papalote Museo del Niño, un zoológico y un parque temático donde los visitantes pueden apreciar en escala reducida todos los monumentos y sitios importantes de México. Además alberga varios museos de mayor tamaño como el de Antropología, que es el más importante de Latinoamérica, el Museo de Arte Moderno, donde las ardillas comen de la mano del visitante en su Jardín Escultórico, y a todo esto yo pensaba en nuestras ratas del Malecón. ¡Vaya contraste!
En la Ciudad de México se nota un gran amor por su urbe, incluso, las principales asociaciones de inmigrantes han hecho donaciones de monumentos en agradecimiento, para adornarla y embellecerla, muy distinto a lo que sucede aquí en Santo Domingo. En la capital mexicana se han hecho reproducciones de monumentos y fuentes famosas del mundo como la Cibeles de Madrid, entre otras.
Atención especial merece el Palacio de Bellas Artes de estilo art nouveau, cuya construcción comenzó en 1904, y fue terminada en 1934, con su elegante fachada de mármol de Carrara y con una cúpula impresionante. Arriba en la planta superior tienen frescos de los más importantes muralistas mexicanos como Orozco, Siqueiros, Tamayo, Rivera…aquí también se presentan exposiciones y se realizan conciertos y se presentan piezas teatrales, entre otras actividades. Cerca de ahí está la Torre Latinoamericana, que es uno de los edificios más altos de la ciudad, y uno de sus emblemas, y al otro lado se encuentra el gran parque de La Alameda con su famosa Policía Charra a caballo. En frente casi, está una sucursal de la famosa Librería Gandhi.
La Plaza de Garibaldi sí es que tiene muchos charros y mariachis, dispuestos a complacer peticiones en base a una tarifa. Pero el lugar, aparte de la música reviste poco interés.Tampoco es interesante el Museo de la Caricatura en el Centro Histórico; en cambio el Museo de José Luis Cuevas, que también se encuentra en el Centro, alberga los trabajos de ese auténtico genio de la figuración. Cuevas es un gran orgullo para su país.
Y así se me fue el tiempo, con tantas cosas aún por ver y hacer en ese país de cultura milenaria. Luego tomé el taxi para el aeropuerto, me encontré con los consabidos amigos en la zona franca de Tocumén en Panamá, y de vuelta a la tierra de la bachata y la basura, donde las fuentes casi nunca tienen agua.
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domingo, diciembre 03, 2006

GRAFFITI NUESTRO DE CADA DÍA

Por FAUSTINO PÉREZ

Las paredes son mudas, sin embargo, nos “hablan” a los ojos, nos dicen cosas, nos comunican experiencias, nos advierten de los peligros, nos señalan los caminos, nos notifican, anuncian e informan de todo aquello que se puede expresar con la escritura, que no es poca cosa. En los muros es posible alabar o humillar, amar u odiar, anunciar o denostar, criticar o ponderar, pero sobre todo, sirven como un vehículo o canal de expresión; incluso, se usan para el desahogo emocional.
En su libro La Historia de la Escritura, Ignace J. Gelb la define como: “un sistema de intercomunicación humana por medio de signos convencionales visibles”. Existe una “intercomunicación”, porque lo que plasma uno lo puede entender el otro, aunque no siempre, si se viola la convención de la escritura. En otra parte del libro afirma que: “en la raíz de toda escritura se encuentra la pintura”.
El castellano al igual que otros idiomas similares, es de tipo silábico; es decir, que las palabras que representan se forman empleando sílabas, y no existe ninguna relación entre el vocablo y aquello que representa. Por ejemplo el término, mar, tiene tres letras y representa algo muy grande. En cambio, microorganismo, consta de catorce letras y representa algo muy pequeño.
Existen otras lenguas que son ideográficas, como el mandarín chino y el japonés; o sea, que el signo empleado antes se relacionaba directamente con lo que representaba, lo único que ahora ya se ha estilizado, pero tiene su origen en la imagen de lo representado.
Por su parte el vocablo graffiti, tomado del italiano, otro idioma silábico, es un término en plural en el idioma de origen, que se ha importado al castellano como si fuese singular, con la doble “efe” (ff), del original en la segunda sílaba, y de ahí que para pluralizarlo en español, mucha gente escribe: graffitis, lo cual es una redundancia, porque es un plural duplicado. Pero como ya el término se ha impuesto, nosotros le eliminaremos una “efe”, porque no cumple ninguna función, y escribiremos: grafiti, para el singular; y grafitis, para el plural.
Empero, ¿qué es un grafiti? , vamos a definirlo, en principio, como una pintada con predominio de la callejera sobre la que se realiza en interiores, que no tiene un fin utilitario como el letrero o cartel, tanto el formal, así como también el informal. Se dice ”pintada”, pero se pueden emplear otros medios que no sean las pinturas, en todo caso serían expresiones básicamente escriturales de desahogo y/o un puro capricho. La aparición del elemento icónico, es decir, de imágenes es más rara en el grafiti que en el letrero o cartel.
En algunos casos no se sabe a ciencia cierta de qué se trata, a menos que se posean más datos sobre el particular. También hay casos mixtos de letrero-grafitis.
Los soportes son tan variados como las circunstancias lo permitan, es decir, que no existen límites, siempre y cuando sea apropiado para que el mensaje o pintada sea plasmado. Esto implica que puede ser lo mismo de hormigón que de latón. Nosotros diremos “muros” o “paredes”, como términos genéricos, independientemente del soporte.
En la práctica el grafiti adopta muchas más variantes que los letreros con sus cuatro categorías básicas (ver ensayo sobre Crucita Yin), y entre las más destacables tenemos:
1.- GRAFITI SENTIMENTAL: TONY AMA A TATY; ELENA Y PEDRO SE BESAN
2.- G. DE RECUERDO DE VIAJES Y EXCURSIONES: POR AQUÍ PASÉ YO; EDUAL TUVO AQUÍ
3.- G. DE REAFIRMACIÓN DEL EGO: AGUTIN EL MEJOL, YEYO EL VACANO
4.- G. OSTENTACIÓN DE HABILIDADES: PEGAO BAILA BUENO; LO MEJORE FILE
5.- G. DE DEFENSA DEL TERRITORIO: NO MOLETE AQUÍ; FUERA LO SACAHIGADO
6.- G. ÍNTIMOS DE LAVABOS O ESCATOLÓGICOS: AKI SI JIEDE; PACHI SEXO ALEGRE
7.- G. OBSCENOS E INSULTANTES: WENDY TIENE UN RAMPANO; LILY QUE GRAJO
8.- G. PARA ATEMORIZAR: ANAIBONI EL TERROL; EL DURO SOY YO
9.- G. BASADOS EN REFRANES Y FRASES HECHAS: AGUA PASO POL MI PUELTA; TE VOI A DAL Y NO CONSEJO
10.- G. DE HUMOR: MARIBEL LA LOCA Y LOCA; I LOVE AVIONETA
11.- G. CRÍPTICOS E INGENIOSOS: MELLO EL 3MEN2, (mello el tremendo); HOY ME 109CITO, (hoy me siento nuevecito)
12.- G. DE DELIMITACIÓN DE ZONAS DE VENTA DE DROGAS O DE PROXENETISMO
13.- G. DE CÁRCELES: 20 AÑO NO E NA; DIO MIO AYUDAME
14.- G. INTERACTIVOS TÍPICOS DE EXCUSADOS: EL PROFE ME QUEMO QUE AGO, y alguien le contesta: HALE OJO BONITO, y la otra opina: A MI ME QUEMO TAMBIEN
15.- G. DEL TIPO “TAG” O “FIRMA”. Estos aparentemente parecen garabatos, pero entre los grafiteros, se sabe quién lo hizo. La idea consiste en realizarlo en el lugar más difícil, peligroso o atípico, para “ganar méritos”. Por ejemplo, había uno en una viga horizontal de arriba del puente Duarte.
16.- G. ABSTRACTOS
17.- G. DE DESPECHADOS: ESA DEGRACIÁ ME PEGÓ CUELNO; SI LA AGARRO LA MATO
18.- G. DE DESCRÉDITO BARRIAL: LA CALLE DE LOS CUERO; EL SENDERO DE LA MUJERE PREÑÁ
19.- G. DE DESCRÉDITO PERSONAL: MATY RAPA CON TO ER MUNDO; YO ME ACOTÉ CON FEFA
20.- G. TOMADOS PRESTADOS DE OTROS MEDIOS: YO TOY CHEVERE ¿Y TU?; CHINITO NO QUELEL LA GUELA CHINITO QUELEL LA PA
Es evidente que existen diferencias entre los hombres y las mujeres al plasmar grafitis, lo cual se manifiesta mucho en los sanitarios. Los cerebros de los hombres y de las mujeres funcionan de forma diferente, y las intenciones son igualmente distintas. Ellos son más vanidosos y atacan más el ego de la competencia, (KIKO E MARICON), y ellas son pragmáticas y les gusta aconsejar a las demás, (HALO PARÁ PA QUE COJA GUTO). En ambos casos existen ya frases hechas que se emplean con frecuencia: AKI SE CAGA O SE MEA Y EL QUE NO QUIERE SE LO MENEA.
Al igual que sucede con los letreros, el grafiti nuestro también tiene influencias de otros idiomas y culturas. Por ejemplo, se emplea mucho una tipografía típica del cómic que se ha internacionalizado, y se puede ver lo mismo en Sao Paulo, que en Madrid, pasando por los tejados de Queens, N.Y., entre otros muchos lugares.
Ya los antiguos romanos decían que “los nombres de los necios estaban en todos los muros”, pero esa frase se aplica más a la propaganda política que al grafiti o al letrero.
El grafiti tiene sus aplicaciones en publicidad, aparte del letrero que es publicitario de por sí, ya que el grafiti sirve para crear una ambientación juvenil, contestataria, alternativa, de la contracultura, underground, novedosa, diferente, etc., en los medios de comunicación visuales.
Existe un invento que ha revolucionado el grafiti, y es el spray, también llamado esprei o esprey, y conocido además como aerosol, o pulverizador de pintura. Esto ha permitido que el grafitero pinte con mucha mayor rapidez, lo cual es muy útil si se hace en lugares prohibidos. Inclusive se ha creado un arte llamado también grafiti, que ha desvirtuado en cierta medida al grafiti original, ya que si se usa el spray para hacer arte eso ya no es un grafiti auténtico, aunque sea en el subway de Nueva York o una pared en Tokyo o en París.
Hay un artista muy famoso, fallecido en 1988 a los 28 años, quien tenía un talento extraordinario para incorporar grafitis en sus pinturas; me refiero a Jean-Michel Basquiat, nacido en Nueva York, de quien tuve la oportunidad de ver una gran restrospectiva que le hicieron en el Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México. Hay otros muchos artistas del grafiti en el mundo, que no han recibido ni por asomo, el reconocimiento que ha tenido Basquiat. Su propio éxito suyo lo destruyó, porque tanta fama repentina y tanto dinero súbito, desquician a cualquiera.
Lo que es discutible es cuánto tiene de arte, o de grafiti, o quizá, de manifestación religiosa o cultural, el llamado arte rupestre, - materializado en las paredes de las cavernas y de las rocas, en forma de pictografías y de petroglifos - , que el hombre primitivo nos dejó. Para las pictografías empleaba todo tipo de pigmentos de origen vegetal, mineral o animal; y los petroglifos los hacia con incisiones, a base de percutir con sus herramientas rudimentarias sobre el soporte duro de la roca.
Pero lo que realmente repercute en nuestros sentidos, es llegar a un lugar desolado y encontrarnos con un grafiti que rece: U L a K K.

viernes, diciembre 01, 2006

NO HAY JUBILACIÓN PARA LOS DE ASODOPICA

Por FAUSTINO PÉREZ


Allí estaba en un rincón de la última sala, demacrado y cabizbajo; eran las nueve y media de la noche y la “picadera” parecía que no iba a llegar. “El Lento” mostraba señales de frustración e inconformidad, con sus veinte libras de peso menos, y parecía estar pensando: “¡otra noche de hambre!” Sus “lugartenientes” se impacientaban y discutían entre ellos si a esa hora era más conveniente ir a otra exposición, a ver si acertaban con algo, o quedarse allí, para apurar más tragos, sin nada sólido para el estómago.
Ya desde temprano en la mañana, uno de los “asodopiqueños”, o miembro de la “logia” informal ASODOPICA, (Asociación Dominicana de Picaderófilos), había ido a la biblioteca más cercana para comprobar los actos sociales del día, en la prensa local, con la finalidad de aplicarle el “cálculo de probabilidades” intuitivo a cada actividad, en función de los posibles beneficios obtenibles, materializados en los aperitivos, regalos de algunos artículos como gorras, camisetas, etc.; libros que sean vendibles, aparte, claro está, de los cuba-libres, que nunca faltan. Luego esa información vital se pasaba a los demás miembros del “club”.
Pero esa noche la experiencia les jugó una mala pasada, porque el expositor, quien siempre se había caracterizado por su esplendidez, decidió en esa fatídica muestra suspender la “picadera” de rigor, motivado por la crisis económica, para infortunio de los seguidores de El Lento.
A los asodopiqueños se les reconoce porque suelen andar por la calle con la chaqueta doblada en el antebrazo, para luego ponérsela, antes de entrar a la actividad rigurosamente seleccionada. En sus buenos tiempos estos socios salían de los actos sociales, francamente hartos y alegres, de tanto comer y beber gratuitamente; y eran expertos en colarse en las exposiciones, bodas, bautizos, fiestas de todo tipo, bebentinas barriales, puestas en circulación de libros, degustaciones de supermercados, e inclusive, en las embajadas, convenciendo o engañando de alguna manera al personal de seguridad.
Sin embargo, ahora con el incremento de los controles a raíz del aumento de la delincuencia política, se han puesto más trabas para entrar a las recepciones, en las sedes de las representaciones diplomáticas; y además, motivados por los problemas económicos las picaderas de los actos privados han disminuido alarmantemente.
El Lento no es más que otra víctima de la situación, a pesar de ostentar el importante cargo informal de Secretario General de ASODOPICA, posición ésta ganada por su astucia, audacia y experiencia en esos menesteres; por todo eso se le considera como el mentor y guía del grupo. Debido a sus preocupaciones por el éxito de las “expediciones”, que organiza a los lugares prometedores, ya le han salido más arrugas en su rostro enjuto. El mote le sobreviene porque es un tipo que apenas habla, pero, cuando empieza a beber, se alborota y no hay quien lo calle, normalmente. Pero ese día estaba preocupado por la coyuntura, y se encontraba francamente deprimido.
Su liderazgo se consolidó cuando el anterior presidente de la asociación, decidió ¡por fin! trabajar en un resort, en el departamento de entretenimiento para los turistas, después de haber cometido mil y una “fechorías” en los ambientes de picaderófilos. Se cuenta que llevaba la familia a las picaderas para que cenaran; y una vez, aprovechándose de su “dominio escénico” se llevó una pierna entera de jamón serano, de un hotel en que se presentaba un nuevo embutido y tenían una muestra de sus productos. En otra ocasión se quedó tan impresionado mirando una bandeja de picadera, en un acto en la Academia de Ciencias, que se le cayeron las gafas dentro de ella.
El ex presidente era tan bárbaro que a la mujer la “arrendaba” a gente pudiente, para que pasara los fines de semana con ellos, y para que ella pudiese recuperarse del hambre que pasaba. Ella, con la autoestima por el suelo después de tantas humillaciones, obedecía ciegamente. Ahora la casó, y periódicamente chantajea al nuevo marido de su ex mujer, y ha echo correr la voz de que él todavía se acuesta con ella, porque esa es su posesión. Últimamente ha intentado jubilarse, pero ninguna institución le reconoce a él sus años en el gremio.
Hay uno de los “vocales” de ASODOPICA que en sus años juveniles fue mesero, pero ahora, debido a sus contactos y experiencia en esos menesteres, es capaz de predecir con mucha precisión, a qué hora empezarán a salir los camareros con las bandejas de picadera, en cualquier actividad social. Dicen los allegados, que en una ocasión coincidieron varios asodopiqueños en un ascensor con un mozo que llevaba la bandeja en alto, en el Museo de Arte Moderno; pero los muchachos de ASODOPICA, ni cortos ni perezosos, capitaneados por este vocal, le aplicaron una técnica típica del básketbol, pero en lugar de lanzar el balón, ellos sacaban comida. Al final, cuando llegaron al tercer piso, ya quedaba poco en el recipiente. Esa fue una verdadera encerrona.
Hay otro, que era experto en llenar su gorra de pastelitos y “de lo que encontrara”, y luego repartía el “botín” entre sus compañeros al salir a la calle. Más de uno tuvo la oportunidad de cenar alimentándose de la mencionada cachucha. Probablemente la conviertan en el emblema del “sindicato”, según trascendió. Éste ahora vive en París, y probablemente habrá exportado su técnica a esa nación europea.
Se sabe que hay una que ha sufrido mucho por la crisis; se trata de la esposa de un pintor de mala muerte, entradita en carnes por sus malos hábitos alimenticios, pero anémica por necesidad; quien era una especialista “summa cum laude”, en tomar entre los dedos de las dos manos, ocho pinchos de carne simultáneamente; claro está en las picaderas cinco estrellas. Ella consiguió una beca para hacer un curso de Etiqueta y Protocolo, pero nunca se pudo resignar a no llevarse algo de comida para su casa; y si no sobraba nada, entonces, arrasaba con las flores y con los adornos, y si sobraba, también.
Uno de los asociados de ASODOPICA, pasó una gran vergüenza en en el antiguo Hotel Sheraton, porque después de haber sobornado a un camarero, para que le entregara un enorme trozo de queso camembert envuelto en papel de aluminio, se lo puso en el bolsillo lateral del saco de color claro, y al parecer el producto lácteo no estaba bien envuelto, y le produjo una mancha tan grande, que tuvo que irse precipitadamente de la sala de exposiciones, porque, además del “manchón”, olía precisamente…a queso.
Había un poeta laureado, ya fallecido, que incluso llegó a ser embajador nuestro; su nombramiento se debió a que le tenían miedo a su “lengua”, ya que se sabía la vida y milagros de toda persona importante, socialmente hablando. Este mismo bardo era reconocido como pionero de los asodopiqueños, y llegaba hasta tal extremo, que forraba de plástico sus bolsillos por dentro, para evitar un desastre como le ocurrió al anterior socio, y con el fin de que la grasa no le manchara el traje. Pero a ese vate todo el mundo se lo perdonaba, porque en su “jamonería”, no tenía quién le preparara una cena.
En la última asamblea de ASODOPICA, celebrada al aire libre en un parque de la Zona Colonial, se consensuaron varios acuerdos después de mucho discutir; parece ser que la escasez de picaderas estaba causando sus efectos, porque no lograban ponerse de acuerdo en casi nada, y la falta de concentración era evidente. Para evitar que la prensa se enterara, fueron llegando de uno en uno, con mucho sigilo y cuidado.
Hubo, incluso, brindis de vino, con un litro que había sido sustraído de un “colmadón” de las cercanías, por uno de los más radicales. Las copas, aunque eran de plástico, fueron a su vez “recuperadas” de una exposición en el Museo de las Casas Reales.
De la misma manera, observaron un minuto de silencio en recuerdo de La Noche Negra de ASODOPICA. Desde que el acrónimo ASODOPICA fuera acuñado por quien firma estas líneas, en el año 1994, en su compendio de relatos: “Ese Libro se Llama…”, nunca había pasado algo comparable; fue el mayor fracaso del gremio, ya que todos, sin excepción, habían acudido a la sala de exposiciones del Hotel El Embajador para “deleitarse” con lo que iba a ser una picadera suculenta, a base de mariscos, otras delicias culinarias y mucho güisqui, como era la costumbre. Algunos habían cruzado la ciudad en toda clase de transportes, y lo que encontraron en aquella aciaga expo, fue, nada más y nada menos, que la muestra la habían trasladado al piano-bar, y no solamente no había picadera gratis, sino, que si alguien deseaba algo de comer tenía que pagarlo, a precio de hotel de lujo; y por supuesto, la bebida también. ¡Tremendo fracaso!
Al final, el cansancio, el estrés, y la somnolencia de los hambrientos se impusieron y ya votaban por inercia, y he aquí en exclusiva para ustedes lo que pactaron, después de haber intercambiado muchos chismes, anécdotas, ideas, estrategias y lamentos:
1.- Reafirmar al fallecido Emperador Bokassa de la República Centroafricana, como su santo patrón, hacedor de milagros.
2.- Zanjar de una vez por todas la discusión semántica de las diferencias entre un “”chow fan” de la comida china, y un “showman” de la televisión.
3.- Intentar negociar un seguro que cubriese las dolencias hepáticas, los problemas de la dentadura, las úlceras de estómago, el cáncer de colon, la constipación intestinal, y la anemia crónica.
4.- Tratar de recaudar fondos para erigirle una estatua al asodopiqueño desconocido caído en “combate”.
5.- Nombrar a El Lento como Secretario General, ad vitam, por sus contribuciones al “arte” de la picadera; y proponerlo como Patrimonio Sobreviviente del País.
6.- Solicitar al poder ejecutivo, que declare el Día Nacional de la Picadera; que sea no laborable, y que les haga una recepción en el Palacio Nacional a los socios de ASODOPICA, en exclusiva.
7.- Gestionarle una pensión al legendario ex presidente de ASODOPICA, por sus aportes a la cultura popular dominicana, para que se dignifique el gremio
8.- Lograr que se redefina el término “paracaidista”, y que se le despoje de toda connotación negativa.
9.- Hacer un llamado de alerta a los miembros de ASODOPICA, ante la posibilidad de un golpe de estado por parte de un calvito de nombre desconocido, quien practica una competencia desleal, en contra de los asodopiqueños.
10.- Demandar por difamación e injuria a Faustino Pérez, autor de este ensayo, porque pone en peligro la supervivencia de la clase “asopicaderil”.
LOS TÍGUERES NO DEVORAN MATATANES (1RA. PARTE)
Por FAUSTINO PÉREZ

Cada vez que escucho la palabra “tíguere”, yo me hago la misma pregunta: ¿de qué “tíguere” me están hablando?, porque las acepciones de ese dominicanismo son variopintas, por más que poco a poco, el término se haya ido convirtiendo en algo abstracto y genérico; de tal suerte, que todos sabemos o intuimos lo que es un “tíguere”, pero a la hora de definirlo casi nadie se aventura con una definición.
El tíguere clásico –por llamarlo de alguna manera, y que ya prácticamente no existe- presentaba las siguientes variantes principales, al adjetivarlo:
1.- EL TÍGUERE DE GALINDO: Es uno de los dos referentes principales. El adjetivo hace referencia a un sector en las afueras de la antigua ciudad famoso por las precariedades y por la lucha por la supervivencia.
2.- EL TÍGUERE-TÍGUERE: Es el otro referente. Se trata del prototipo más auténtico.
3.- EL TÍGUERE-GALLO: Aquí se resalta la gallardía, el coraje y el atrevimiento.
4.- EL TÍGUERE-CINTURITA: El énfasis recae en la coquetería masculina, y en la preocupación por la imagen.
5.- EL TÍGUERE-BIMBÍN: Éste sobresalía por sus conquistas y proezas sexuales.
6.- EL TÍGUERE-TRANCA: Era quizá, el más fuerte de carácter, a quién le gustaba imponerse.
7.- EL TÍGUERE-RANQUIAO: Era el que se había ganado su lugar en el barrio a base de la dura competencia.
8.- EL TÍGUERE-REJUGAO: Es decir, con experiencia.
Es evidente que la denominación de “tíguere”, se deriva de la corruptela del sustantivo “tigre”, lo cual ya de por sí es un dato que revela el nivel educativo, y simultáneamente, expresa la admiración por ese felino que nunca pobló nuestras tierras. Esta apreciación, también se manifiesta en el béisbol, como ya se conoce.
El tíguere-clásico incluso tenía su forma peculiar de caminar, ya que al hacerlo levantaba más el cuerpo con una de sus pantorrillas, que con la otra; además, hacía galas de una especie de “coreografía” gestual con los brazos.
El origen de este estilo se podría remontar a la época de la esclavitud, ya que al tener que arrastrar los grilletes, eso provocaba, esa especie de cojera aparente; y esa particularidad se manifiesta también en la cumbia colombiana, la cual tiene su origen en los ritmos de los esclavos, como se sabe. Lo anterior es muy difícil de probar, porque en los documentos que se conservan, acerca de la esclavitud, no se recogen estas cosas, y es más bien una especulación. Sin embargo, lo extraño es que en la vecina República de Haití, el equivalente del tíguere no ande de forma similar al dominicano. El haitiano de ciudad típico, es muy susceptible y se ofende por cualquier cosa, lo cual se manifiesta al andar. Esa susceptibilidad puede ser, asimismo, otra secuela de la esclavitud.
De todas formas el estilo del tíguere que aún perdura, se está perdiendo, principalmente, por la influencia de los medios de comunicación de masas, en especial el cine y la televisión. De vez en cuando aparecen jóvenes que caminan como el ídolo del celuloide Rambo, o bien, imitan al reguetonero Daddy Yankee, o de mil y una formas distintas; pero todas diferentes a la del tíguere-clásico. Otro que se mueve y se viste de forma desemejante es el Yow, o You, con su gran capacidad de emular a los negros estadounidenses. El dominicano que emigra hacia los EEUU, tiende a imitar a los afroamericanos, en especial sus excentricidades, extravagancias, vulgaridades y costumbres negativas, jamás las positivas; ni tampoco adopta los hábitos y prácticas constructivos de otras etnias de esa nación, normalmente. Todas esas costumbres y hábitos los trae para su terruño cuando regresa por cualquier motivo, como podría ser un viaje de vacaciones, una mudanza, una deportación, etc.
Un “tíguere”, significa mucho más que el sustantivo español: “chaval”; tampoco equivale al argentinismo “pibe”, o al “guy” estadounidense, ni mucho menos, al “patojo” guatemalteco, al “chavo” mexicano, o al “gamín” colombiano.
Es evidente que el “tigueraje” surge debido a la necesidad de supervivencia, a nuestra manera. El dominicanismo tigueraje es un concepto que engloba toda una filosofía de vida, y entre nosotros equivale a una persona lista, astuta y hábil, aunque muchas veces se pase de listo el tíguere.
La palabra “tíguere”, por igual, tiene sus variantes como el “tiguerón”, usada muchas veces para expresar admiración, cariño, o simpatía; y además tenemos el superlativo “tiguerazo”. En cambio en diminutivo: “tiguerito”, está desprovisto de toda connotación negativa, y se usa más bien en plan familiar. Por otro lado, también existe la forma genérica: el “tigueraje”. Esta última expresión es diferente del mexicanismo: la “chavada”, que más bien significa en buen dominicano: la “muchachada”.
Existen tígueres de ambos sexos, y es preciso advertir que el significado del término varía mucho, ya que puede ser una manera de expresar una conducta de una persona, para denotar que el personaje es sagaz, pero también puede ser un insulto; todo depende del tono con que se diga. Pero pongamos un par de ejemplos:
El tíguere está muy bien preparado para lidiar con la burocracia dominicana, entre otras muchas áreas. Ya se sabe que los burócratas nuestros parece que disfrutan haciéndoles perder el tiempo a los ciudadanos, dándoles largas a los trámites de sus respectivas oficinas; y en otros casos su incompetencia, corrupción, apatía y desidia, salen a flote. ¿Qué hace el tíguere?, sencillamente tiene un “pana full” o “enllave”, es decir, un contacto íntimo, cultivado con su simpatía durante un tiempo, en la oficina de turno; y en lugar de hacer fila como los demás, entonces, él penetra por una puerta lateral y resuelve su trámite en poco tiempo. Los demás tienen que soportar todo tipo de humillaciones y excusas peregrinas, y encima, tienen que pagar más caro por el servicio público.
El otro día estaba yo en una parada de esos autobuses que viajan al Cibao, y quince minutos antes de llegar el autobús al estacionamiento, llegó una joven con todos los periódicos gratuitos en la mano; puso su maleta justo al lado de donde queda la portezuela del maletero del bus al aparcar, y se puso en fila antes que los demás, porque ella sabía dónde se iba a detener. De esa manera logró el mejor asiento del transporte, y pudo empaparse de todas las noticias con comodidad. A todo esto alguien comentó por lo bajo: “¡qué tiguerona!”
LOS TÍGUERES NO DEVORAN MATATANES (SEGUNDA PARTE)
Por FAUSTINO PÉREZ

El concepto de matatán – al igual que el del tíguere – también ha ido evolucionando en el tiempo, y hoy en día ambos son dominicanismos bastante imprecisos; de tal suerte, que los dominicanos “sabemos” o intuimos lo que significan, pero en realidad, son difíciles de definir con precisión, como ya se dijo.
Esa es una ventaja, también, porque la gente se imagina estos personajes como les da la gana, e incluso “proyecta” una faceta de su propia personalidad, en esos arquetipos, modelos o paradigmas dominicanos. Esto quiere decir, que si trasladamos al campo de la psicología, el término que Marshall McLuhan acuñó para promocionar el consumismo en las décadas del 60 y del 70, se podría firmar que los términos “tíguere” y “matatán”, vendrían a ser “cool”, es decir, “con poca definición, dejando mucho a la imaginación, y provocando una alta participación”, en los demás.
Es evidente que el vocablo matatán es más reciente que el tíguere - pero en lugar de hacer alusión al felino - el sonido casi onomatopéyico del sustantivo, con la repetición de la sílaba: TA; con la segunda de ellas acentuada, recuerda vagamente el resonar de las ametralladoras. Por otro lado, el prefijo: MATA, trae a la mente aunque sea inconscientemente, el verbo: “matar”.
Todo esto implica que se trata de una palabra con connotaciones muy agresivas, y de hecho al matatán le caracteriza su relación de dominio sobre los demás. Es decir que el matatán ejerce un poder, o trata de ejercer, dentro de su ambiente social.
Ya el famoso discípulo de Freud, Alfred Adler, en el 1931 publicó su afamado libro: Conocimiento del Hombre, en el cual analizaba las causas del afán de búsqueda del poder, en función del orden del nacimiento de los hijos en una familia. Ya se sabe que no es lo mismo un hijo único que recibe todas las atenciones de sus padres de forma exclusiva; que los hermanos gemelos, quienes se acostumbran a compartir todo desde su nacimiento, y a que los confundan por su parecido. Tampoco es igual el segundogénito que aprende del primogénito, y tiene que soportar su agresividad al haberle arrebatado el monopolio de afecto que tenía el primero; en especial cuando se lleven pocos años.
Cuando la diferencia de años es notable, entonces el hermano mayor se comporta como un segundo padre, y no suelen producirse las mismas rivalidades.
Empero, el matatán, quizá sea más un “producto” de su entorno y de la necesidad de sobrevivir y de sobresalir, que cualquier otra causa psicológica; aunque no deben de ser descartadas del todo las motivaciones que analizó Adler.
Esto implica que en determinados campos, un sujeto que lo haya tenido todo en la vida, con mucha facilidad, no podría tener esas ansias y esa necesidad acuciante de sobreponerse a las condiciones adversas. A lo mejor podría ser un matatán en contabilidad, o en arquitectura, por poner unos ejemplos; pero es poco probable que pudiese imponerse en un barrio con precariedades en medio de la delincuencia. En esos sectores se han visto matatanes exhibiendo pistolas, machetes y otras clases de armas, y en ciertas ocasiones, ese comportamiento es frecuente. Los “hijos de papi y mami”, también lo hacen, pero en otro contexto, y por diferentes motivos. Estos últimos usan las pistolas para defenderse, o como símbolo de estatus, o bien, para “juegos” caprichosos como la ruleta rusa, y así por el estilo.
Aún está fresca en la memoria de los dominicanos, la imagen que se proyectó del matatán en aquél anuncio de la televisión, el cual fue considerado por mucha gente, en su momento, como de mal gusto y que daba un mal ejemplo, igualmente. Sin embargo, hay matatanes que se comportan de esa manera, queriendo imponerse, a toda costa, sobre los demás, a la hora de competir. Les satisface su ego el mantener un control total de la situación, aunque la mayoría de ellos tenga una educación muy precaria.
Si el tíguere es astuto, hábil, y simpático muchas veces; el matatán en el primero en su área, el mejor, lo máximo, el que no tiene rival, el experto, el que más sabe, el más diestro, el de más habilidad; esto implica que los dos sustantivos están “emparentados”, de alguna manera. Este representa una clase de matatán.
Esto es válido, por igual, a la “tíguera” y a la “matatana”, que también existen.
Hay otro tipo de matatán que se impone por la fuerza bruta, con mucha agresividad y violencia, llegando incluso al abuso físico. Es el auténtico “come-hombres”, a quien le importa un comino la opinión de los demás. Su crueldad no tiene comparación, son intimidadores, altaneros y curiosamente presumidos, lo que se conoce como “fantasmosos”; es decir, cada uno de ellos se considera como un auténtico “papi shampoo”. Esto no implica que siempre acostumbre a vestirse bien, ya que es un hombre de combate de “pelo en pecho”, y existe la variante del tipo rústico y rudo.
La actitud del matatán, tiene mucho de machismo llevado al extremo, o lo que es lo mismo, un machismo distorsionado, cuya intención es la de atemorizar y que todos/as le teman. Como nota curiosa, hay que resaltar que hay matatanes que son muy cariñosos con los ancianos y/o con los niños, aunque no todos.
Cuando el matatán es enamoradizo, se dedica a enamorar a todas las mujeres que le apetece, sin importarle si es casada, si tiene su amante, o si es es una jovencita inocente. No respeta a ninguna.
Es evidente que cuando el matatán emigra a otras tierras también lleva consigo su actitud ante la vida, y sus aptitudes para imponerse y de supervivencia; y este matatán abusador y despreciable, en muchas ocasiones regresa bien maquillado en la bodega de un avión, pero metido en un ataúd. Si tiene suerte puede que regrese al barrio vivo para que todos vean lo que ahora tiene.
No es de extrañar que al matatán le atraiga el afán de enriquecimiento rápido, y fácil, si es posible; y esté dispuesto a correr riesgos, que una persona sensata no los correría. Al matatán le atrae el lujo, naturalmente, con su sello de mal gusto. Por ejemplo, yo fui testigo de un sujeto “matatanesco”, comprando un “yaniqueque” en la playa sin salir de su Mercedes Benz, adquirido quién sabe cómo. El vehículo además tenía unos forros de asiento hechos de retazos de tela, y claro está, una música agresiva y estridente a todo volumen.
Los matatanes intentan compensar lo más rápido posible, la miseria que pasaron y el trabajo que les costó el éxito. Atrás quedan los abusos que cometieron, y la competencia que superaron de mala manera. Todo esto significa que un individuo con esa mentalidad sea un candidato excelente para traficar con drogas, y para cometer otras clases de delitos.
De lo que no cabe ninguna duda es que la competencia va en aumento, aquí en el país, aunque sólo sea por el crecimiento natural de la población; lo que no se sabe es si los matatanes aumentarán proporcionalmente, lo que sí es seguro es que la violencia se va incrementando.
Ya se sabe que los tígueres no devoran matatanes, pero los matatanes sí cazan tígueres.
LOS PALOMOS YA NO REVOLOTEAN EN LAS PLAYAS DE LOS SANKY PANKYS


Por FAUSTINO PÉREZ

Nadie sabe dónde están, ni a nadie le importa, el hecho es que los auténticos reyes de la calle están en vías de extinción; aquellos que olían cemento o gasolina con el frasco metido en la camiseta rota y mugrienta, para disimular su adicción, que dormían en pleno sol en cualquier acera, que nadaban en la contaminada ría Ozama, que se introducían por las alcantarillas y salían en otro barrio, o que siempre andaban descalzos, y comían de los desperdicios de los basureros.
Si nosotros tuviésemos que malvivir en esas condiciones, usted o yo mismo, ¿cuánto tiempo aguantaríamos vivos?
Los palomos eran el azote del Malecón, o del Parque Independencia, pero también deambulaban en grupúsculos de cuatro, cinco, seis, casi nunca más de ocho, por la Ave. Duarte y por las glorietas de la 27 de Febrero, donde confluían, o por cualquier otro punto de la ciudad. Poseían una gran capacidad de simulación para pedir dinero o comida, pero podían convertirse en fieros leones defendiéndose a pedrada limpia de quien fuese. Su decadencia se produjo a finales de la década pasada.
Otra característica que mostraban cuando “patrullaban” su territorio, consistía en que al caminar desconfiaban de todo el mundo, y periódicamente miraban hacia atrás como una forma de cuidar la retaguardia. Por otro lado, siempre mostraban variadas afecciones cutáneas, es decir, cicatrices mal curadas, llagas y heridas de todo tipo, provocadas por su “estilo de vida”, y con problemas frecuentes en la locomoción, con cojeras incluidas.
Uno de los líderes de esas tribus urbanas era sin lugar a dudas el “Quemao”, así llamado por las huellas que le marcaban su piel, producidas quién sabe cómo; con los pies hiperatrofiados por la falta de calzado durante toda su vida, pero con una audacia para sobrevivir en esta jungla de asfalto y baches fuera de serie, mejorando y perfeccionando su osadía en el día a día.
Tampoco se conoce de dónde les viene el apelativo de palomos; quizá haya sido por su preferencia o necesidad de guarecerse en cualquier sitio disponible, incluyendo las cuevas del litoral. La gran mayoría eran menores de veinte años, y había también algunas hembras entre ellos. Dormían a cualquier hora y en cualquier sitio, y si les daba la gana se ponían a contar anécdotas a las tres de la madrugada, algo prácticamente inconcebible para un niño que tiene que ir a al escuela al día siguiente.
De lo que no cabe ninguna duda es que los palomos formaban el último eslabón de la pirámide social; debajo de ellos solamente los animales sarnosos. Analfabetos totales y sin remedio, evadidos de sus casas por desavenencias, abandonados por sus familiares, o hijos de padres irresponsables, eran, a pesar de todo, los seres más libres de la sociedad; sin tener agobios por las deudas contraídas, ni porque les robaran el vehículo; ni mucho menos con preocupaciones porque los despidieran del trabajo, o de que los nombrasen en un cargo público; ni tampoco preocuparse por defenderse de las intrigas laborales, o de que les cortasen el telecable, o que les retirasen el seguro médico, o que el celular no tenía carga… Existían sin saber lo que era una tarjeta de crédito. Su única lealtad y compromiso era para con su pandilla, y no siempre. Como vivían de, y en la calle, eran sus verdaderos amos.
Los palomos no son un fenómeno exclusivamente nuestro, ya que existen con las correspondientes adaptaciones en muchos países, desde la playa de Copacabana en Río de Janeiro, una ciudad donde han sido acribillados con cualquier excusa, hasta las calles de Bombay en la India.
Imagínense que todavía nuestros niños de clase media no tienen asegurados todos los servicios esenciales de una sociedad civilizada, ¿qué serían los palomos? Por esos motivos el palomo estaba obligado a vivir, no al día, sino al minuto; y al final pagaban el precio de la mala vida, libérrima si se quiere, pero sin calidad y con las carencias más elementales.
Sin embargo, a pesar de que el verdadero palomo ha desaparecido, aún permanece el vocablo, y por eso fácilmente se le llama palomo a un niño-trabajador callejero, como podría ser un limpiabotas, que al grito de “valimpiá” se nos aproxima; o aquel que limpia parabrisas, o bien la niña que ofrece flores en el semáforo de turno.
Otros que se confunden también con los palomos son los niños-prostitutos, buscados por los pederastas nacionales y extranjeros. Incluso hay lustradores de zapatos que ejercen ambas funciones, todo por su necesidad de ganarse el sustento. En nuestras calles también aparecen niños-pedigüeños, solos o acompañados, quienes son marcadamente diferentes de los palomos, pero también se les conoce por esa denominación.
Tampoco son palomos de verdad los rufianes, rateros, carteristas, descuideros, pequeños delincuentes y proxenetas del Parque Enriquilo, y de otros lugares, por más que se les denomine de esa manera.
Si hay alguien que se parece al palomo es el sanky panky, sobre todo por la mugre, aunque los palomos ganan la partida por mucha diferencia. De todas maneras el sanky tiene su territorio en la playa, como aquel a quien llamaban Harry el Sucio, en Boca Chica, parodiando el título de la película.
El sanky es un subproducto del auge del turismo; esto significa que su desarrollo ha ido paralelo al crecimiento de la “industria sin chimeneas”, a partir de la década de los 80. Viene a ser una variante del “tíguere”, pero playero.
El sanky panky probablemente tome esa denominación del sustantivo saltimbanqui, por cuatro motivos principales: por las “piruetas” que tiene que realizar para llamar la atención de sus posibles “presas”; por su capacidad de adaptación; por los cambios constantes de pareja, y en cuarto lugar, porque practica sus artes al aire libre preferiblemente.
En nuestros polos turísticos, el sanky posee un aspecto “salvaje”, con “olor” a selva, como el rey del paraíso perdido que es, diferente del palomo que era el monarca callejero. Esto implica que el sanky panky les da a las turistas aquello que ellas vienen buscando, con su pelo ensortijado y leonino, muchas veces al estilo rastafari. Si es fortachón, extrovertido, de buen tamaño y oscuro de piel, le favorece para el ligue. Él les proporciona a ellas placer, protección, compañía y les aporta sus conocimientos del territorio.
Para una joven europea o de norteamérica deseosa de experiencias novedosas y excitantes, en sus vacaciones caribeñas, el primero que llama su atención es el sanky panky, porque es el que permanece siempre en la playa, y sabe todo lo que se mueve; o sea, que no se trata de un dominguero típico que va al balneario el fin de semana, y el resto de la semana se lo pasa trabajando. Este protagonista de nuestra historia, tiene que revalidar su título de sanky permanentemente, y para esos fines, ha de poseer una gran dosis instintiva de psicología práctica, aparte de la aprendida en la misma playa, para lograr sus propósitos de conquista.
El sanky panky es un auténtico trabajador sexual, que se defiende en varios idiomas, y que practica un tipo de proxenetismo especializado. Entre ellos les gusta alardear de sus conquistas, de sus proezas sexuales, de los “regalos” que reciben, y de los viajes que van a realizar, o que han hecho, reales o ficticios. Todo ello salpicado con las debidas exageraciones, como buenos mitómanos. Se sabe que algunos de ellos reciben remesas procedentes del extranjero de varias amantes, interesadas en tener un hombre conocido, en la playa que piensan visitar de nuevo en la temporada siguiente.
En otras ocasiones los sankys viajan; se cuenta la historia de uno que buceaba muy bien en la playa, entonces, se lo “llevaron” para un país de clima frío, y su amante oriunda de ese lugar, le consiguió un empleo que a ella le pareció lógico dadas sus habilidades, y cuando el tipo se encontró limpiando alcantarillas, le duró poco el “amor” que le profesaba a su amante, y regresó abruptamente a su buceo playero.
Lo típico es que el sanky, aparte de vanagloriarse de sus “hazañas” sexuales, también tiene una faceta de exhibicionista muy importante, y por eso le satisface enormemente pasearse por la ciudad o por la misma playa con su “jeva”. Hay que destacar que el sanky panky normalmente tiene relaciones heterosexuales, pero algunos también incurren en prácticas homosexuales, en especial en un rol activo.
Frecuentemente el sanky tiene que “atender” a mujeres que quizá no sean de su agrado, pero que le interesan por los beneficios que le brindan, ya que algunas de ellas son poco atractivas y/o tímidas, y por eso tienen que salirse de su ambiente para desahogarse y desinhibirse. Si a eso le sumamos las altas temperaturas de las playas, las bebidas tropicales, los mariscos, el ocio, la música y otros estimulantes, etc., no es raro que la libido se dispare. Pero para eso precísamente está el sanky, ¡siempre listo!
Naturalmente que ese sexo tan promiscuo puede tener secuelas muy serias para ellos. En Boca Chica y en Andrés, periódicamente cunde el rumor de que “fulanito” tiene el SIDA, y el pánico no se hace esperar. Hubo uno que estaba gravemente enfermo y guardaba una libreta con una lista de sus amantes de ambos sexos, lo que causó un gran revuelo. El caso trascendió incluso a los medios, que se hicieron eco de la noticia.
Por supuesto que el “sankypankismo” no se estudia en ninguna academia, lo único que hace falta es querer vivir del cuento, tener un afán de exhibirse, pasarse todo el día en la playa, adoptar una imagen apropiada, estar dispuesto a gozar de la vida al máximo, estar preparado para asumir altos riesgos de salud, saber persuadir y competir, tener psicología práctica; y si tiene suerte, podrá alardear de todas sus hazañas y aventuras, exagerando como siempre.
EL ORIGEN DEL DOMINICANISMO “PAQUITO”

Por FAUSTINO PÉREZ

Como a casi todas las grandes creaciones, a los cómics les han sacado numerosos “padres” y antecedentes, desde los códices mayas hasta los jeroglíficos egipcios, pasando por otros menos conocidos. Esto implica que su origen se ha politizado, porque la “criatura”, ha sido exitosa. No obstante, poco se ha escrito acerca de su incidencia en determinados dominicanismos de uso cotidiano.
De lo que no cabe ninguna duda es que los cómics o historietas, también conocidos como tebeos, por la publicación española TBO, que aún se edita, constituyen un poderoso e influyente medio de comunicación, enmarcables dentro del sub-género de las literaturas de la imagen, asimismo, en el de las novelas gráficas, o bien, en el de comunicación distractiva verbo-icónica, igualmente, conocida como periodismo iconográfico de entretenimiento. Hay que reconocer, que hoy en día han sufrido la competencia de otros recursos de entretenimiento, en especial los juegos electrónicos.
Intentar definirlos equivale a tener que esquivar las cuantiosas excepciones, porque en realidad el vocablo cómic, tomado del inglés, sirve de paraguas bajo el cual se cobijan diferentes formatos, innumerables estilos personales, y todas las técnicas artísticas imaginables, incluyendo, por supuesto, las dibujísticas, que son las más empleadas.
Está claro que se trata de narraciones casi siempre secuenciadas que emplean textos e imágenes en viñetas o cuadros. Es preciso aclarar, que en ciertos casos, no muy abundantes, la lectura no se realiza siguiendo un orden pre-establecido, sino, que pueden ser ojeadas de acuerdo con otro ordenamiento más individual y personal. De todas maneras, esta definición no nos aclara lo suficiente la temática, porque un aviso publicitario televisivo es, por igual, una narración y emplea texto oral o escrito, e imágenes. Lo mismo puede decirse del cine o de las foto-novelas; con la variante de que el cine y la televisión producen la sensación de movimiento, que normalmente no tienen ni la fotografía ni los dibujos. La tele y el cinema son medios audio-verbo-icónico-cinéticos. El audio, se refiere a los ruidos y sonidos; lo de verbo, porque aparecen textos y se habla directamente, o bien en off; en cuanto al aspecto icónico, se debe a que se muestran imágenes de todo tipo, y cinético, como su nombre indica, hace referencia a la ilusión de movimiento.
El cómic tiene un pariente opulento que es el álbum, porque emplea, por lo general, papel de buen calidad, con cubiertas duras, con el título y los créditos en la portada y el lomo como un libro, es un poco más grande, y por supuesto, vale más caro.
Tampoco se trata de una tira cómica o tira diaria, la cual podría definirse como un cintillo, casi siempre horizontal, y de ahí su denominación de “tira”, traducida del vocablo inglés “strip”, con unas pocas viñetas, y lo típico es que tengan continuidad en días sucesivos, en la prensa.
Mucho menos estamos hablando de una caricatura, la cual toma su denominación del verbo italiano “caricare” que significa “cargar” o “sesgar”, o bien, “exagerar”. Esta variante de la comunicación gráfica, hace hincapié en la exageración de los rasgos físicos de la persona a base del dibujo u otras técnicas apropiadas, con la finalidad de provocar la hilaridad.
Por su parte, los dibujos animados, también conocidos como “cartones animados”, lo cual es una mala traducción del término en inglés “cartoon”, aparecen en la tele y en el cine, ya que al tener animación en apariencia, emplean esos canales. Esa sensación de movimiento, se logra realizando pequeñas variaciones entre un fotograma y otro. Antes se hacía con dibujos hechos a mano, pero hoy en día se utiliza más el ordenador o computadora. También es posible provocar ese efecto a base de la técnica conocida como “el cuadro a cuadro”, a la que en inglés se llama “frame to frame”, y consiste en captar con la cámara elementos livianos, pequeños y/o maleables, haciendo ligeras variaciones entre fotograma y fotograma, tomándolos de uno en uno; como podrían ser granitos de arroz, o de arena, barro, masilla, plastilina, palillos, etc. Al contemplarse en una secuencia de 24 fotogramas por segundo, se produce la sensación de movilidad, por dos motivos básicos: por el llamado efecto de la “persistencia retiniana”, que consiste en que al nosotros percibir algo del mundo exterior, esa imagen permanece en nuestra retina unas cuantas fracciones de segundo más, y en segundo lugar, por el conocido como “fenómeno PHI”, que se refiere a la impresión de animación que se produce en nuestro cerebro al observar, por ejemplo, unas luces contiguas, que se encienden de forma secuenciada.
El dibujo de humor, al consistir habitualmente en una sola viñeta tampoco es lo mismo. Naturalmente, como su nombre indica, pretende hacer gracia.
El cómic es, pues, un cuadernillo que contiene la narración o las narraciones léxico-pictográficas, en unas 40-70 páginas aproximadamente, de papel de calidad variable. La mayoría posee formatos rectangulares y verticales, aunque también existen los apaisados. Una excepción importante son los llamados “mangas” japoneses, que suelen tener alrededor de 300 páginas. Además, para leerlos se sigue la convención de lectura del japonés, lo que equivale a decir que en términos occidentales se leen de atrás hacia adelante, es decir, que la contraportada nuestra, es la portada para ellos, y viceversa.
En las historietas los sonidos no se escuchan como sucede en los dibujos animados, sino que se leen en el interior de unos cuadritos, que son habitualmente rectangulares, pero que pueden tener cualquier forma que el dibujante quiera, y que normalmente, como ya se dijo, se les conoce como viñetas. Para albergar dentro de las viñetas, las palabras, los sonidos, los ruidos y otros muchos signos y señales de todo tipo, desde las palabrotas hasta notas musicales pasando por idiomas inventados, se tomó prestada probablemente del arte sacro la idea, y se desarrollaron aún más en el tiempo, los llamados globos, nubes, balones, baloons, cenefas, filacterias, entre otros.
La mayoría de los investigadores le atribuye el inicio del cómic a los alemanes, materializado en el trabajo de Wilhelm Busch, titulado Max und Moritz. Esto ocurrió a finales del siglo XIX, en Europa; pero el gran comienzo sostenido se le imputa al personaje: El Chico Amarillo, (The Yellow Kid), del año 1896, creado por Richard Felton Outcault, en los EEUU, el cual aparecía en la prensa diaria, y de ahí su nombre, por la calidad del soporte empleado.
Hacia los años 20 del siglo pasado, llegaba material de entretenimiento a México desde los Estados Unidos, pero siempre con atraso, a pesar de su vecindad, y por ese motivo se empezó a acudir al talento local para satisfacer la demanda de ese tipo de publicaciones. Así en 1934 surge la revista mexicana llamada Paquito de la Editorial Sayrols, que contenía temas originales, es decir, que no habían sido publicados con anterioridad, procedentes de varios autores. A este período de tiempo se le conoce como la época dorada de la historieta mexicana, porque salieron al mercado, por igual, otros personajes que tuvieron grandes éxitos entre el público consumidor, como sucedió con Pepín.
Más adelante, alrededor de la década de los años 50, surgieron otros cómics mexicanos que también fueron súper-ventas tales como: La Familia Burrón, Hermelinda y Linda, Los Supersabios, entre otros. En esos años, México era uno de los países del mundo, donde más historietas se imprimían; era una auténtica potencia mundial, en ese género.
Todas esas revistas mexicanas de entretenimiento fueron importadas hacia la República Dominicana; y una de las pioneras fue, sin lugar a dudas, Paquito, por la época de su aparición. De esa forma la publicación empezó a calar en el gusto de la gente, y empezaron a pedir un “paquito”, tal como ocurrió con las marcas Gillette, al solicitar una hoja de afeitar, y Chiclets, en vez de goma de mascar, aunque hay que destacar que para los jóvenes de hoy, “estar chicle” tiene otras connotaciones; asimismo, pasó con un “caribe”, en sustitución de un “periódico”; ya que en la Era de Trujillo, “El Caribe” era el diario que más se vendía, conjuntamente con “La Nación”, porque eran prácticamente los únicos y/o los más importantes voceros impresos, en formato de prensa escrita, de la tiranía, durante un largo período, y así sucesivamente… son muchos los ejemplos: como jeep, en vez de vehículo todoterreno, cutex, en sustitución de esmalte de uñas, formica, en lugar de lámina decorativa, kotex, sustituta de toalla sanitaria.
La diferencia estriba en que en lugar de ser paquito una marca como sinónimo de producto, era el nombre de una publicación, que ya no existe, pero que nos dejó ese legado lexical.