viernes, abril 27, 2007

FORMAS CROMÁTICAS 2 (ABSTRACCIÓN POR FAUSTINO PÉREZ)


LA INFORMACIÓN EN LA CULTURA DEL “COLMADÓN-PITEKUS”

Por FAUSTINO PÉREZ


Si al subdesarrollo lo hubiesen inventado, no lo habrían podido haber diseñado y fabricado más absurdo, ridículo y complicado, a la hora del intercambio de información.
En el supuesto de que Alvin Toffler y su esposa Heidi viniesen al país, tendrían ineludiblemente que realizar una sub-clasificación dentro de lo que ellos llaman los conglomerados “lentos”: los “lentísimos”. La tesis enunciada por estos autores en su libro “Powershift”, traducido por “Cambio de Mandos”, pone en evidencia el futuro que nos espera como país, en la carrera hipotética ya perdida de antemano, - y por culpa de nosotros mismos - , en nuestro intento de desarrollarnos cultural y económicamente. No es cuestión de pesimismo, sino, que aquí sencillamente violamos constantemente la llamada Ley del Progreso Humano, por lo mucho que se entorpece el flujo de información. Por ese motivo ustedes pueden comprobar a diario, que aquí se avanza y se retrocede simultáneamente, en casi todos lo órdenes, y a eso precisamente no se le llama adelanto.
Al ser la información algo “vivo”, y que se renueva constantemente, compartible con los demás si se desea, transportable a la velocidad de la luz, difusa porque tiende a filtrarse como el agua en las manos, condensable y archivable de diferentes maneras; - aparte del poder que puede otorgar si se la sabe emplear, y por ese motivo mientras más se tiene más se quiere - , etcétera, es posible tratarla como un recurso o un tipo de bien económico-cultural, y nosotros nos empeñamos en poner trabas a su difusión e intentar monopolizarla, de forma enfermiza. En economía se enseña a administrar recursos escasos, y entre nosotros, el despilfarro de todos los bienes es tan grande que apena y espanta.
En algunos casos resulta comprensible, aunque no justificable, ya que se trata de tentativas de mantener una hegemonía social, en base a tener acaparada y si es posible monopolizada la información; o bien, es alguien que desea obtener mayores beneficios pecuniarios, sin importarle quién se fastidie o perjudique. Llegados a este punto, es preciso destacar los dividendos socio-político-económicos obtenibles en una nación insular y pequeña como ésta, como consecuencia de esa práctica, empero, ya la cuestión reviste matices patológicos.
Se puede comprobar fácilmente cómo hay aquí “expertos” en algunos temas, sencillamente porque cuentan con el único ejemplar de un libro extranjero acerca de un tópico determinado; y encima, alardean de ello.
A propósito de libros, para cierta gente conocida, los “amigos” parecería que son desechables, porque, prefieren enemistarse antes que devolver un texto que les interese.
En la práctica diaria del préstamo de libros, existen otros “amigos”, que si se les permite, hacen auténticas “redadas” en las bibliotecas ajenas. Hay que reconocer que la mayoría reintegra el texto a su legítimo dueño, pero después de haberle dado largas al asunto, con un sinnúmero de excusas piadosas; de todas formas, quienes devuelven las obras tomadas en préstamo, son considerados como tontos por aquellos amantes de lo ajeno.
En algunos casos la codicia alcanza tal nivel, que hay “amigos” que dejan de visitar a uno, si no pueden “recuperar” un “librito” cada vez que vienen. La ira y la impotencia los hace reaccionar de esa manera.
Yo mismo he atrapado, in fraganti, a más de uno, con un libro o una revista escondida, aquí en mi casa, listo para llevárselo, y lo que hacen descaradamente es que se ríen, cuando son pillados.
Para lo que sí hay que tener paciencia, es cuando uno le solicita información a alguien, ya que la espera puede ser de meses, inclusive de años, y no exagero. Hace ya un tiempo largo, yo le pedí a un “experto” en el área unos datos sencillos, y lo que hizo fue entretenerme, y darme excusas peregrinas, y finalmente, no me dijo nada. Suerte que otro experto, pero esta vez extranjero, me informó rápidamente de lo que yo quería.
La mala fe llega hasta tal extremo, en determinados casos, que le comunican al interesado que ya tienen el dato, y que pueden contar con él; pero en la práctica, no tienen la menor idea de la respuesta. Todo con la finalidad de hacerle perder el tiempo a la competencia, o por presunción, o bien, para darse importancia, y tampoco debe de descartarse la burla solapada.
Los comunicadores Nuria Piera y Huchi Lora se quejaban con relación a la Ley de Acceso a la Información Pública, en el sentido de que “…los funcionarios no asimilan que tienen que rendir cuentas a la población…”; esto prueba que el tratamiento que se le da a la información es idéntico a todos los niveles. Es preciso recalcar, que esa práctica de esconder los datos que deberían de ser del dominio público, está, también, íntimamente vinculada a la corrupción administrativa.
Otro ardid más sofisticado para privar al rival de información, consiste en enviarle a uno a un “depredador” de libros; desconocido para la “víctima”, con la excusa de que viene de parte de “fulanito”, y que necesita el material urgentemente para cualquier finalidad. Si se accede a la petición, para hacer el favor y colaborar con el “amigo del amigo”, uno se puede despedir del libro para siempre. A mí me llegó uno quien alegaba que estaba preparando una ponencia importante, y necesitaba con premura un texto que yo tenía, pero lo curioso es que no quería fotocopias, sino, el original. Como no le presté nada, se enemistó conmigo, lo cual implica que él se consideraba con derechos sobre algo que no era de su propiedad. ¡Es el colmo!
Otra persona me llamó por teléfono con la misma excusa, porque “un amigo mío le dio mi número”, y claro, fracasó en el intento. Luego me enteré de la mala fama que tenía por no devolver los libros que le prestaban.
La gran mayoría de nuestros textos de historia y de geografía, son ejemplos elocuentes del afán de tergiversar, acomodar y de ocultar información, aunque hay que advertir, que en determinadas oportunidades, no se hace para hacer daño ni tampoco para desinformar, sino, por negligencia, apatía, falta de preparación, e ignorancia.
Ustedes pueden hacer la prueba, intentando averiguar referentes elementales, en diferentes fuentes, tales como cuántos presidentes de la república hemos tenido, o cuántos kilómetros cuadrados tiene el país; o bien, en qué año se fundó la ciudad de Santo Domingo. Si el dato está politizado como la vida de Duarte, el principal héroe nacional, la curiosidad adquiere otros ribetes; y si se desea saber específicamente qué hizo el mismo Duarte en Venezuela en sus últimos años, puede resultar algo casi “metafísico”. Esto también es válido, para muchas otras anécdotas narradas como verdades históricas, que no están claras, como el famoso “trabucazo” de Mella, que aún no se sabe a ciencia cierta a qué obedeció…
En el Archivo General de la Nación reposan miles de fotos de la época de Trujillo, que no se quieren identificar, sencillamente porque no conviene, ya que hay gente que son lobos, pero se disfrazan con piel de corderos.
Y no digamos nada de los restos de Colón, ya que si uno pregunta, el tema puede hacer titubear a más de un “erudito”.
Cuando el investigador Fernando Luna Calderón, ya fallecido, y experto en Antropología Física, encontró las osamentas en la década de los años 90, de un esclavo que fue enterrado con sus grilletes puestos, en la ruinas del monasterio de San Francisco, ese dato todavía no ha sido ponderado debidamente; es más, se ha ocultado todo lo posible.
Se comprende que en algunos temas es lógico que no exista mucha información, como es el caso del secuestro de Jesús de Galíndez, raptado por agentes al servicio de Trujillo en New York, en el año 1956. Ni la CIA y el FBI juntos saben lo que realmente ocurrió, sencillamente porque fueron eliminados sistemáticamente figuras claves del hecho, y los muertos no hablan; a pesar de ello, algunos mitómanos han especulado demasiado, e incluso han narrado, cómo mataron al profesor-agente secreto Galíndez, con lujo de detalles.
Y no nos preguntemos acerca de cuántos historiadores dominicanos han visitado el África negra para investigar nuestras raíces, para poder comprender mejor, también, a nuestra hermana siamesa en el lado occidental de la isla. Si uno desea saber el por qué los negros haitianos tienen los pómulos más sobresalientes que los negros dominicanos, la respuesta que dan los historiadores, es que se trata de etnias diferentes, pero de ahí no pasan.
La información no sólo está en los Archivos de Indias de Sevilla, en España, donde sí han ido, a recabar datos.
Con los libros tan caros para nuestros sueldos promedios, y con una oferta tan limitada de títulos, lo raro es que todavía haya gente en el país con la afición de leer. De igual manera, si se acude al Internet, aparte de ser aquí más caro que en los EEUU, cada día tiene más publicidad, y no digamos nada de la pornografía. En lugar de hablar de la Era de la Información, sería más realista llamarla la Era de la Pornografía, ya que la porno es lo que más va a trascender de ese medio de medios, simplemente, porque esas son las imágenes que más se archivan y se graban, con mucha diferencia. El nivel está tan alto y las imágenes pornográficas influyen tanto, que los desfiles de modas en algunos países parecen shows pornográficos; y no digamos nada de la promoción artística, ya que algunas cantantes no se conforman con lucir alguna prenda sexy, ahora tienen que dejarse fotografiar sin ropa interior para llamar la atención, o hacer escenas lésbicas en público. Con los artistas de sexo masculino, sucede algo parecido, aunque se han quedado rezagados, con respecto a las mujeres.
Debido a que la gran mayoría de la gente navega en el Internet para entretenerse, y no para buscar algún tipo de información de tipo cultural, - y claro, como los jóvenes dominicanos no lo demandan, - la oferta de datos acerca del país es comparativamente escasa.
No es de extrañar pues, que la inmensa mayoría de la juventud universitaria, no sepa algo tan elemental como es el origen de los dos obeliscos del Malecón, y lo bueno es que tampoco le interesa; o que desconozca lo que es un diámetro, o ignore cómo escribir la palabra “despilfarro”, o el adjetivo “sofisticado”…
El resultado prototípico de toda nuestra cultura, la cual pone el énfasis en el goce y disfrute de la ida, en la holgazanería, y en ganar mucho dinero rápidamente, es lo que yo llamo el “colmadón-pitekus”. Este espécimen suele pasarse horas en el “colmadón” de la esquina. Esta clase de negocio ha ido adaptándose a los nuevos tiempos, y si bien antes en el “colmado”, - que todavía existen - , se detallaban productos alimenticios y se vendía ron y algo más de alcohol; ahora, en el “colmadón” se expenden más bebidas alcohólicas que comida, se escucha música a todo volumen, en especial, salsas, bachatas, reguetones, merengues, etcétera, y se puede ver en la pantalla del televisor, el juego más demandado de béisbol, simultáneamente, o cualquier otro programa de interés. Muchos “colmadones” tienen en qué sentarse, y se especializan también en “picaderas”, es decir, en aperitivos para complacer la clientela. En algunos hasta se baila un poco.
El “colmadón-pitekus” disfruta en sus muchas horas de ocio tomándose una “fría” (cerveza), y se entera de todos los chismes y se cree a pie juntillas todo lo que le cuentan oralmente, por medio a lo que se conoce popularmente como “radio-bemba”; y en cambio, pone en entredicho todo lo que se derive de la letra de molde, y si intenta leer algo en contadas ocasiones, lo hace mal y comprende muy poco. El vive y disfruta en un espacio acústico de la “tribu del dios oído”, como yo publiqué hace un tiempo; y se solaza contemplando su "barriguita cervecera" crecer.
Por el contrario, pregúntenle algo de los jonrones que conectó el día anterior el pelotero de moda, y de sus promedios de bateo, de los mejores “colmadones” para tomarse una “fría”, de los últimos modelos de vehículos llegados al país, de la “jeva” (la joven) más atractiva del barrio, de quién trafica con droga y quién lava dinero, del último rumor político, de las letras de las canciones que más se escuchan, de las discotecas que están “in”, de las “picaderas” más baratas, de los moteles y playas…y notará la diferencia.
Su compañera no se queda atrás, y además de todo lo anterior, ella conoce los últimos detalles de las telenovelas, los chismes de la peluquería y del colmado, o con quién salen las presentadoras de TV, las modelos y las cantantes conocidas. Eso es lo que les divierte.
Todas esas actitudes las llevan a las universidades donde “estudian”, sin saber y sin pensar siquiera que el cerebro humano tiene sus limitaciones, en cuanto al acopio de información se refiere; esto implica que el porcentaje de la masa encefálica que le dejan libre a los estudios es insignificante, porque tienen el “disco duro” lleno de “chatarra”, o “trivia”, como dicen los estadounidenses, y así estamos.
No es de extrañar, entonces, que uno llame al “colmadón-pitekus” al mediodía, a su “colmadón” preferido, y le contesten: “Taco no takí, Taco tá kotao”.
(Traducción: “Taco no está aquí, Taco está acostado”)

viernes, abril 20, 2007


HELECHOS EN EL JARDÍN BOTÁNICO (foto FAUSTINO PÉREZ)







(TODAS LAS FOTOS SON AMPLIABLES HACIENDO CLIC SOBRE ELLAS)



NO DEJES QUE TE DEN “CUERDA” (4ta. PARTE)

Por FAUSTINO PÉREZ

Debido a que este es un país tropical con lluvias torrenciales, principalmente durante el cambio de estaciones, el conductor dominicano tiene una colección de “cuerdas” conductuales disponibles para tomarles el pelo a los peatones que se están mojando bajo la lluvia.
Una de ellas consiste en saludar con mucha simpatía desde el vehículo al amigo bajo el chaparrón, con una sonrisa sádica. Esto significa que aquel que está protegido de la lluvia, le llama la atención con insistencia al que no lo está, simplemente para decirle hola, no para que suba al vehículo; y otra, más perversa aún, se practica a base de salpicar deliberadamente al caminante, o maniobrar el auto para que el que anda a pie tenga que meterse en un charco, y así sucesivamente. Hay quienes son aún más maliciosos, y aceleran, con lluvia o sin ella, cuando el peatón está cruzando para que tenga que correr.
Ya que en la “cuerda” el fin justifica los medios, como los casos de los choferes antes mencionados, todo lo negativo de la familia de la “víctima” es material “cuerdero”, porque el otro “heredó” esos problemas, claro está, por razones de conveniencia para el “cuerdero”; cuando en realidad cada cual es responsable de sus propias acciones, aparte de las circunstancias atenuantes de los hechos.
Por ejemplo, si una madre tuvo que prostituirse para poder mantener a sus hijos, entonces, se le dice a la hija con voz sarcástica: “igualita que su mamá”; o si el padre consiguió un empleo público y “quedó bien” a base de las malas artes, al hijo se le increpa diciéndole: “dame un ‘chin’ (un poco) de los millones del pueblo”, o mejor aún: “tu te crees que todo el mundo lo consigue tan fácil como tú”. Si el progenitor era militar y estuvo involucrado en alguna represión sangrienta, es una buena excusa para espetarle: “tu papá mató muchísima gente en la huelga de obreros”. Así las lacras de todos los familiares son utilizadas como “munición”.
No obstante, también existe la “cuerda” de los resentidos, despechados y humillados. Supongamos que un joven tiene una cita con una amiga, y ésta no acude a la convocatoria, es decir, que le da un plantón al enamorado; entonces, él la llama por teléfono y la felicita por su puntualidad. Esto significa que se utiliza la ironía para intentar vengarse y equilibrar la relación. Hace unos años un concubino despechado y abandonado por su mujer con sus seis hijos, llenó la ciudad de Santo Domingo con graffitis acusándola de infidelidad. Todavía la gente recuerda a Crucita Yin, “la cuernera”, por mediación de su amante despechado.
En el caso hipotético de que existiera alguien que no tenga nada de qué humillarse o avergonzarse, y de que procurase hacer las cosas bien hechas, ese sería el candidato ideal para decirle: “tú eres un ‘loco viejo’ que no sabe lo que está haciendo”, o mejor todavía, “tú estás como una cabra”, o bien, “tremendo ignorante eres tú”; y de esa manera se le ataca precisamente por sus cualidades positivas y por sus virtudes, echando por el suelo todo su afán de perfección. Es una manera de “pisarle la cola”. Otra variante consiste en inventarse algo negativo del sujeto, que alguien se lo creerá.
La “cuerda” también pone en boca de otro frases peyorativas, como una forma de humillar sin dar la cara directamente, y así tenemos: “fulanito me preguntó que si yo te conocía, y me dijo que tú eras un negrito ‘saltapatrá’”, o, “…me preguntó que si yo todavía era amigo tuyo, y me dijo que tú eras muy mala compañía”, o “fulano me dijo que tú no eras más que un adulón presumido”. Las mujeres emplean este ardid cuando le restriegan en la cara a la otra: “dice tu amiga que tú eres más chata por detrás que una puerta”, o bien, “dice tu vecina que tú vives de los amigos”, y así por el estilo.
Empero, de la misma manera existe una “cuerda” social la cual pretende que la otra persona cometa un desliz o equivocación que le perjudique, disfrazando la estrategia, para que parezca todo lo contrario. Como ejemplos tenemos a la vecina que acaba de dar a luz unos gemelos, entonces se le pregunta sonriendo: “¿y cuándo vienen las parejitas?”; o a una madre soltera se le aconseja con mucha parsimonia: “exígele a tu hombre que se case contigo”, sabiendo de antemano que eso sería un fracaso mayúsculo. Yo fui testigo de un caso en que el novio tenía graves problemas psiquiátricos, y todo el mundo lo sabía menos la novia, que estaba muy enamorada y no estaba al tanto de las perturbaciones del ser querido; entonces, las amigas, que sí sabían de la situación, le aconsejaron a la novia que se casara con él, que ese era un hombre muy serio, responsable, y con un futuro brillante.
Socialmente hablando, hay sujetos que emplean el arma halago-“cuerda” como un premio-castigo, y de esa forma lograr ventajas de todo tipo, sobre todo de las “víctimas” susceptibles. Incluso, ciertos jefes que se consideran intocables, o no, por la “cuerda” de sus subalternos, demuestran su poder y su inmunidad aparente, practicándola como un mecanismo de dominio y de control, a base de humillar al empleado de rango inferior, quien sólo tiene cuatro alternativas posibles: aceptar con una “sonrisa amarga” la “cuerda”, renunciar, no hacerle caso, o bien, devolvérsela de forma encubierta de mil formas posibles. Cuando el empleado es capaz de ripostar al superior sin que le suceda nada, eso significa que se tienen mucha confianza entre ellos, o que el de rango inferior es imprescindible para la empresa, o quizá, que el jefe no posee mucho carácter, entre otras razones.
Uno de los tipos de “cuerderos” más perniciosos es el chantajista, quien practica la “cuerda” para obtener ventajas de todo tipo. En esta categoría se encuentran los hombres que presionan a mujeres inseguras a base de darles “cuerda”. Claro está que si la víctima cede una vez, el atacante va a emplear la “cuerda” cada vez que le convenga.
Empero, la peor "cuerda" es la psicológica, por ser la más dañina, es decir, la que ataca por el punto débil del otro, psicológicamente hablando. Poca gente domina este arte, y es lo que se llama coloquialmente como "dar por el pelao". Esta técnica puede provocar que el adversario se desequilibre totalmente y pierda los estribos. Si le dominan el cerebro, de nada le vale a la víctima la fuerza bruta que pueda tener, el dinero, el poder, o lo que sea. Esto está emparentado con los métodos empleados en cualquier tipo de interrogatorio.
Como era de esperarse el Internet también se emplea en el país para dar “cuerda”. Periódicamente circulan vídeos y/o fotos comprometedoras, que ya han acarreado problemas judiciales a algunos iniciadores de la cadena internética. De la misma manera se utiliza para hacer chantaje y para difundir chismes, y así sucesivamente. Los celulares y los teléfonos fijos también se prestan para la “cuerda” de múltiples maneras: desde llamadas anónimas hasta bromas de toda índole.
Muchos vendedores callejeros son expertos en dan “cuerda” con guasa, cuando le dicen el cliente que se queja de los precios: “…bueno, si usted no puede...” Esta es una manera sutil de provocar el amor propio del comprador, y de coacción psicológica para que compre al precio que el detallista que vende quiere imponer.
Hay personas a quienes la "cuerda" les saca a flote todos sus complejos, entonces, tratan de compensar para intentar mantener su equilibrio psicológico. Por ejemplo, una vez un señor se sintió humillado y menospreciado por el grupo de amigos; y al día siguiente apareció trajeado y con corbata, y apenas saludó a sus contertulios. Otro reaccionó iracundo, mencionando sus propiedades, las esposas que había tenido y los cargos que habían desempeñado él y sus familiares, para hacerle creer a los demás que él era importante, pero el pobre estaba profundamente herido en su amor propio, y confundió el "tener" con el "ser".
A otro nivel, hoy en día en la diplomacia y las relaciones internacionales se practica un mecanismo de presión entre las naciones, o bien, entre agencias oficiales u organismos y los países que van a ser “bombardeados” con la propaganda y la desinformación, parecido a lo que hace el chantajista “cuerdero”, sin la intención aparente de mofarse, pero sí con la pretensión de humillar y de avergonzar públicamente, como mecanismo de coacción. Esto es lo que hacen precisamente los de Amnistía Internacional, el grupo Greenpeace, las innumerables ONGes pagadas, las numerosas comisiones y federaciones a sueldo, los frentes políticos aparentes, las asociaciones y fundaciones que son recipientes de “ayudas” y “donaciones” misteriosas, los programas de radio y televisión que reciben jugosos dividendos de los “anunciantes”, los medios de prensa y periodistas hipócritamente imparciales…Todos ellos, aparte de intentar la humillación pública, sirven para crear la impresión de que son muchos, o lo que es lo mismo, de que todo el mundo está en contra de algo que se desea cambiar. Este ardid, aunque es muy viejo, todavía da resultados.
Si nos remontamos hacia el pasado y le añadimos un poco de imaginación al tema, hay algo todavía más antiguo, y de esa manera uno podría imaginarse quién fue el iniciador de la “cuerda” como actitud nacional ante la vida y sus circunstancias. ¿Fue quizá el aborigen que se reía cada vez que el viento le apagaba el tabaco al primo de al lado?, o, a lo mejor se trató de aquel avispado marinero español que se burlaba de su compañero de travesía que no se atrevía a marcharle a las indias con poca ropa; o quién sabe si todo empezó cuando un esclavo se mofaba de su acompañante de infortunio, cuando se quejaba de que los grilletes le hacían mucho daño.
Nunca se sabrá, pero el hecho es que la “cuerda” está ahí, convertida en un auténtico pasatiempo nacional. Los profesores les dan “cuerda” a sus alumnos y viceversa; los taxistas a los pasajeros, y lo contrario; los padres a los hijos, y los herederos a sus progenitores, los de arriba a los de abajo, y los de abajo a los de arriba…por donde quiera que uno se mueve se encuentra con la “cuerda” y más “cuerda”, aunque muchas veces uno no esté consciente de ello, por ser algo tan arraigado culturalmente.
Aquí hay amigos que se dan la misma “cuerda”, durante toda la vida, esto significa que son décadas con la misma “letanía” cada vez que se saludan. Es algo increíble, en un país donde la gente se aburre tan fácilmente y sobre todo, es tan inconstante. Parecida a la anterior en cuanto al tipo de “cuerda”, pero diferente desde la vertiente de la aplicación, se encuentran aquella “cuerda” a largo plazo, llamada “cuchillito de palo”, porque lo van clavando poco a poco, durante años si fuese necesario, es decir, que hieren milímetro a milímetro, cada vez más, con cara de inocentes.
En los pueblos la “cuerda” tiene sus peculiaridades, y normalmente quien más la recibe es el visitante. El forastero está en franca desventaja, porque los grupos de amigos pueblerinos se conocen bien entre ellos, tienen sus lugares de reunión donde se sienten a gusto, y saben orquestar el ataque; y además, quien llega de fuera normalmente tiene poca información sobre los atacantes del lugar, y desconoce la jerigonza del grupo. Por otro lado, los principales “cuerderos” del lugar se ven precisados que revalidar su reputación, y por eso atacan sin piedad, en su propio “territorio”. En las poblaciones del interior son también frecuentes las “cuerdas” a coro, es decir, que le vocean algo al unísono a la “víctima”. Por ejemplo, si pasa alguien cerca del corrillo a quien la esposa le fue infiel, le dicen todos juntos: “el venao”. De igual manera se estila emitir sonidos de animales de forma jocosa, como podría ser un rebuzno o un aullido, cuando pasa alguien desconocido para ellos, como una manera de provocar y de entretenerse.
En las provincias, la gente se aburre más, porque cuentan con menos actividades y lugares de diversión, y por eso muchas personas se distraen y se divierten cruelmente dándole “cuerda” a los dementes, a los subnormales, a los alcohólicos, a los mongólicos, a los pedigüeños…y a todos los que deambulen por las calles. A veces se pasan horas en ese pasatiempo, ya que la idea es divertirse y matar el tiempo.
La “cuerda es, sin lugar a dudas, una realidad dominicana cotidiana y evidente; y lo que es más, no se puede comprender ni concebir a este país sin la “cuerda”; por eso cuando algún “cuerdero” me diga que yo escribo sobre este tema porque a mí me han dado mucha, yo les contestaría: “sí, sí, como a todo el mundo”.

ALCAZAR DE COLÓN (foto FAUSTINO PÉREZ)
NO DEJES QUE TE DEN "CUERDA" (3ra. PARTE)




Por FAUSTINO PÉREZ


Existe una estrategia que adoptan los “débiles ante la cuerda” que consiste en alabar al “cuerdero”; es como una manera de ponerse a su disposición, admitiendo tácitamente que el otro es mejor en el “arte” de dar “cuerda”, ya que de esa manera se está plegando a los caprichos y voluntad del atacante más eficiente. Es también una forma de halagar la vanidad del “cuerdero mayor”, y ya se sabe que eso gusta mucho. El varón de la especie humana, es muy sensible al halago y a la vanidad, y si tiene la autoestima baja, entonces, mucho más. Cómo se explica, si no, que muchos políticos necesitan tener detrás una “corte” de adulones con sueldos de lujo, cuyo único trabajo consiste en andar detrás de ellos. Aquí también, incluyo los guardaespaldas, ya que mientras más son, más importante se siente el adulado.
Otros que son más pasivos, prefieren emplear el ardid de la “mosquita muerta”, presentándose como alguien incapaz de hacerle daño a un compañero; y si alguno la emprende en su contra, esbozan una sonrisa tímida, y no contestan ante la provocación.Algunas “víctimas” de las embestidas, son más drásticos, y sencillamente se enemistan con el “cuerdero” de turno, y de esa manera resuelven su problema, cortando por lo sano. Quienes no pueden controlarse ante los ataques, siempre tienen la opción de refugiarse detrás de un rostro malhumorado, o de intentar ignorar al “cuerdero”, lo cual no siempre es posible; y en ambos casos estas actitudes y comportamientos se pueden interpretar como una señal de debilidad, y provocar el efecto contrario de recibir aún más “cuerda”.
El contraataque puede incluir el chisme y la maledicencia a espaldas del “cuerdero”, como una forma de venganza. También existe otra defensa que consiste en intentar desautorizar al “cuerdero”, con una frase del tipo: “¿y quién eres tú para criticarme?”; o bien, haciéndole una parodia al atacante, relacionada con alguna anécdota negativa, para que “escarmiente”; ya que si está bien hecha la dramatización, puede convertirlo en un hazmerreír, pero, corre el riesgo de ser atacado sin piedad en la primera oportunidad, por el “cuerdero mayor”.Cuando no existe un trato de confianza se suele emplear la frase: “¿y usted sabe quién soy yo?”, o, “¿usted sabe con quién está hablando?”, dicha con tono autoritario y enérgico, con el fin de sugestionar a quien tomó la iniciativa. Estas mismas frases son las típicas de las situaciones en las que el que está en desventaja, intenta convertirse en “atacante”, por ejemplo, ante un agente del orden público.
Como dicen que la mejor defensa es el ataque, algunas personas se adelantan a la “cuerda”; empero, al hacerlo, inevitablemente hacen una proyección psicológica de sus preocupaciones y problemas, al decirle al “cuerdero”: “tú si estás flaco muchacho, ¡ten cuidado con el SIDA!”.
Las dominicanas son también “cuerderas”, como era de esperarse, y disfrutan o sienten un morboso placer, cuando los hombres se pelean por ellas, físicamente u oralmente, sobre todo con las “cuerdas” provocadas por ellas mismas; lo que se conoce popularmente con el dominicanismo de “enchinchar”. No son raras las frases dichas a su hombre, tales como esta: “¿oh, y tú te vas a quedar así?”, como una manera de que inicien la pelea por ella.Cuando una mujer disgustada, o por celos, empieza a zaherir a su propio hombre, esa práctica puede generar mucha violencia en su contra, y yo sospecho que la “cuerda” matrimonial está detrás de muchos feminicidios; porque si la “cuerda” la mujer se la da a un hombre borracho y/o drogado y/o con un “amargue”, le puede costar la vida, fácilmente.
Otra variante de esta clase de provocación se hace entre hombres cuando se le dice al “amigo”: “si me hace eso a mí, le arranco la cabeza”, o, “si soy yo, lo mato ahí mismo”. Estas clases de “cuerdas” pueden ser muy peligrosas, como ya dije, dependiendo de las circunstancias. En cualquiera de estos ejemplos, la dramatización del “cuerdero” es muy importante.
Una técnica para obviar o quitarle impacto a la “cuerda”, consiste en la generalización, es decir, en intentar convertir la “crítica” que se le hace al recipiente de la “cuerda”, afirmando que eso es algo común, que no merece ser satirizado. Por ejemplo al decir: “eso le pasa a todo el mundo”.Sin embargo, a algunos “cuerderos” se les hace perder su equilibrio psicológico con la técnica de la estimulación, la cual consiste en animarlo a que “dé cuerda”, al decirle: “sí, sí, critícame que eso es bueno para corregirme”, o, “critícame, que yo acepto que me evalúen”…
Hay una “cuerda” sutil que consiste en la “defensa” de la víctima de la burla, pero, añadiéndole más leña al fuego de forma perniciosa y corrosiva. Naturalmente, que esto se hace con la “mejor intención del mundo”, por ejemplo: “ustedes tienen que ayudarlo, él lo que quiere es reincorporarse a la sociedad después que lo deportaron por un asunto de drogas”, o bien, “no le digan eso a su jefe, porque puede perder el sueldo que tiene sin trabajar”, y así por el estilo.Al “cuerdero” también se le puede intentar desarmar haciéndole falsas promesas de favores o regalos: “ve por allá que te tengo una buena sorpresa”, o bien, “¿qué quieres que te traiga de mi viaje?”. No obstante, esta puede ser un arma de doble filo, porque si el “cuerdero” interpreta este gesto como una debilidad, puede chantajear aún más al “encuerdado”, o darle más “cuerda”.
Resulta curioso que la “cuerda” también se puede emplear para enviar mensajes y metamensajes, o sea, para hacerle saber a alguien que se tiene información que puede comprometerlo, o que puede ser utilizada en cualquier momento en su contra. En esta modalidad, sencillamente se le hace la insinuación al otro; muchas veces en privado, porque así es más efectivo. Es una manera de decirle, que si no obtempera, la puede divulgar ante una audiencia más amplia. En definitiva, puede tratarse de un chantaje o de una técnica para frenar a la “víctima”, con el fin de que no haga algo, aunque sea para que no le “dé cuerda” al atacante. Es evidente, que si el recipiente del chantaje solapado, se defiende, esta clase de “cuerda” sirve para sacarle información, porque si responde, puede aportar y evidenciar datos, que a lo mejor el atacante quería. Una variante de este tipo de “cuerda”, es la técnica de los políticos que dicen poseer expedientes con los datos negativos de todos los rivales, y que van a empezar a usar dicha información en cuanto empiece la campaña en serio; entonces, en la “contracuerda”, esos mismos rivales les hacen saber que ellos también tienen sus “colecciones” de expedientes con todo lo malo del adversario.Esta variante también puede servir, igualmente, para sacar información, porque ciertos políticos se desahogan o se defienden en público, y al explayarse, incluso, muchas de esas opiniones son aprovechables por los titulares de los medios.
Se han dado casos de algunos políticos, quienes han perdido muchos votos en unas elecciones, por no haber podido soportar una “cuerda” disimulada, en las ruedas de prensa; ya se sabe por experiencia que existen “periodistas” conocidos, o no, que son verdaderos agentes provocadores, al servicio de poderosos intereses, independientemente de que disfruten “dando cuerda”.
Aquí en el país hay reporteros que han sido despedidos de los medios por no respetar con sus “cuerdas” a quienes tienen poder; y a lo mejor lo han hecho inconscientemente.
Durante las famosas caravanas partidarias, no son pocas las trifulcas, altercados, y tiroteos que se han escenificado en época de elecciones, porque del mismo público surge la “cuerda”, si no son partidarios de quienes participan en la actividad. También se dan y cogen mucha “cuerda” los simpatizantes cuando coinciden con otra caravana de signo contrario. Esto es seguro.
Empero, las “cuerdas” políticas no son únicamente orales, sino, que también existen las icónicas o gráficas; por ejemplo, presentando la imagen de un candidato comiendo hierba, o copulando con otro…esto también se puede ver en el carnaval de Río de Janeiro, y salvando las distancias, en el de Santo Domingo, o en el mismísimo Internet. En este apartado se encuentran, además, las caricaturas y los dibujos de humor satíricos.Como dibujo de humor aquí en el país, sobresale por sus excelentes chistes políticos Harold Priego, aunque, como dibujante deje mucho que desear, debido a las prisas.
Otro matiz interesante y poco estudiado es la importancia de la “cuerda”, - tanto en la política, así como también en la grupal - , consistente en su valor con la finalidad de desinformar, ya que al poder combinar creativamente lo real con lo imaginario, la audiencia muchas veces no sabe discernir, o no le importa, si se trata de algo verdadero o inventado. Cuando las personas creen en algo, o en alguien, entonces esa creencia se convierte en operativa, o lo que es lo mismo, en algo real y verídico, aunque sea el “cuentazo” más grande o disparatado del mundo. Ese problema de probar la verdad recae en el recipiente de la “cuerda”.
En ese orden de ideas y como corolario de lo anterior, la “cuerda” puede evidentemente contribuir a la creación de mitos y leyendas, en especial, los de tipo negativo que son los que desacreditan o humillan a los demás. Se sabe que por aprendizaje cultural, el dominicano tiende a recordar todo lo negativo de los demás; y lo positivo, o no se lo cree, o lo pone en duda, o bien, lo olvida fácilmente. Esto es perfectamente lógico en un país de “cuerderos”. Por ejemplo, al decirle a un amigo que su padre es un médico “matasanos”, con todas las variaciones del mismo tema: “ya llegó el hijo del matasanos”, “aquí está el heredero del matasanos”, y así por el estilo.
En las “cuerdas” con efectos a largo plazo, tenemos las mentiras descaradas de los pseudohistoriadores dominicanos, que se dedican a esos menesteres para cubrirse ellos mismos y sus propias familias. Hay uno muy conocido, que incluso ha ganado muchos premios, quien dice que todo lo hace por “esclarecer la verdad histórica”, pero nunca dice precisamente la verdad del homosexualismo y del servilismo político de su padre. Por esa causa, los verdaderos historiadores aquí escasean mucho, ya que su único interés, como ya dije, consiste en tapar lo malo de ellos, y destapar lo de otros. Y así no puede haber historia.
Por obra y gracia de los “historiadores” dominicanos, y por la cultura popular, todas las cualidades positivas y negativas de las personas se heredan, según convenga, y eso es un solemne dislate. Nadie hereda ser héroe o intelectual, o en el lado negativo, ser un asesino o un narcotraficante.
Otra categoría interesante es la de los “cuerderos malagradecidos”. Supongamos que alguien le hace favores a otro, de forma continua, y de repente decida no hacerle más, y descontinuarlos, por cualquier motivo. Entonces el afectado, como pretende seguir con sus ventajas y privilegios, cada vez que se tropieza con su antiguo protector, en público o en privado, lo saluda diciéndole: “ya llegó el tacaño”, o, “muchacho, tú no sueltas ni los buenos días”.
Existe una variante moderna de este ardid, que la practican algunos, principalmente de los medios de comunicación”; pero esta sub-categoría tiene hasta gracia, cuando se le dice a alguien de influencia: “ponme a picar (a ganar dinero) que yo soy tu amigo”.
Una manera especial de “dar cuerda” consiste en “congelar” en el tiempo los roles y profesiones del adversario. Vamos a suponer que un joven talentoso, pero de origen humilde, empiece a ganarse la vida lustrando zapatos, claro está, por necesidad; y con su esfuerzo, llegue a ser un afamado jugador de las Grandes Ligas de béisbol, ganando millones de dólares; entonces, viene el “cuerdero” de turno y le dice: “tú sigues siendo el mismo limpiabotas de siempre”, o, “la mona aunque se vista de seda, mona se queda”, y así en ese tono. Esta clase de “cuerda” es válida para cualquier persona que haya subido de categoría social.
Existen “cuerdas” cariñosas, como cuando la esposa le dice al marido: “mi negro ven a almorzar”; y él le contesta: “ya voy morena linda”; inclusive, hay otras que se dicen cantando, tal como ocurre al entonar una de las tantas canciones que hacen referencia a una situación determinada, que le hace recordar a la persona que escucha la “cuerda” cantada, algo que sucedió. Las hay para todos los gustos, y para todas las circunstancias.
Curiosamente detrás de miles y miles de apodos y sobrenombres dominicanos, existe en su origen una “cuerda”, o si no pregúntenle a Pipí, o a Capaperro, o bien a, Puñalito, Juanita Banana, Chinchilín, El Ñame, Cubero, Boquita de Fullín, Saltapatrá, Fullero, Quijá Quieta, Maltramao, Iguana, Nariz de Frononó, Caga Prieto, Come Tachuela, la Batidora, Lengua de Mauser, Toña la Quema Pelo, Pégameuno, Bolsa Triste, Cara de Velorio, Tripocho, Trepié, Viagra, Conejo, el Buey, Gambá, Petiseca, Boqueburro, Jirafa, Tití, Larguirucha, Tikimani, Sobao, Tolete, Maco, Makukín, Espantao, el Bobo, Gallina Grifa, Hipopótamo, Navajita, Jabao, Bolsípeta, Nariz, y así un larguísimo etcétera; lo que sucede es que llega un punto en que el afectado interioriza el mote, y lo acepta, sencillamente para no “coger más cuerda”. Se convierte entonces la aceptación en un mecanismo de supervivencia, a base de resignarse. Observen que no se trata de diminutivos como sería llamarle Enriquito al hijo de Enrique, sino, que son apodos para ofender, humillar y zaherir; y por cierto, muchos de ellos son muy difíciles o imposibles de traducir a otro idioma, o de comprender, si el lector no es dominicano. Otra variación consiste en cambiarle el nombre a dos hermanos, en aparente confusión, por ejemplo, llamarle Juan a Pedro, y viceversa; o confundirse con un nombre parecido, como podría ser llamarle Celestina a Celeste, o lo contrario.
El comportamiento dominicano típico de desobediencia civil, obedece en gran medida a la actitud del “cuerdero”, que ha asimilado culturalmente ese tipo de comportamiento, de forma inconsciente; como por ejemplo, los motoristas que no respetan la luz roja de los semáforos, o hacen piruetas circenses en las autopistas; o los que tiran basura en las calles, los que despilfarran el agua, y así por el estilo. Aparentemente se trata de una conducta terca y obcecada, pero en el fondo lo hacen porque ellos entienden o intuyen que eso disgusta a los demás, en especial a las autoridades; o sea, que se trata de una “cuerda” conductual, y una manera poco civilizada de protestar. Por esos motivos, las campañas de educación cívica rinden tan pocos resultados.

sábado, abril 07, 2007


LAS REALES ATARAZANAS, DESDE LA PLAZA ESPAÑA DE SANTO DOMINGO (foto: FAUSTINO PÉREZ)
NO DEJES QUE TE DEN “CUERDA” (2da.PARTE)



Por FAUSTINO PÉREZ



Como en la “súpercuerda” no se respeta nada ni a nadie, no es raro escucha frases como estas: “¡te noto muy frustrado, será mejor que te operes ese tumor que tienes en la barriga, que parece un balón!”, o “¡tu mujer tiene su amante y tú ni siquiera te das cuenta!”; “¡págale lo que le debes al banco, muerto de hambre!”, o bien, “¡atropellaste un peatón en la autopista, y saliste huyendo!”, “¡sabrá Dios quién es el padre de tu hija, esa niña no se parece en nada a ti, no me extraña con una mujer como la tuya!”…
La “víctima” tiene dos opciones: o rehuye la “pelea” porque lo “pararon en seco”, o contraataca. Todos estos ataques y contraataques se reflejan en los rostros de los que están involucrados. Se sabe por experiencia que una sonrisa “amarga” también conocida como “risa con sordina”, evidencia y delata a los demás que la persona está “cogiendo la cuerda”, es decir, que le está afectando.
Lo típico es que el “cuerdón” se practique en un corrillo en el que esté el recipiente de la burla, para avergonzarlo aún más, porque en privado no tendría sentido, ni tampoco hay testigos que hagan coro.
Según el “protocolo” de la “cuerda” que se practica en las peñas de amigos, si alguien esta “cogiendo la cuerda”, en el careo “cuerdero”, los demás se ceban en él. Esto implica que el dé muestras de mayor debilidad recibe normalmente el máximo de “cuerda”. Muchas veces, con tantos ataques y contraataques, la iniciativa se desplaza de un sujeto a otro.
Comoquiera, en toda pandilla de amigos, se sabe por experiencia quienes son los mejores “cuerderos”, y por supuesto, quienes son los más susceptibles para recibirla.
Inclusive, se da el caso de que alguien cuente una anécdota o esté tratando un tema, y cualquiera del grupo se aprovecha e inicie la “cuerda”. Lo mismo ocurre cuando el “cuerdero” de turno note algo en el compañero que puede ser material “cuerdero”. Esta “cuerda” lo mismo se puede referir a unos zapatos feos, que a unos pantalones de un color exagerado, o a un peinado extravagante…, o cualquier otra excusa.
La psicología del “cuerdero” en muy interesante, y en este sentido es preciso aclarar que hay sujetos que se adelantan y dan “cuerda”, como un mecanismo psicológico de defensa; en cambio, en otros corrillos existe una especie de “acuerdo tácito”, para darle “cuerda” a uno/s y a otro/s no. O bien, no se dan “cuerda“ entre ellos.
Normalmente, quien se adelanta sea el que más rápidamente “coja la cuerda”, pero hay algunos que saben disimular los “ataques” de los amigos. Los que no aprenden a aparentar lo que no es, se pueden llevar un tremendo disgusto, y hay mujeres que con la “cuerda” hasta lloran. Hay quienes toman la delantera y afirman tajantemente: “yo sí cojo la cuerda”, que viene a ser una forma de enarbolar una bandera de la paz, o bien, una manera de advertirles a los demás que está dispuesto a cualquier cosa; es decir, que se convierte en un tipo de amenaza solapada.
Otros “cuerderos” consuetudinarios son acicateados por diferentes complejos y perturbaciones psicológicas; así tenemos desde aquel que se siente superior a los demás, hasta el otro, en el extremo contrario, con complejo de inferioridad. Empero, existen algunos con manías persecutorias, y hay sujetos con diferentes grados de esquizofrenia y de paranoia, entre otras anomalías conductuales. Son famosas las “cuerdas” de los maníaco-depresivos, quienes practican una mezcla de “cuerda” con humor negro. Como siempre, el común denominador de todos los tipos de “cuerderos”, es el ocio; y naturalmente, la cultura, que hace que la “cuerda” sea una marca de identidad del dominicano.
Pero, ¿que se requiere para ser un buen “cuerdero”?, una de las cualidades útiles es la capacidad histriónica, tanto para la burla, así como también para encajar los ataques. Esto implica saber dramatizar con el fin de provocar la hilaridad en los demás. Aquí se incluye el tono y volumen de la voz, ya que mientras más gente escuche la “cuerda”, más se podrá avergonzar el afectado. Es necesario, igualmente, saber comportarse, y disimular como si no pasara nada cuando se es atacado.
En segundo lugar está la información que se posee del otro, para poder establecer una estrategia efectiva de ofensa-defensa sobre la marcha. En este apartado se incluyen los rumores y chismes escuchados, y recordados a tiempo, acerca de los miembros del grupo. Si se cuenta con unas dotes imaginativas y creativas que sean graciosas, ayuda mucho, conjuntamente con la capacidad de actuación.
Una cualidad muy oportuna es la de tener reflejos rápidos, lo cual viene como anillo al dedo tanto para el ataque así como también para la defensa.
Todo lo anterior tiene que estar apoyado por la inteligencia del individuo. Sin embargo, nada sustituye la práctica, es decir, que las “armas” tienen que ser probadas para saber si dan buenos resultados, en cada contendiente.
En todo caso, casi todos los “cuerderos” exitosos tienen un componente sádico muy acentuado, y además, se precisa una cierta dosis de exhibicionismo, para pretender sobresalir y “lucirse” delante de los compañeros.
Por descontado, que el recordar a tiempo es crucial en la “cuerda”, lo que implica que una buena memoria es vital.
Los datos o materia prima que se recuerdan para la “cuerda”, provienen tanto de hechos reales, así como también de la fantasía; o bien, una mezcla de ambos. En todo caso, caben muy bien las exageraciones, las cuales no son infrecuentes, y de ahí surgen las llamadas “mitomanías con gracia”, específicas para dar “cuerda”. Otro problema distinto es que alguien sea de hecho un auténtico mitómano, y esas historias fantásticas se utilicen en contra de él posteriormente, en la primera oportunidad.
En definitiva, todo buen “cuerdero” tiene que convertirse en un “archivo ambulante” de todos los datos negativos, acerca de las personas con quien interactúa. Esto abarca desde los chismes y rumores, que ya mencionamos, hasta los temas que son tabú, como los defectos físicos; también es útil la información acerca de la familia del otro, los fracasos que ha experimentado, las enfermedades que ha padecido, y si son mentales mucho mejor; los posibles “boches” (reprimendas orales), que haya recibido, además, interesa saber si alguien lo ha insultado, o se ha enemistado con él, o haya escrito, o bien, expresado algo negativo. Es muy importante conocer que es lo que más le disgusta a sus posibles “víctimas”, conocer sus vicios, sus debilidades, y sus tachaduras morales tanto del contendiente así como de su familia; sus taras y problemas de carácter; su estado financiero, en especial si tiene algún aprieto económico en su solvencia, las deudas, los reveses sentimentales, laborales, o políticos que haya tenido…en fin, de todo aquello que sirva para zaherir, avergonzar y humillar al otro.
Todo este fardo informativo, que se asemeja más a una cloaca o sentina que a un cúmulo de datos, sirve para la creatividad “cuerdera”, la cual está en parte vinculada con el humor y la risa, pero es, de hecho, mucho más malsana y dañina.
A lo que más se asemeja la “cuerda” es a la socarronería, ya que en ambas se valora la originalidad en el ataque, porque ese ardid pilla al otro desprevenido, y simultáneamente, dificulta el contraataque, debido a que se le hace más cuesta arriba la defensa.
Las estrategias de la “cuerda” varían mucho, desde el empleo de la llamada “cuerda seca”, en la que el “cuerdero” pone la cara muy seria; y la “cuerda húmeda” o “mojá”(mojada), en los casos en que el rostro muestre una sonrisa cínica.
Dentro de las tácticas defensivas, se encuentra la de adelantarse al ataque, dejando en entredicho al “cuerdero”; o sea, estigmatizándolo antes de que llegue y abra la boca, al aproximarse al grupo. Es como una señal de alarma, para que todo el corrillo esté alertado de las intenciones de quien se acerca. Por ejemplo: “ahí viene el cuerdero”, o “ya viene fulanito a molestar”, etcétera.
Hay quienes admiten sus defectos antes de que les den “cuerda”, lo cual es también otra manera de adelantarse a los acontecimientos, y con ello dan a entender que esos no son sus puntos débiles, porque los admiten de antemano; o por lo menos, que “ya están curados en salud”, y no “cogen cuerda”. Es parecido a la “auto-cuerda”, pero con una intención diferente: “una nariz tan grande como la mía, no se ve todos los días”. De esa manera se quitan presión.

domingo, abril 01, 2007


PALOMAS DEL PARQUE COLÓN DE SANTO DOMINGO (foto: FAUSTINO PÉREZ)



(TODAS LAS IMÁGENES SON AMPLIABLES HACIENDO CLIC SOBRE ELLAS)