jueves, octubre 28, 2010

PECULIARIDADES DE LOS CARTELES POPULARES DOMINICANOS


(foto: Odalis Peralta)

(foto: Julio José Hiraldo Fermín)

(foto: Ingrid Rogelio)

Por FAUSTINO PÉREZ


Debido a su burda intención publicitaria, los letreros populares siempre se colocan o se realizan, de tal suerte, que puedan ser vistos por los peatones y conductores; lo que equivale a decir que sin alguien que los pueda leer, apenas tendrían sentido o razón de existir.

Otra categoría diferente a la de los letreros populares y de los grafitis, aunque en su forma se parecen mucho, es la de la propaganda religiosa y política; y claro está, hay otra que son los letreros formales que se diferencian por su acabado, por su redacción y por su diseño, etc., más elaborados. Por otro lado, están numerosas clases de avisos en las calles, desde las señales de tránsito, hasta los titulares de los periódicos y revistas en los kioscos, o puestos de venta, sin omitir la de los nombres de las avenidas y calles, las marcas de los vehículos, y así por el estilo.
Las vallas, afiches y cruzacalles, forman una subcategoría que puede ser formal o informal; además, cabe la posibilidad de que sean publicitarios o propagandísticos.

Existen, no obstante, avisos que son más bien íntimos, como las frases y nombres en las tumbas, nichos y panteones de los cementerios, y en el otro extremo están los grafitis escatológicos en las puertas y paredes de los excusados.
Por el contrario, en las vías aparecen igualmente anagramas de sujetos que los realizan por amor al exhibicionismo, al arte, al peligro y al riesgo, es decir, para ostentar y por presunción. Esta subcategoría se conoce entre los “grafiteros” como “tag” o firma, y mientras más inverosímil y arriesgado sea el lugar, mas mérito tiene el tag. Aunque para el no iniciado sea incomprensible o parezca un garabato, para los autores sí son reconocibles. Esto significa que realizar un tag en lo alto del Puente Duarte de Santo Domingo requiere de más coraje que hacerlo en la fachada de una casa.
De lo que no cabe duda, es que los letreros que más “pasean” son los que se colocan, principalmente en los parabrisas o laterales de los automóviles y autobuses.



La importancia del aspecto icónico de los letreros populares no debe de
ser subestimada, por la sencilla razón de que el mensaje llega con mucha mayor eficacia,
en los sectores en que el analfabetismo es comparativamente elevado. A pesar de ello,
hay quienes se empeñan en hacer su aviso mas llamativo y original, en definitiva mas
complejo y algo críptico, al emplear números en lugar de sílabas (3MEN2, 2MINGO,
SAS3RIA...), o al practicar la llamada escritura-espejo, es decir con las palabras volteadas de derecha a izquierda, etc.

Todo ello sin menoscabo de que en los letreros populares se puedan evidenciar problemas de dislexia; o que sencillamente, por desconocimiento, lo que ocurre con frecuencia con la N, la S, la Y, etc., se escriban al revés, y así en ese tenor. De la misma manera, no es raro el caso en que se incluyan abreviaturas y contracciones mal hechas. Un ejemplo típico es el termino estadounidense O.K., con su variante OKAY, que en su versión dominicana popular, puede resultar: OKEY, OKY, OKEI... También ocurre con SE VENDE, que se ha convertido en: SVD, CVD, S VENDE, CVENDE...
Es preciso recalcar que en la escritura formal solo existe una manera de escribir “se vende”; sin embargo, en la cultura popular existen más de cuarenta maneras de plasmar esa frase, lo cual complica el tema. A lo cual hay que añadirle las variantes de: VENDO, VENDE, VENDEMOS…

Existen palabras corrientes entre los niños dominicanos, pero menos frecuentes entre adultos, que permanecen en los grafismos callejeros (EMPRETAME), y otras veces, se quiere disimular el origen pasando al extreme opuesto (ACELTE en vez de ACEITE), para no parecer cibaeño. Curiosamente, los capitaleñismos son de use cotidiano, entre los habitantes de esta urbe (GUALDAR, JUGAL, ABRIL...).
Ya existen letreros estereotipados, lo que equivale a decir que son frases hechas fácilmente identificables; o sea, que cuando se empiezan a leer, ya se sabe cómo terminan. Entre las más conocidas tenemos:

SE VENDE POLLOS…VIVO O MATAO
SE CORTA…CHAZO
SE CURA EL PECHO…APRETAO
SE SOLISITAN MUJERE…DE BUENA PRESENCIA

Naturalmente, que todas las actividades y oficios típicos de la economía informal, se ven reflejados en los letreros populares dominicanos, tal como era de esperarse en un país subdesarrollado.

Los pequeños empresarios, los chiriperos, buscavidas, vendedores ambulantes, buscones y otros representantes de la calle, algunas veces con sus nombres, apodos o motes, ya que al dominicano le encanta realizar variaciones con ellos, tanto en la comunicación oral, así como en la escritural; necesitan promocionar y vender sus productos; haciendo la salvedad de aquellos negocios ilícitos de drogas o de prostitución, de apuestas, como la “caraquita” y el “palé”, o de cualquier otro género clandestino, como las llamadas “rifas de aguante”, que no se anuncian directamente por razones evidentes, ni tampoco los “sanes”, que sirven como una manera de ahorro a nivel barrial, pero, todos los demás se hacen notar con sus mensajes.
Curiosamente, existen letreros cuya función es la de intentar provocar una desinformación, en el sentido de que, por ejemplo, se anuncia una peluquería y lo que esconde es una “casa de citas” o un “centro de masajes”, es decir, que se trata de un lugar de meretrices; o bien, el letrero pone que es un colmado, y funciona una lotería de apuestas clandestina en el traspatio, aparte de lo que se dice.

Se deduce perfectamente de los letreros populares, que la carne que más se consume es la de pollo y ya se sabe que estas aves se venden vivas, o “matadas” para evitar suspicacias.
Además de lo que se vende, existe la otra subcategoría de todo lo que se alquila, o se “renta”, como se dice ahora. En ese tenor, cabe la posibilidad de verse anuncios de “piezas”, casas, locales, apartamentos, “marquesinas”, negocios, “cuarterías”, barras, por poner unos cuantos casos; y aparte de estos inmuebles, se ofrecen en alquiler bienes muebles, y un largo etcétera.
Sin excepción, los disturbios barriales, los grupos conocidos como “naciones”, los enfrentamientos armados con la policía, o entre pandillas; los ajustes de cuentas, las huelgas y paros, los viajes ilegales en “yola”, o no; las discrepancias y represiones políticas, los homenajes a las víctimas de la violencia, y otras alteraciones provocadas por la delincuencia, aparecen en los muros, paredes y otros soportes. Las quejas por los apagones, por las deficiencias en el transporte colectivo, por la escasez de medicamentos y atenciones en los hospitales públicos, por el problema de la corrupción, por las precariedades de las escuelas estatales, y por la falta de agua, también. La falta de señales en las vías, asimismo, sirve de pretexto para algunas muestras callejeras.

viernes, octubre 22, 2010

CLASIFICACIÓN DE LOS LETREROS POPULARES DOMINICANOS


Quien quiere sopa? (foto: Steve Brauning)

Venta de Chimichurris Obama en el Malecón de Santo Domingo (foto: Faustino Pérez)

Letrero en Negocio

Letrero Popular Dominicano Estereotipado de Venta de Pollos

Por FAUSTINO PÉREZ

A horcajadas entre el realismo mágico latinoamericano y la ignorancia secular más corrosiva y supina, cabalgan los letreros populares dominicanos.
Existen reclamos de toda laya y condición, sobre el soporte más inverosímil, más o menos funcionales y utilitarios, siempre informales, con influencias de otros idiomas (en especial del inglés estadounidense, del crêole haitiano, del italiano, del francés, etc.), emplean la tecnología más apropiada mezclando ideas en el mismo texto, y naturalmente, con todas las faltas ortográficas imaginables, irrespetando la tipografía y la horizontalidad de las palabras, a la vez que desafían el tamaño, la forma y la altura a que se colocan, tanto en los espacios públicos así como también en los privados

No digamos nada de las erróneas separaciones de sílabas, de las omisiones e inclusiones de letras, de las modas y cursilerías en la “redacción” de los mensajes, de las añadiduras icónicas, o del empleo de los motes o apodos como “ganchos” publicitarios. Con tantas variables, son infinitas las combinaciones posibles.


Los letreros callejeros, se conocen como carteles en otras latitudes
, y se diferencian de los grafitis, porque los primeros son básicamente utilitarios y funcionales, o por lo menos esas son las pretensiones, y los grafitis, por el contrario, en su abrumadora mayoría no gozan de esa propiedad; aunque esto hay que tomarlo cum grano salis, debido a que un grafiti también puede servir como un letrero popular, y viceversa, dependiendo del contexto. Otra particularidad es que del letrero popular se sabe quién lo hizo, o por lo menos es posible averiguar o se conoce al “responsable”; y del grafiti, en principio se tiene como anónimo, aunque siempre cabe la posibilidad de que se conozcan y se sepa identificarlos, sobre todo entre ellos.

Al igual que la publicidad formal, los letreros populares tienen cuatro fines básicos, con todas las combinaciones posibles, y sin menoscabo de que las ideas y las intenciones puedan estar mezcladas, lo cual es muy frecuente, por razones psicológicas del autor:

1ro. Sirven para vender productos:
(CE BENDE POYO BIBO Y MATADO, AY HABICHUELA SANCOCHADA, BENDEMO SAPATO…)

2do. Ofrecen toda clase de servicios:
(SE CURA EL PECHO APRETAO, CE ALQUILA ABITACIONE, SE CORTA CHASO…)

3ro. Se usan para “campañas” de educación cívica:
(NO AGA BUYA, SIERRE LA PUELTA, NO SE ORINE AKI...), para lo cual no es raro que se emplee cualquier tipo de amenaza: (YAMAMO A LA P.N., ESBITE UN BOCHE, TENGA CUIDADO, SABEMO QUIEN E…), o bien que se recalque (COÑO, CARAJO. RECOÑAZO...), o que se insulte (SUCIO, PUERCO, JARAGAN...)

4to
. Se utilizan para hacer llegar mensajes sociales, o que sus autores suponen que tienen un interés general:
(RECUERDO DE MORE, QUIERE TU MADRE, LLEGO BAZUKA, SIN AMOR NO HAY VIDA, TRABAJA COMO YO, HOY NO FIO MAÑANA SI...) Algunos letreros informales de esta categoría son empleados simultáneamente como adornos, con una tipografía y un “diseño” más cuidados, especialmente cuando aparecen en los autobuses conocidos popularmente como “voladoras”. Vienen a ser una especie de precursores de las redes sociales en línea, pero a nivel popular.

Si aplicamos la metodología de Armando Silva Téllez, en su artículo: “La Ciudad como Comunicación”, podemos apreciar que el primer elemento a considerar es la marginalidad de los autores; es decir, que tanto en el aspecto educativo, así como también en cuanto a su procedencia, se trata obviamente de personas de un bajo nivel cultural, proceden de los barrios marginados, o bien, se encuentran en ellos, en los arrabales de las ciudades o en los bolsones de miseria que se encuentran en los sectores más pudientes, y que tanto abundan en Santo Domingo.

Por otro lado, el componente ideológico que existe en toda manifestación humana suele evidenciar el caos, la anarquía, las improvisaciones y .la incertidumbre ante la vida que prevalecen en esos estamentos sociales.

La variable psicológica es muy importante en un país pequeño donde han confluido centenares de etnias procedentes de cuatro continentes, donde la esclavitud dejó profundas huellas, que aún permanecen. Además, tenemos un crecimiento poblacional descontrolado, lo cual incrementa la incertidumbre reinante, y es la principal causa de la marginalidad y de la pobreza, de tal suerte que la mayoría de los pobres no sabe si va a tener con qué comer en su afán diario.

La faceta estética, incluyendo la “puesta en escena”, pone en evidencia unas ansias de mimetizar el arrabal, simplemente porque visualmente se sienten más a gusto. Esto se debe a que en estos sectores no existen ni las condiciones, ni el tiempo para desarrollar un gusto estético, ya que lo más importante es la supervivencia. Quien se cría rodeado de basura, perros sarnosos y miseria, y escucha un determinado tipo de música, desarrolla unos hábitos y costumbres que lo hacer querer reproducir ese entorno con el cual se siente identificado, perceptualmente hablando; y aquellos que logran evadirse de círculo vicioso son los menos, y han de coincidir en ellos determinadas condiciones para que este fenómeno se produzca.

El aspecto económico, es por igual, muy importante porque al uno contemplar tantos letreros con ofertas tan disímiles, puede llevarse la impresión de que todo está a la venta, o por lo menos, que se esta ofreciendo algo a cambio de una compensación de una clase diferente. Naturalmente, que se trata de otro ardid de supervivencia, es decir, que se manifiesta como una publicidad precaria, si se quiere.

Si compararnos la velocidad o rapidez que se tarda en terminar un letrero en comparación con un grafiti se podrá apreciar de inmediato, que este último se realiza con toda la premura del mundo, por razones obvias, lo cual no le garantiza al letrero una calidad aceptable.

martes, octubre 12, 2010

EL ÁRBOL QUE CRECE TORCIDO QUIÉN LO ENDEREZA


Árbol que creció torcido (foto: Faustino Pérez)

Por FAUSTINO PÉREZ



El patrón se repite una y otra vez
, nosotros permitimos que el árbol con sus ramas crezcan torcidas, y luego pretendemos enderezarlas después que han crecido…pero siempre es demasiado tarde.
Pero vayamos por partes y empecemos por el principio: La base de todo es la crianza familiar, u hogareña si se quiere, asumiendo que el niño tenga un lugar que considere su hogar; y a ese nivel se produce un gran proteccionismo que se manifiesta en una sobreindulgencia en la crianza. Si son pobres, la excusa es que son pobres, y los pobrecitos pasan muchos trabajos, y si son ricos, se les consiente todo y se les complacen todos los caprichos y así les enseñan que en esta sociedad el dinero lo puede todo. Un mal día que otro, los infantes son castigados con furia, pero casi nunca sistemáticamente, ni mucho menos se les enseña una disciplina.
Luego qué sucede, que al llegar a adultos no tienen la menor idea de lo que significa ser un ciudadano con deberes y con derechos, porque se han pasado toda la vida haciendo lo que les da la gana.
Como secuela de todo esto, aparecen vehículos a medianoche con la música a todo volumen por nuestras calles y avenidas, sin importarles lo más mínimo que están molestando a la gente que está durmiendo; ni siquiera se les ocurre pensar en eso. Más de un joven de familia pudiente, ha perdido la vida por competir en velocidad en las avenidas de la capital.
Esto también se manifiesta en los parques públicos, donde se puede comprobar fácilmente cómo la gente que tiene la papelera al lado, deja la basura sobre los bancos. O bien, a las personas que cruzan la calle por cualquier lugar, o los conductores que no respetan los pasos de cebra. Y lo curioso es que ninguna autoridad les dice absolutamente nada, entonces, se acostumbran a hacer lo mal hecho y se creen que es un derecho. Eso mismo sucede con los que aparcan su vehículos encima de las aceras, y las destrozan, como se puede observar en las calles de la Zona Colonial; o con los vendedores de la Avenida Duarte o de la Calle París, entre otros lugares, que tiran toda la basura al suelo, y ningún agente les llama la atención; al finalizar la jornada esas vías parecen chiqueros malolientes. Luego se tapan los filtrantes, entonces se quejan de los charcos cuando llueve.
Al nivel escolar la tendencia sigue, y se permite que el árbol siga creciendo torcido. Como se sabe la mayoría de los estudiantes dominicanos asiste a escuelas públicas, y no es raro que en un alto porcentaje de los establecimientos escolares apenas se imparte docencia. En muchos, los jóvenes se pasan literalmente la jornada entera haciendo travesuras, saltando y jugando. Cada rato veo jóvenes uniformados a las diez de la mañana matando el tiempo en las calles, en vez de estar en las aulas.
Luego cuando llegan las Pruebas Nacionales el fraude se verifica a todos los niveles: Hay empleados del Ministerio que venden las respuestas correctas impresas o por teléfono; en las aulas se permite abiertamente que los alumnos copien los unos de los otros y que se comuniquen entre sí; los profesores les “soplan” muchas de las respuestas a los estudiantes para que no se tilden de incompetentes a los docentes…y así por el estilo. Aún así, los resultados suelen ser desastrosos.
A nivel universitario las cosas empeoran, si cabe, porque en las universidades caras los alumnos son vistos como clientes, no como discentes, y los profesores les dan muchas facilidades poniéndoles trabajos que ellos bajan fácilmente del Internet, y así reciben muchas buenas calificaciones, porque eso cae bien entre ellos y sus familiares, con la finalidad de que no se vayan a la competencia. Así se gradúan con notas excelentes y al escribir lo hacen con montones de faltas ortográficas.
A la universidad estatal la han dejado que se politice y se ha torcido hasta niveles aberrantes. El colmo es que los partidos políticos señalan, y hacen campaña abiertamente por sus candidatos en el seno de ella, lo cual es inconcebible en una universidad seria que se respete. Por otro lado el rector cree que su cargo es una agencia de viajes y se dedica a viajar por el mundo a donde le plazca, con cualquier excusa, sin rendirle cuentas a nadie, y sin que le rinda algún beneficio a la institución, que aporta los fondos para sus paseos. Además, nombra militantes de su partido por centenares, que no trabajan, pero cobran puntualmente, y malversa los fondos comprando vehículos de lujo para él y sus funcionarios; en tanto, los alumnos pasan las de Caín para recibir docencia, en aulas con pocas butacas, o con pizarras inservibles, y algunas hasta con goteras, o que se inundan cuando llueve.
Si tomamos como ejemplo lo que ocurre en las calles, observen lo que sucede con los motoristas y motoconchistas que se han rebelado contra la autoridad en masa, porque se acostumbraron a violar todas las reglas sin que nadie los sancionara por eso, y ahora cuando la Policía de Tránsito intenta poner orden, ellos no quieren y se resisten. Qué autoridad puede prohibirles ahora a los llamados deliveries, mensajeros, o repartidores de los colmados, o de los bancos, o de los servicios de mensajería, etc., que respeten las reglas, si ya llevan años violándolas.
Antes los conductores obedecían la luz roja, en general, pero en ciertas esquinas empezaron a permitir que se doblara a la derecha en rojo; y qué sucedió, que les dieron la mano y cogieron el codo; y ahora se aprovechan todo lo que pueden y sólo respetan cuando no tienen otra alternativa. Lo mismo está sucediendo con el llamado carril reversible, ya que hay muchos conductores que se creen que siempre pueden violar la raya doble del centro de la vía.
En los países desarrollados las cosas no funcionan de esa manera, claro, por eso se han desarrollado. Por ejemplo, en los EE UU si alguien no respeta los límites de velocidad o viola la luz de un semáforo , es perseguido implacablemente; y así sucede con todo.
Yo recuerdo que hace mucho tiempo durante un verano caluroso en los EE. UU., unos familiares me llevaron a un parque natural llamado los Siete Lagos (Seven Lakes) en el Estado de Nueva York, para que conociera aquello, y al sentarme a la orilla de uno de los lagos, se me ocurrió quitarme la camisa; no pasó un minuto, y enseguida vino un agente y me dijo con buenos modales que eso estaba prohibido; es que son profesionales que hacen su trabajo. Otra vez me sucedió en Niza, en la Costa Azul francesa, que salí a pasear de noche y se me ocurrió cruzar una calle porque no venía ningún vehículo, sin esperar que el semáforo de peatones me diera la luz verde, enseguida, un guardia me llamó la atención; y así en como debe ser.
También fui testigo en Roma, cuando llegué a la Estación Termini de madrugada, pude ver los policías patrullando todas las calles en motocicleta durante toda la noche, y cuando aparecieron un par de borrachos alterando el orden, de una vez intervinieron.
Yo aquí llamé a la policía a medianoche para quejarme por el ruido de una planta eléctrica, ya que en el periódico anunciaron con un gran despliegue el nuevo servicio a la ciudadanía, y lo que me dijeron me sorprendió, porque el agente me sugirió que fuera yo a hablar con el dueño de la planta.
A cualquier país desarrollado que uno vaya, los semáforos duran años y años funcionando perfectamente, y aquí lo normal es que estén fastidiosamente dañados; y cuando funcionan, no es raro que haya un agente dirigiendo el tránsito; y por el contrario, cuando está dañado no es raro que no aparezca ningún agente. Lo que es peor, importan semáforos caros de los llamados “inteligentes”, pero parece ser que los encargados de ellos son brutos, porque tampoco duran mucho tiempo esos aparatos.
Así pasa con todos los problemas del país, que dejan que se desmadren para poder pescar en río revuelto, y luego hacen la pantomima de que quieren solucionarlos; pero una vez que el negocio está establecido es imposible corregirlo, porque los interesados en el caos se resisten y tienen poder. Por eso el contrabando, el tráfico de personas, el problema de los apagones, el narcotráfico, la corrupción administrativa, el lavado de activos, la venta ilegal de armas de fuego, la delincuencia, las apuestas ilegales, la inmigración clandestina, los viajes en yola, los medicamentos falsificados, el nepotismo, el problema carcelario, el robo de las tapas metálicas de las calles, la deuda externa, la recogida de la basura, la circulación vial, la educación dominicana, el ruido excesivo…absolutamente todos siguen el mismo patrón: se permite que crezcan torcidos y luego se pretende enderezar las ramas, y hasta el mismísimo tronco, cuando ya es demasiado tarde.

sábado, octubre 02, 2010

INDIOS NUESTROS DE CADA DÍA


Parodia de los indios en el carnaval de Santo Domingo (foto: Faustino Pérez)

Estatua de Colón con Anacaona en un plano inferior (foto: Faustino Pérez)

Según el protocolo los tres personajes están mal colocados en la entrada del Museo del Hombre Dominicano (foto: Faustino Pérez)


Por FAUSTINO PÉREZ

¡Cómo cambian los tiempos!, yo recuerdo cuando éramos niños e íbamos al cine, nosotros aplaudíamos y nos mostrábamos regocijados, cuando los soldados mataban a los indios en las desaparecidas películas de vaqueros en el Viejo Oeste; no obstante, hoy ese comportamiento sería considerado como “políticamente incorrecto”. Desgraciadamente no todas las mentalidades cambian para bien con el paso de los años.
Siempre se ha dicho que la historia la escriben los vencedores, y en el caso específico nuestro, los aborígenes que habitaban esta tierras han sido vilipendiados textual e icónicamente hasta lo indecible, y como no queda ninguno, nadie los ha defendido. En otros territorios más extensos del continente y con más accidentes geográficos, los nativos pudieron sobrevivir.
Sin embargo, en las dos naciones en este continente americano con mayor desarrollo cultural en el período prehispánico, como Perú y México, todavía hoy en el siglo XXI los pueblos autóctonos no han logrado ser asimilados del todo por el poder político, como lo atestiguan los pocos descendientes de los nativos que ocupan los cargos de ministros, o de senadores y diputados. Bolivia es una excepción a la regla continental, y en otros países como Guatemala, se han logrado avances. Y no hablemos del poder económico, con relación a los pueblos originarios del continente.
Si empezamos por el mismísimo nombre o apelativo de indio, se debió a una confusión que data del 1492, ya que los conquistadores, con Colón a la cabeza, pensaban que habían llegado a la India en el continente asiático. Empero, el galimatías no termina ahí, ya que la falta de investigaciones, de documentación, y una peor interpretación de los hechos que acontecieron en nuestra isla, han provocado que no exista un consenso entre los historiadores, antropólogos y arqueólogos, con relación a qué grupos étnicos poblaban este territorio insular, y cómo llegaron.
Esto da como resultado que mientras más uno indaga sobre el tema, menos se aclara, y al final cada quien que esté interesado en la temática elabora su propia teoría sobre los acontecimientos, creando más confusión, porque se le está echando leña al fuego.
Otra fuente de confusionismo, todavía no bien explicada, fueron las causas de la desaparición total de esa(s) etnia(s). Hay quienes las atribuyen a las enfermedades provenientes del continente europeo, ante las cuales no habían desarrollado una inmunidad; otros afirman que se debió a los malos tratos, incluyendo las torturas a que eran sometidos los que no obtemperaban, y al sometimiento a un régimen compulsivo de trabajo al cual no estaban acostumbrados. Para salir del paso se dice que el exterminio se debió a una serie de factores, incluyendo los anteriormente expuestos.
Lo cierto es que los aborígenes caribeños vivían una vida cómoda, porque practicaban la silvicultura, y además, tenían otras fuentes alimenticias fáciles al alcance de la mano. Al ser convertidos prácticamente en esclavos en la Hispaniola, no pudieron o no quisieron resistir; lo cual explica los suicidios que se escenificaban, sin embargo, tampoco aclara su total desaparición como etnias entre nosotros, aunque sí queda sangre indígena mezclada en la población, como es lógico, tal como lo atestiguan las pruebas de ADN que se han hecho.
La propia iglesia católica contribuyó al exterminio de los aborígenes, y como ya se sabe según la historia, fue durante la noche del 14 al 15 de marzo del 1495, cuando la virgen “intercedió” a favor de los españoles, - que se encontraban en franca inferioridad numérica - , y con esa interpretación de los hechos, la iglesia estaba discriminando abiertamente a los nativos quienes defendían su territorio, y así los aborígenes fueron masacrados en el que se conoce hoy como el Santo Cerro, a 5 kms. de La Vega Real.
Hay historiadores que le echan la culpa en buena medida a la nostalgia y a un desconocimiento y no comprensión de lo que estaba sucediendo, ya que, por ejemplo, los nativos nunca pudieron comprender ese afán desmedido que tenían los colonizadores por los metales, como el oro y la plata. Para los aborígenes, el oro aparecía en forma de pepitas en los ríos, y ellos utilizaban ese metal para adornarse y para darle terminación a algunas de sus piezas de madera o de otros materiales.
Es preciso resaltar que nuestros aborígenes nunca alcanzaron, ni por asomo, el nivel artesanal de los pueblos más avanzados como los Moches y los Incas peruanos, o los Mayas y Aztecas de México y Centroamérica; sólo basta con visitar el Museo del Oro en Bogotá, Colombia, o mejor aún, el Museo del Oro en Lima, Perú. En cambio, para los conquistadores europeos, la obtención de los metales preciosos era un fin en sí mismo, y un medio para enriquecerse y lograr estatus social.
El lenguaje español, en cambio, sí se enriqueció con numerosos vocablos como: huracán, canoa, iguana, maní, manatí, guayaba, yuca, bija, auyama, mamey, y así sucesivamente. De la misma manera el vocablo indio se emplea hoy como dominicanismo para indicar que la persona es mestiza o mulata, o sea, que no es blanca ni negra. También es una especie de eufemismo, para no llamar negra a la persona.
Tal como apunta el ecologista Rafael Lorenzo: “también los nombres de la mayoría de nuestros ríos son taínos: Ozama, Haina, Ocoa, Yaque, Soco, Seibo, Camú.. etc,, por ese motivo habría que investigar más a fondo la toponimia dominicana”.
Empero la cuestión no termina ahí, sino, que se han inventado una gran cantidad de variantes de la palabra indio al adjetivarla, con la finalidad de matizar la voz, verbigracia: indio claro, indio oscuro, indio jabao, indio café con leche, indio melao, indio saltapatrá, indio pelo bueno, indio pelo fino, indio azabache, indio refinado, indiecito, indio bembón, indio greñú, y un largo etcétera.
A pesar de los aportes lingüísticos de los aborígenes de estas tierras y de su contribución racial, desde el punto de vista de la representación icónica han sido históricamente muy mal tratados. Si empezamos por el Parque Colón, eje central de la Zona Colonial, la estatua de bronce del almirante tiene en su pedestal a la reina taína Anacaona en actitud servil, quien acaba de escribir la frase en la base monumental: ILUSTRE Y ESCLARECIDO.
Dicho monumento data del siglo XIX, ya que la plaza fue inaugurada el 27 de febrero del 1887, y es obra del escultor francés E. Gilbert. Mientras Colón luce en la cima imponente, con una vestimenta que lo hace más voluminoso señalando el norte, en tanto, Anacaona aparece en un plano marcadamente inferior en el pedestal, con un taparrabos, casi como si estuviera reptando con la pluma en alto. Un trato más peyorativo que ese no se puede imaginar.
La humillación no termina ahí, puesto que el Museo del Hombre Dominicano de la Plaza de la Cultura, donde se asume que saben lo que hacen, colocaron tres estatuas en su fachada representando las tres razas principales que han conformado este país; y en vez de colocar al indio en el centro, porque le correspondía según el protocolo por ser el nativo, lo pusieron a la izquierda del español Fray Bartolomé de las Casas, quien está en el centro de los tres en un plano anterior, y además, y para mayor humillación, al cacique le cambiaron su nombre aborigen que era Guarocuya o Huarocuya, y le pusieron su apelativo de pila bautismal, que era Enriquillo. Al esclavo africano Lemba sí que le corresponde estar a la izquierda del personaje central por el orden de llegada a estas tierras, aunque fuese contra su voluntad, y lo colocaron a la derecha. Esto significa que tienen a tres personajes históricos en la entrada, y todos están mal colocados.
Estos casos ejemplifican dos, de los muchos sesgos, tergiversaciones, e interpretaciones erróneas, de que adolece nuestra historia.
Para colmo, en el carnaval dominicano es frecuente que se hagan parodias de los nativos por medio de las comparsas, pero nadie los defiende…sólo los imitan o se burlan de ellos.