jueves, marzo 26, 2009

ENTRADA DEL MUSEO DE JOSÉ LUIS CUEVAS DE CIUDAD DE MÉXICO (foto : FAUSTINO PÉREZ)

GLORIETA DE "EL CABALLITO" EN CIUDAD DE MÉXICO (foto: FAUSTINO PÉREZ)

MI VISITA AL “MÉXICO LINDO Y QUERIDO” (4)

Por FAUSTINO PÉREZ


En la Ciudad de México existe un delirio colectivo, que a veces raya en la psicosis social con relación a los taxis "seguros" y "no seguros". Naturalmente que el rumor es alimentado por los llamados "seguros", que están en sus paradas esperando para dar el “golpe”; y de esa manera ellos cobrar el doble, o más, de las tarifas normales. Las dos veces que he ido a esa ciudad me ha pasado lo mismo.
Por eso cuando bajé de la habitación para ir a inaugurar mi exposición de Plaza Loreto, el bellboy me preguntó en el vestíbulo que si quería un taxi, al yo contestar que sí, hizo una llamada y vino con la respuesta de que me cobraría 160 pesos mexicanos; entonces, yo le respondí que le dijera al taxista que no, que no viniera.
Y es que la probabilidad de que un delincuente pinte un taxi con los colores de una empresa de taxis establecida, para cometer un atraco, y que me toque precisamente a mí, es muy reducida, con tantos vehículos de transporte público en las calles. Lo que hice fue cruzar la avenida, y esperar el primer taxi disponible, que en Ciudad de México por suerte abundan. El típico Volkswagen de color verdi-blanco de dos puertas, que llegó a ser representativo de la ciudad, está siendo sustituido poco a poco, por otros modelos y marcas de cuatro puertas.
Había llegado el gran día, ¡martes 17 de febrero del 2009!, y la exposición se inauguraba a las seis de la tarde, pero quise llegar más temprano porque quería ver al Sr. Ibarra, Encargado de los Asuntos Culturales de la Plaza. Después de pagar el taxi que me cobró menos de la mitad que el otro “taxi seguro”, pregunté a un vigilante de la Plaza por el responsable, en primer lugar; y luego al ingeniero de sonido, quien me acompañó, y así llegué a la oficina del Sr. Ibarra. Son tan grandes aquellos espacios que yo solo hubiese llegado con mucha dificultad.
Los invitados y la prensa empezaron a llegar poco a poco, y las entrevistas, los flashes de las cámaras fotográficas, y las luces de las de vídeo, no se hicieron esperar.
Pronto llegó el Sr. embajador, el Dr. Pablo Maríñez y el personal de la embajada; igualmente, lo hicieron miembros distinguidos de la colonia dominicana, artistas mexicanos, - incluyendo al estimado maestro José Luis Bustamante, señora, e hija - ; invitados especiales, público en general, y personal de apoyo. Allí también estaba el maestro Fernando Belmont Acero de la Universidad Latinoamericana.
El Sr. Ibarra inició el acto haciendo un breve recuento de la función y actividades de Plaza Loreto. A continuación presentó al embajador dominicano quien habló de la importancia de los actos relacionados con la Independencia Dominicana, y con el centenario del nacimiento de Juan Bosch. Además anunció por parte de la UNAM de la reedición del libro Póker de Espanto en el Caribe del Profesor Bosch.
Se hicieron varios reconocimientos con entrega de obsequios, incluyendo a un servidor. Luego, me tocó decir unas breves palabras de agradecimiento y para dar una sucinta explicación de los seis temas que había llevado, totalizando 70 imágenes:
1.- ¿QUIÉN SOY? (AUTORRETRATOS)
2.- DE DÓNDE VENGO (FOTOS DEL PAÍS)
3.- CARNAVAL DOMINICANO
4.- CARNAVAL CREATIVO
5.- LO QUE HAGO (ARTE FOTOGRÁFICO DIGITAL)
6- ARTE DIGITAL (CREACIONES HECHAS CON LA COMPUTADORA, SIN CÁMARA)
Después se leyeron un par de cuentos de Juan Bosch, a cargo de Ariadna Vásquez Germán, funcionaria del Consulado dominicano. Cuando ella finalizó, sonó la música del genio Juan Luis Guerra, nuestro más alto representante musical, durante el brindis con ron dominicano.
Al final de la actividad cultural se proyectó la película dominicana “La Fiesta del Chivo”, dirigida por el cineasta peruano Luis Llosa y basada en la novela de Mario Vargas Llosa, en la sala Cinemanía de Plaza Loreto.
Por mi parte, cuando terminó el acto, estuve un buen rato acompañando a unas amistades en una cafetería cercana y de ahí tomé un taxi con dirección al hotel.
Al subir a desayunar al día siguiente, escuché una voz que me preguntó: “¿Oh y qué tú haces aquí?” Era Doña Virtudes Uribe, la propietaria de la Librería La Trinitaria de la Zona Colonial de Santo Domingo, gran promotora del libro dominicano quien estaba en la Ciudad de México para participar en una Feria del Libro que se iba a inaugurar no muy lejos del hotel.
Luego recibí una llamada temprano de parte del Sr. Belmont, para explicarme cómo llegar en taxi a la Universidad Latinoamericana; ya que en Ciudad de México, al ser tan grande, los taxistas necesitan orientación para poder llegar al lugar deseado. (En Tokio que es más extensa, los conductores de taxis tienen una computadora con GPS, y aún así, a veces tienen problemas)
Era la jornada de mi ponencia magistral, miércoles 18, y seguí las instrucciones al pie de la letra para no tener ningún inconveniente.
En efecto, llegamos directamente, y poco después lo hizo el señor embajador dominicano, el Dr. Maríñez. Las autoridades universitarias nos recibieron con mucha cordialidad, y una vez tomadas las fotos protocolarias pasé al coqueto y acogedor salón de actos con el fin de ultimar los detalles técnicos, con el joven ayudante que me asignaron. Daba gusto comprobar la disciplina y el interés que mostraban los estudiantes y los invitados en la sala.
Luego de la presentación de rigor del charlista, y de la entrega de un certificado y un obsequio que me entregaron de parte de la Universidad Latinoamericana, vino mi ponencia que duró algo más de una hora. Para terminar me hicieron muchas preguntas interesantes.
Salimos del salón y subimos al despacho del maestro Belmont me presentó al personal de su oficina y gentilmente me permitió usar su computadora para enviar un mensaje urgente que tenía que mandar. Cuando bajamos me regaló el afiche gigante con mi currículum que habían preparado, con foto y todo.
Luego vino la despedida y la señora Alma Denisse de la embajada, me acompañó en el taxi hasta la puerta del hotel. Subí a la habitación a cambiarme de ropa, y al salir fui a cambiar unos dólares en una casa de cambio de las cercanías, y almorcé en un restaurante de la cadena VIPS. Después, caminé hasta un costado de la catedral donde está una de las paradas del Turibús.
En lo que llegaba, me entretuve viendo unos jóvenes que practican el breakdance cerca del bus turístico. Como no era fin de semana el boleto me costó solamente 125 pesos mexicanos y era la cuarta vez que hacía ese recorrido.

miércoles, marzo 18, 2009

INTERIOR DEL SAGRARIO DE LA CATEDRAL DE CIUDAD DE MÉXICO (foto: FAUSTINO PÉREZ)

CON LA ESCULTURA DE SALVADOR DALÍ EN EL MUSEO SOUMAYA DE PLAZA LORETO (foto: JOSEFINA ARACENA)

FACHADA CHURRIGUERESCA DE RESIDENCIA PRIVADA EN LA COLONIA POLANCO DE CIUDAD DE MÉXICO (foto: FAUSTINO PÉREZ)

MI VISITA AL “MÉXICO LINDO Y QUERIDO” (3)

Por FAUSTINO PÉREZ

http://informanet1.blogspot.com/2009/03/dia-de-la-independencia-de-la-republica.html

http://embadom.org.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=82&Itemid=84

Al día siguiente, le tocó el turno a otra funcionaria de la Embajada dominicana como anfitriona, esta vez a la eficiente y sensible Alma Denisse Saint-Hilaire, quien pasó a recogerme por el hotel en un taxi a las 9 de la mañana, para conducirme a la sede de la representación dominicana en la capital azteca: la exclusiva colonia de los Altos de Chapultepec, la cual goza al igual que otras colonias, como Polanco, Roma, y Condesa, de un alto standing de vida.
Da gusto entrar a esa embajada por el entorno que tiene, por sus espacios y por sus jardines. Una vez allí, conocí también a la Ministra Consejera, una funcionaria con experiencia en los asuntos diplomáticos, me refiero a Ninotchka Torres.
Igualmente, tuve el privilegio de departir con el querido amigo, catedrático universitario, y diplomático de carrera, el Dr. Pablo Maríñez, embajador dominicano, quien ha sido trasladado ahora a Santiago de Chile. Para México irá como embajador, el apreciado profesor e historiador Dr. Fernando Pérez Memén, quien se desempeña como Director del periódico La Información de la ciudad de Santiago de los Caballeros.
En la embajada tuve la oportunidad de revisar mi correo, y a las tres de la tarde la señora Alma Denisse me dejó en la estación del metro de Auditorio, porque yo tenía que ir a Plaza Loreto para ver cómo iba el montaje de mis obras.
El metro de Ciudad de México merece un comentario extenso porque tiene sus peculiaridades. En primer lugar, utiliza tres tipos de ruedas: las metálicas normales como los trenes y metros que ruedan sobre rieles; otras de caucho, que parecen de autobuses, y es lo que se conoce técnicamente como “tracción neumática”, usada por la inestabilidad de los suelos de la ciudad; y aparte de esas, cuenta con unas más finas que están colocadas horizontalmente para darle una mayor estabilidad e impulso al tren. Son once líneas para transportar millones de pasajeros al día con 451 kilómetros de recorrido y 175 estaciones, tanto bajo tierra así como también a nivel de la calle, o bien, elevadas. Cuesta dos pesos mexicanos, el billete.
En las horas pico (aproximadamente de 8-10 a.m.; de 1-3 p.m. y de 7-10 p.m.) se separan a los hombres de las mujeres; ellas van en los vagones delanteros y ellos van en los de atrás. Y es tanto lo que empujan los que quieren salir porque no quieren pasarse de estación, y contrario a ellos, los que desean entrar para no llegar tarde al trabajo, que se forman verdaderas “refriegas” en las puertas a base de empujones, sobre todo entre los hombres. A pesar de que son trenes con muchos vagones, no dan abasto a las horas de mayor demanda. Si en Tokio existen “empujadores” enguantados profesionales, para que las puertas puedan cerrar, aquí en Ciudad de México trabajan “separadores” de género.
En cambio, cuando baja la marea humana, entonces, hacen su aparición los vendedores, y los que piden favores. Es como una sucesión de ofertas y de peticiones, o mejor dicho, una procesión de todo lo imaginable, ya que se desplazan de vagón a vagón, predominando aquellos que ofrecen música pirateada, llevando aparatos reproductores portátiles.
En los andenes no hay dónde sentarse, e inclusive, aparece gente joven que descansa o espera el tren sentada en el suelo. Yo le añadiría al metro de Ciudad de México, más señales y más planos de las rutas; por ejemplo, cuando uno va a bajar a un andén, no aparece el listado de estaciones a las cuales se llega desde esa plataforma; de todas formas es cómodo, seguro, y el recorrido se hace rápidamente.
La idea mía era avanzar con el metro por su rapidez y luego tomar un taxi para ir a la Plaza, porque me estaban esperando para el montaje de las obras y se me hacía muy tarde; así que me quedé en la estación de Auditorio, hice dos transbordos, uno en Tacuba y el otro en Hidalgo hasta la estación de Viveros, la más cercana a la Plaza, donde tomé el taxi. Llegué a la Plaza Loreto casi a las cuatro, y aún no había almorzado. Pero antes, les dije a los encargados dónde me encontraba.
Estuvimos organizando y montando las obras hasta el anochecer. Luego salí de Loreto y estuve buscando la parada del autobús, conocido como "el pesero", porque yo no sabía que en Ciudad de México los buses de transporte público se detienen en las esquinas, ya que no hay paradas señalizadas; al fin pregunté y pude subir a uno de ellos hasta Viveros, siguiendo la ruta que me había enseñado Josefina Aracena el día anterior; y de ahí al metro con cambio de tren en Hidalgo, a tres paradas del Zócalo.
El martes 17 de febrero era el gran día de la inauguración oficial de la exposición individual mía en Plaza Loreto; y por la mañana recibí una llamada del estimado amigo mexicano, el maestro de la pintura José Luis Bustamante, quien pasaría a recogerme por el hotel a las 10 a.m., luego me llevó a una cafetería en las cercanías, y a continuación tomamos un taxi para ir a su acogedor y bien decorado apartamento, en la colonia de Polanco, donde saludé a su esposa Doña Minerva y a una de sus hijas.
Lo que no podía faltar era visitar su exposición individual que aún estaba montada en la prestigiosa Galería Oscar Román, en la misma colonia, no muy lejos de su casa, donde pude comprobar una vez más el dominio que tiene Bustamante de las pinceladas abstractas y el “dialogo” que entabla entre las masas, líneas, formas y colores, al plasmar su “grafía” personal.
Como no era aún hora de almorzar, entramos a otra cafetería para seguir platicando, y de ahí me acompañó a un restaurante típico, antes de la hora pico del mediodía. Tomé el metro en la estación Polanco con transbordo en Tacuba para llegar al Zócalo, porque tenía que vestirme para la exposición…

miércoles, marzo 11, 2009

CHAMÁN FRENTE AL ZÓCALO DE CIUDAD DE MÉXICO (foto: FAUSTINO PÉREZ)

JARDINERAS DEL PASEO DE LA REFORMA DE CIUDAD DE MÉXICO (foto: FAUSTINO PÉREZ)

MI VISITA AL “MÉXICO LINDO Y QUERIDO” (2)

Por FAUSTINO PÉREZ

Entre los países hermanos, México ocupa, sin lugar a dudas, un sitial muy especial para nosotros los dominicanos, al igual que otros del área del Caribe como Puerto Rico, Venezuela y Cuba. No duda cabe ninguna duda de que la influencia y el conocimiento de la cultura mexicanas no son cosa de ahora, por supuesto; incluso, aquí venían y siguen llegando, en persona o en grabaciones, los grandes ídolos de la música del país azteca. Yo recuerdo de cuando era niño, a Miguel Aceves Mejía, Pedro Infante, Jorge Negrete, Tito Guízar, Amalia Mendoza la Tariácuri, Agustín Lara, Pedro Vargas con su “muy agradecido, muy agradecido, muy agradecido”, Toña la Negra, y otros muchos; y ahora nos llegan Santana, Luismi y Enmanuel...
De la misma manera, me viene a la mente el recuerdo de mis amigos pidiéndoles autógrafos a los luchadores mexicanos enmascarados, quienes ejercieron una gran influencia en los luchadores locales en esos años.
Poca gente sabe que existe hasta un dominicanismo, que se originó en un personaje de una revista mexicana de cómics, que llegaba a la República Dominicana en la década de los años 30 del siglo pasado: paquito. En cine también la influencia ha sido enorme, desde Cantinflas hasta el gran impacto que causó en su día María Félix en el film Doña Bárbara.
En el ámbito cultural, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ocupa el primer lugar en los rankings de universidades de Latinoamérica; eso es algo digno de destacarse, si comparamos este hecho con lo que sucede en nuestra nación, ya que no existe ninguna Institucion de Altos Estudios dominicana clasificada, y sin ninguna esperanza a corto o mediano plazos.
Hay muchos escritores mexicanos conocidos por nosotros los dominicanos, pero en especial sobresalen: Octavio Paz, Juan Rulfo, y Carlos Fuentes, entre otros.
Es evidente que la imagen – obviamente distorsionada - que se tiene aquí hoy en día de México viene dada por las telenovelas, principalmente. Pero México es muchísimo más que esa representación simplificada y estereotipada de la realidad. México es modernidad y es también tradición, con una riqueza y variedad en cuanto a cultura popular se refiere, increíble.
Como ejemplo de lo primero, la Ciudad de México puede sentirse verdaderamente orgullosa - entre otros motivos, ya que son más de cinco mil años de cultura - de tener unas de las zonas céntricas más bellas del mundo, con sus originales jardineras en forma triangular, o más bien, cuasi-piramidales, como pueden observarse en el Paseo de la Reforma; sus asombrosas fuentes que no tienen nada que envidiarle a las de Roma; el Bosque de Chapultepec; el Museo de Antropología, el más importante de toda Latinoamérica, que alberga ese tesoro universal como es el Calendario Azteca, en el que se resume de forma magistral y simétrica todos los conocimientos de astronomía, de arte y de matemáticas que tenían, y así sucesivamente.
Si vamos al llamado Centro Histórico, nos encontramos con la Catedral y su Sagrario; la Plaza del Zócalo, una de las cinco más grandes del mundo; el elegante Palacio de Bellas Artes, y sus famosos murales; el Museo de José Luis Cuevas, ese genio de la figuración, entre otros muchos atractivos.
Otro detalle importante que se nota en la Ciudad, es el gran amor y agradecimiento que sienten por ella los diferentes conglomerados étnicos o inmigrantes que llegaron después de la conquista; y ese cariño lo han dejado plasmado y patentizado en diferentes monumentos y otras áreas de la urbe. Esa gratitud está muy ausente en la ciudad de Santo Domingo, por hacer una comparación.
No es de extrañar pues que al recibir la invitación de volver a la Ciudad de México en febrero, no me lo pensara dos veces, a pesar de que estaba un poco cansado de mi largo viaje a Egipto en enero.
A continuación de la llamada del profesor Belmont en el comedor el domingo 15, recibí otras cuatro en la habitación. La primera de la funcionaria de la Embajada dominicana, la atenta y fenomenal anfitriona Josefina Aracena, quien quedó en llamarme de nuevo; luego entró la llamada del Director Cultural de la Plaza Loreto, el Sr. Héctor Ibarra, muy interesado en ver el meterial que había llevado; y del gran amigo mexicano, el maestro pintor José Luis Bustamante, quien vivió muchos años en Santo Domingo. Josefina Aracena llamó de nuevo y dijo que pasaría a recogerme para llevarme a Plaza Loreto a llevar la exposición, y así lo hizo.
Cuando llegó, tuve que auxiliarme otra vez del bellboy para cargar la maleta de 38 kilos de nuevo hasta el taxi.
La Ciudad de México tiene otra particularidad, y es su inmenso tamaño, de más de 90 kilómetros de diámetro, sin contar las poblaciones aledañas que son muchas. Esto significa que hay que recorrer normalmente grandes distancias, y pasarse una hora, o más, en el desplazamiento, dependiendo de los tapones. Así llegamos a Plaza Loreto, al sur de la ciudad.
Esta Plaza es de grandes dimensiones con múltiples edificios, - no se trata de un “mall” como nosotros conocemos - , que incluyen galerías comerciales, paneles para exposiciones, restaurantes, áreas para juegos infantiles, floristería, catorce cines, zonas de aparcamiento, calles, aceras, zonas verdes, un museo, un escenario circular para actividades artísticas, etc., todo ello separado pero integrado.
Josefina y yo localizamos al ingeniero de sonido y encargado de la museografía, por medio del celular, y nos llevó al espacio donde se iban a montar las fotos.
En eso llegó el dinámico Sr. Ibarra, el alma de Plaza Loreto, quien nos presentó a su elegante esposa e hijo. Hacía varios días que me había enviado fotos a Santo Domingo de los espacios de la Plaza, y unos ejemplos muy profesionales, de cómo quedarían mis imágenes, hechos a computadora, después de montada la exposición, empleando fotos mías tomadas de mis páginas del Internet. Una vez que nos pusimos de acuerdo en los detalles técnicos, Josefina y yo nos dirigimos al Museo Soumaya de la misma Plaza, perteneciente a la fundación de Carlos Slim. Esta institución museística fue fundada en el 1994 y es de tamaño mediano, con entrada gratuita.
En primer lugar vimos dos grandes exposiciones temporales: “Días de Humo” y “Moda y Modernidad”. En la primera se hace un recuento de la evolución del hábito de fumar y de la formación de estereotipos de ambos sexos a través de la fotografía, el cine, la publicidad, etc. Además, se exhibe toda la parafernalia relacionada con el tema, como carteles, fotos, cajetillas, encendedores, ceniceros, publicidad, pinturas, vídeos, y así en ese tenor. Es una expo muy bien documentada.
En la segunda muestra se expone la evolución de la vestimenta desde la antigüedad, destacando el tema de la moda como envoltorio de la seducción, y como propiciadora de fantasías y aspiraciones de la sociedad; además, abarca el atuendo como negocio.
Empero, lo verdaderamente impresionante de este museo son sus colecciones permanentes, como la de esculturas de Rodin, la segunda más grande del mundo fuera de Francia; las extraordinarias piezas escultóricas de Salvador Dalí, las obras de Picasso, Siqueiros, Rivera, dos murales de Rufino Tamayo, una excelente representación de los impresionistas clásicos y otras más. Para mí, ese museo fue todo un descubrimiento inesperado, una auténtica revelación, hasta tal punto que tomamos varias fotos en su interior, después de solicitar el permiso correspondiente. Pienso que debería de ser más promocionado.
En la misma Plaza, Josefina y yo fuimos a almorzar al restaurante Sanborns, una de las cadenas más populares del territorio mexicano con 190 sucursales, - que incluye, además, cafeterías y tiendas departamentales en los mismos locales - , porque ya se nos hacía tarde, a pesar de que en México la comida del mediodía se realiza tardíamente entre las 2-3 p.m., aproximadamente, al igual que en España. Las camareras de este negocio están ataviadas con un traje diseñado especialmente para ellas, tomando diferentes elementos de vestimentas regionales auténticas.
Luego seguimos viendo exposiciones, y un espectáculo de ballet-teatro hasta las seis de la tarde. Josefina se enteró de la forma más rápida del llegar a mi hotel, y ni cortos ni perezosos abordamos el autobús hasta la estación del metro de Viveros, que nos llevó hasta el Zócalo, después de haber hecho transbordo en la estación de Hidalgo; nos despedimos, y caminé hasta el establecimiento hotelero que estaba cerca…

miércoles, marzo 04, 2009

PALACIO DE BELLAS ARTES DE CIUDAD DE MÉXICO (foto: FAUSTINO PÉREZ)

CON LA FUENTE PRINCIPAL EN EL INTERIOR DEL MUSEO DE ANTROPOLOGÍA DE CIUDAD DE MÉXICO (foto: JOSÉ LUIS BUSTAMANTE)

MI VISITA AL “MÉXICO LINDO Y QUERIDO” (1)

Por FAUSTINO PÉREZ


Después de unos días muy agitados preparándolo todo, en especial la última semana antes de la partida, por fin llegué al remozado y ampliado aeropuerto de Tocumen en la Ciudad de Panamá, después de casi dos horas de vuelo, escala obligada en mi ruta hacia la capital de los Estados Unidos Mexicanos.
Había sido invitado por la embajada dominicana en Ciudad de México para las celebraciones patrias, por la Plaza Loreto para realizar una exposición de fotos y por la Universidad Latinoamericana para una charla magistral; y así me ausenté ocho días a la bella capital del país hermano, con escala en Panamá.
Desde diciembre del 2004 no había vuelto a México, y me encontré con el Aeropuerto Benito Juárez, también ampliado y mejorado. Tuve que pagar un dólar para alquilar un carrito para poder trasladar las maletas que pesaban más de 60 kilos, porque una de ellas se había “reventado”, ya que sus 38 kilos de peso eran demasiado para ella. Suerte que no se dañó nada de su interior, pero los 87 dólares de exceso de equipaje que me cobró COPA no me los quitó nadie, a pesar de que me patrocinaron el vuelo.
La funcionaria de Inmigración se mostró muy amable conmigo en lo que rellenaba el formulario de salida del país, que se entrega en el mostrador la aerolínea cuando se sale del país; es decir, que en México no se pasa directamente por Inmigración a la partida.
Al revisar las maletas mías, notaron dos paquetes “sospechosos” en los rayos-x, a pesar de que todos los equipajes habían sido olfateados previamente por unos perros amaestrados que tienen en el aeropuerto, y resultó ser nada más y nada menos que café dominicano que le llevaba a un amigo. A un sujeto sospechoso también que trajeron al área de revisión - con un perfil de auténtico maleante - , le hicieron vaciarse todos los bolsillos, y en eso yo salí sin esperar el desenlace, en busca de una casa de cambio en el mismo aeropuerto, para poder pagar el taxi.
La cotización estaba aproximadamente a 15 pesos por dólar, cambié 100 dólares, y en eso apareció un taxista ofreciendo sus servicios. Compré la boleta por 250 pesos – el triple que la tarifa de los taxis de la ciudad, debido a la hora, a la comodidad y a la amplitud del transporte - . El conductor tenía puesta una bachata y me comunicó que esa música era la que estaba de moda, y de esa manera avanzamos. Para acortar la ruta pasó por la Colonia de la Merced, donde trabajan las prostitutas noctámbulas.
Hay que reconocer que después de todo tuve suerte, porque ya había terminado el gran concierto de Vicente Fernández en el Zócalo, a poca distancia del hotel donde me hospedaría, de lo contrario el taxista no me hubiese podido llevar hasta la puerta del hotel, porque la avenida estuvo cerrada a la circulación antes, durante, y después de la gran gala.
Como era el llamado Día del Amor y de la Amistad, es decir, el 14 de febrero del 2009, por la tarde se había roto el récord mundial avalado por Guiness de más parejas besándose simultáneamente, con más de 39 mil participantes directamente, en el mismo Zócalo. Y es que México se ha “destapado” sexualmente hablando, y se pueden ver en sus calles más parejas con sus arrumacos y caricias que en París. Inclusive, pude leer desde el taxi una valla publicitaria anunciando un próximo festival de erotismo en el Palacio de Deportes.
El teatro no se queda a la zaga y tenían en cartelera: Monólogos de la Vagina, Adorables Enemigas, Confesiones de una Mujer de 30, Chicas Católicas, Ofendiendo al Cavernícola, Dulce Caridad, Orgasmos, entre otros títulos sugerentes.
Casi eran las dos de la madrugada cuando llegamos al hotel en la Ave. 5 de Mayo, y el pobre bellboy tuvo que cargar literalmente la maleta de 38 kilos porque la aerolínea le había puesto un plástico protector para que no se saliera el contenido, pero le cubrieron las ruedas. Como yo había estado hospedado en otro hotel en la calle paralela, enseguida me orienté. Al salir hacia la derecha, inmediatamente está el Zόcalo y la Catedral, y hacia la izquierda se llega después de caminar como 15 minutos a Bellas Artes, a la Torre Latinoamericana y al Parque de la Alameda.Como yo vivo a 8 metros sobre el nivel del mar en Santo Domingo, cuando uno llega a la mega capital de México, lo primero que se nota es la altura, ya que se encuentra por lo menos a una altitud de 2200 metros y rodeada de colinas y montañas. Uno siente que le falta aire y se sofoca fácilmente, hasta que se acostumbra. Por otro lado, con sus 22 millones de habitantes en la gran Ciudad de México, o sea, incluyendo los municipios periféricos, la convierten en la ciudad más extensa de este continente y la segunda más grande del mundo en cuanto a población se refiere. Esto significa que solamente la capital de México tiene más del doble de habitantes que nuestro país entero, y la nación es 41 veces más grande que la República Dominicana, con algo más de 100 millones de habitantes.
Otra característica de esta ciudad es su elevadísima contaminación ya que al estar en una especie de valle, y a esa altura, el aire se renueva poco con los vientos. También la temperatura fluctúa fácilmente 20 grados en un día de febrero, lo que implica que puede bajar a pocos grados sobre cero de madrugada, hasta subir sobre los 20 grados centígrados durante el día. Esto significa que es preciso llevar ropa variada, suerte que con el Internet uno se entera de todo esto.
Y así se me fue el primer día en el país azteca; eso es lo malo de los viajes, cuando se va a un destino no tan cercano y sin vuelo directo, que se pierde como mínimo una jornada para ir y otra para regresar.
A la mañana siguiente a las 8:15 a.m., mientras desayunaba, - en la séptima planta del hotel - , recibí la primera llamada telefónica ese domingo. Era el maestro Fernando Belmont, Jefe de Comunicación Social de la Universidad Latinoamericana (ULA), quien con una amabilidad fuera de serie me dio la bienvenida. Hablamos de la Conferencia Magistral que tendría el miércoles siguiente en la ULA, y de otros temas. El Sr. Belmont se caracteriza por ser un excelente profesional y por no dejar nada al azar, algo inusual por estas latitudes dominicanas.