viernes, abril 20, 2007

NO DEJES QUE TE DEN "CUERDA" (3ra. PARTE)




Por FAUSTINO PÉREZ


Existe una estrategia que adoptan los “débiles ante la cuerda” que consiste en alabar al “cuerdero”; es como una manera de ponerse a su disposición, admitiendo tácitamente que el otro es mejor en el “arte” de dar “cuerda”, ya que de esa manera se está plegando a los caprichos y voluntad del atacante más eficiente. Es también una forma de halagar la vanidad del “cuerdero mayor”, y ya se sabe que eso gusta mucho. El varón de la especie humana, es muy sensible al halago y a la vanidad, y si tiene la autoestima baja, entonces, mucho más. Cómo se explica, si no, que muchos políticos necesitan tener detrás una “corte” de adulones con sueldos de lujo, cuyo único trabajo consiste en andar detrás de ellos. Aquí también, incluyo los guardaespaldas, ya que mientras más son, más importante se siente el adulado.
Otros que son más pasivos, prefieren emplear el ardid de la “mosquita muerta”, presentándose como alguien incapaz de hacerle daño a un compañero; y si alguno la emprende en su contra, esbozan una sonrisa tímida, y no contestan ante la provocación.Algunas “víctimas” de las embestidas, son más drásticos, y sencillamente se enemistan con el “cuerdero” de turno, y de esa manera resuelven su problema, cortando por lo sano. Quienes no pueden controlarse ante los ataques, siempre tienen la opción de refugiarse detrás de un rostro malhumorado, o de intentar ignorar al “cuerdero”, lo cual no siempre es posible; y en ambos casos estas actitudes y comportamientos se pueden interpretar como una señal de debilidad, y provocar el efecto contrario de recibir aún más “cuerda”.
El contraataque puede incluir el chisme y la maledicencia a espaldas del “cuerdero”, como una forma de venganza. También existe otra defensa que consiste en intentar desautorizar al “cuerdero”, con una frase del tipo: “¿y quién eres tú para criticarme?”; o bien, haciéndole una parodia al atacante, relacionada con alguna anécdota negativa, para que “escarmiente”; ya que si está bien hecha la dramatización, puede convertirlo en un hazmerreír, pero, corre el riesgo de ser atacado sin piedad en la primera oportunidad, por el “cuerdero mayor”.Cuando no existe un trato de confianza se suele emplear la frase: “¿y usted sabe quién soy yo?”, o, “¿usted sabe con quién está hablando?”, dicha con tono autoritario y enérgico, con el fin de sugestionar a quien tomó la iniciativa. Estas mismas frases son las típicas de las situaciones en las que el que está en desventaja, intenta convertirse en “atacante”, por ejemplo, ante un agente del orden público.
Como dicen que la mejor defensa es el ataque, algunas personas se adelantan a la “cuerda”; empero, al hacerlo, inevitablemente hacen una proyección psicológica de sus preocupaciones y problemas, al decirle al “cuerdero”: “tú si estás flaco muchacho, ¡ten cuidado con el SIDA!”.
Las dominicanas son también “cuerderas”, como era de esperarse, y disfrutan o sienten un morboso placer, cuando los hombres se pelean por ellas, físicamente u oralmente, sobre todo con las “cuerdas” provocadas por ellas mismas; lo que se conoce popularmente con el dominicanismo de “enchinchar”. No son raras las frases dichas a su hombre, tales como esta: “¿oh, y tú te vas a quedar así?”, como una manera de que inicien la pelea por ella.Cuando una mujer disgustada, o por celos, empieza a zaherir a su propio hombre, esa práctica puede generar mucha violencia en su contra, y yo sospecho que la “cuerda” matrimonial está detrás de muchos feminicidios; porque si la “cuerda” la mujer se la da a un hombre borracho y/o drogado y/o con un “amargue”, le puede costar la vida, fácilmente.
Otra variante de esta clase de provocación se hace entre hombres cuando se le dice al “amigo”: “si me hace eso a mí, le arranco la cabeza”, o, “si soy yo, lo mato ahí mismo”. Estas clases de “cuerdas” pueden ser muy peligrosas, como ya dije, dependiendo de las circunstancias. En cualquiera de estos ejemplos, la dramatización del “cuerdero” es muy importante.
Una técnica para obviar o quitarle impacto a la “cuerda”, consiste en la generalización, es decir, en intentar convertir la “crítica” que se le hace al recipiente de la “cuerda”, afirmando que eso es algo común, que no merece ser satirizado. Por ejemplo al decir: “eso le pasa a todo el mundo”.Sin embargo, a algunos “cuerderos” se les hace perder su equilibrio psicológico con la técnica de la estimulación, la cual consiste en animarlo a que “dé cuerda”, al decirle: “sí, sí, critícame que eso es bueno para corregirme”, o, “critícame, que yo acepto que me evalúen”…
Hay una “cuerda” sutil que consiste en la “defensa” de la víctima de la burla, pero, añadiéndole más leña al fuego de forma perniciosa y corrosiva. Naturalmente, que esto se hace con la “mejor intención del mundo”, por ejemplo: “ustedes tienen que ayudarlo, él lo que quiere es reincorporarse a la sociedad después que lo deportaron por un asunto de drogas”, o bien, “no le digan eso a su jefe, porque puede perder el sueldo que tiene sin trabajar”, y así por el estilo.Al “cuerdero” también se le puede intentar desarmar haciéndole falsas promesas de favores o regalos: “ve por allá que te tengo una buena sorpresa”, o bien, “¿qué quieres que te traiga de mi viaje?”. No obstante, esta puede ser un arma de doble filo, porque si el “cuerdero” interpreta este gesto como una debilidad, puede chantajear aún más al “encuerdado”, o darle más “cuerda”.
Resulta curioso que la “cuerda” también se puede emplear para enviar mensajes y metamensajes, o sea, para hacerle saber a alguien que se tiene información que puede comprometerlo, o que puede ser utilizada en cualquier momento en su contra. En esta modalidad, sencillamente se le hace la insinuación al otro; muchas veces en privado, porque así es más efectivo. Es una manera de decirle, que si no obtempera, la puede divulgar ante una audiencia más amplia. En definitiva, puede tratarse de un chantaje o de una técnica para frenar a la “víctima”, con el fin de que no haga algo, aunque sea para que no le “dé cuerda” al atacante. Es evidente, que si el recipiente del chantaje solapado, se defiende, esta clase de “cuerda” sirve para sacarle información, porque si responde, puede aportar y evidenciar datos, que a lo mejor el atacante quería. Una variante de este tipo de “cuerda”, es la técnica de los políticos que dicen poseer expedientes con los datos negativos de todos los rivales, y que van a empezar a usar dicha información en cuanto empiece la campaña en serio; entonces, en la “contracuerda”, esos mismos rivales les hacen saber que ellos también tienen sus “colecciones” de expedientes con todo lo malo del adversario.Esta variante también puede servir, igualmente, para sacar información, porque ciertos políticos se desahogan o se defienden en público, y al explayarse, incluso, muchas de esas opiniones son aprovechables por los titulares de los medios.
Se han dado casos de algunos políticos, quienes han perdido muchos votos en unas elecciones, por no haber podido soportar una “cuerda” disimulada, en las ruedas de prensa; ya se sabe por experiencia que existen “periodistas” conocidos, o no, que son verdaderos agentes provocadores, al servicio de poderosos intereses, independientemente de que disfruten “dando cuerda”.
Aquí en el país hay reporteros que han sido despedidos de los medios por no respetar con sus “cuerdas” a quienes tienen poder; y a lo mejor lo han hecho inconscientemente.
Durante las famosas caravanas partidarias, no son pocas las trifulcas, altercados, y tiroteos que se han escenificado en época de elecciones, porque del mismo público surge la “cuerda”, si no son partidarios de quienes participan en la actividad. También se dan y cogen mucha “cuerda” los simpatizantes cuando coinciden con otra caravana de signo contrario. Esto es seguro.
Empero, las “cuerdas” políticas no son únicamente orales, sino, que también existen las icónicas o gráficas; por ejemplo, presentando la imagen de un candidato comiendo hierba, o copulando con otro…esto también se puede ver en el carnaval de Río de Janeiro, y salvando las distancias, en el de Santo Domingo, o en el mismísimo Internet. En este apartado se encuentran, además, las caricaturas y los dibujos de humor satíricos.Como dibujo de humor aquí en el país, sobresale por sus excelentes chistes políticos Harold Priego, aunque, como dibujante deje mucho que desear, debido a las prisas.
Otro matiz interesante y poco estudiado es la importancia de la “cuerda”, - tanto en la política, así como también en la grupal - , consistente en su valor con la finalidad de desinformar, ya que al poder combinar creativamente lo real con lo imaginario, la audiencia muchas veces no sabe discernir, o no le importa, si se trata de algo verdadero o inventado. Cuando las personas creen en algo, o en alguien, entonces esa creencia se convierte en operativa, o lo que es lo mismo, en algo real y verídico, aunque sea el “cuentazo” más grande o disparatado del mundo. Ese problema de probar la verdad recae en el recipiente de la “cuerda”.
En ese orden de ideas y como corolario de lo anterior, la “cuerda” puede evidentemente contribuir a la creación de mitos y leyendas, en especial, los de tipo negativo que son los que desacreditan o humillan a los demás. Se sabe que por aprendizaje cultural, el dominicano tiende a recordar todo lo negativo de los demás; y lo positivo, o no se lo cree, o lo pone en duda, o bien, lo olvida fácilmente. Esto es perfectamente lógico en un país de “cuerderos”. Por ejemplo, al decirle a un amigo que su padre es un médico “matasanos”, con todas las variaciones del mismo tema: “ya llegó el hijo del matasanos”, “aquí está el heredero del matasanos”, y así por el estilo.
En las “cuerdas” con efectos a largo plazo, tenemos las mentiras descaradas de los pseudohistoriadores dominicanos, que se dedican a esos menesteres para cubrirse ellos mismos y sus propias familias. Hay uno muy conocido, que incluso ha ganado muchos premios, quien dice que todo lo hace por “esclarecer la verdad histórica”, pero nunca dice precisamente la verdad del homosexualismo y del servilismo político de su padre. Por esa causa, los verdaderos historiadores aquí escasean mucho, ya que su único interés, como ya dije, consiste en tapar lo malo de ellos, y destapar lo de otros. Y así no puede haber historia.
Por obra y gracia de los “historiadores” dominicanos, y por la cultura popular, todas las cualidades positivas y negativas de las personas se heredan, según convenga, y eso es un solemne dislate. Nadie hereda ser héroe o intelectual, o en el lado negativo, ser un asesino o un narcotraficante.
Otra categoría interesante es la de los “cuerderos malagradecidos”. Supongamos que alguien le hace favores a otro, de forma continua, y de repente decida no hacerle más, y descontinuarlos, por cualquier motivo. Entonces el afectado, como pretende seguir con sus ventajas y privilegios, cada vez que se tropieza con su antiguo protector, en público o en privado, lo saluda diciéndole: “ya llegó el tacaño”, o, “muchacho, tú no sueltas ni los buenos días”.
Existe una variante moderna de este ardid, que la practican algunos, principalmente de los medios de comunicación”; pero esta sub-categoría tiene hasta gracia, cuando se le dice a alguien de influencia: “ponme a picar (a ganar dinero) que yo soy tu amigo”.
Una manera especial de “dar cuerda” consiste en “congelar” en el tiempo los roles y profesiones del adversario. Vamos a suponer que un joven talentoso, pero de origen humilde, empiece a ganarse la vida lustrando zapatos, claro está, por necesidad; y con su esfuerzo, llegue a ser un afamado jugador de las Grandes Ligas de béisbol, ganando millones de dólares; entonces, viene el “cuerdero” de turno y le dice: “tú sigues siendo el mismo limpiabotas de siempre”, o, “la mona aunque se vista de seda, mona se queda”, y así en ese tono. Esta clase de “cuerda” es válida para cualquier persona que haya subido de categoría social.
Existen “cuerdas” cariñosas, como cuando la esposa le dice al marido: “mi negro ven a almorzar”; y él le contesta: “ya voy morena linda”; inclusive, hay otras que se dicen cantando, tal como ocurre al entonar una de las tantas canciones que hacen referencia a una situación determinada, que le hace recordar a la persona que escucha la “cuerda” cantada, algo que sucedió. Las hay para todos los gustos, y para todas las circunstancias.
Curiosamente detrás de miles y miles de apodos y sobrenombres dominicanos, existe en su origen una “cuerda”, o si no pregúntenle a Pipí, o a Capaperro, o bien a, Puñalito, Juanita Banana, Chinchilín, El Ñame, Cubero, Boquita de Fullín, Saltapatrá, Fullero, Quijá Quieta, Maltramao, Iguana, Nariz de Frononó, Caga Prieto, Come Tachuela, la Batidora, Lengua de Mauser, Toña la Quema Pelo, Pégameuno, Bolsa Triste, Cara de Velorio, Tripocho, Trepié, Viagra, Conejo, el Buey, Gambá, Petiseca, Boqueburro, Jirafa, Tití, Larguirucha, Tikimani, Sobao, Tolete, Maco, Makukín, Espantao, el Bobo, Gallina Grifa, Hipopótamo, Navajita, Jabao, Bolsípeta, Nariz, y así un larguísimo etcétera; lo que sucede es que llega un punto en que el afectado interioriza el mote, y lo acepta, sencillamente para no “coger más cuerda”. Se convierte entonces la aceptación en un mecanismo de supervivencia, a base de resignarse. Observen que no se trata de diminutivos como sería llamarle Enriquito al hijo de Enrique, sino, que son apodos para ofender, humillar y zaherir; y por cierto, muchos de ellos son muy difíciles o imposibles de traducir a otro idioma, o de comprender, si el lector no es dominicano. Otra variación consiste en cambiarle el nombre a dos hermanos, en aparente confusión, por ejemplo, llamarle Juan a Pedro, y viceversa; o confundirse con un nombre parecido, como podría ser llamarle Celestina a Celeste, o lo contrario.
El comportamiento dominicano típico de desobediencia civil, obedece en gran medida a la actitud del “cuerdero”, que ha asimilado culturalmente ese tipo de comportamiento, de forma inconsciente; como por ejemplo, los motoristas que no respetan la luz roja de los semáforos, o hacen piruetas circenses en las autopistas; o los que tiran basura en las calles, los que despilfarran el agua, y así por el estilo. Aparentemente se trata de una conducta terca y obcecada, pero en el fondo lo hacen porque ellos entienden o intuyen que eso disgusta a los demás, en especial a las autoridades; o sea, que se trata de una “cuerda” conductual, y una manera poco civilizada de protestar. Por esos motivos, las campañas de educación cívica rinden tan pocos resultados.

No hay comentarios.: