martes, enero 22, 2008

PARA COMENZAR EL 2008 por FAUSTINO PÉREZ

MI PERIPLO DE PRINCIPIOS DE AÑO (PRIMERA PARTE)

Por FAUSTINO PÉREZ


Mientras en Santo Domingo la mayoría dormía durante las primeras horas que transcurrían del nuevo año 2008, cansados por la larga noche de juerga de Noche Vieja, aquí en mi casa preparábamos las maletas para nuestro periplo de las vacaciones invernales, que nos llevaría a París, Atenas y Madrid. Íbamos a visitar tres países del grupo Schengen, los “nuevos ricos del mundo”, cuyas exigencias más que duplican las de los estadounidenses, por hacer una comparación.
Suerte que uno tiene mala memoria para olvidar a tiempo los sinsabores de las largas filas en el consulado español, después de uno pasarse días recopilando la información que exigen, ya que aparte de los formularios típicos con los datos personales y de las cartas de trabajo y de solvencia bancaria, también piden seguro de viaje, reservas de hoteles y billetes de aviones. Solamente para reservar el albergue del periplo desde Santo Domingo, por Internet, tuve que pasarme una mañana entera en la agencia de viajes, y otro tanto para los vuelos y el seguro.
Todo se complica por la caótica mentalidad dominicana, que convierte cualquier intento de orden en un desorden mayúsculo, y por la pobre organización del mismísimo consulado, porque ¿cómo es posible que a estas alturas, en la recepción de documentos del consulado español no tengan computadoras? ¡Tantos requerimientos y luego no están a la par con las circunstancias! Esto implica que el solicitante tiene que demostrar quién es, y probarles que ya ha viajado a esos países, a base de documentos.
Ellos no diferencian entre un intelectual que va de paseo a gastar dinero y un obrero que quiere ir a mejorar su vida, o un becario que intenta estudiar, una prostituta que desea colarse, o una doméstica que trabajaría en una casa de familia. En la fila yo tenía al lado uno que preguntaba por la “visa chicken”, con lo cual evidenciaba su nivel, y del otro lado, la viuda de un ex diplomático…
Pero los problemas se embrollan aún más, porque en la ventanilla no le informan al interesado si le van a conceder el visado, o si se lo van a denegar, y para despejar la incógnita tuvimos que esperar veinte días; en tanto, las reservas de los boletos aéreos es necesario pagarlas en dos o tres días, y si uno cancela el viaje, no le reembolsan el importe que ya costeó. Eso me obligó a rehacer toda la planificación del viaje, es decir, las reservas de hoteles y los vuelos. Viajar hoy en día, no importa que sea por placer, se ha complicado muchísimo, y eso que el Internet es una ayuda valiosísima. Ni los gobiernos, ni tampoco las líneas aéreas, ni mucho menos los aeropuertos están a la altura de las circunstancias, en un mundo donde cada vez se viaja más y con todos los peligros que acechan. Son miles y miles de variables las involucradas.
Yo propuse hace ya muchos años que a los latinos nos concedieran un pasaporte pan-hispánico o pan-iberoamericano, después de la debida depuración, pero los pruritos nacionalistas se imponen a pesar de haber quedado obsoletos. La tecnología ya está ahí, para establecer los debidos controles. Eso ahorraría mucho tiempo, dinero y esfuerzo. Por ejemplo, si yo deseo ir a un país Schengen en el futuro, tengo que pasar por todos los trámites de nuevo, y eso es absurdo, porque la vida de uno, en especial su solvencia económica, no suele cambiar tan radicalmente, aparte de que cualquier variación es fácil de detectar. Yo solicité un visado de entrada múltiple y me concedieron uno de una sola entrada.
En múltiples escenarios se han denunciado los abusos que cometen las líneas aéreas grandes en perjuicio de las naciones subdesarrolladas, porque al fin de cuentas, nosotros los pobres “subvencionamos” los viajes de los países supuestamente ricos y desarrollados, por mediación de unas tarifas exageradamente caras para nosotros los del tercer mundo, y baratas para ellos. No obstante, las aerolíneas no hacen el más mínimo caso.
Para recoger los pasaportes visados después de veinte días de espera y de incertidumbre, me obligaron a hacer dos filas, y encima se equivocaron en un dato en el mío; suerte que me di cuenta, pero comoquiera tuve que perder más tiempo aún por un trámite que podría y debería de ser sencillo. Esto significa que para la recogida tuve que pasarme una mañana completa, y todavía me faltaba reprogramar el viaje.
Se sabe que los hoteles en Francia matizan cinco tipos de baños: para ellos una cosa es la habitación o el espacio, otra cuestión es la bañera, otra muy diferente es la ducha, el lavamanos se convierte en algo distinto, y lo mismo sucede con el inodoro, retrete, sanitario, o water. Lo cual implica que si uno se descuida y le toca un hotel que no le conviene, tiene que salir a un pasillo a las tres de la madrugada, o a la hora que sea, para realizar sus necesidades, rogando que no esté ocupado por alguien de la habitación de al lado. Naturalmente, que esto lo hacen para darse importancia, o para cobrar más, o bien, para demostrar lo poco que se asean.
Por otro lado, en navidad los aviones están repletos, por los miles de turistas extranjeros que vienen a los resorts del país y que regresan a Europa con su bronceado tropical, y por los residentes dominicanos que viven y trabajan en el viejo continente, y que vienen a pasar las navidades con sus familiares. Aquí en Santo Domingo se tiene la desgracia, por ser una isla principalmente, - y por los problemas de corrupción que han plagado tradicionalmente las aerolíneas dominicanas - , de tener sólo tres líneas aéreas que vuelan directamente a Europa, y las tres son extranjeras: Iberia y Air Europa a Madrid, y Air France a París.
La compra de divisas para el viaje fue otra pequeña odisea, por la gran demanda de navidad y por la falta de previsión de unos pseudo gerentes, que están en los cargos por razones políticas, y no por sus capacidades técnicas. Esto significa que fui a la segunda sucursal más grande del país, del Banreservas, el banco más importante, y no tenían suficientes dólares, entonces me dijeron que tenía que acudir a la oficina central. Después de hacer más de cinco filas en los dos bancos, y de perder cuatro horas y media, pude lograr lo que quería. Para los pesos dominicanos acudí a tres cajeros automáticos de la misma “institución” bancaria y ¡estaban vacíos!, porque no son capaces de prever las necesidades de los clientes, y por los días feriados. Al cabo de varios días de intentos infructuosos pude lograr mi objetivo.
Ya por fin, teníamos todo listo para iniciar el viaje.

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