viernes, noviembre 26, 2010

Por qué muchos dominicanos no deben leer El Quijote


YI-YOH en llamas (foto original de Diego Féliz, intervenida digitalmente por Faustino Pérez)


Por Franklin Gutiérrez


Existen múltiples razones para que una persona de cualquier punto del planeta lea El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha: es la obra pionera del género literario más fascinante; nos hace reír hasta el destripamiento, más, talvez, que cualquier espectáculo circense; es la mejor radiografía de la desmoronada sociedad española del siglo XVII y nos ofrece la opción de elegir entre la ficción quijotesca y la realidad sanchopanzana.

Jorge Luis Borges leyó el Quijote convencido de que la fusión del idealismo del Caballero de la triste figura con el realismo de Sancho, es una celebración plena de la amistad. Miguel de Unamuno lo elevó a la categoría de “Biblia nacional de la religión patriótica de España”. Thomas Mann distinguió al Quijote por su inconmensurable narcisismo, y para el connotado crítico norteamericano Harold Bloom la lectura del Quijote produce un placer inagotable. Pero los dominicanos no hemos leído el Quijote desde la misma óptica que otros ciudadanos del mundo.

Si hemos contribuido a que la presunción sea bulto o allante; el peso, tolete o tululú; la mujeres grillos o aviones; las incoherencias, babosadas y el disgusto, quille, es porque no somos pariguayos ni unos chivitos jartuejobos, sino creativos y originales hasta la tambora. Si somos el único país donde abundan las cutáfaras, donde el pobre es un deguañingao; la sorpresa un asoramiento y el golpeado, un abimbao, se lo debemos a nuestra habilidad para revertir las cosas y trastocar la realidad.

Con esas facilidades para el camuflaje, a nadie debe extrañarle que de tanto retorcer el lenguaje y transgredir los códigos de comunicación hayamos alterado sustancialmente nuestro modo de pensar y, de paso, cambiado la conducta social y las ambiciones materiales de nuestros paisanos. Por esa misma razón, tampoco debe sorprendernos que un gran sector de la población dominicana haya leído Quijote al revés, despojando al ingenioso hidalgo de su nobleza, honestidad e idealismo y acomodando sus hazañas y aventuras a sus intereses personales.

Esa valoración no literaria del Quijote arrojaría como resultado un personaje cuya conducta concuerda con el accionar cotidiano de ese sector específico de la población quisqueyana, que sitúa su avaricia en primer plano. Estamos, consecuentemente, ante un Quijote a la dominicana, menos reflexivo y más permisivo.

Desde esa perspectiva el Quijote es iluso, se lanza a empresas inalcanzables (vencer a los molinos de viento, a los yangüeses, liberar a los galeotes, etc) con la esperanza de que siempre triunfará. Ilusos tenemos en dominicana cuyos proyectos generalmente sobrepasan sus posibilidades reales de cristalización pero que aspiran, a través de ellos, hacerse de cosas materiales cuyos costos siempre superan sus posibilidades económicas reales.

El Quijote, oculto en su extravagante armadura, finge locura en él y en quienes lo rodean para así ganar el derecho de protagonizar las deslumbrantes hazañas que por años ha concebido su imaginación. A muchos dominicanos les deleita sobremanera hacerse los chivos locos y los desentendidos frente a situaciones que les favorecen grandemente a ellos, pero que perjudican despiadadamente a otros. Apoyado en esa licencia se resisten a hacer filas cuando las circunstancias lo demanda, infringen las leyes de tránsito a cambio de unos pesitos al agente del orden público, colocan policías acostados en la calle donde viven sin autorización oficial, rompen las aceras y el pavimento para soterrar tubería y así evadir el pago del servicio de agua.

El Quijote es ostentoso hasta la saciedad, busca fama a como dé lugar y se empeña en mostrarle a Sancho su capacidad y poder para alcanzar lo imposible. Esa cualidad quijotesca es una de las que mejor han asimilado muchos dominicanos. Su exhibicionismo y presunción es rebosante. Poseen vehículos costosísimos y celulares extravagantes. Se regalan vacaciones alrededor del mundo y consumen whisky, brandis y cognac a veces inasequibles en el mercado local. Se citan con amigos o pretendidas en los restaurantes más exóticos y costosos, mientras sobre las mesas de sus dormitorios descansan, entregados al olvido, los recibos de pago de la vivienda donde residen y los de las mensualidades del colegio donde estudian sus hijos.

Don quijote es personalista, quiere todos los méritos para él solo, olvidando que sin Sancho los mismos serían inalcanzables. Tiene un vistoso y brioso caballo, con nombre propio: Rocinante. Sancho, por su parte, escasamente posee un torpe y debilucho burro sólo identificado como “Rucio”, por el color de su pelaje. Sancho tampoco tiene, como su amo, una despampanante y exquisita dama: Dulcinea, que fortalece su espíritu. Ese mismo comportamiento egoísta e interesado exhiben muchos paisanos. Quieren, como reza el refrán popular, todo para el tío y nada para el sobrino; no mueven un alfiler si ello no trae consigo una recompensa material.

El ingenioso hidalgo es sobradamente violento, siempre está presto para clavar su daga a quien o a lo que se atraviese en su camino aun sin haber causa mayor para ello. Así reaccionan millares de los nuestros desde hace varias décadas. Basta la más mínima desavenencia entre dos personas para que la atmósfera se llene de pólvora, o los cuchillos y machetes blandan como espadachines de la China imperial.

Don Quijote ve en cada una de sus acciones un acto de justicia porque, según él, la justicia lo dignifica como ser humano. En nosotros la justicia, como valor social que aboga por la equidad y el bien común, es una utopía. La justicia dominicana es dispar y gelatinosa, más voluble que una vara elástica cuyo estiramiento es proporcional a los intereses de quienes la manejan.

Don Quijote posee el don de la multiplicidad. Unas veces se nos presenta como Valdomino; otras como Abindarráez, otras como los Nueve de la fama y otras como los Doce pares de Francia. Una porción considerable de nuestra población es plurifacética y todóloga, son pocas cosas que no saben hacer. Son capaces de realizar simultáneamente las más disímiles tareas, desde ser profesor de cualquier materia en una escuela o universidad, hasta fabricar chichiguas en Semana Santa y echarlas al aire con sogas de cabuya nueva. La multiplicidad es un componente esencial de nuestro menú diario.

Al momento de repeler las amenazas de desplome que afloran en nuestra sociedad sería más saludable apoyarnos en la objetividad y la clarividencia de Sancho para predecir los fracasos de su amo, en su paciencia para salir airoso de las situaciones complicadas, en su astucia para sacar a don Quijote de los embarazos en que se mete. Sancho aprendió de su antecesor Patronio la humildad y la sabiduría. A Sancho, por su nobleza y origen social, le sobraría valor y moral para no aceptar mentas y chicles a cambio del peso que le sobra en el colmado. No le abochornaría ir un supermercado a comprar víveres. Tampoco le importaría vivir en un barrio dominicano humilde, ausente de riqueza y fama. Saben por qué, simplemente porque Sancho es más avispado de lo que lo han tildado por siglos.

Siendo así, los dominicanos no debemos leer el Quijote porque su nocividad nos corroe y nos empuja hacia un abismo infernal, del cual ni las tres divinas personas y todo su séquito celestial podrán rescatarnos. Preferible es, entonces, recurrir a Salomé Ureña para que nos irradie su fe en el porvenir. Porque su plegaria elevada ciento treinta y dos años atrás aún retumba en nosotros: "Que atraviese tu voz el aire vago / las almas convocando a la victoria / tuya es la lucha del presente aciago / tuya será del porvenir la gloria".

lunes, noviembre 15, 2010

LA FOTOGRAFÍA A BLANCO y NEGRO vs. LA FOTO A COLOR


(Foto original de Arturo López por María Negrón. Efectos especiales por Faustino Pérez)

Por FAUSTINO PÉREZ

Cuando el francés Nicéphore Niépce fijó la primera imagen con carácter de permanencia en el 1825, suponemos que no estaba muy pendiente de si era a blanco y negro o a color, ya que en ese momento lo importante era la fijación de la imagen. Este acontecimiento fue la culminación de muchos experimentos realizados y experiencias acumuladas de innumerables investigadores.

Lo mismo se puede afirmar del inglés Fox Talbot quien inventó el calotipo hacia la misma época, basado en el proceso negativo-positivo, que aún se niega a desaparecer en su esencia, a pesar del empuje de la fotografía digital de hoy en día.

El proceso a color en la fotografía arrancó más tarde con el método de los tres colores descrito por Maxwell, con una foto tomada por Thomas Sutton en 1861.

Todo lo anterior indica que la foto a color significó un avance con respecto a la foto a blanco y negro, o sea que la foto a ByN es un subconjunto de la foto a color; a pesar de que los diarios y otras publicaciones de antes no tenían la capacidad para imprimir a color, y por ese motivo muchas de las imágenes fotográficas llamadas clásicas en la historia de la fotografía, fueron hechas a blanco y negro.

Hay personas que han entrado al mundo de la fotografía en la época digital que piensan que el blanco y negro es más serio y/o más intelectual que la foto a color, y alegan que los fotógrafos clásicos tomaban las fotos a blanco y negro; sin reparar que entre los primeros foto-reporteros se tenía que usar el ByN sencillamente para poder publicar las fotos y porque las películas de rollo, a color, eran más lentas para fijar la luz, y en las fotos de acción eso era un hándicap.

La famosa película a ByN fabricada por Kodak, llamada TRI-X, convertida en leyenda por los fotógrafos de prensa, podía ser “forzada” con mucha mayor facilidad que las películas a color. Esto significada hacerle un cambio en el índice ASA de la película, es decir, en su capacidad o rapidez para ser impresionada por la luz, lo cual se compensaba incrementando los tiempos de revelado, cuando se elevaba el ASA en el forzado de más, con la finalidad de poder tomar fotos a velocidades más rápidas; ya que en la práctica se le estaba dando a la película menos tiempo de luz de lo requerido por el film. Es preciso recalcar que también existe el forzado de menos, para los casos en que el ASA era demasiado elevado para la cantidad de luz existente. Para el forzado de menos había que subrevelar en el laboratorio para compensar, porque en la práctica se le estaba dando más luz de lo necesario a la película.
Incluso, la imagen fotográfica más conocida en el mundo, para poder ser reproducida en el periódico cubano Revolución, es decir, la del Che Guevara tomada por el fotógrafo Korda fue hecha a ByN, lo cual quizá le da más fuerza a la foto, y provoca que se haya captado la esencia de la personalidad fotografiada, ya que el ByN distrae menos y es más esquematizador, porque el color “embellece’ la apariencia fotográfica, por así decirlo.

Eso no quiere decir en modo alguno que la foto a color no tenga su capacidad de mostrar expresividad, o bien, que no hayan fotos a color que parezcan a ByN. El impacto del ByN se debe principalmente a la novedad en un mundo con cromatismo, o sea, que funciona como un elemento sorpresa.

De la misma manera que en el mundo de las computadoras existen partidarios de la PC y otros que son seguidores de la Mac, asimismo, en fotografía existen partidarios del ByN y entusiastas del color, esto ya es un tópico bastante viejo.

Ahora bien, la irrupción de la computadora en la fotografía ha significado un gran vuelco, por su gran utilidad para el retoque y para el trucaje, convirtiendo la foto en materia prima para ser elaborada por la máquina.

Debido a la utilidad del ordenador y a los intereses involucrados, a la foto normal, sin retoque, ahora se la llama “cruda” (RAW), lo cual implica que a la realidad hay que “cocinarla”, claro está, con la computadora.
Hoy en día son pocas las fotos comerciales, – y entre las llamadas fotos artísticas – , cuyos autores no utilizan el ordenador para el retoque como práctica estándard.

Pero qué sucede, que al poder saturarse el color fácilmente con cualquiera de los programas de computadora para el manejo de imagen, con la intención, en un principio, de parecerse a la pintura clásica, – aunque muchos de los fotógrafos lo hacen por imitación sin saber esto – , hay usuarios de la cámara que han incorporado el color saturado a su código fotográfico como parte de su estilo; empero, el abuso en la saturación ha traído como consecuencia que hayan fotos que produzcan una melopea o borrachera cromática por su color tan exagerado; lo cual no sucede normalmente con el ByN por razones obvias, a menos que se practique un solarizado exagerado, conocido también como Efecto Sabatier, con el ByN; lo cual, dicho sea de paso, se puede realizar con el color igualmente.

Con el solarizado original se le da marcha atrás al proceso de revelado empleando una ráfaga de luz que incida sobre la película o sobre el papel sensible, pero dependiendo de varios factores como el tipo de luz, la distancia a que se encuentre la fuente luminosa, la potencia, la duración de la ráfaga, el momento, etc., el resultado variaba mucho. Ahora con la computadora se logran millones de resultados parecidos al Efecto Sabatier, en breves momentos; y lo que antes tomaba una tarde entera, ahora se hace en escasos segundos. Los programas más populares para el tratamiento de la imagen en el país, son el Photoshop y el Corel.

Hay fotógrafos que “endulzan” y embellecen tanto la foto para que parezca artística, según ellos, que la desnaturalizan, la convierten en miel, y casi no se parece al referente de la vida real.

La fotografía digital ha aportado numerosas ventajas a los procesos fotográficos y ha multiplicado la cantidad de personas, que emplean la herramienta fotográfica para captar imágenes. El bártulo digital contiene un chip en su interior para convertir los fotones, o partículas de luz, en electrones, con la finalidad de que la mini computadora de la cámara, pueda formar la imagen; esto ha permitido la fabricación de cámaras planas, incluso, que se hayan incorporado las cámaras a los teléfonos móviles. Por otro lado se ha roto la dependencia que se tenía de la cámara obscura con unas dimensiones determinadas, para la formación de la imagen.

Puede afirmarse, no obstante, que la foto a color y la foto a ByN son dos lenguajes con un tronco común, y debido a que la foto ByN está contenida en la foto a color, la foto a color tiene mayores capacidades expresivas que la imagen a ByN. Ahora bien, si alguien no sabe, o abusa, de las capacidad de uno de esos lenguajes, la culpa no es ni del color ni del ByN.

Lo que sucede es que mucha gente se pone a crear y a manipular imágenes con la computadora, porque es lo más fácil, sin la preparación psicológica y teórica necesarias, y aunque dominan la técnica, no saben realmente lo que están haciendo, ni mucho menos lo que están expresando.

Sin embargo, al haber más personas tomando fotos eso ha avivado la polémica aún más, de cuál es mejor: si la foto a color o la imagen a ByN. Pero “para los gustos se hicieron los colores” y cada cual es libre de tomar su decisión.

jueves, noviembre 04, 2010

MATIZACIONES ACERCA DE LOS LETREROS POPULARES DOMINICANOS


(foto: Odalis de Jesús)

(foto: Juan Crisóstomo)

(foto: Julio Hiraldo)

Por FAUSTINO PÉREZ



Por supuesto que no todo es negativo en los letreros populares dominicanos, y así lo evidencian las convocatorias de las juntas de vecinos, de los clubes de barrio, de los ayuntamientos, de las escuelas, colegios, institutos, universidades, y así sucesivamente. La mismísima Universidad Autónoma de Santo Domingo, aporta su cuota de letreros originales con las llamadas “embajadas”, o sea, aquellos que aparecen en los sitios de reunión de los estudiantes de los diferentes pueblos o de los que comparten una actividad común.

Merece destacarse que cada vez que el presidente de la república, asiste a un acto en los diferentes lugares, y en especial en las provincias, al recibirlo, casi siempre aparecen letreros y pancartas de apoyo, las de hacer peticiones y las otras que expresan quejas, de lugareños o ciudadanos quienes no tienen la oportunidad de exponer sus problemas y asuntos directamente. Esporádicamente se ven algunas de rechazo a su gestión. Los letreros sirven también para expresar el patriotismo, como se puede verificar en la fachada de la casa donde nació Mella, uno de nuestros próceres de la independencia y que la habían convertido en un bar con salón de juegos incluido.
Existen renglones que están en vías de desaparición, como aquel anuncio de “se pasa el peine”, en cambio, quedan muchos provocados por las modas de otras décadas, como los anuncios de “chimichurris” o de “manicure”. Algunos crean desconfianza y mueven a la suspicacia, al solicitar “mujeres de buena presencia”, o que ofertan una “mejora”, cuando se trata de una construcción en mal estado.

Cabe la posibilidad de conocer cuáles son las bebidas que más se anuncian, como el ron, la cerveza, los refrescos, el mabí, etc.; las comidas rápidas típicas, o no, como el “yaniqueque”; los artistas populares, cantantes como los bachateros y merengueros, las películas y actores, las actividades del barrio; las modas en la vestimenta, y en el pelo, ya que el arreglo del cabello es la gran preocupación de la mujer dominicana promedio, y en segundo lugar están las uñas postizas, o no, y así por el estilo. Los pasatiempos y deportes favoritos, como el juego de dominó, el béisbol, o las “chichiguas”, también tienen su espacio.

Empero, los letreros muestran mucho más, ya que en un primer nivel general tenemos el aspecto gramatical y cultural, de interés para los lingüistas, literatos, sociólogos, filólogos, artistas, economistas, comunicólogos, semiólogos, filósofos, antropólogos, etnólogos, y otros académicos; incluyendo a los historiadores, porque les sirven de “background” para estudiar un periodo histórico determinado; pasando por el tratamiento que el dominicano le da al espacio físico, irrespetándolo y dándole prioridad al interés personal en vez de lo que conviene a la mayoría, algo de lo que se ocupa la proxémica, hasta los criterios que emplea para ahorrar el tiempo y esfuerzo; y a la vez, denotan su tratamiento del color, lo cual se vincula con su desahogo emocional, y esto es de la incumbencia de psicólogos, psiquiatras, y pedagogos, entre otros.

Los publicitarios merecen un comentario aparte, porque ellos pueden nutrirse perfectamente de muchas de las ideas de las versiones populares de la publicidad; por otro lado, este tema puede ser muy útil a los guionistas y directores de cine a la hora de recrear ambientes y escenarios, para sus películas. En otro estadio, podría servir igualmente a los expertos en señalética y en tipografía.

Los vicios y las virtudes aparecen, por igual, en este medio de comunicación, así tenemos una gran cantidad de anuncios de bancas de apuestas con sus colores degradados característicos, de “botánicas”, o de “mamajuana”, al lado de otros que convocan a un culto religioso; y no digamos nada de las bebidas alcohólicas, de los cigarrillos y de los puros. Los expertos en la eliminación de roedores dañinos, y de aquellos que alegan curar todo tipo de enfermedades con métodos caseros, también aparecen anunciados.
Se ven términos comparativamente nuevos y/o de significado y ortografía dudosos, como “picalonga”, “llemolea”, entre otros.

Consabido de todos, aparece muy evidenciado el sentido del humor del dominicano, con los refranes, proverbios, frases, y moralejas, todos ellos conservados y transmitidos por la sabiduría popular; así como también sus problemas seculares, que hemos sido incapaces de resolver, como la basura y el ruido. ¡Hasta las maneras de amenazar al prójimo se manifiestan! Tampoco faltan los ejemplos de socarronería y burla públicas, practicando lo que se conoce popularmente como el “dar cuerda”.

Todo aquello que se vende aparece, de la misma forma, desde los artículos y electrodomésticos más inverosímiles, lo cual abarca los producidos por las nuevas tecnologías, como los celulares, la venta de DVD‘s de películas, o sin grabar, de CD‘s; o los de la industria automotriz, como equipos de música para los vehículos; hasta perros de raza, pasando por solares y fincas. Y no nos olvidemos de los bienes de consumo que precisan ser arreglados o reparados. Un caso digno de resaltar es el de aquel prestamista que les cobra a los morosos con letreros colocados en la galería de su casa.

El clima tropical nuestro se evidencia en esta variada manifestación callejera, y de esa manera se ofertan cervezas, helados, mabí, cocos, y agua fría por doquier. Nadie duda de que las condiciones climáticas son un tema de conversación permanente, entre nosotros, y en verano se viven quejando del calor, y en invierno del “friíto”; cuando llueve es malo y en los meses de sequía es peor, y no digamos nada de los huracanes que sirven de excusa para no trabajar. Todo lo anterior y más, se reflejan en los letreros populares indirectamente.

Como algo curioso y preocupante para los consumidores, resultan los precios que se quedan atrasados por la inflación, cuando los letreros que los llevan se guardan y se aprecian al cabo de los años.
En algunos casos es difícil de discernir si se trata de un letrero o de un grafiti, porque la función está “abierta”, como es el ejemplo de la famosa pintada dedicada a Crucita Yin, por su ex concubino despechado. Si ella hubiese vuelto con su hombre, algo que desconocemos, la pintada funcionó, entonces, como un aviso publicitario, o letrero; de lo contrario, operó como un grafiti, si lo interpretamos en términos de la intención y/o de la funcionalidad. Que conste que esa muestra ha servido de inspiración a varios poetas, músicos de rock y a dramaturgos dominicanos. Hay quienes opinan que la pintada de Crcita Yin fue obra de un bromista.

En fin, es mucho lo que han evolucionado los letreros populares, desde aquel famoso pie grabado en una piedra, en la época romana de Efeso, para indicar el camino de un burdel, hasta el insulto que se realiza aquí, con un dedo, en el cristal desaseado de un vehículo: “LAVAME SUCIO”. De lo que no cabe ninguna duda es que los letreros populares pueden tener chispa e ingenio, pero, por otra parte evidencian los problemas y traumas seculares de una sociedad como la dominicana donde mucha gente cree “que lo importante es que se entienda", o dicho de otra manera, se afirma en el mismo tenor que “el dominicano entiende como quiera”.

Los letreros populares dominicanos, pues, constituyen la expresión más idiosincrásica, pura, auténtica y variada del alma de un pueblo, pertenecen al conglomerado dominicano por derecho propio, con todas sus virtudes y cada uno de sus defectos. Son muestras fidedignas, con mucha personalidad, de la Real Academia del Pueblo en acción, sin importarles un comino lo que dicten los eruditos, en el supuesto de que se enterasen los autores de los avisos; y simultáneamente, son manifestaciones auténticas de la sabiduría popular, enraizados con el pasado, con la totalidad de sus necesidades, carencias, excesos y apetencias, al desnudo. Superan con creces los grandes aportes de la música popular dominicana, por ser mucho más variados, o de la artesanía típica, por poner dos ejemplos, y en Latinoamérica son difíciles de superar. En definitiva, los letreros populares dominicanos, al cubrir un objetivo básico y práctico de comunicación popular como productos de una realidad social, y al tener una permanencia en el tiempo y estar socializados, al ser representativos de un país, y encima, al ser cauces y caudales de la experiencia popular y espontáneos, con sus rasgos universales, deberían de ser declarados patrimonio cultural de la humanidad.