jueves, noviembre 04, 2010

MATIZACIONES ACERCA DE LOS LETREROS POPULARES DOMINICANOS


(foto: Odalis de Jesús)

(foto: Juan Crisóstomo)

(foto: Julio Hiraldo)

Por FAUSTINO PÉREZ



Por supuesto que no todo es negativo en los letreros populares dominicanos, y así lo evidencian las convocatorias de las juntas de vecinos, de los clubes de barrio, de los ayuntamientos, de las escuelas, colegios, institutos, universidades, y así sucesivamente. La mismísima Universidad Autónoma de Santo Domingo, aporta su cuota de letreros originales con las llamadas “embajadas”, o sea, aquellos que aparecen en los sitios de reunión de los estudiantes de los diferentes pueblos o de los que comparten una actividad común.

Merece destacarse que cada vez que el presidente de la república, asiste a un acto en los diferentes lugares, y en especial en las provincias, al recibirlo, casi siempre aparecen letreros y pancartas de apoyo, las de hacer peticiones y las otras que expresan quejas, de lugareños o ciudadanos quienes no tienen la oportunidad de exponer sus problemas y asuntos directamente. Esporádicamente se ven algunas de rechazo a su gestión. Los letreros sirven también para expresar el patriotismo, como se puede verificar en la fachada de la casa donde nació Mella, uno de nuestros próceres de la independencia y que la habían convertido en un bar con salón de juegos incluido.
Existen renglones que están en vías de desaparición, como aquel anuncio de “se pasa el peine”, en cambio, quedan muchos provocados por las modas de otras décadas, como los anuncios de “chimichurris” o de “manicure”. Algunos crean desconfianza y mueven a la suspicacia, al solicitar “mujeres de buena presencia”, o que ofertan una “mejora”, cuando se trata de una construcción en mal estado.

Cabe la posibilidad de conocer cuáles son las bebidas que más se anuncian, como el ron, la cerveza, los refrescos, el mabí, etc.; las comidas rápidas típicas, o no, como el “yaniqueque”; los artistas populares, cantantes como los bachateros y merengueros, las películas y actores, las actividades del barrio; las modas en la vestimenta, y en el pelo, ya que el arreglo del cabello es la gran preocupación de la mujer dominicana promedio, y en segundo lugar están las uñas postizas, o no, y así por el estilo. Los pasatiempos y deportes favoritos, como el juego de dominó, el béisbol, o las “chichiguas”, también tienen su espacio.

Empero, los letreros muestran mucho más, ya que en un primer nivel general tenemos el aspecto gramatical y cultural, de interés para los lingüistas, literatos, sociólogos, filólogos, artistas, economistas, comunicólogos, semiólogos, filósofos, antropólogos, etnólogos, y otros académicos; incluyendo a los historiadores, porque les sirven de “background” para estudiar un periodo histórico determinado; pasando por el tratamiento que el dominicano le da al espacio físico, irrespetándolo y dándole prioridad al interés personal en vez de lo que conviene a la mayoría, algo de lo que se ocupa la proxémica, hasta los criterios que emplea para ahorrar el tiempo y esfuerzo; y a la vez, denotan su tratamiento del color, lo cual se vincula con su desahogo emocional, y esto es de la incumbencia de psicólogos, psiquiatras, y pedagogos, entre otros.

Los publicitarios merecen un comentario aparte, porque ellos pueden nutrirse perfectamente de muchas de las ideas de las versiones populares de la publicidad; por otro lado, este tema puede ser muy útil a los guionistas y directores de cine a la hora de recrear ambientes y escenarios, para sus películas. En otro estadio, podría servir igualmente a los expertos en señalética y en tipografía.

Los vicios y las virtudes aparecen, por igual, en este medio de comunicación, así tenemos una gran cantidad de anuncios de bancas de apuestas con sus colores degradados característicos, de “botánicas”, o de “mamajuana”, al lado de otros que convocan a un culto religioso; y no digamos nada de las bebidas alcohólicas, de los cigarrillos y de los puros. Los expertos en la eliminación de roedores dañinos, y de aquellos que alegan curar todo tipo de enfermedades con métodos caseros, también aparecen anunciados.
Se ven términos comparativamente nuevos y/o de significado y ortografía dudosos, como “picalonga”, “llemolea”, entre otros.

Consabido de todos, aparece muy evidenciado el sentido del humor del dominicano, con los refranes, proverbios, frases, y moralejas, todos ellos conservados y transmitidos por la sabiduría popular; así como también sus problemas seculares, que hemos sido incapaces de resolver, como la basura y el ruido. ¡Hasta las maneras de amenazar al prójimo se manifiestan! Tampoco faltan los ejemplos de socarronería y burla públicas, practicando lo que se conoce popularmente como el “dar cuerda”.

Todo aquello que se vende aparece, de la misma forma, desde los artículos y electrodomésticos más inverosímiles, lo cual abarca los producidos por las nuevas tecnologías, como los celulares, la venta de DVD‘s de películas, o sin grabar, de CD‘s; o los de la industria automotriz, como equipos de música para los vehículos; hasta perros de raza, pasando por solares y fincas. Y no nos olvidemos de los bienes de consumo que precisan ser arreglados o reparados. Un caso digno de resaltar es el de aquel prestamista que les cobra a los morosos con letreros colocados en la galería de su casa.

El clima tropical nuestro se evidencia en esta variada manifestación callejera, y de esa manera se ofertan cervezas, helados, mabí, cocos, y agua fría por doquier. Nadie duda de que las condiciones climáticas son un tema de conversación permanente, entre nosotros, y en verano se viven quejando del calor, y en invierno del “friíto”; cuando llueve es malo y en los meses de sequía es peor, y no digamos nada de los huracanes que sirven de excusa para no trabajar. Todo lo anterior y más, se reflejan en los letreros populares indirectamente.

Como algo curioso y preocupante para los consumidores, resultan los precios que se quedan atrasados por la inflación, cuando los letreros que los llevan se guardan y se aprecian al cabo de los años.
En algunos casos es difícil de discernir si se trata de un letrero o de un grafiti, porque la función está “abierta”, como es el ejemplo de la famosa pintada dedicada a Crucita Yin, por su ex concubino despechado. Si ella hubiese vuelto con su hombre, algo que desconocemos, la pintada funcionó, entonces, como un aviso publicitario, o letrero; de lo contrario, operó como un grafiti, si lo interpretamos en términos de la intención y/o de la funcionalidad. Que conste que esa muestra ha servido de inspiración a varios poetas, músicos de rock y a dramaturgos dominicanos. Hay quienes opinan que la pintada de Crcita Yin fue obra de un bromista.

En fin, es mucho lo que han evolucionado los letreros populares, desde aquel famoso pie grabado en una piedra, en la época romana de Efeso, para indicar el camino de un burdel, hasta el insulto que se realiza aquí, con un dedo, en el cristal desaseado de un vehículo: “LAVAME SUCIO”. De lo que no cabe ninguna duda es que los letreros populares pueden tener chispa e ingenio, pero, por otra parte evidencian los problemas y traumas seculares de una sociedad como la dominicana donde mucha gente cree “que lo importante es que se entienda", o dicho de otra manera, se afirma en el mismo tenor que “el dominicano entiende como quiera”.

Los letreros populares dominicanos, pues, constituyen la expresión más idiosincrásica, pura, auténtica y variada del alma de un pueblo, pertenecen al conglomerado dominicano por derecho propio, con todas sus virtudes y cada uno de sus defectos. Son muestras fidedignas, con mucha personalidad, de la Real Academia del Pueblo en acción, sin importarles un comino lo que dicten los eruditos, en el supuesto de que se enterasen los autores de los avisos; y simultáneamente, son manifestaciones auténticas de la sabiduría popular, enraizados con el pasado, con la totalidad de sus necesidades, carencias, excesos y apetencias, al desnudo. Superan con creces los grandes aportes de la música popular dominicana, por ser mucho más variados, o de la artesanía típica, por poner dos ejemplos, y en Latinoamérica son difíciles de superar. En definitiva, los letreros populares dominicanos, al cubrir un objetivo básico y práctico de comunicación popular como productos de una realidad social, y al tener una permanencia en el tiempo y estar socializados, al ser representativos de un país, y encima, al ser cauces y caudales de la experiencia popular y espontáneos, con sus rasgos universales, deberían de ser declarados patrimonio cultural de la humanidad.

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