sábado, abril 19, 2008

PALABRAS DE MANUEL GARCÍA CARTAGENA EN LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE FAUSTINO PÉREZ

Manuel García-Cartagena

Visiones de koloruum, de Faustino Pérez

Muy buenas noches, señoras y señores:

Mi buen amigo Faustino me ha invitado a que diga algunas palabras en este acto de presentación del más reciente de sus libros. Y no solo a mí, sino que también reclutó con el mismo propósito a dos amigos nuestros, el poeta Adrián Javier y el profesor Alex Ferreras. De esa manera, tanto nosotros como ustedes hemos descubierto casi al mismo tiempo cuántas personas hacen falta para poner a circular un libro de Faustino Pérez. Casi es una suerte que se trata de un libro de fotografías en el que, como es natural en este tipo de obras, la comunicación no verbal campea por sus fueros. Realmente, no sé qué habría pasado si llega a tratarse de un libro convencional, es decir, escrito con palabras…
Como se sabe, Salvador Dalí definió la pintura que él realizaba a partir de su método paranoico-crítico como una fotografía hecha a mano. Desde ese punto de vista, en el libro que esta noche presentamos a la consideración del gran público dominicano, Faustino Pérez aparece como un precursor aventajado entre nosotros de lo que podríamos llamar la “anti-pintura daliniana”, o “pintura fotográfica”, es decir: el arte de hacer que un fotograma, arte mimético por antonomasia, termine pareciéndose lo menos posible a la realidad fotografiada.
No otra cosa es, en efecto, el trabajo que Faustino Pérez nos presenta en este libro titulado Visiones de koloruum, en una singularmente bella impresión de los Talleres de Amigo del Hogar. Contrariamente a lo que ya nos había mostrado antes en otro libro titulado Espejismos de koloruum, donde reunía algunas muestras de su producción fotográfica anterior a esta época digital, al hojear las páginas de Visiones de koloruum el espectador penetra en el taller mental de un artista que ha consagrado numerosas horas a dominar con minucia el manejo de ese programa de manipulación de imágenes digitales llamado PhotoShop.
Técnicamente hablando, pues, Visiones de koloruum marca el inicio de una nueva etapa en la producción artística de Faustino Pérez. Inscrito en el marco del arte digital, el proyecto estético de Faustino parte de eso a lo que llamo la imaquinación, es decir, la expresión de la imaginación mecánica, intento de fusión entre la subjetividad creadora y la panoplia de recursos tecnológicos con los que cuenta hoy día el artista digital.
Bien entendido, nada se parece menos al arte de Dalí que el arte imaquinario que Faustino Pérez nos presenta en Visiones de koloruum. Entre ambos sólo existe un punto de encuentro posible, y éste se encuentra del lado de la crítica que ambos establecen a la noción convencional de Realidad. Ciertamente, ambos incluyen, entre los componentes de sus respectivos proyectos estéticos, una intención de-formadora de los aspectos figurativos y compositivos de la obra. Sin embargo, mientras el arte de Dalí se sitúa, como el de muchos otros artistas de su época, bajo el imperio teórico de los códigos propuestos por el psicoanálisis freudiano, Faustino parece compelido a sacar la fotografía de sus límites nocionales. Para ello, se vale de la paleta de recursos que el Photoshop pone a su alcance para producir una primera serie de propuestas que recuerdan el trabajo de otro fotógrafo y pintor surrealista como Dalí, el norteamericano Man Ray, quien inventó a principios de 1920 las “rayografías”, habiendo tenido el cuidado de proclamar enfáticamente que: “La fotografía no es arte”.
No obstante esta paradójica reticencia de Man Ray, la historia de la fotografía en el curso de las ocho décadas siguientes del siglo XX demuestra hasta la saciedad lo que hoy todos sabemos: que el componente artístico de la fotografía se encuentra del lado opuesto a la cámara, es decir, en la subjetividad del fotógrafo.
En el caso de las fotografías de Faustino, la subjetividad se pone de manifiesto en la manera en que somete la materia fotográfica que él trabaja (desnudos, rostros, autorretratos, paisajes naturales y urbanos, etc.) a un proceso intensivo de rarefacción cromática y de reorganización compositiva. El objetivo principal de dicho proceso es desplazar el “tema” del fotograma al nivel de un “elemento” más, entre muchos otros. Así, lo que observamos en esas fotografías es el resultado de una remotivación o resemantización de sus temas originales a partir del juego que el artista establece técnicamente con las formas y los colores.
Hay una poesía implícita en este proceso que, de seguro, no escapará a quienes se dediquen a hojear con atención curiosa las páginas de Visiones de koloruum. De hecho, no creo que exagere al decir que hay en esas fotografías más poesía que en muchos libros…
Algunas de las vías por las cuales Faustino parece acceder a esta poesía visual son la fantasía, el onirismo, la psicodelia y el imaginario hipnagógico. Más concretamente, dicha poesía emana de la armonía estética alcanzada por Faustino Pérez en la mayoría de estos trabajos. Desde uno de ellos, por ejemplo, una niña de color anaranjado clava en nosotros el fondo terrible de sus ojos amarillos, mientras el universo a su alrededor se consume bajo unas llamas de color magenta y, con el gesto de sus manos, ella intenta vanamente regalarnos la flor de una súplica que no llega a musitar, pues ya le están creciendo en su cabeza esas flores que, como un aura vegetal, constituyen las únicas pruebas de que, en realidad, ella nunca existió fuera de esta fotografía.
Muy probablemente, este es el terrible secreto que Faustino Pérez no se atreve a revelarnos: ninguno de nosotros, seres humanos reales, podremos nunca acceder a ese plano donde la realidad y la irrealidad dejan de oponerse, hasta tanto no nos hayamos desprendido de ese prejuicio que nos conduce a considerar nuestra razón como el espejo de lo Real. Desde que se inventó el Surrealismo, este secreto lo han sabido todos los artistas del mundo. Sin embargo, hay una manera de desprendernos de dicho prejuicio, sin ser surrealistas, y es dejando que Faustino nos haga un retrato que se parezca a lo que no somos tanto como una gota de agua se puede parecer a una pedrada en el ojo.
Hablen, pues, con Faustino, señoras y señores. Estoy seguro de que él los comprenderá.
Muchas gracias.

Manuel GARCÍA-CARTAGENA
13 de abril de 2008

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