martes, abril 22, 2008
LAS VENTAJAS DEL PODER
EL PODER Y EL ARTE
Por FAUSTINO PÉREZ
Desde el Louvre de París hasta el Prado de Madrid, pasando por la Galería Uffizi de Florencia, el Museo del Vaticano, el Rijksmuseum de Asmterdam, o el Hermitage de San Petersburgo, el Museo Metropolitano de Arte de New York, o la Alte Pinakothek de Munich, que son los más sobresalientes, absolutamente en todos los museos de arte importantes del mundo se notan cuatro constantes, presentes invariablemente en cada uno de ellos:
1ra. Se percibe inmediátamente la relación estrechísima entre los poderes establecidos, tanto el político, así como también el económico, el social y hasta el religioso, y la selección de los artistas expuestos. Es decir, que el poder se preocupa por aupar a sus cultores, o lo que es lo mismo, - aquellos que han plasmado a los “mecenas” en sus obras, y/o que les reporten grandes beneficios a los “patrocinadores” -, que son los artistas que les facilitan perpetuar su influencia, incrementar sus fortunas, y exhibir su vanidad. No nos engañemos, Goya y Velázquez eran excelentes pintores, pero su gran fama como artistas se la dieron aquellos monarcas que fueron plasmados en sus cuadros.
En otro ejemplo, se sabe del estrecho vínculo que hubo entre Joan Miró y la Galería Maeght de París, sin la cual él no sería tan reconocido y famoso como lo es hoy en día. Claro está, que esa asociación le reportó pingües beneficios a la Galería, y de paso a Miró.
También está el caso de la relación de los “expresionistas abstractos” estadounidenses y los Rockefeller, y ahora esos artistas aparecen en las salas de los museos como el Metropolitan de Arte en New York, el Museo Whitney, el MoMA, entre otros muchos.
Eso explica por qué un cuadro de Jackson Pollock realizado a base de chorrear la pintura con una brocha, con la llamada técnica del “dripping” valga millones de dólares; o una escultura de Andy Warhol imitando una caja del limpiador de cocina Brillo, hecha de plywood en forma de caja, también esté muy sobrevaluada como objeto de arte. Ambos artistas estaban estrechamente asociados a grandes intereses económicos y al poder judío.
Obviamente, los críticos al servicio de dichos intereses también ponderan las virtudes de esos artífices, publican trabajos y revalorizan permanentemente las obras de los elegidos, para deleite de sus patrocinadores.
México no se queda atrás, en la promoción de su “artista” Frida Kahlo. Lo que ella hacía hubiese servido en otra época como ejemplo de arte psicopatológico, o de enfermos mentales, y ahora ese “arte” tan morboso y nauseabundo se quiere presentar como la gran obra de la pintora de Coyoacán. Y claro, mucha gente se lo cree, porque el poder político la promociona.
En España, con las rivalidades entre las diferentes regiones, o como dicen ellos “nacionalidades”, es muy difícil que un artista de Madrid llegue a la gran fama; por no decir casi imposible, porque los grandes intereses catalanes lo impiden. Los poderosos en el negocio, permitieron subir a Picasso, porque era malagueño; a Salvador Dalí, por ser catalán, al propio Miró, nacido en Barcelona, a Chillida, oriundo de San Sebastián…
Esto implica que el artista que no se vincule con los poderes establecidos difícilmente llega a los museos; ni tampoco puede contar con la protección de los que controlan el desenvolvimiento del arte. También significa que fuera de dichos museos, viven y trabajan creadores tan buenos o mejores que los que están dentro; esto se nota más en las instituciones museísticas de arte contemporáneo, porque uno tiene la oportunidad de apreciar al arte de los no seleccionados, con mayor facilidad, por razones obvias. Esto último se evidencia crudamente en el Centro Pompidou de París, en el MoMA de New York, y en el Reina Sofía de Madrid, por ser los tres de arte contemporáneo.
Entre los poderes mencionados está el religioso; así tenemos como muestras los famosos cuadros de las vírgenes de Murillo, del Museo del Prado, o la creación de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina del Museo del Vaticano, o la conocidísima escultura llamada La Piedad, del mismo autor. Que conste que no estoy afirmando que los creadores no tenían talento, sino, que su gran reconocimiento mundial se debe a sus relaciones con el poder de la iglesia.
En una institución de arqueología como el Museo Egipcio de El Cairo, se promociona el poder directamente, por la sencilla razón de que las piezas que han sido rescatadas y restauradas, la mayoría de ellas se relacionan con sus reyes, faraones y familiares incluyendo sus consortes, como Tutankhamon, Ramsés II, Nefertiti; y con otros personajes vinculados a ellos. En esa época no se le iba a erigir una estatua monumental o una pirámide a un artesano, o se le iba hacer un busto de oro a un embalsamador.
Y tal como se ha dicho, el artista depende del poder en cualquier período para sobrevivir, y el poder se vale del artista para trascender; así tenemos que el creador-innovador de izquierdas, tiene un vínculo permanente y antiguo con el poder conservador de derechas.
2da. El público, por su parte, es condicionado de muchas maneras a considerar a una obra como buena y/o importante. Por un lado están los críticos del establishment quienes tienen una especie de “hit parade” de las obras, o unas categorizaciones, que naturalmente benefician y están de acuerdo con los intereses del poder.
Luego cuando uno va al museo le entregan o le venden un catálogo, en el que aparecen destacadas las obras más “importantes”. Los guías de los museos para las llamadas visitas guiadas, ya saben qué es lo que tienen que decir, y a qué obras dedicarles más tiempo por ser las “mejores” piezas. Se trata de toda una cadena, que no termina ahí, por supuesto.
Donde más se nota esto es en el Museo del Louvre, por ser el más promocionado del mundo. Todo el que entra ahí quiere ver la Mona Lisa, La Victoria de Samotracia y La Venus de Milo, porque eso es lo que le dicen que es bueno, y lo mejor del museo. Lo franceses tienen una excelente red mundial de revalorización de sus artistas o escritores, muy bien concebida. El resultado de semejante publicidad produce un auténtico borreguismo entre las multitudes que acuden al Louvre. Otro efecto provocado consiste en la promoción del turismo, ya que millones de personas viajan motivados por el turismo cultural. Esta política cultural de Francia, es una de las inversiones más rentables.
Sin embargo, Las Meninas de Velázquez del Museo del Prado es una obra mucho más trascendental, técnicamente hablando, que la Monalisa, por poner un ejemplo, y es menos conocida. Lo mismo le ocurre a las piezas del Hermitage de San Petersburgo, Rusia, un museo de primera con promoción de tercera, por lo menos a este lado del mundo.
Aquí en la República Dominicana, hacemos todo lo contrario que hacen los galos, o sea que al artista o escritor que vale, lo que hacen es eclipsarlo, desestimularlo, e incluso, hacerle la vida imposible. Y en los últimos años, encima, tiene que servir al partido político de turno, para ser considerado como artista o como escritor; lo cual es una aberración y una solemne estupidez, porque un creador pertenece al país, no a un grupo político. Ni se promociona el país, ni mucho menos el turismo cultural.
3ra. Existe un auténtico fetichismo por la pieza original, claro está inculcado por los poderes interesados. Por ejemplo, en el Prado existe una Monalisa idéntica a la del Louvre, pero la gente le hace poco caso, si es que sabe que existe. Desde el punto de vista de la imagen, ambas son apariencias iguales.
En el mundo existen falsificadores, que pintan cuadros de mejor calidad que los originales, pero al ser descubiertos van a parar a la cárcel con sus huesos, porque engañaron a los ostentadores del poder, y no se puede permitir el pseudofetichismo.
4ta. En este mundo light postmoderno donde lo banal, y hasta lo morboso, interesan más a la gente que las cosas importantes, no es de extrañar que se tejan tantas historias, fábulas, mitos, leyendas y anécdotas a costa de las vidas de los creadores. Todo ello porque se sabe que la gente recuerda mucho mejor lo intrascendente, que el dato importante, y al poder le conviene, porque se habla del artista y de su obra, y así de esa manera se revaloriza su producción artística.
Una vez surgió la tesis del supuesto defecto visual de El Greco, que explicaba sus figuras alargadas o leptosomatizadas, de su arte manierista.
Goya tampoco se escapa de tener sus anecdotarios, en especial, los relacionados con sus famosas Pinturas Negras del Museo del Prado. En ese mismo museo se ha dicho que Velázquez era probablemente mulato.
Si uno viaja a Italia, también le contarán numerosas anécdotas de sus artistas, incluyendo de los más conocidos, como Miguel Ángel o Leonardo da Vinci.
Quizá el artista con más anécdotas en el arte occidental sea Vincent Van Gogh, y cuando se cortó la oreja y se pintó con la cabeza vendada, puso en marcha la “maquinaria” de la creación de mitos. A este creador holandés lo han mitificado tanto, que le han compuesto canciones, le han dedicado poemas, y su nombre y sus imágenes aparecen en numerosas obras de ficción. No es de extrañar pues que sus pinturas hayan roto récords en subastas. A lo anterior se le suma que el impresionismo europeo tuvo su fuente de inspiración en el arte japonés, con la pincelada suelta y los colores tipo pastel, y eso provoca que grandes coleccionistas de ese país asiático con un inmenso poder económico, se interesen mucho por la obra de Van Gogh.
Gauguin el pintor neoimpresionista francés, en una etapa de su carrera vivió en una isla del Pacífico, de cuya permanencia se tejen numerosas anéctodas.
De Frida Kalho, la pintora mexicana que mencionamos arriba en otro contexto, también se presta mucho para las fabulaciones, por sus cuadros, y por su vida trágica, que abarca desde el polio que la marcó, hasta el accidente del autobús en el cual viajaba ella…
Estas cuatro constantes ponen en evidencia que a partir de un cierto límite en adelante el llamado arte tiene mucho más de política a secas, de política cultural, y de defensa de intereses, que de arte propiamente dicho.
El ejemplo más evidente fue la coartada del llamado Arte Pop, del siglo pasado, lidereado por Andy Warhol, que sirvió en la Guerra Fría políticamente para restregarle en la cara a los soviéticos, su incapacidad de producir bienes de consumo; ya que ese estilo mitificaba precisamente esos artículos que tanto anhelaban los consumidores rusos, y que no tenían disponibles. ¡Y dio resultado!, porque el imperio soviético se resquebrajó, y el resto es historia.
La iconografía que se impone en un momento determinado, viene ya impuesta por el poder; e inclusive, se llega hasta a intervenir, de muchas maneras, las subastas de piezas de arte, con el fin de cotizar a quien conviene, claro está, siempre según los intereses del poder.
De igual forma se condiciona de múltiple formas a los artistas, para que su producción coincida con los modelos que se quieren imponer, y después se dice que el arte es libre…
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