domingo, febrero 14, 2010

¿QUÉ ES UNA CARICATURA?: BREVE ESTUDIO COMPARATIVO


Autorretrato caricaturesco de José Mercader
Tomado del sitio web: http://mercader.grf-ri.net/

Por FAUSTINO PÉREZ


Como a casi todas las grandes creaciones, a los cómics les han sacado numerosos “padres” y antecedentes, desde los códices mayas hasta los jeroglíficos egipcios, pasando por otros menos conocidos. Esto implica que su origen se ha politizado, porque la “criatura”, ha sido exitosa.
De lo que no cabe ninguna duda es que los cómics o historietas, también conocidos como tebeos, por la publicación española TBO, que aún se edita, constituyen un poderoso e influyente medio de comunicación, enmarcables dentro del sub-género de las literaturas de la imagen, asimismo, en el de las novelas gráficas, o bien, en el de comunicación distractiva verbo-icónica, igualmente, conocida como periodismo iconográfico de entretenimiento. Hay que reconocer, que hoy en día han sufrido la competencia de otros recursos de entretenimiento, en especial los juegos electrónicos.
Intentar definirlos equivale a tener que esquivar las cuantiosas excepciones, porque en realidad el vocablo cómic, tomado del inglés, sirve de paraguas bajo el cual se cobijan diferentes formatos, innumerables estilos personales, y todas las técnicas artísticas imaginables, incluyendo, por supuesto, las dibujísticas, que son las más empleadas.
Está claro que se trata de narraciones casi siempre secuenciadas que emplean textos e imágenes en viñetas o cuadros. Es preciso aclarar, que en ciertos casos, no muy abundantes, la lectura no se realiza siguiendo un orden pre-establecido, sino, que pueden ser ojeadas de acuerdo con otro ordenamiento más individual y personal. De todas maneras, esta definición no nos aclara lo suficiente la temática, porque un aviso publicitario televisivo es, por igual, una narración y emplea texto oral o escrito, e imágenes. Lo mismo puede decirse del cine o de las foto-novelas; con la variante de que el cine y la televisión producen la sensación de movimiento, que normalmente no tienen ni la fotografía ni los dibujos. La tele y el cinema son medios audio-verbo-icónico-cinéticos. El audio, se refiere a los ruidos y sonidos; lo de verbo, porque aparecen textos y se habla directamente, o bien en off; en cuanto al aspecto icónico, se debe a que se muestran imágenes de todo tipo, y cinético, como su nombre indica, hace referencia a la ilusión de movimiento.
El cómic tiene un pariente opulento que es el álbum, porque emplea, por lo general, papel de buen calidad, con cubiertas duras, con el título y los créditos en la portada y el lomo como un libro, es un poco más grande, y por supuesto, vale más caro.
Tampoco se trata de una tira cómica o tira diaria, la cual podría definirse como un cintillo, casi siempre horizontal, y de ahí su denominación de “tira”, traducida del vocablo inglés “strip”, con unas pocas viñetas, y lo típico es que tengan continuidad en días sucesivos, en la prensa.
Por su parte, los dibujos animados, también conocidos como “cartones animados”, lo cual es una mala traducción del término en inglés “cartoon”, aparecen en la tele y en el cine, ya que al tener animación en apariencia, emplean esos canales. Esa sensación de movimiento, se logra realizando pequeñas variaciones entre un fotograma y otro. Antes se hacía con dibujos hechos a mano, pero hoy en día se utiliza más el ordenador o computadora. También es posible provocar ese efecto a base de la técnica conocida como “el cuadro a cuadro”, a la que en inglés se llama “frame to frame”, y consiste en captar con la cámara elementos livianos, pequeños y/o maleables, haciendo ligeras variaciones entre fotograma y fotograma, tomándolos de uno en uno; como podrían ser granitos de arroz, o de arena, barro, masilla, plastilina, palillos, etc. Al contemplarse en una secuencia de 24 fotogramas por segundo, se produce la sensación de movilidad, por dos motivos básicos: por el llamado efecto de la “persistencia retiniana”, que consiste en que al nosotros percibir algo del mundo exterior, esa imagen permanece en nuestra retina unas cuantas fracciones de segundo más, y en segundo lugar, por el conocido como “fenómeno PHI”, que se refiere a la impresión de animación que se produce en nuestro cerebro al observar, por ejemplo, unas luces contiguas, que se encienden de forma secuenciada.
El dibujo de humor, al consistir habitualmente en una sola viñeta tampoco es lo mismo. Naturalmente, como su nombre indica, pretende hacer gracia.
El cómic es, pues, un cuadernillo que contiene la narración o las narraciones léxico-pictográficas, en unas 40-70 páginas aproximadamente, de papel de calidad variable. La mayoría posee formatos rectangulares y verticales, aunque también existen los apaisados.
En las historietas los sonidos no se escuchan como sucede en los dibujos animados, sino que se leen en el interior de unos cuadritos, que son habitualmente rectangulares, pero que pueden tener cualquier forma que el dibujante quiera, y que normalmente, como ya se dijo, se les conoce como viñetas. Para albergar dentro de las viñetas, las palabras, los sonidos, los ruidos y otros muchos signos y señales de todo tipo, desde las palabrotas hasta notas musicales pasando por idiomas inventados, se tomó prestada probablemente del arte sacro la idea, y se desarrollaron aún más en el tiempo, los llamados globos, nubes, balones, baloons, cenefas, filacterias, entre otros.
La caricatura, toma su denominación del verbo italiano “caricare” que significa “cargar” o “sesgar”, o bien, “exagerar”. Esta variante importante de la comunicación gráfica, hace hincapié en la exageración de los rasgos físicos de la persona a base del dibujo principalmente, y otras técnicas apropiadas, con la finalidad de provocar la hilaridad.
Se han encontrado rasgos caricaturescos entre los graffitis de las ruinas de la antigua Pompeya; inclusive, se considera a Leonardo da Vinci como un pionero en este arte. Se sabe que él elegía a personajes con marcados defectos físicas para ensayar.
Sin embargo, fue a partir de los siglos XV y XVI, que empezó a popularizarse entre la nobleza de Francia e Italia, pero en círculos cerrados y exclusivos, o sea que no trascendía de esos ambientes palaciegos. De ahí la moda pasó a Inglaterra.
En el siglo XIX, también se pusieron de moda los dibujos satíricos para representar a políticos con poder y celebridades estadounidenses, pero estas “bromas” o “travesuras” gráficas, muchas veces no caían bien, y por ese motivo, sus autores las publicaban con frecuencia como trabajos anónimos.
Empero, el gran auge lo tuvo a raíz de la Primera Guerra Mundial, alcanzando su época dorada en los EE.UU., en la décadas de los años 20 y 30 del siglo pasado.
Con una caricatura es posible halagar hasta empalagar a una persona, o bien, humillarla desconsideradamente. Esto implica que la intención del dibujante es fundamental, durante el proceso de ejecución.
Naturalmente que existen caricaturistas que son verdaderos artistas, con una penetración y sagacidad psicológica únicas; en cambio, existen otros que son dibujantes de plantilla, quienes carecen del “feeling”, para tratar los temas, porque los ejecutan rutinariamente.
Otro asunto importante es el estilo del caricaturista, ya que algunos no logran superar las enseñanzas de las academias, en el supuesto de que hayan estudiado formalmente, o bien, son autodidactas con más o menos fortuna. En cambio, aquellos que logran un estilo reconocible, por supuesto, tanto los que poseen una preparación académica, o no, son los más aptos para trascender.
Al exagerar, es un medio ideal para ridiculizar y satirizar, y de ahí su idoneidad para tratar temas políticos y de crítica social. Evidentemente, que al seleccionar aquello que desea exagerar, es decir, los detalles y rasgos físicos de la persona que intenta deformar, puede hacer variar el mensaje de forma sustancial.
Siempre, el dibujante proyecta algo o mucho de su personalidad en su trabajo, y el lector que aprecia su obra, se identifica, parcial o totalmente con el artista-caricaturista.
Todo lo anterior implica que la caricatura es un arte de compromiso, propio para expresar una ideología, por las maneras que tiene el dibujante de alterar la realidad; es decir, de caricaturizarla, valga la redundancia.
El caricaturista se ve impelido a elegir bien el tema, y sobre todo, de darle el tratamiento preciso, para que los demás, que son los recipientes de su mensaje, puedan captarlo.
Normalmente los personajes que se dibujan, son conocidos, en especial aquellos que se publican en los medios; esto no impide que cualquiera pueda encargar un trabajo de esos para colgarlo en la sala de su casa…
También existen caricaturas genéricas, como podría ser el hincha de un equipo de fútbol o el militante de un partido político, por poner dos ejemplos.
Lo normal es que la caricatura no contenga ningún globo, y que sea de una sola viñeta, aunque, claro está, existen sus excepciones.
En su empleo para fines políticos, la caricatura es un instrumento valiosísimo de consulta para historiadores y sociólogos.

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