domingo, febrero 07, 2010

LA CIUDAD DE SANTO DOMINGO CON LOS MISMOS PROBLEMAS DE SIEMPRE


LA GENTE OPINA (arte digital: FAUSTINO PÉREZ)

Por FAUSTINO PÉREZ

La primera metrópoli fundada por los españoles en el Nuevo Continente, aún no ha podido resolver sus problemas más elementales, y en gran medida eso se debe a la falta de apego que sienten los capitaleños por su conglomerado urbano.
Pero vayamos por partes: En primer lugar no se sabe a ciencia cierta en qué año se fundó esta urbe. La mayoría de los historiadores sostiene que fue en el 1496 por Bartolomé Colón en la desembocadura del Río Ozama, pero no todos están de acuerdo con esa fecha. De todas maneras son más de cinco siglos arrastrando las mismas dificultades, aunque aparentemente se haya progresado. Al leer la prensa de hace cien años, se puede comprobar esto. Hoy por hoy, hacia dondequiera que uno mire se nota la sombra de la corrupción
Si hacemos una comparación con otras ciudades de los países mejor organizados, comprobaremos fácilmente cómo el progreso es notorio donde quiera que uno vaya, en cambio, aquí tenemos los mismos odiosos apagones; los mismos problemas de recogida de la basura; los mismos perros sarnosos en las calles; las mismas vías llenas de baches; las mismas plagas de ratas, cucarachas, y mosquitos; las mismas fuentes sin agua; las mismas dificultades con el transporte; el mismo servicio precario de agua; la misma corrupción administrativa; el mismo drenaje pluvial que no sirve; los mismos robos de los cables eléctricos y de las tapas metálicas del alcantarillado; la misma ocupación indebida de los espacios públicos; los mismos ruidos y músicas estridentes a todas horas; y para colmo, la delincuencia incrementada en una ciudad saturada de vehículos por la negativa de construir aparcamientos públicos.
Según el responsable actual del ente público encargado del suministro de energía eléctrica, los apagones se deben esencialmente a que existen miles de usuarios, de todos los estamentos sociales, que no pagan por el servicio y/o hacen fraude. Sin embargo, él obvia señalar la chapucería que cometen los técnicos en el tendido de los cables, ya que los colocan de cualquier manera, incrementando las pérdidas y el despilfarro. Ese cableado mal tendido conjuntamente con las conexiones ilegales afean la ciudad, pero a nadie parece importarle, ni siquiera a los inspectores. Por otra parte, hay problemas para la sustitución de las bombillas de las vías y los transformadores dañados, y por ese motivo hay zonas de la ciudad que están a oscuras a pesar de que haya servicio energético.
No es un secreto que la recogida de la basura se realiza con mayor responsabilidad en los barrios más céntricos, empero, en los lugares más desposeídos no se recoge, y ¿qué hace la gente?, pues la tira en las cañadas, y al final va a parar al Mar Caribe, contaminando todo el litoral de un Malecón que podría ser uno de los más bellos del mundo. Todavía se pueden ver a los lados de esta avenida los restos de los bancos que destrozó el Huracán David en el 1979.
Con relación a los perros callejeros, en ninguna ciudad que se precie de serlo se permiten esos canes sin dueño deambulando por las calles y siendo vectores de tantas enfermedades mucho menos. Antes se los eliminaba, pero ahora por un afán de protección a los animales mal entendido, y por una carencia de recursos tercermundista, no se los recoge, y ¿qué resulta?, que muerden y contagian a las personas, con lo cual aumentan los casos de los que acuden a los hospitales públicos y crecen sus gastos. En los mismos lugares en que duermen esos animales enfermos en los parques, ahí mismo juegan los niños. Además, crean problemas con la basura porque tienen hambre.
Aquí parece que el asfalto que se emplea es de mala calidad, o bien, lo mezclan tanto que sólo dura unos pocos meses. Esa práctica aumenta la ocurrencia de baches y hoyos poniendo en peligro la vida de las personas; aparte de que tampoco saben asfaltar porque lo que hacen es elevar literalmente cada vez más el nivel físico de las calles, y eso que hace más de 60 años que se asfaltan las calles en Santo Domingo, cuando empezaron con la Dr. Delgado. Algunas de ellas están ya tan altas que se dificulta sobremanera su limpieza y recogida de la basura, e imposibilita el empleo de máquinas para su aseo. Basta con ver cómo están la Palo Hincado y la 19 de Marzo en la Ciudad Colonial. Una vez trajeron unas maquinarias que derriten el asfalto ya colocado y permite el reasfaltado de forma más eficiente, pero no sé que les sucedió. Las pinturas que se emplean para señalizar las calles tampoco son de buena calidad, y con dos o tres aguaceros desaparecen casi por completo. Eso crea problemas en especial con la calles de una vía. En décadas anteriores se lavaban las calles todas las noches, pero ahora eso es una utopía.
Antes se fumigaba en las casas y en las calles por cuenta del Ayuntamiento, pero ahora en algunos sectores hay tantas plagas de mosquitos, cucarachas, ratas, ratones, y tantos insectos dañinos, que prácticamente se adueñan del territorio; y las ratas se han convertido en el equivalente de nuestras “ardillas” capitaleñas. Esos animales desdicen mucho de una ciudad, y constituyen un serio problema de salud pública.
Los arquitectos, urbanistas y diseñadores insisten en esbozar sus proyectos incluyendo fuentes de agua en sus diseños, ¿pero qué sucede?, pues sencillamente lo que ocurre es que debido al deficiente suministro de agua, y al hecho de que todavía los responsables de darles mantenimiento a dichas fuentes, no se han percatado de que son para adornar y embellecer la ciudad y las edificaciones, pronto son abandonadas, y así trabajan menos; de tal suerte que los espacios para el agua de dichas fuentes se convierten en depósitos de basura y de cría de toda clase de alimañas.
El transporte capitaleño ha sido un permanente dolor de cabeza para los usuarios desde hace muchos años, dominado por unos sindicalistas agresivos, quienes controlan las “rutas”, cobrándoles un canon a los choferes, siempre teniendo en cuenta sus beneficios personales, no en prestar un servicio comunitario. Esto es sencillamente una grosera aberración, ya que las “rutas” deberían de estar en manos de los Ayuntamientos, para de esta manera tener otra fuente de ingresos.
Es cuestionable si el agua que sirve la CAASD en la capital es potable, o no, ya que debido a la escasa purificación de la misma, y por las averías provocadas para sustraer ilegalmente el preciado líquido, se cuelan elementos indeseados en las tuberías. Al igual que sucede con la electricidad, aquí hay demasiadas familias que nunca han pagado por el agua que consumen. Todo este caos y la deficiente planificación traen como resultado que algunos barrios no reciban el servicio de agua adecuadamente, con lo cual aumenta el desasosiego social.
Los casos de corrupción administrativa son tantos y tan graves que su simple descripción ocuparía decenas de volúmenes. Naturalmente que esas mañas fraudulentas no son de ahora. Es prácticamente imposible encontrar un capitaleño adulto que no haya padecido los efectos negativos de la corrupción. La división administrativa de la ciudad con varios alcaldes, lo que ha logrado ha sido el aumento del despilfarro y de la corrupción, en lugar de servir para descentralizar.
El drenaje pluvial se empezó a construir en la época de Trujillo, y luego de la desaparición del tirano, esas obras se descontinuaron. Por otro lado, tampoco se le ha dado el correcto mantenimiento a la red que se hizo, y lo poco que se ha hecho, se ha hecho mal e insuficientemente. No es de extrañar que cuando llueva la capital se inunde en tantos lugares rápidamente, incluyendo el Malecón que tiene el mar al lado, ¡es el colmo de la ineficiencia! La cuestión se agrava por la malsana costumbre capitaleña de tirar la basura a las calles.
Los robos de los cables del tendido eléctrico y telefónico están a la orden del día, y no es raro que comunidades enteras se queden sin cualesquiera de ambos servicios. Lo “curioso” es que los exportadores de metales son archiconocidos, y nunca se investiga nada. Lo mismo ocurre con la sustracción de las tapas metálicas, y al hacerlo los agujeros que permanecen abiertos han provocado numerosos accidentes, incluso, con pérdidas de vidas.
El dominicano cree que el espacio está ahí para ser ocupado sin importarle el dueño, y así tenemos que invaden ilegalmente las aceras, inclusive la gente cree erróneamente que las aceras pertenecen las viviendas, y la realidad es que son del Ayuntamiento para que las personas circulen; tampoco se salvan ni las calles, ni tampoco las áreas verdes, y es poco lo que se hace para subsanar esto.
Sin lugar a dudas, Santo Domingo se ha convertido en una de las ciudades más ruidosas del mundo, y esa contaminación acústica con tantos decibelios afecta el sentido de la audición de las personas y aumenta la presión sanguínea de los capitaleños. Esa perturbación sonora proviene principalmente de los vehículos con sus aparatos de música, de sus bocinas y sus alarmas, de los llamados “colmadones” y otros clubes, de la misma gente que habla en voz alta, etc., todo ello a cualquier hora del día o de la noche.
Debido principalmente al incremento del tráfico y consumo de drogas alucinógenas, y como secuela de lo anterior, simultáneamente se ha disparado la delincuencia, practicada por jóvenes desesperados que necesitan dinero para satisfacer su vicio. Esto ha provocado un aumento de la inseguridad ciudadana, consecuentemente.
Estos son a vuela pluma, algunos de los males que nos aquejan a los capitaleños, que se han ido acumulando y empeorando con el paso del tiempo y por la corrupción, y aunque no están todos los que son, sí son todos los que están.

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