Jaime Alguersuari (foto: EFE)
Por FAUSTINO PÉREZ
Desde la época de los dinosaurios no se escuchaba un rugido igual, allá por el período Jurásico, y si es por decibelios, lo que sucedió el domingo 23 de mayo por la tarde en el malecón de Santo Domingo no tiene parangón en la historia de esa avenida emblemática de la ciudad. ¡Las arenas del Mar Caribe se estremecieron!
Sólo un “animal” muy grande y muy poderoso puede provocar un sonido similar, una “bestia” capaz de desplazarse a más de 300 kms. por hora y de concitar simultáneamente la atención desbordada de miles y miles de aficionados al deporte de la Fórmula 1, obviando la llovizna intermitente y el calor húmedo del litoral.
El recuerdo de la ruidosa campaña electoral recién finalizada quedó empequeñecida ante semejante demostración de poderío acústico y de velocidad. Incluso, el equipo de Jaime Alguersuari fue más persuasivo aún que los políticos, al recalcar en la promoción la “nana dominicana” que había tenido desde su niñez, y lo mucho que le gustaba Santo Domingo.
Con semejantes credenciales no es de extrañar que Alguersuari vaya a tener, sin lugar a dudas, más seguidores aquí que en su tierra natal, proporcionalmente. Es increíble cómo en la Era Massmediática un deportista puede hacer en pocas horas, un mejor trabajo de relaciones humanas que todos los diplomáticos y funcionarios juntos.
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