sábado, mayo 22, 2010

EL “LAMBONISMO” Y SUS PRINCIPALES SECUELAS


Parque Temático, también conocido como el Zooberto, o Fuíquiti Park,en Santo Domingo (foto: RAFAEL AUGUSTO LORENZO)

Por FAUSTINO PÉREZ

El verbo “lamer” tiene dos acepciones según el diccionario de la Real Academia Española, por una parte significa: "pasar la lengua por la superficie de algo", y por otro lado, quiere decir: "rozar blanda y suavemente algo al pasar por ello".
Como variante más vulgar existe el verbo “lamber”, como sinónimo de adular tanto en Uruguay así como también en México y otros países del continente americano, incluyendo la República Dominicana. De la misma manera se emplea “lamber” en las Islas Canarias y en otras regiones de España y de Hispanoamérica como sinónimo de “lamer”. Entonces un “lambón” equivale a un adulón en muchos países de habla hispana, y tiene como sinónimos los términos “limpiapolvo” y “limpiasaco”, “lamenalga”, "lameculo", "lambiscón", y otros epítetos más vulgares, en la República Dominicana.
Para expresar el término genérico aquí en Dominicana decimos “lambeterismo” o “lambonismo”, “limpiapolvismo” o “limpiasaquismo”, “lambonería”, entre otros vocablos despectivos. La adulación es la segunda pata de las cinco que tiene la mesa cultural dominicana, siendo las otras cuatro patas: los privilegios, la crueldad, la corrupción, y el chisme conjuntamente con otras malas artes emparentadas. Estas cinco variables han permanecido como constantes a lo largo de toda nuestra historia desde la llegada de Colón, es decir, que nunca han faltado.
Ahora bien, ¿cómo surgió el lambonismo? Si aplicamos un razonamiento inductivo para encontrar los orígenes de la adulación nuestra, ya desde la época de la esclavitud en el período colonial al esclavo que más complacía al amo se le daba mayores privilegios, inclusive, el carente de libertad era hasta capaz de castigar físicamente a sus hermanos de raza con tal de quedar bien ante su amo, es decir, de adular, y así llegaba a ser una especie de capataz de confianza. Por otro lado y en cuanto al otro sexo se refiere, si la esclava le servía sexualmente al amo podía hasta darle descendencia, con todos los privilegios que eso acarreaba, ya que eso normalmente le significaba a ella, por lógica, un mejor trato.
Consecuentemente tenemos que el mecanismo más expedito para trepar en la sociedad dominicana consiste en saber adular, porque las otras cuatro patas de la mesa cultural no se prestan para ello o son menos útiles. Sin embargo, esto ha creado un círculo vicioso ya que normalmente el adulón lo que quiere es que le proporcionen un trabajo u ocupación, o sea, alguna ventaja material, o de otra índole; entonces, las “víctimas” más propicias de los lambones suelen ser las personas que tienen poder y/o los políticos, - y los empresarios en menor medida - , quienes poseen la facultad de nombrar a un personal y/o de conceder favores económicos y/o políticos. (No vamos a entrar a comentar los lambones de favores sexuales, y de otras clases, que también existen).
El asunto se complica cuando el adulón logra el cargo anhelado, si era eso lo que quería, ya que por obligación o por necesidad el lambón no suele estar bien preparado, y debido a su propia ineptitud acostumbra a tener una baja autoestima; que dicho sea de paso, le sirvió paradójicamente para aprender a adular, y en vías de consecuencia para lograr el cargo o la ventaja que buscaba de algún tipo.
¿Y qué sucede pues?, que el lambón en el cargo, a su vez se rodea de otros adulones como él, con el fin de elevarse su deteriorada autoestima; por eso ustedes ven que algunos funcionarios andan con un séquito exagerado incluyendo más asistentes y guardaespaldas de los que se requieren para su cargo, y claro, prácticamente todos los del séquito son adulones como su jefe.
Y cuando tiene que administrar algún presupuesto el funcionario-lambón lo despilfarra, lo dilapida y/o se roba todo lo que puede. Yo siempre he dicho que al Estado y al erario público les sale más económico mantener a los adulones con un sueldo, aunque sea sin trabajar; y que se nombre a expertos en las diferentes áreas en puestos ejecutivos con el fin de que tomen las decisiones. Es evidente que esta propuesta mía no será del agrado de lo lambones, por razones obvias.
Comparativamente en otros países más avanzados los mecanismos de ascenso social, militar y/o laboral son marcadamente diferentes: Por ejemplo en los EE UU, se les da seguimiento permanente, con evaluaciones períódicas, a los estudiantes más brillantes en el caso de las universidades y en las academias militares también; y en cuanto a los empleados se refiere, se lleva un récord sistemático de los más eficientes y con mayores aptitudes, en las empresas establecidas, para fines de ascenso y aumentos salariales; esto significa que un adulón tiene pocas probabilidades de colarse. En el caso de España, por poner otro caso, los mejores cargos del gobierno, es decir, los mejor remunerados y con mayor seguridad y estabilidad, se logran por oposición tras unas pruebas durísimas para las cuales los candidatos tienen que prepararse durante varios años, normalmente.
Esa actitud de sumisión y de quedar bien, produjo con el transcurrir de los años una especie de supervivencia del más adulón entre los dominicanos, hasta tal punto que no es difícil encontrarse con verdaderos “artistas” de la lambonería, quienes intentan lograr sus objetivos sin ningún tipo de reparos ni escrúpulos, ni mucho menos de preparación. ¡Y de hecho lo logran! Algunos practican una especie de mimetismo con el adulado, o sea, que lo imitan en las poses, o en el bigote, o en la corbata, en el habla, o como sea, con tal de caer bien y ser un buen cortesano.
El período histórico nuestro en el cual los lambones tuvieron que hacer más “malabares” para adular con la finalidad de lograr sus objetivos fue, sin lugar a dudas, la llamada Era de Trujillo, llegando a comparar al tirano al mismísimo Dios, o bien, llevándole al déspota sus esposas e hijas para que se enamorara de ellas, o poniéndose inclusive literalmente de rodillas ante el “Jefe”, entre otras muchas lindezas. Las cosas que hace la gente para sobrevivir son inverosímiles, y el que caía en desgracia en la Era lo pasaba muy mal por el control absoluto que tenía Trujillo sobre el país; por ese motivo son incontables los ejemplos de adulación extrema en esa época. Aquí todavía no se ha estudiado, el grado de culpabilidad que tuvieron los lambones de la época en la creación de ese “monstruo” llamado Trujillo.
Esa adulonería crea ciertas tensiones y desequilibrios si el adulado se llega a creer los halagos y lisonjas, y puede llegar a desquiciarse. Imagínense el tremendo autocontrol que tenía el tirano Trujillo quien recibía alabanzas el día entero. Encima de las que recibía por los lambones de turno, otras las provocaba él mismo, ya que, por ejemplo, si aparecía su nombre en la prensa era imprescindible añadirle algunos de sus muchos títulos de grandeza, y no digamos nada de los discursos de los alabarderos en los mítines políticos y en el trato personal. Esa necesidad de ser adulado, lo llevó inclusive a tener problemas con la iglesia católica, cuando los obispos se negaron a concederle el título de Benefactor de la Iglesia.
El lambeterismo puede provocar un efecto muy peligroso, aunque no deja de ser interesante, y consiste en que cuando un lambón se ve compelido a adular a alguien por miedo al poder que ostenta, si el adulado pierde ese poder, entonces, la adulación pasa al otro extremo y provoca una resaca y se convierte en odio y en rechazo hacia el adulado. Se trata del amor y la aversión manifestados como extremos de una misma escala.
Asociado con el lambonismo porque se complementan de alguna manera, y sin temor a equivocarme, la motivación más importante entre los dominicanos es el afán de gozar y disfrutar de la vida, en buena medida motivados por las estrecheces y precariedades por las que se atraviesan y que son producto de la miseria, como los problemas con el suministro de agua, con la energía eléctrica, la delincuencia, la corrupción, la recogida de la basura, y un largo etcétera. Es una manera de compensar de alguna forma la situación y de equilibrar la balanza.
Naturalmente que existen otros muchos factores que coadyuvan a que se produzca este fenómeno de querer celebrarlo todo, como los hábitos en la crianza sobreindulgente, el clima sensual, la falta de educación, los malos ejemplos y así por el estilo. El lambonismo ha servido históricamente para saciar el apetito de gozar la vida, es más, lo espolea, ya que esa es la única oportunidad que tienen muchos mediocres de disfrutar de los placeres de la vida, y por eso perdura; a pesar de que hay que reconocer el hecho de que las necesidades creadas por la publicidad, el llamado “efecto demostración” y el “consumo conspicuo”, han incrementado enormemente las querencias y caprichos de los adulones, y de los que no lo son. Igualmente los dominicanos que viajan al extranjero, o los extranjeros y dominicanos que vienen de visita acostumbran a traer bienes de consumo y mercancías que son apetecibles para los que no las tienen.
En 1908, cuando Thorstein Veblen publicó su Teoría de la Clase Ociosa estableció que las relaciones humanas se basaban en la imitación y en la envidia, llevándole la contraria a otros economistas de la época; de esa manera surgió el concepto de “consumo conspicuo” de Veblen. Esto ocurre cuando la gente consume para irritar y fastidiar a los demás y de esa forma provocarles envidia.
Por otro lado, J. S. Dusenberry puede considerarse como un sucesor de Veblen con su “efecto demostración”, el cual explica lo que ocurre cuando un consumidor entra en contacto con bienes superiores, es decir, de mayor calidad y mejor aspecto de los que ya posee. Esto implica que al adulón ver lo que el otro tiene que es mejor, inmediatamente lo desea también. De esta manera tenemos que la envidia y la capacidad de imitación hacen que el lambón se esmere aún más en su afán de lograr los bienes materiales que tanto desea.
El lambonismo es una de las peores lacras sociales que padecemos, de las que atrasan nuestro desarrollo; y lo que es peor aún, esta práctica es una auténtica plaga perniciosa y dañina, y está íntimamente asociada a la eliminación a como dé lugar de los más capaces, para que reine la mediocridad, ya que son muchos los intereses que están en juego.

No hay comentarios.: