lunes, agosto 18, 2008

TIPS PARA LOS FOTÓGRAFOS

EL FOTÓGRAFO Y LA MODELO


FAUSTINO PÉREZ

Desde el punto de vista de la cibernética se dice que una persona es más “inteligente” mientras más jergas, argots, idiomas y lenguajes domine; es decir, mientras mayor sea la cantidad de información que pueda “entender”. De igual forma podría afirmarse que un fotógrafo es más versátil, en la medida en la cual practique con éxito diferentes especialidades fotográficas.
No me estoy refiriendo a los llamados “chiriperos” de la cámara, quienes dicen que si a todo, y luego no hacen bien nada, aunque ya se sabe que las actividades que las personas realizan para sobrevivir son inverosímiles, y están en su perfecto derecho. Otro problema sería lo que opinan sus clientes defraudados.
Qué duda cabe de que no es lo mismo disparar con una cámara acuática bajo el agua, que una foto de un acto público, una instantánea en un mercado de pulgas repleto de gente, que un bodegón publicitario empleando un sinfín de fondo, tomar una foto furtiva de paparazzi, o bien, fotografiar a una modelo…Cada tipo de fotografía – por así decirlo – tiene sus características, sus bemoles y problemas disímiles a resolver, independientemente de las limitaciones técnicas, psicológicas y físicas del fotógrafo.
La fotografía como técnica-arte-ciencia-hobbie, cada día se diversifica y se especializa más; por consiguiente, resulta prácticamente imposible abarcarlo todo.
No obstante, el tema que nos ocupa, sin ser uno de los llamados grandes tópicos del mundo fotográfico, se practica con múltiples finalidades. El binomio fotógrafo-modelo, de sexos contrarios, si bien no es, por supuesto, el único posible para esta especialización, sí en cambio es el más corriente: Nos referimos a la combinación hombre-fotógrafo y modelo-mujer. De ahí que la gran mayoría de mis comentarios se referirán a esa clase de pareja.
Naturalmente, que existe una gran diferencia entre fotografiar profesionalmente a una top model reconocida internacionalmente, que cobre un dineral y con mucha demanda de trabajo, en una isla paradisíaca del Pacífico, o en un depósito de autos viejos en Los Ángeles, en un tren–bala japonés, o en un canal de Amsterdam; al comparar esto con el vecino que pide una camarita prestada para fotografiar a su nieta en la acera de la casa el día de su cumpleaños, notaremos el contraste en seguida.
Como ustedes comprenderán, los problemas logísticos y de material de apoyo incluyendo a los ayudantes y asistentes, son muy diferentes. En las “grandes ligas” de la fotografía, existe una competencia atroz, muchisimo dinero e intereses involucrados, y reputaciones que es menester revalidar constantemente, para que las cotizaciones aumenten o, que como mínimo, se mantengan. No es cuestión de “hazme un favor que luego yo te hago otro”, sino más bien, de que “si tú quieres esa foto tienes que pagar tanto”.
Mucho menos es un asunto de recortar una fotografía de una revista extranjera y decirle al fotógrafo: “yo quiero una igual”; o peor aún, de usar esa misma foto e incluirla en un arte sin pedir permiso a nadie, sin darle crédito a la modelo, ni al que tomó la imagen, y sin desembolsar nada; y luego pretender vender la publicación donde aparece la foto pirateada fuera del país.
Desde la vertiente de la relación fotógrafo-modelo, si se aplica una “fórmula”, o sea, tal ángulo, con tal luz, con tal distancia, con tal lente, con tal fondo… basta con fijarse en sus características corpo-faciales y trabajar en consecuencia utilizando el método descrito en los manuales. La resultante será casi siempre una foto fría y más o menos correcta. Para hacer esto no se precisa conocer la psicología y el potencial de las personas. No es lo mismo que pretender lograr algo más que una apariencia estándar, con una imagen con estilo propio, para lo cual se precisa que se desarrolle una compenetración entre el fotógrafo y la fotografiada. Bueno, como los estilos tienen un marchamo, los clientes ya eligen a los fotógrafos conociendo de antemano sus trabajos previos.
Cabe la posibilidad de efectuar variantes a partir de una idealización básica que haya servido de punto de partida; luego se selecciona. Incluso, la protagonista puede tener una inspiración genial, lo mismo que el autor de la foto; o bien, cabe la posibilidad de que la modelo adopte una pose de las suyas que sirva y sea interesante o adecuada para el fin que se quiera lograr. Hay que hacer la salvedad de que no todas las modelos tienen la misma capacidad de improvisación. De todas formas, se supone que si son profesionales tienen un mínimo de aptitudes.
De todas formas el ambiente favorece o desfavorece las fotos; por descontado que existe mucha diferencia entre estar en un hotel de lujo o encontrarse un basurero maloliente, o bien, en un camposanto abandonado de madugada, versus un ring de lucha libre. Es preciso tomar todo esto en cuenta, y mucho más, ya que la búsqueda de imágenes insólitas no tiene límites.
La música puede jugar un papel importante cuando sea pertinente, claro está, complaciendo los gustos de la modelo. Se sabe por experiencia que el acompañamiento musical puede crear un estado de ánimo, y un “feeling”, de tal suerte que hasta contribuya a marcar el ritmo de los disparos; además, es probable que colabore en un alto porcentaje al éxito de la sesión fotográfica, es decir, a la consecución de lo que se quiere lograr o expresar por medio de imágenes. En exteriores cabe la opción de llevar un equipo portátil.
En las sesiones profesionales es imprescindible tener ayudantes para encargarse de eliminar el posible sudor causado por las altas temperaturas de la iluminación artificial, o bien, del sol ardiente. De lo contrario, si además no se retoca el peinado, el maquillaje y la vestimenta, se corre el riesgo de que las fotos tengan que ser retocadas mucho o que sean inservibles.
Los fotógrafos de modelos desnudos tienen que contar con mayores presupuestos, porque las modelos cobran tarifas más caras, aparte de que no todas están disponibles para posar sin ropa. Hay fotógrafos que les proporcionan a sus modelos bebidas alcohólicas, con el fin de que se desinhiban. Se han dado casos de modelos borrachas, que cometen toda clase de excesos.
Para las fotos semi-profesionales, hay que tener mucho cuidado con los juicios emitidos por allegados, puesto que aunque sean buenas personas en otros órdenes y tengan intenciones sanas, eso no significa que automáticamente estén capacitadas para emitir una crítica aceptable, sobre estos temas.
Hay féminas muy coquetas, desenvueltas o con grandes dotes histriónicas, pero que no son profesionales, que al ponerse frente a una cámara se quedan casi petrificadas. Si el fotógrafo no conoce ese comportamiento puede sufrir una decepción. A propósito, hay modelos masculinos que son más coquetos y narcisistas que muchas mujeres, hasta tal punto que parecerían que suspiran todas las mañanas ante el espejo al contemplarse.
Hay modelos no muy experimentadas que digamos, que están demasiado pendientes del disparo, y salen como los espías mirando de reojo, otras en cambio aparecen tensas por su exagerado sentido de no hacer el ridículo. La clave de esto está en la naturalidad, aunque la toma sea extravagante. Existe un paralelismo entre la manera de “enfrentar” a la cámara, y los modos que desarrolla la gente para lidiar con los asuntos y problemas que la vida les depara.

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