lunes, septiembre 01, 2008

¡LLUEVEN LAS QUEJAS!

LOS APAGONES Y EL ATRASO SOCIAL

Por FAUSTINO PÉREZ

Una de las variables más importantes que sirven para separar a las naciones desarrolladas de las que no lo son, es precisamente el empleo de la energía eléctrica. Basta con sobrevolar en horas nocturnas a Tokio, Nueva York, Sao Paulo, o París, para darse cuenta de lo que afirmo. Incluso, la propia naturaleza hace uno de sus portentosos y espectaculares alardes de poderío, justo con las tormentas eléctricas.
El propio cuerpo humano necesita de impulsos eléctricos, entre otras funciones, nada más y nada menos que para los latidos del corazón, sin los cuales la vida no es posible en condiciones normales. Es toda una simbología.
La sociedad necesita también de la energía porque todos los electrodomésticos dependen del fluido eléctrico, y en un país tropical los alimentos se echan a perder rápidamente por el clima, y necesitan refrigeración.
No digamos nada del confort que proporcionan los ventiladores de muchos tipos y los aparatos acondicionadores de aire, los cuales contribuyen a mejorar el rendimiento en el trabajo, y al descanso, sobre todo en horas nocturnas. La energía eléctrica también es vital para el funcionamiento de aquellos artefactos que se emplean para el esparcimiento, entretenimiento y diversión, como son el televisor, la computadora, los equipos de música… Por igual impide o dificulta la lectura, incluyendo el estudio. Sin descanso pleno y sin esparcimiento las personas se tornan más agresivas, estresadas y malhumoradas.
Eso provoca que se incrementen las protestas y ocurran heridos y muertos, aparte que les crea más tensión a los cuerpos de seguridad, con el incremento en los gastos que eso conlleva, para transportar efectivos, compras de equipo, adquisición de bombas lacrimógenas, balas, camiones de agua, atender a los heridos y muertos, etc. Todo ello a costa del erario público. Aparte de que las comisiones que se pagan por la compra de estos suministros y equipos anti-motines fomentan la corrupción.
Los inconvenientes en el suministro de energía crean otros problemas sociales, porque la gente desesperada acude a soluciones individuales para resolver su problema, y tiene que gastar en plantas eléctricas que suelen ser ruidosas y provocadoras de muchas molestias, en acumuladores caros, o en otras fuentes de energía alternas como la solar y la eólica. Eso significa otra carga más para las economías domésticas, y no se ahorran combustibles a nivel nacional.
La producción se ve afectada por igual, porque encarece los productos para el consumo local, con lo cual se provoca más descontento y más peticiones de aumento de salarios, y saca de competencia a las empresas nuestras con vocación de exportar, con lo cual se genera un desequilibrio negativo en la balanza de pagos.
Esta crisis en el suministro de energía provoca tensiones porque las autoridades no se atreven a cobrarla en los barrios y sectores donde la gente no paga, ni tampoco somete y sanciona a aquellos grandes sustractores del fluido, y a los que tienen conexiones ilegales. De la misma manera no se le quiere poner coto al robo de cables del tendido eléctrico con la finalidad de exportar el cobre, por los intereses involucrados, lo que motiva que sectores enteros se queden sin energía durante días. Todo esto se traduce en más descontento.
El sistema educativo se ve seriamente afectado también, porque las clases nocturnas se interrumpen, o bien, hay que hacer gastos en suministradores de energía alternos, y cuidar los equipos para que los vándalos no los hurten. Esos mismos jóvenes tienen igualmente problemas para estudiar en sus hogares, por los constantes apagones. No es de extrañar el bajo rendimiento de los estudiantes dominicanos en las evaluaciones internacionales.
El sistema de salud también se ve seriamente amenazado, con lo cual se crean más sufrimientos a los afectados, aparte de la carga económica que significan para los hospitales y clínicas, y las tantas molestias que implica, el tener que funcionar con tantos apagones. Esto también encarece el servicio, por supuesto.
La pregunta no se hace esperar ¿cuándo saldremos de este círculo vicioso?; al paso que vamos creo que nunca, porque la crisis energética se ha convertido en un fabuloso negocio para unos cuantos, incluyendo las empresas generadoras, los políticos insaciables de turno y los proveedores de energías alternas; en tanto la población que paga por el servicio - que es la perjudicada – se muestra indiferente, aunque molesta, ante el descalabro, y la que no paga quiere conservar sus privilegios.
Así estamos, presumiendo de los “avances tecnológicos” según la propaganda oficial, mientras nos encontramos sumidos en el atraso más inverosímil, y con una mano detrás y otra delante en la realidad, para cubrir nuestras vergüenzas.

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