viernes, octubre 31, 2008

EL HAMBRE TAMBIÉN "ALIMENTA" A LOS MITÓMANOS

Por FAUSTINO PÉREZ


El titular del periódico del día 25 de octubre del 2008 no dejaba lugar a dudas: “Denuncian aparición de grandes serpientes en Santiago”, y con un tipo de letra más pequeño decía: “Aunque aparentan no ser venenosas, ´representan un gran peligro para la población humana, sobre todo para los recién nacidos`”. Esta es otra prueba más de la gran capacidad que tiene el dominicano para crear mitos. Cualquiera diría que este es un país de mitómanos.
En la misma nota de prensa se afirma que: han “batallado con los reptiles para evitar perder sus criaturas”. Todo un rosario de exageraciones, que se parece más a un mini-guión de una película de terror que a una información periodística.
Aunque el diccionario de la Real Academia equipara a las serpientes con las culebras, normalmente, se emplea el vocablo serpiente para referirse a los ofidios venenosos, y el término culebra, para los que no lo son. Pero resulta que en esta isla no existen ofidios que porten veneno; además, los que hay, tampoco son capaces de engullirse a un bebé.
Sin embargo, los mitos no entienden de lógica ni de razones, ya que es el llamado cerebro reptiliano de la persona el que está al control. O sea, que se trata de la zona o área cerebral más primitiva. Lo bueno es que el mito se propaga, y se agiganta, porque cada cual le añade y le quita detalles a la noticia, y algunos de ellos hasta se han convertido en parte de la cultura popular.
Por ese motivo las culebras nuestras tienen tan mala fama, y cada vez que son halladas las quieren matar; son muy pocos los que las defienden como controladoras de plagas dañinas como las ratas y los ratones. Porque una cosa es que ciertas personas – en especial mujeres – les tengan miedo, y otra muy diferente es que sean peligrosas para la vida humana. Al día siguiente el Secretario de Estado de Medio Ambiente le salió al paso a las “informaciones” acerca de las “serpientes de gran tamaño”, desmintiendo la noticia. Por supuesto que esas declaraciones no van a servir para evitar que se siga matando a las culebras.
Basta con ir al serpentario del Instituto Butantan de Sao Paulo, Brasil, para comprobar las diferencias con las culebras nuestras. Las serpientes brasileñas se utilizan para extraerles el veneno con la finalidad de preparar el suero antiofídico, lo cual no es necesario en este país.
Empero, este no es el único ejemplo de la “gran maquinaria del rumor” que tenemos; al igual que a las culebras, también suelen matar a los llamados “saltacocotes”, porque supuestamente le saltan al cuello a la persona, lo cual es totalmente falso, ya que se trata únicamente de un lagarto grande (aprox. 15 pulgadas, ó, 38 cms.) que abunda poco en las ciudades dominicanas, y es totalmente inofensivo. Por ejemplo, yo mismo sólo lo he visto cuatro veces en mi vida. En muchos pueblos, cada vez que aparece el saltacocote intentan eliminarlo a pedradas o como sea.
En realidad, aunque un mitómano experto no se dedica o no tiene la intención aparente de propalar rumores, su manía esta íntimamente ligada al rumor, e igualmente con el chisme y el zaherimiento, porque sus increíbles hazañas están en la boca de todos, provocando la hilaridad de muchos que le conocen. Viene a ser una especie de rumor pero con cierta gracia, si uno no se lo cree.
Según la fórmula del rumor de los profesores de psicología de la Universidad de Harvard, G. W. Allport y Leo Postman (1), para que un rumor se propague tiene que verificarse IxA, es decir: importancia por ambigüedad. El tema ha de ser de interés para la audiencia, porque si se le dice a un campesino nuestro que los camellos van a subir de precio en Egipto, a poca gente le interesa ese tema. Por otro lado es necesario que exista un vacío o incertidumbre informativos, que puede ser también lo que se conoce técnicamente como una polisemia, es decir, que haya una confusión y no se sepa lo que está ocurriendo.
Por esas razones mitomaníacas al fallecido Presidente Joaquín Balaguer lo “mataron” no sé cuántas veces; incluso, un alumno mío me aseguró de fuente segura “que a Balaguer lo habían embalsamado en Miami, y que pronto darían la noticia al país”. En esos instantes el Presidente estaba dando su habitual caminata por el Mirador Sur de Santo Domingo.
Las veces que mis amistades me han contado a mí acerca de sus “hazañas” exageradas durante la Revuelta de Abril del 1965, son incontables; o bien, de lo que “sufrieron” durante el trujillato. Todo para darse importancia y/o para lograr ventajas. En estos casos la mitomanía tiene un fuerte componente de morbo, e incluso, de sado-masoquismo.
Es evidente que el grado de credulidad de una persona es inversamente proporcional a su inteligencia, su ignorancia y su falta de cultura e información, aparte de que existe gente más sugestionable que otra. Cuando aquella madrugada del 1 de octubre de 1998 se creó un pánico enorme en la población con el falso “maremoto”, pocos días después del paso del devastador huracán Georges por la isla, alrededor del 22 de septiembre del mismo año; se pudo comprobar el nivel de candidez de la población; aunque es preciso aclarar que muchos entraron en “pánico” para divertirse y para seguir la corriente.
Lo mismo sucedió con el rumor del “animal extraño en la UASD”, también conocido como el “chupacabras de la UASD”, que se trató de un foto empleada por los estudiantes para el Día de los Inocentes en noviembre del 2007, y que no prendió en la población. Luego yo la resemanticé y puse en marcha un experimento mediático el 8 de marzo del 2008, y con la ayuda del diario El Nacional, - voluntaria o involuntaria - , llegó a más de dos millones de personas, según los expertos en estadísticas. Como fue antes de las vacaciones de Semana Santa, a los estudiantes les convenía tener una excusa para pensar en otras cosas. El impacto fue tan grande que aún todos los días entra gente a mi blog buscando información al respecto.
Para el “maremoto” se emplearon básicamente el medio telefónico, los contactos personales y los altoparlantes; en cambio, para el “chupacabras” se trató esencialmente de un fenómeno internético al inicio, “disparado” por un medio escrito, y amplificado por los contactos personales, y por el propio internet.
Sin embargo, existen hábitos y condiciones que coadyuvan a la propagación de rumores y mitos, aparte de la ignorancia ya mencionada. Por un lado tenemos la miseria conjuntamente con el hambre, y su secuela de analfabetismo que padece un porcentaje apreciable de la población, y que ahora con la gran crisis económica mundial se puede agudizar; luego está el abrasante sol tropical que deshidrata al mejor dotado y que produce alucinaciones; por otra parte existen las resacas y las intoxicaciones etílicas que cuentan con tantos “simpatizantes”, y que provocan delirios a más de uno. No nos olvidemos de los consumidores de drogas alucinógenas, que cada día aumentan. También existen personas influenciadas principalmente por las lecturas mal asimiladas, por la publicidad y por el telecable, que no se resignan a no poder tener de todo lo bueno que la vida ofrece, y eso frustra.
Otros factores a tomar en cuenta es que la mitomanía se aprende, de los familiares y de los relacionados, porque ya se sabe que existen familias de mitómanos; aparte de que es contagiosa para los demás. Si alguien miente para provocar envidia, llega un momento en que el otro se ve compelido a hablar mentiras, de la misma manera, para no quedarse atrás.
Si a lo anterior se le suma la vagancia producida por el desempleo y el subempleo, tenemos un cuadro ideal para propagar rumores. Aún recuerdo la vez que se produjo un aparatoso accidente en la esquina de mi casa, como a eso de las 6 de la tarde. Todavía a las 3 de la madrugada había gente especulando y comentando el suceso.
La falta de objetividad también es típica, y es debida en la práctica a los fallos en la educación, principalmente por la escasa lectura de textos bien ponderados, convertido eso en un problema cultural, igualmente.
¿Pero que es lo que “alimenta”, o estimula a los mitómanos locales?, y por extensión a los de otros países, ¿cómo se explica que “intelectuales” reconocidos nuestros sean también unos conocidos fabuladores en los corrillos de amigos? Normalmente estos mitómanos letrados tienen problemas de autoestima, porque generalmente en sus “historias” siempre están ellos como protagonistas, lo cual viene a ser una especie de común denominador. Aparte de esa característica, muchos mitómanos se llegan a creer sus propias invenciones, y hay otros que “sueltan” el embuste para ver como uno reacciona; o bien, lo practican cuando intentan lograr ventajas de alguien, a corto plazo. Conozco uno que cuando quiere ligar en la terraza de la cafetería donde suele acudir, se comunica en voz alta con su interlocutor mencionando sus fincas, sus cabezas de ganado, y demás “propiedades” inexistentes, como una forma de motivar a la dama de la mesa de al lado. En este ejemplo la exageración tiene más que ver con un asunto que le compete más a la Teoría de la Desinformación, (2), que a la psicología o a la psiquiatría.
Un conocido crítico dominicano ya fallecido hace unos pocos años, cuyo nombre omito, me contó cómo él financió la Revolución Sandinista de Nicaragua con los fondos que el Partido Comunista italiano le depositaba en sus cuentas secretas de Suiza; en otra ocasión me “confesó” que Rubirosa le había confiado a él el secreto de su éxito con las mujeres; y en otro momento, me describió lo bien que lo pasó en una noche de luna llena, con una noble española en una playa solitaria de un hotel de cinco estrellas. Cada rato narraba con lujo de detalles la vez que Nelson Rockefeller lo había saludado a él, en un vuelo hacia Washington en primera clase; o las ocasiones en que él – siempre él - participaba en las grandes fiestas orgiásticas - según él – incluyendo varios cardenales romanos quienes eran sus íntimos allegados, y claro, por eso lo invitaban, conjuntamente con un amigo de él que sí estudió en Roma. Luego me enteré que mi querido mitómano nunca había viajado al extranjero, pero en su cerebro se evadía de la realidad con una rapidez pasmosa. Y es que los auténticos fabuladores patológicos son muy creativos e imaginativos.
Hay mitómanos poéticos, por llamarlos de alguna manera, que saben que lo que cuentan es mentira, pero se dan cuenta de que lo que dicen cae en gracia a los demás, como aquel que le narra a todo el que desee escuchar, las peripecias que sufrió cuando era pequeño y fue rescatado de la boca de una ballena; para luego agregar a continuación que él era un predestinado.
Una vez un grupo de amigos estábamos conversando animadamente en una tertulia, y de repente el tema giró acerca de los problemas que les causa el mar a los isleños como nosotros, y uno de ellos tomó la palabra para contar su experiencia en una barca, y al final resultó que apareció un peligroso tiburón de gran tamaño justo al lado de la frágil embarcación, y él ni corto ni perezoso sacó la mano y le propinó un tremendo coscorrón al escualo, y así pudo ahuyentarlo. La risa que causó fue tan grande y la sorna subsiguiente, provocaron que el mitómano se disgustase y abandonara la reunión, de forma intempestiva.
Y ahora, disculpen, que tengo que dejarles porque he recibido una llamada urgente de mi querida amiga, la Reina Isabel de Inglaterra…

BIBLIOGRAFÍA:

(1) G. S. Allport y Leo Postman. Psicología del Rumor. Psique. Buenos Aires. 1988.
(2) Ma. Fraguas de pablo. Teoría de la Desinformación. Alhambra. Madrid. 1985.

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