miércoles, marzo 04, 2009

MI VISITA AL “MÉXICO LINDO Y QUERIDO” (1)

Por FAUSTINO PÉREZ


Después de unos días muy agitados preparándolo todo, en especial la última semana antes de la partida, por fin llegué al remozado y ampliado aeropuerto de Tocumen en la Ciudad de Panamá, después de casi dos horas de vuelo, escala obligada en mi ruta hacia la capital de los Estados Unidos Mexicanos.
Había sido invitado por la embajada dominicana en Ciudad de México para las celebraciones patrias, por la Plaza Loreto para realizar una exposición de fotos y por la Universidad Latinoamericana para una charla magistral; y así me ausenté ocho días a la bella capital del país hermano, con escala en Panamá.
Desde diciembre del 2004 no había vuelto a México, y me encontré con el Aeropuerto Benito Juárez, también ampliado y mejorado. Tuve que pagar un dólar para alquilar un carrito para poder trasladar las maletas que pesaban más de 60 kilos, porque una de ellas se había “reventado”, ya que sus 38 kilos de peso eran demasiado para ella. Suerte que no se dañó nada de su interior, pero los 87 dólares de exceso de equipaje que me cobró COPA no me los quitó nadie, a pesar de que me patrocinaron el vuelo.
La funcionaria de Inmigración se mostró muy amable conmigo en lo que rellenaba el formulario de salida del país, que se entrega en el mostrador la aerolínea cuando se sale del país; es decir, que en México no se pasa directamente por Inmigración a la partida.
Al revisar las maletas mías, notaron dos paquetes “sospechosos” en los rayos-x, a pesar de que todos los equipajes habían sido olfateados previamente por unos perros amaestrados que tienen en el aeropuerto, y resultó ser nada más y nada menos que café dominicano que le llevaba a un amigo. A un sujeto sospechoso también que trajeron al área de revisión - con un perfil de auténtico maleante - , le hicieron vaciarse todos los bolsillos, y en eso yo salí sin esperar el desenlace, en busca de una casa de cambio en el mismo aeropuerto, para poder pagar el taxi.
La cotización estaba aproximadamente a 15 pesos por dólar, cambié 100 dólares, y en eso apareció un taxista ofreciendo sus servicios. Compré la boleta por 250 pesos – el triple que la tarifa de los taxis de la ciudad, debido a la hora, a la comodidad y a la amplitud del transporte - . El conductor tenía puesta una bachata y me comunicó que esa música era la que estaba de moda, y de esa manera avanzamos. Para acortar la ruta pasó por la Colonia de la Merced, donde trabajan las prostitutas noctámbulas.
Hay que reconocer que después de todo tuve suerte, porque ya había terminado el gran concierto de Vicente Fernández en el Zócalo, a poca distancia del hotel donde me hospedaría, de lo contrario el taxista no me hubiese podido llevar hasta la puerta del hotel, porque la avenida estuvo cerrada a la circulación antes, durante, y después de la gran gala.
Como era el llamado Día del Amor y de la Amistad, es decir, el 14 de febrero del 2009, por la tarde se había roto el récord mundial avalado por Guiness de más parejas besándose simultáneamente, con más de 39 mil participantes directamente, en el mismo Zócalo. Y es que México se ha “destapado” sexualmente hablando, y se pueden ver en sus calles más parejas con sus arrumacos y caricias que en París. Inclusive, pude leer desde el taxi una valla publicitaria anunciando un próximo festival de erotismo en el Palacio de Deportes.
El teatro no se queda a la zaga y tenían en cartelera: Monólogos de la Vagina, Adorables Enemigas, Confesiones de una Mujer de 30, Chicas Católicas, Ofendiendo al Cavernícola, Dulce Caridad, Orgasmos, entre otros títulos sugerentes.
Casi eran las dos de la madrugada cuando llegamos al hotel en la Ave. 5 de Mayo, y el pobre bellboy tuvo que cargar literalmente la maleta de 38 kilos porque la aerolínea le había puesto un plástico protector para que no se saliera el contenido, pero le cubrieron las ruedas. Como yo había estado hospedado en otro hotel en la calle paralela, enseguida me orienté. Al salir hacia la derecha, inmediatamente está el Zόcalo y la Catedral, y hacia la izquierda se llega después de caminar como 15 minutos a Bellas Artes, a la Torre Latinoamericana y al Parque de la Alameda.Como yo vivo a 8 metros sobre el nivel del mar en Santo Domingo, cuando uno llega a la mega capital de México, lo primero que se nota es la altura, ya que se encuentra por lo menos a una altitud de 2200 metros y rodeada de colinas y montañas. Uno siente que le falta aire y se sofoca fácilmente, hasta que se acostumbra. Por otro lado, con sus 22 millones de habitantes en la gran Ciudad de México, o sea, incluyendo los municipios periféricos, la convierten en la ciudad más extensa de este continente y la segunda más grande del mundo en cuanto a población se refiere. Esto significa que solamente la capital de México tiene más del doble de habitantes que nuestro país entero, y la nación es 41 veces más grande que la República Dominicana, con algo más de 100 millones de habitantes.
Otra característica de esta ciudad es su elevadísima contaminación ya que al estar en una especie de valle, y a esa altura, el aire se renueva poco con los vientos. También la temperatura fluctúa fácilmente 20 grados en un día de febrero, lo que implica que puede bajar a pocos grados sobre cero de madrugada, hasta subir sobre los 20 grados centígrados durante el día. Esto significa que es preciso llevar ropa variada, suerte que con el Internet uno se entera de todo esto.
Y así se me fue el primer día en el país azteca; eso es lo malo de los viajes, cuando se va a un destino no tan cercano y sin vuelo directo, que se pierde como mínimo una jornada para ir y otra para regresar.
A la mañana siguiente a las 8:15 a.m., mientras desayunaba, - en la séptima planta del hotel - , recibí la primera llamada telefónica ese domingo. Era el maestro Fernando Belmont, Jefe de Comunicación Social de la Universidad Latinoamericana (ULA), quien con una amabilidad fuera de serie me dio la bienvenida. Hablamos de la Conferencia Magistral que tendría el miércoles siguiente en la ULA, y de otros temas. El Sr. Belmont se caracteriza por ser un excelente profesional y por no dejar nada al azar, algo inusual por estas latitudes dominicanas.

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