jueves, marzo 26, 2009

MI VISITA AL “MÉXICO LINDO Y QUERIDO” (4)

Por FAUSTINO PÉREZ


En la Ciudad de México existe un delirio colectivo, que a veces raya en la psicosis social con relación a los taxis "seguros" y "no seguros". Naturalmente que el rumor es alimentado por los llamados "seguros", que están en sus paradas esperando para dar el “golpe”; y de esa manera ellos cobrar el doble, o más, de las tarifas normales. Las dos veces que he ido a esa ciudad me ha pasado lo mismo.
Por eso cuando bajé de la habitación para ir a inaugurar mi exposición de Plaza Loreto, el bellboy me preguntó en el vestíbulo que si quería un taxi, al yo contestar que sí, hizo una llamada y vino con la respuesta de que me cobraría 160 pesos mexicanos; entonces, yo le respondí que le dijera al taxista que no, que no viniera.
Y es que la probabilidad de que un delincuente pinte un taxi con los colores de una empresa de taxis establecida, para cometer un atraco, y que me toque precisamente a mí, es muy reducida, con tantos vehículos de transporte público en las calles. Lo que hice fue cruzar la avenida, y esperar el primer taxi disponible, que en Ciudad de México por suerte abundan. El típico Volkswagen de color verdi-blanco de dos puertas, que llegó a ser representativo de la ciudad, está siendo sustituido poco a poco, por otros modelos y marcas de cuatro puertas.
Había llegado el gran día, ¡martes 17 de febrero del 2009!, y la exposición se inauguraba a las seis de la tarde, pero quise llegar más temprano porque quería ver al Sr. Ibarra, Encargado de los Asuntos Culturales de la Plaza. Después de pagar el taxi que me cobró menos de la mitad que el otro “taxi seguro”, pregunté a un vigilante de la Plaza por el responsable, en primer lugar; y luego al ingeniero de sonido, quien me acompañó, y así llegué a la oficina del Sr. Ibarra. Son tan grandes aquellos espacios que yo solo hubiese llegado con mucha dificultad.
Los invitados y la prensa empezaron a llegar poco a poco, y las entrevistas, los flashes de las cámaras fotográficas, y las luces de las de vídeo, no se hicieron esperar.
Pronto llegó el Sr. embajador, el Dr. Pablo Maríñez y el personal de la embajada; igualmente, lo hicieron miembros distinguidos de la colonia dominicana, artistas mexicanos, - incluyendo al estimado maestro José Luis Bustamante, señora, e hija - ; invitados especiales, público en general, y personal de apoyo. Allí también estaba el maestro Fernando Belmont Acero de la Universidad Latinoamericana.
El Sr. Ibarra inició el acto haciendo un breve recuento de la función y actividades de Plaza Loreto. A continuación presentó al embajador dominicano quien habló de la importancia de los actos relacionados con la Independencia Dominicana, y con el centenario del nacimiento de Juan Bosch. Además anunció por parte de la UNAM de la reedición del libro Póker de Espanto en el Caribe del Profesor Bosch.
Se hicieron varios reconocimientos con entrega de obsequios, incluyendo a un servidor. Luego, me tocó decir unas breves palabras de agradecimiento y para dar una sucinta explicación de los seis temas que había llevado, totalizando 70 imágenes:
1.- ¿QUIÉN SOY? (AUTORRETRATOS)
2.- DE DÓNDE VENGO (FOTOS DEL PAÍS)
3.- CARNAVAL DOMINICANO
4.- CARNAVAL CREATIVO
5.- LO QUE HAGO (ARTE FOTOGRÁFICO DIGITAL)
6- ARTE DIGITAL (CREACIONES HECHAS CON LA COMPUTADORA, SIN CÁMARA)
Después se leyeron un par de cuentos de Juan Bosch, a cargo de Ariadna Vásquez Germán, funcionaria del Consulado dominicano. Cuando ella finalizó, sonó la música del genio Juan Luis Guerra, nuestro más alto representante musical, durante el brindis con ron dominicano.
Al final de la actividad cultural se proyectó la película dominicana “La Fiesta del Chivo”, dirigida por el cineasta peruano Luis Llosa y basada en la novela de Mario Vargas Llosa, en la sala Cinemanía de Plaza Loreto.
Por mi parte, cuando terminó el acto, estuve un buen rato acompañando a unas amistades en una cafetería cercana y de ahí tomé un taxi con dirección al hotel.
Al subir a desayunar al día siguiente, escuché una voz que me preguntó: “¿Oh y qué tú haces aquí?” Era Doña Virtudes Uribe, la propietaria de la Librería La Trinitaria de la Zona Colonial de Santo Domingo, gran promotora del libro dominicano quien estaba en la Ciudad de México para participar en una Feria del Libro que se iba a inaugurar no muy lejos del hotel.
Luego recibí una llamada temprano de parte del Sr. Belmont, para explicarme cómo llegar en taxi a la Universidad Latinoamericana; ya que en Ciudad de México, al ser tan grande, los taxistas necesitan orientación para poder llegar al lugar deseado. (En Tokio que es más extensa, los conductores de taxis tienen una computadora con GPS, y aún así, a veces tienen problemas)
Era la jornada de mi ponencia magistral, miércoles 18, y seguí las instrucciones al pie de la letra para no tener ningún inconveniente.
En efecto, llegamos directamente, y poco después lo hizo el señor embajador dominicano, el Dr. Maríñez. Las autoridades universitarias nos recibieron con mucha cordialidad, y una vez tomadas las fotos protocolarias pasé al coqueto y acogedor salón de actos con el fin de ultimar los detalles técnicos, con el joven ayudante que me asignaron. Daba gusto comprobar la disciplina y el interés que mostraban los estudiantes y los invitados en la sala.
Luego de la presentación de rigor del charlista, y de la entrega de un certificado y un obsequio que me entregaron de parte de la Universidad Latinoamericana, vino mi ponencia que duró algo más de una hora. Para terminar me hicieron muchas preguntas interesantes.
Salimos del salón y subimos al despacho del maestro Belmont me presentó al personal de su oficina y gentilmente me permitió usar su computadora para enviar un mensaje urgente que tenía que mandar. Cuando bajamos me regaló el afiche gigante con mi currículum que habían preparado, con foto y todo.
Luego vino la despedida y la señora Alma Denisse de la embajada, me acompañó en el taxi hasta la puerta del hotel. Subí a la habitación a cambiarme de ropa, y al salir fui a cambiar unos dólares en una casa de cambio de las cercanías, y almorcé en un restaurante de la cadena VIPS. Después, caminé hasta un costado de la catedral donde está una de las paradas del Turibús.
En lo que llegaba, me entretuve viendo unos jóvenes que practican el breakdance cerca del bus turístico. Como no era fin de semana el boleto me costó solamente 125 pesos mexicanos y era la cuarta vez que hacía ese recorrido.

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