jueves, mayo 21, 2009

LA “LECTURA” DE LAS CIUDADES: UNA INTERPRETACIÓN (1)

Por FAUSTINO PÉREZ


Una ciudad es como un libro abierto, pero escrito en un lenguaje esotérico. El problema estriba en saber leer ese idioma para así poder interpretarla y descodificarla.
Sin embargo, para hacer esto es preciso situar a las urbes en un contexto mundial, pero son tantas las que existen, que sólo podemos dar unas cuantas pinceladas introductorias, aparte de que nadie las puede conocer todas; la vida entera de una persona no alcanzaría. Yo he tenido la dicha de visitar la gran mayoría de las que menciono aquí.
Incluso, algunas metrópolis tienen tanto que ofrecer que uno fácilmente podría pasarse todo el tiempo en ellas. Por ejemplo, ciudades como New York, París, Berlín, Londres...admiten lecturas muy diferentes por la gran cantidad de atracciones conque cuentan, ya que no es lo mismo el New York museístico que el gastronómico; el París erótico que el urbanístico monumental; el Berlín histórico que el del arte; o el Londres imperial que el de los espacios verdes, y así sucesivamente.
Las metrópolis también cambian con los años, lo que se puede comprobar fácilmente en la misma New York así como en Buenos Aires, por igual. El Empire State Building fue el rascacielos más alto del mundo durante 40 años, a partir del 1931, y ahora mide menos de la mitad del rascacielos Burj Dubai, de Dubai; lo cual significa mucho para el orgullo de una urbe, y por eso New York se ha convertido en una ciudad nostálgica, donde el cineasta Woody Allen toca el clarinete en un club de jazz, y ahí, además, derribaron de mala manera las Torres Gemelas del World Trade Center en el 2001, las que eran el otro gran orgullo de la ciudad. Y eso que cuenta con dos de los museos principales del mundo, (el Metropolitano de Arte y el de Historia Natural), entre otros muchos, pero el contexto es distinto y no parece compensarles.
Por su parte, Buenos Aires tuvo un gran florecimiento en especial en la primera mitad del siglo pasado, inclusive, se atrevió a desafiar el urbanismo de París trazando la Avenida 9 de Julio, más ancha que los Campos Elíseos de la capital francesa. Pero con la derrota en la Guerra de las Malvinas en el 1982, y con el llamado “corralito” financiero de 2001, los argentinos tuvieron que poner los pies sobre la tierra, y al fin se dieron cuenta de que eran latinoamericanos; de paso, se desinflaron muchos egos.
Existen ciudades famosas por sus trazados precisos, como Barcelona, Washington, Brasilia, y París; y por el contrario otras son conocidas por lo opuesto, como Venecia, donde perderse es lo más fácil del mundo.
La gran mayoría de las construcciones más audaces del mundo se están realizando hoy en día en Asia, en especial, en el triángulo comprendido entre Dubai en los Emiratos Árabes, Shangai en China, y Kuala Lumpur, Malasia, sobre todo en aquellos países que han tenido un gran desarrollo económico. Ya Brasilia, la capital del Brasil quedó atrás en el continente americano, la cual fue declarada oficialmente como capital en el 1960, pero es poco lo nuevo e impactante que se ha hecho en ella desde esa fecha.
Canadá es de las pocas excepciones en el continente americano, con su Torre CN de Toronto, la cual es la segunda estructura más alta del mundo y sirve como observatorio y para transmisiones. Los canadienses, calladamente y sin hacer muchas alharacas tienen un país envidiable y bien organizado.
También provoca envidia aquellos pudientes que viven en los apartamentos de lujo, de las playas de Copacabana e Ipanema en Río de Janeiro, y que salen a ejercitarse por las mañanas, mientras caminan o trotan por esas aceras de fantasía, vestidos a la última moda deportiva, ya que Río es la metrópoli donde más se le rinde culto al cuerpo; y Londres es donde más se le rinde culto al protocolo como espectáculo vistoso, y a los uniformes; aparte de los rituales del Vaticano que se practican por razones religiosas.
En cambio, en Tokio algunas señoras con recursos cubren sus kimonos con abrigos de visón en invierno, cuando pasean por las calles de Guinza, uno de los distritos más caros del mundo, ya que el metro cuadrado de terreno se ha llegado a vender por ciento sesenta mil dólares. Por otro lado, los grandes ejecutivos se pasean en sus limousinas impecables de carrocería inmaculada y brillante.
Mucho más caro debe de ser el espacio privilegiado en esa ciudad que ocupa el Palacio Imperial con su foso feudal, su servidumbre, sus guardianes y sus rituales. La figura del emperador del Japón aún hoy es venerada y reverenciada, en ese país amante de las tradiciones y la organización.
Una ciudad curiosa por la forma como maneja el espacio, es San Juan de Puerto Rico, donde la gente parece tener una claustrofilia, es decir, que les encanta vivir encerrados, y protegidos por muros y paredes, o dentro de sus autos, para resguardarse de la delincuencia, según ellos; sin embargo, en otras ciudades con mayores índices delincuenciales, la gente no hace eso; quizá se estén protegiendo inconscientemente del imperio, o a lo mejor quieren darse importancia. En Ponce, la segunda ciudad de la isla, no se siente ese afán de encerrarse.
Esa protección es distinta de la de El Cairo, en Egipto, donde construyeron un muro para ocultar a la famosa Ciudad de los Muertos, de los que pasan en vehículos que transitan por la avenida que divide ese cementerio macabro en dos, habitado por centenares de miles de personas.
Sin embargo, hay urbes que están diseñadas para los autos, no para los peatones, como es el caso de la parte moderna de Miami, USA, o la de Caracas, Venezuela. La misma capital egipcia, tiene autopistas que cruzan la ciudad pero con el desorden que existe los tapones son frecuentes. También hay tapones en Roma, pero por la excesiva cantidad de vehículos, y los conductores ceden el paso a los peatones; a diferencia de El Cairo, donde hay que jugarse la vida para cruzar si no se anda en un auto.
Las ciudades tienen, por igual, sus sonidos y ruidos propios, con decibelios desiguales, como en la mismísima El Cairo a las horas de las plegarias, cuando se combinan los rezos transmitidos desde los altavoces colocados en los minaretes de las mezquitas, con los ruidos de las señales acústicas de los autos; o en París al circular los vehículos sobre los adoquines de los Campos Elíseos; o en Santo Domingo, en la conocida intersección de las avenidas Duarte y París, donde se escucha una mezcla de ritmos diferentes a todo volumen, provenientes de los vendedores callejeros de música pirateada, y los reclamos publicitarios por medio de altavoces, más el ruido de los autos y autobuses, y el de los peatones.
Como hay de todo en las urbes, algunas viven pendientes de los terremotos como Los Angeles en California, con la falla de San Andrés; o de los maremotos tal como sucede en la ciudades del sudeste de Asia, bañadas por el Océano Índico; o las erupciones volcánicas, como las del Monte Vesuvio, al este de Nápoles.
En Roma, por ejemplo, aparte de otros lugares de interés para el turismo, hay muchas fuentes, entre ellas la Fontana de Trevi; para fuentes modernas las mejores ciudades son Dubai y Las Vegas con sus espectaculares shows acuáticos musicalizados. La capital italiana está separada de la Ciudad del Vaticano, por una simple línea blanca en el pavimento, con su obelisco egipcio cerca de ahí, en la Plaza de San Pedro; y es una de las varias urbes europeas que viven literalmente de la fe, al igual que Fátima, en Portugal, o Lourdes, en Francia. Para otras religiones están La Mecca, en Arabia Saudita; y Jerusalén, así como también Belén, en Tierra Santa, entre otras.La Ciudad de México es, por igual, famosa por sus fuentes originales, y este es un país donde se respeta mucho la originalidad, con decenas de etnias de aborígenes diferentes, numerosas sectas religiosas, y múltiples “tribus” urbanas modernas. En la colonia de Coyoacán vivió Frida Khalo, quien dejó muchos trabajos pictóricos plenos de morbo y originalidad. Sobresalen por su singularidad, la escultura gigante de “el Caballito” del escultor Sebastián en el Paseo de la Reforma, y la fuente de Tláloc en el Bosque de Chapultepec; lo mismo que las jardineras del Paseo de la Reforma. Igualmente, existe mucha originalidad en los rastafaris de Kingston en Jamaica, quienes aparecen por doquier. En Buenos Aires, las famosas esculturas vivientes de la calle Florida y las de la Feria de San Telmo le dan un aire muy simpático y personal a la ciudad.
En cambio, otras ciudades no parecen nunca encontrarles soluciones a sus problemas, como es el caso de Santo Domingo, en la República Dominicana que lleva décadas con el agobio de la recogida de la basura, los apagones y los animales callejeros, en especial perros sin dueño; todo ello debido a la estulticia, la corrupción y la miseria; lo mismo ocurre en Puerto Príncipe, Haití, con los barrios de menesterosos y la erosión de los suelos de las lomas que la rodean, debido a la deforestación.
Hay ciudades que sí solucionan sus problemas como Ámsterdam en Holanda, poblada con gente liberal, amable y políglota, no como en Tokio, donde solamente una minoría habla inglés.
La gran mayoría de las grandes metrópolis tienen grandes tesoros artísticos, o de otro tipo, que cuidar, y entre ellas sobresale la Ciudad del Vaticano, Florencia en italia, y la misma París; y no digamos nada de los depósitos bancarios en las ciudades Suizas como Ginebra, o en oro, en Londres, o New York, en la calle Liberty Street, y así sucesivamente.
También las plazas públicas comunican, como la bella Plaza España de Sevilla, en España, o la de Rossio en Lisboa, Portugal; Trafalgar Square en Londres, o Syntagma Square en Atenas, Grecia, y no nos olvidemos de la Piazza Navona, de Roma. Hay plazas que sobresalen por su tamaño, como el Zócalo en Ciudad de México, Tiananmen en Beijing, y la Plaza Roja de Moscú.
Existen ciudades monotemáticas como Pisa, con su Torre Inclinada, la Catedral y el Baptisterio,en un área donde se concentra la mayoría de los turistas; y en la misma Italia se encuentra Florencia, con sus múltiples atractivos, por ser politemática.
Hay ciudades que tienen auténticos lugares de "peregrinación" en ellas, o en sus cercanías; entre otros podemos citar el Partenón de Atenas, la ciudadela de Machu Picchu, en Perú, Stonehenge en el Reino Unido, y no digamos nada de la Muralla China, las pirámides de Egipto, las pirámides de Teotihuacán, en México, o el Taj Mahal, de la India.
A los que les gustan los museos originales, pocos rivalizan con el sorprendente Museo del Oro en Lima, Perú, con sus piezas de oro, de armas blancas y telares precolombinos; o la fabulosa colección – única en el mundo - de vasijas eróticas conservadas en un galpón aparte, pertenecientes a la etnia moche en el Museo Larco Herrera de la misma urbe.
Por su tolerancia para las preferencias sexuales hay que destacar Sao Paulo, en Brasil, por sus concentraciones de gays y lesbianas, en especial en la Ave. Vieira de Carvalho los fines de semana; o el mismo barrio de Chueca en Madrid, el Village de New York, o la ciudad de Ámsterdam, en Holanda. En Grecia, los evzones o guardias presidenciales, provocan por lo menos curiosidad con sus fustanellas, o atuendo en forma de falda herencia de los otomanos.
Hay asentamientos urbanos donde el agua es la protagonista, sirva como ejemplo Venecia, en Italia, con su famoso vaporetto o autobús acuático, o Estocolmo, Suecia, con sus catorce islas; en parte Ámsterdam con sus canales, y Chicago con su lago Michigan. En Xochimilco, hacia el sur del Distrito Federal de México, se puede realizar un paseo romántico por los canales bordeados de flores de un antiguo lago, en las barcas llamadas trajineras. En Panamá, precisamente el canal que une los dos océanos, el Atlántico y el Pacífico, le da mucha vida al país, aparte de que la capital ha sido convertida en un importante “hub” aéreo. En otros sitios la altura es su característica principal, como La Paz en Bolivia, Ciudad de México, en México, o Bogotá, en Colombia.
Sin importar la altitud hay ciudades que involucionan, o sea, que cada día que pasa están en peor estado, y por el contrario, hay otras que evolucionan y mejoran con los años, como es el caso de Madrid y Barcelona en España.
Hay ciudades muy descuidadas como Alejandría en Egipto, o La Habana, Cuba, a las que les falta mucho mantenimiento; en cambio otras se “especializan” en gente rara como Marsella, Francia. Todo lo contrario de lo que ocurre en Mónaco, en la Costa Azul, que tiene mucho glamour y “beautiful people”, en los yates lujosos, en el famoso casino y en sus tiendas de ensueño.
Parecería ser que la ciudad que más gusta de todas, o sea, la más admirada e imitada es París, la capital de Francia. De la Tour Eiffel se han hecho decenas de reproducciones y variantes en el mundo, como las que hay en la Ciudad de Guatemala; en Las Vegas, Nevada; y la mismísima Torre de Tokio. ¡Y pensar que la Tour Eiffel está en París porque Barcelona la rechazó en su momento!
París es una urbe con mucho encanto por su belleza, por su trazado y por sus ambientes y museos; por más que le resulte incómoda a aquellos que viven en edificios con baños compartidos. Se nota que han habido unas inteligencias al servicio del urbanismo citadino y de las actividades. No es de extrañar que algunos japoneses vuelen catorce horas para pasarse un fin de semana en ella...

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