domingo, enero 31, 2010

EL CAMBIO SÚBITO DE IMAGEN DE LOS HAITIANOS: EL NUEVO ESTEREOTIPO


Niña Huérfana (foto: FAUSTINO PÉREZ)


Por FAUSTINO PÉREZ


Se considera al arquetipo como un modelo o paradigma, como podrían ser la obra pictórica conocida como la Maja de Goya del Museo del Prado en Madrid, o bien, la escultura de origen griego denominada la Venus de Milo, del Museo del Louvre de París. Ambas son arquetipos de belleza femenina. Es evidente que la mayoría negra de Haití, no era un arquetipo de belleza femenina, internacionalmente hablando.
Cuando el arquetipo es conocido y por lo tanto reconocido, hasta tal punto que con sólo mencionarlo, escucharlo o verlo, el interesado sabe de qué se está hablando, entonces, se le llama estereotipo. Por ejemplo, si se habla de un marciano, todo el mundo se lo imagina pequeño, de color verdoso, con la cabeza y los ojos grandes y con unas pequeñas antenas que le sobresalen por encima. El porqué del color verdoso de esos pequeñajos de ficción, carece de toda lógica en un planeta con predominio de los marrones y/o de los tonos rojizos. Pero así se le representa. En Haití los estereotipos más conocidos son el vudú y los zombis.
Algo similar ocurre con los nombres de las personas. No suscita la misma opinión una señora que se llame Bartolina, que una que tenga como nombre de pila el de Patricia. Cada nombre provoca una impresión previa en los interlocutores, es decir, antes de que la conozcan en persona, esto es inevitable. Eso también sucede con los nombres en francés y en créole. En Haití no es lo mimo el apellido Pié, el más corriente entre los pobres, que tener un apellido de origen francés, alemán, o libanés, como tienen muchos ricos de Pétionville.
No sólo existen estereotipos icónicos y lingüísticos, ya que se sabe que igualmente se producen en la música y en otras áreas del conocimiento. Una de las características de dichos estereotipos en comunicación, es que una vez establecidos son muy difíciles de cambiar o de modificar, aunque tienen la ventaja de que le ahorran tiempo al interesado.
¿Pero qué sucede?: geográficamente hablando La Española es una isla que pertenece a las Grandes Antillas del Mar Caribe, y está compartida por dos repúblicas: la República de Haití y la República Dominicana. La primera tiene algo más de 27 000 kilómetros cuadrados y se encuentra al oeste de la isla, y la segunda cuenta con más de 48 000 kilómetros cuadrados, al este. Por razones históricas Haití es una nación muy empobrecida, con uno de los índices de pobreza más altos del continente americano y del mundo, con elevadas tasas de analfabetismo. Ambos países tienen poblaciones similares, - en todo caso mal contadas - , de alrededor de nueve millones de habitantes cada uno. Esto significa una gran densidad poblacional.
A pesar de ser la nación pionera en América en la abolición de la esclavitud, en un país con una gran mayoría negra, y en lograr su independencia de Francia en 1804, - ese territorio que era rico en maderas preciosas hace siglos - , debido a la tala indiscriminada de árboles y a los extensos cultivos de la caña de azúcar, ha sido convertido en prácticamente un desierto en la mayor parte de su territorio montañoso. Debido a la ausencia de una capa vegetal que amortiguara las torrenciales lluvias tropicales, el agua se ha ido llevando el manto de tierra que quedaba arrastrándolo hacia el mar, lo cual ha incrementado la miseria por los pocos cultivos disponibles para alimentar su creciente población, con unos de los niveles de crecimiento más altos del mundo.
A raíz de la abolición de la esclavitud y de su separación de Francia, la nueva República de Haití quedó sumamente endeudada con la antigua potencia, por eso se ha dicho que Haití no logró su independencia, sino que la “compró”, o bien, que los franceses hicieron un estupendo negocio con Haití, y nunca pudo recuperarse totalmente por una serie de avatares históricos, incluyendo una sucesión de gobiernos que han empobrecido al país mucho más; y las intervenciones de potencias extranjeras a lo largo de su historia tampoco han logrado que Haití supere sus males seculares.
Religiosamente el país oficialmente tiene una mayoría que practica el catolicismo, sin embargo en la práctica es usual comprobar cómo las personas que dicen ser católicas, participan en ritos como el vudú, de origen ancestral africano. En los campos de Haití suelen escucharse a los lejos los tambores que delatan esas manifestaciones de religiosidad popular. Son proverbiales, igualmente, las historias de los llamados zombies o muertos vivientes, aparte de las prácticas de magia negra.
Si a lo anterior le sumamos un deficiente sistema de salud, con unos de los niveles de incidencia del VIH más elevados mundialmente, conjuntamente con numerosas enfermedades tropicales, incluyendo las endémicas que no han podido ser erradicadas, todo ello empeorado por una insuficiente alimentación de la gran masa de la población.
Para colmo de males, uno de los bordes de la placa téctonica del Caribe - la cual está interactuando constantemente y recibiendo presiones de cuatro placas: la placa de Norteamérica, la de Sudamérica, la llamada de Cocos y la placa conocida como Nazca - , pasa justo encima del norte de Haití, lo cual hace que el país sea muy propenso a sufrir terremotos, tal como aconteció el martes 12 de enero del 2010, a las 5:53 de la tarde (hora de Santo Domingo), de magnitud 7.0 en la escala de Richter.
Por otro lado, y para mayor inri, las construcciones que se realizaban en ese país, no estaban diseñadas para soportar movimientos telúricos, es decir, que no cumplían los estándares internacionales para lugares de alta sismicidad. Todo ello a pesar de que muchas de las residencias privadas estaban arquitectónicamente bien diseñadas, y estéticamente se veían bien, pero sus paredes no estaban reforzadas, o sea, que tenían problemas estructurales de resistencia con los materiales empleados. Esto se comprobó con el terremoto más reciente, ya que se cayeron como castillos de naipes, incluyendo las coquetas residencias de Pétionville en las faldas de las colinas que rodean la capital Puerto Príncipe. En esta localidad vivía un buen porcentaje de los haitianos de mayores ingresos, entremezclados con gente humilde que abarca la clase artesanal la cual le vendía sus productos a los turistas, principalmente.
En la ciudad de Puerto Príncipe ni siquiera el Palacio Nacional, la catedral, los ministerios, las escuelas, las iglesias incluyendo la catedral, las oficinas públicas, muchas de las embajadas, o el edificio que albergaba la ONU, se salvaron, debido a la chapucería al construir. Tampoco la propia residencia privada del Presidente de Haití René García Préval, pudo resistir el sismo.
Debido a esta situación calamitosa, uno no se explica por qué los funcionarios de los organismos internacionales de ayuda que se quedan de paso en Santo Domingo, se hospedan en los hoteles de cinco estrellas más caros de la capital dominicana. Otro asunto que es preciso destacar es que los primeros heridos en ser ingresados en los mejores hospitales dominicanos, fueron personalidades pudientes traídas en helicópteros; en cambio, los pobres eran internados en los hospitales de la frontera y llegaban en cualquier transporte imaginable; es decir, que no todos los damnificados eran iguales. Lo mismo ha ocurrido para los repartos de ayuda humanitaria en Puerto Príncipe.
El gobierno dominicano no sabe o no quiere estimar cuántos dominicanos, ni mucho menos cuántas prostitutas dominicanas fallecieron durante el terremoto; sin embargo, lo más probable es que perecieran varios miles. Otro problema lo constituyen los centenares de prisioneros que se escaparon de las cárceles el Puerto Príncipe y sus cercanías, y lo más probable es que crucen la frontera y terminen como ilegales en territorio dominicano.
De todas formas los cárteles internacionales y los contrabandistas de drogas están haciendo su agosto; al igual que los que trafican con armas, y los que se dedican al tráfico de personas y de órganos, ya que con el barullo fronterizo las actividades ilegales de todo tipo se facilitan, incluyendo el contrabando de combustibles. Se han descubierto haitianos “disfrazados” como heridos graves, para lograr burlar los controles en la frontera.
Ha de esperarse que hayan desalmados que se enriquezcan a costa del dolor del pueblo haitiano, y que logren desviar fondos recolectados y/o mercancías donadas, para lograr ventajas personales, esto es casi irremediable. Otros solicitan ayuda para los haitianos, y esos aportes voluntarios nunca llegan al pueblo de Haití. Otro problema lo constituyen las comisiones por donaciones realizadas por algunos bancos, lo cual ya ha provocado quejas en España. Aquí en país los oportunistas han empezado a especular con los precios de los productos comestibles alegando una escasez, y no es otra cosa que un desabastecimiento ficticio.
De lo que no cabe ninguna duda es que la apreciación que se tenía de los haitianos a nivel internacional ha cambiado súbitamente y en pocos días, a raíz de la gran hecatombe; de tal suerte que si antes se le veía como un pueblo que prácticamente “invadía” pacíficamente a sus vecinos, e incluso, la Guardia Costera de los EE UU los deportaba cuando eran atrapados en frágiles embarcaciones intentando llegar a las costas de la Florida, - lo contrario de lo que sucede con los cubanos - y que eran nacionales haitianos estereotipados como malolientes, feos y paupérrimos; ahora se les ve como un pueblo sufrido, merecedor de mejor suerte, y que ha sabido soportar la tragedia estoicamente y con dignidad. Ahora la extrema pobreza que padecía Haití durante generaciones, se considera como un “insulto” a la comunidad internacional.
Además, se destaca que fue la primera república negra del mundo en lograr su independencia en el 1804, y que la compra del territorio de Louisiana por parte de los Estados Unidos, se llevó a buen término gracias a los haitianos, ya que Napoleón no podía contar con una base en Haití, y tuvo que cambiar sus planes con respecto a Louisiana. Este hecho constituye una gran deuda histórica.
Ahora se han multiplicado las adopciones de niños haitianos huérfanos, e incluso se les trata como criaturas graciosas y adorables, dignas de recibir cariño, muy distante de la idea que se tenía de críos hambrientos y mocosos. Por otro lado, se les ha dado mayores facilidades a los haitianos en los EE UU para que puedan enviar remesas a su país de origen.
Tenía que ocurrir un cataclismo como el que aconteció en Haití para que se efectuara ese cambio en los estereotipos que se tenían. ¿Cuánto tiempo durará?, eso está por verse…

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