viernes, octubre 22, 2010

CLASIFICACIÓN DE LOS LETREROS POPULARES DOMINICANOS


Quien quiere sopa? (foto: Steve Brauning)

Venta de Chimichurris Obama en el Malecón de Santo Domingo (foto: Faustino Pérez)

Letrero en Negocio

Letrero Popular Dominicano Estereotipado de Venta de Pollos

Por FAUSTINO PÉREZ

A horcajadas entre el realismo mágico latinoamericano y la ignorancia secular más corrosiva y supina, cabalgan los letreros populares dominicanos.
Existen reclamos de toda laya y condición, sobre el soporte más inverosímil, más o menos funcionales y utilitarios, siempre informales, con influencias de otros idiomas (en especial del inglés estadounidense, del crêole haitiano, del italiano, del francés, etc.), emplean la tecnología más apropiada mezclando ideas en el mismo texto, y naturalmente, con todas las faltas ortográficas imaginables, irrespetando la tipografía y la horizontalidad de las palabras, a la vez que desafían el tamaño, la forma y la altura a que se colocan, tanto en los espacios públicos así como también en los privados

No digamos nada de las erróneas separaciones de sílabas, de las omisiones e inclusiones de letras, de las modas y cursilerías en la “redacción” de los mensajes, de las añadiduras icónicas, o del empleo de los motes o apodos como “ganchos” publicitarios. Con tantas variables, son infinitas las combinaciones posibles.


Los letreros callejeros, se conocen como carteles en otras latitudes
, y se diferencian de los grafitis, porque los primeros son básicamente utilitarios y funcionales, o por lo menos esas son las pretensiones, y los grafitis, por el contrario, en su abrumadora mayoría no gozan de esa propiedad; aunque esto hay que tomarlo cum grano salis, debido a que un grafiti también puede servir como un letrero popular, y viceversa, dependiendo del contexto. Otra particularidad es que del letrero popular se sabe quién lo hizo, o por lo menos es posible averiguar o se conoce al “responsable”; y del grafiti, en principio se tiene como anónimo, aunque siempre cabe la posibilidad de que se conozcan y se sepa identificarlos, sobre todo entre ellos.

Al igual que la publicidad formal, los letreros populares tienen cuatro fines básicos, con todas las combinaciones posibles, y sin menoscabo de que las ideas y las intenciones puedan estar mezcladas, lo cual es muy frecuente, por razones psicológicas del autor:

1ro. Sirven para vender productos:
(CE BENDE POYO BIBO Y MATADO, AY HABICHUELA SANCOCHADA, BENDEMO SAPATO…)

2do. Ofrecen toda clase de servicios:
(SE CURA EL PECHO APRETAO, CE ALQUILA ABITACIONE, SE CORTA CHASO…)

3ro. Se usan para “campañas” de educación cívica:
(NO AGA BUYA, SIERRE LA PUELTA, NO SE ORINE AKI...), para lo cual no es raro que se emplee cualquier tipo de amenaza: (YAMAMO A LA P.N., ESBITE UN BOCHE, TENGA CUIDADO, SABEMO QUIEN E…), o bien que se recalque (COÑO, CARAJO. RECOÑAZO...), o que se insulte (SUCIO, PUERCO, JARAGAN...)

4to
. Se utilizan para hacer llegar mensajes sociales, o que sus autores suponen que tienen un interés general:
(RECUERDO DE MORE, QUIERE TU MADRE, LLEGO BAZUKA, SIN AMOR NO HAY VIDA, TRABAJA COMO YO, HOY NO FIO MAÑANA SI...) Algunos letreros informales de esta categoría son empleados simultáneamente como adornos, con una tipografía y un “diseño” más cuidados, especialmente cuando aparecen en los autobuses conocidos popularmente como “voladoras”. Vienen a ser una especie de precursores de las redes sociales en línea, pero a nivel popular.

Si aplicamos la metodología de Armando Silva Téllez, en su artículo: “La Ciudad como Comunicación”, podemos apreciar que el primer elemento a considerar es la marginalidad de los autores; es decir, que tanto en el aspecto educativo, así como también en cuanto a su procedencia, se trata obviamente de personas de un bajo nivel cultural, proceden de los barrios marginados, o bien, se encuentran en ellos, en los arrabales de las ciudades o en los bolsones de miseria que se encuentran en los sectores más pudientes, y que tanto abundan en Santo Domingo.

Por otro lado, el componente ideológico que existe en toda manifestación humana suele evidenciar el caos, la anarquía, las improvisaciones y .la incertidumbre ante la vida que prevalecen en esos estamentos sociales.

La variable psicológica es muy importante en un país pequeño donde han confluido centenares de etnias procedentes de cuatro continentes, donde la esclavitud dejó profundas huellas, que aún permanecen. Además, tenemos un crecimiento poblacional descontrolado, lo cual incrementa la incertidumbre reinante, y es la principal causa de la marginalidad y de la pobreza, de tal suerte que la mayoría de los pobres no sabe si va a tener con qué comer en su afán diario.

La faceta estética, incluyendo la “puesta en escena”, pone en evidencia unas ansias de mimetizar el arrabal, simplemente porque visualmente se sienten más a gusto. Esto se debe a que en estos sectores no existen ni las condiciones, ni el tiempo para desarrollar un gusto estético, ya que lo más importante es la supervivencia. Quien se cría rodeado de basura, perros sarnosos y miseria, y escucha un determinado tipo de música, desarrolla unos hábitos y costumbres que lo hacer querer reproducir ese entorno con el cual se siente identificado, perceptualmente hablando; y aquellos que logran evadirse de círculo vicioso son los menos, y han de coincidir en ellos determinadas condiciones para que este fenómeno se produzca.

El aspecto económico, es por igual, muy importante porque al uno contemplar tantos letreros con ofertas tan disímiles, puede llevarse la impresión de que todo está a la venta, o por lo menos, que se esta ofreciendo algo a cambio de una compensación de una clase diferente. Naturalmente, que se trata de otro ardid de supervivencia, es decir, que se manifiesta como una publicidad precaria, si se quiere.

Si compararnos la velocidad o rapidez que se tarda en terminar un letrero en comparación con un grafiti se podrá apreciar de inmediato, que este último se realiza con toda la premura del mundo, por razones obvias, lo cual no le garantiza al letrero una calidad aceptable.

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