martes, octubre 12, 2010

EL ÁRBOL QUE CRECE TORCIDO QUIÉN LO ENDEREZA


Árbol que creció torcido (foto: Faustino Pérez)

Por FAUSTINO PÉREZ



El patrón se repite una y otra vez
, nosotros permitimos que el árbol con sus ramas crezcan torcidas, y luego pretendemos enderezarlas después que han crecido…pero siempre es demasiado tarde.
Pero vayamos por partes y empecemos por el principio: La base de todo es la crianza familiar, u hogareña si se quiere, asumiendo que el niño tenga un lugar que considere su hogar; y a ese nivel se produce un gran proteccionismo que se manifiesta en una sobreindulgencia en la crianza. Si son pobres, la excusa es que son pobres, y los pobrecitos pasan muchos trabajos, y si son ricos, se les consiente todo y se les complacen todos los caprichos y así les enseñan que en esta sociedad el dinero lo puede todo. Un mal día que otro, los infantes son castigados con furia, pero casi nunca sistemáticamente, ni mucho menos se les enseña una disciplina.
Luego qué sucede, que al llegar a adultos no tienen la menor idea de lo que significa ser un ciudadano con deberes y con derechos, porque se han pasado toda la vida haciendo lo que les da la gana.
Como secuela de todo esto, aparecen vehículos a medianoche con la música a todo volumen por nuestras calles y avenidas, sin importarles lo más mínimo que están molestando a la gente que está durmiendo; ni siquiera se les ocurre pensar en eso. Más de un joven de familia pudiente, ha perdido la vida por competir en velocidad en las avenidas de la capital.
Esto también se manifiesta en los parques públicos, donde se puede comprobar fácilmente cómo la gente que tiene la papelera al lado, deja la basura sobre los bancos. O bien, a las personas que cruzan la calle por cualquier lugar, o los conductores que no respetan los pasos de cebra. Y lo curioso es que ninguna autoridad les dice absolutamente nada, entonces, se acostumbran a hacer lo mal hecho y se creen que es un derecho. Eso mismo sucede con los que aparcan su vehículos encima de las aceras, y las destrozan, como se puede observar en las calles de la Zona Colonial; o con los vendedores de la Avenida Duarte o de la Calle París, entre otros lugares, que tiran toda la basura al suelo, y ningún agente les llama la atención; al finalizar la jornada esas vías parecen chiqueros malolientes. Luego se tapan los filtrantes, entonces se quejan de los charcos cuando llueve.
Al nivel escolar la tendencia sigue, y se permite que el árbol siga creciendo torcido. Como se sabe la mayoría de los estudiantes dominicanos asiste a escuelas públicas, y no es raro que en un alto porcentaje de los establecimientos escolares apenas se imparte docencia. En muchos, los jóvenes se pasan literalmente la jornada entera haciendo travesuras, saltando y jugando. Cada rato veo jóvenes uniformados a las diez de la mañana matando el tiempo en las calles, en vez de estar en las aulas.
Luego cuando llegan las Pruebas Nacionales el fraude se verifica a todos los niveles: Hay empleados del Ministerio que venden las respuestas correctas impresas o por teléfono; en las aulas se permite abiertamente que los alumnos copien los unos de los otros y que se comuniquen entre sí; los profesores les “soplan” muchas de las respuestas a los estudiantes para que no se tilden de incompetentes a los docentes…y así por el estilo. Aún así, los resultados suelen ser desastrosos.
A nivel universitario las cosas empeoran, si cabe, porque en las universidades caras los alumnos son vistos como clientes, no como discentes, y los profesores les dan muchas facilidades poniéndoles trabajos que ellos bajan fácilmente del Internet, y así reciben muchas buenas calificaciones, porque eso cae bien entre ellos y sus familiares, con la finalidad de que no se vayan a la competencia. Así se gradúan con notas excelentes y al escribir lo hacen con montones de faltas ortográficas.
A la universidad estatal la han dejado que se politice y se ha torcido hasta niveles aberrantes. El colmo es que los partidos políticos señalan, y hacen campaña abiertamente por sus candidatos en el seno de ella, lo cual es inconcebible en una universidad seria que se respete. Por otro lado el rector cree que su cargo es una agencia de viajes y se dedica a viajar por el mundo a donde le plazca, con cualquier excusa, sin rendirle cuentas a nadie, y sin que le rinda algún beneficio a la institución, que aporta los fondos para sus paseos. Además, nombra militantes de su partido por centenares, que no trabajan, pero cobran puntualmente, y malversa los fondos comprando vehículos de lujo para él y sus funcionarios; en tanto, los alumnos pasan las de Caín para recibir docencia, en aulas con pocas butacas, o con pizarras inservibles, y algunas hasta con goteras, o que se inundan cuando llueve.
Si tomamos como ejemplo lo que ocurre en las calles, observen lo que sucede con los motoristas y motoconchistas que se han rebelado contra la autoridad en masa, porque se acostumbraron a violar todas las reglas sin que nadie los sancionara por eso, y ahora cuando la Policía de Tránsito intenta poner orden, ellos no quieren y se resisten. Qué autoridad puede prohibirles ahora a los llamados deliveries, mensajeros, o repartidores de los colmados, o de los bancos, o de los servicios de mensajería, etc., que respeten las reglas, si ya llevan años violándolas.
Antes los conductores obedecían la luz roja, en general, pero en ciertas esquinas empezaron a permitir que se doblara a la derecha en rojo; y qué sucedió, que les dieron la mano y cogieron el codo; y ahora se aprovechan todo lo que pueden y sólo respetan cuando no tienen otra alternativa. Lo mismo está sucediendo con el llamado carril reversible, ya que hay muchos conductores que se creen que siempre pueden violar la raya doble del centro de la vía.
En los países desarrollados las cosas no funcionan de esa manera, claro, por eso se han desarrollado. Por ejemplo, en los EE UU si alguien no respeta los límites de velocidad o viola la luz de un semáforo , es perseguido implacablemente; y así sucede con todo.
Yo recuerdo que hace mucho tiempo durante un verano caluroso en los EE. UU., unos familiares me llevaron a un parque natural llamado los Siete Lagos (Seven Lakes) en el Estado de Nueva York, para que conociera aquello, y al sentarme a la orilla de uno de los lagos, se me ocurrió quitarme la camisa; no pasó un minuto, y enseguida vino un agente y me dijo con buenos modales que eso estaba prohibido; es que son profesionales que hacen su trabajo. Otra vez me sucedió en Niza, en la Costa Azul francesa, que salí a pasear de noche y se me ocurrió cruzar una calle porque no venía ningún vehículo, sin esperar que el semáforo de peatones me diera la luz verde, enseguida, un guardia me llamó la atención; y así en como debe ser.
También fui testigo en Roma, cuando llegué a la Estación Termini de madrugada, pude ver los policías patrullando todas las calles en motocicleta durante toda la noche, y cuando aparecieron un par de borrachos alterando el orden, de una vez intervinieron.
Yo aquí llamé a la policía a medianoche para quejarme por el ruido de una planta eléctrica, ya que en el periódico anunciaron con un gran despliegue el nuevo servicio a la ciudadanía, y lo que me dijeron me sorprendió, porque el agente me sugirió que fuera yo a hablar con el dueño de la planta.
A cualquier país desarrollado que uno vaya, los semáforos duran años y años funcionando perfectamente, y aquí lo normal es que estén fastidiosamente dañados; y cuando funcionan, no es raro que haya un agente dirigiendo el tránsito; y por el contrario, cuando está dañado no es raro que no aparezca ningún agente. Lo que es peor, importan semáforos caros de los llamados “inteligentes”, pero parece ser que los encargados de ellos son brutos, porque tampoco duran mucho tiempo esos aparatos.
Así pasa con todos los problemas del país, que dejan que se desmadren para poder pescar en río revuelto, y luego hacen la pantomima de que quieren solucionarlos; pero una vez que el negocio está establecido es imposible corregirlo, porque los interesados en el caos se resisten y tienen poder. Por eso el contrabando, el tráfico de personas, el problema de los apagones, el narcotráfico, la corrupción administrativa, el lavado de activos, la venta ilegal de armas de fuego, la delincuencia, las apuestas ilegales, la inmigración clandestina, los viajes en yola, los medicamentos falsificados, el nepotismo, el problema carcelario, el robo de las tapas metálicas de las calles, la deuda externa, la recogida de la basura, la circulación vial, la educación dominicana, el ruido excesivo…absolutamente todos siguen el mismo patrón: se permite que crezcan torcidos y luego se pretende enderezar las ramas, y hasta el mismísimo tronco, cuando ya es demasiado tarde.

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