miércoles, mayo 04, 2011

CLAVES PARA ENTENDER EL ESPECTÁCULO MEDIÁTICO DE LA BODA REAL


(Foto de la página de la BBC)



Por FAUSTINO PÉREZ


Lo que aparentemente es un anacronismo en el siglo XXI, no es más que un espectáculo mediático fríamente calculado. Si por algo se caracterizan los ingleses, es por su espíritu pragmático, por su inteligencia y por su rabiosa independencia y originalidad.
Por su prestigio mundial, por sus exigencias, y por su preparación y rigurosidad, no es de sorprender que los ingleses cuenten con tres de las seis mejores universidades del mundo, en el llamado “top one hundred”.
Los ingleses son tan inteligentes, que consiguieron desmembrar aparentemente su imperio, conservando todas las ventajas económicas que tenían, y además, lograron mantener a su Reina como símbolo, todo ello bajo el paraguas de la Commonwealth (Bienestar Común).
La Guerra de las Malvinas es otro ejemplo de la sagacidad británica, lo mismo que la ocupación de Gibraltar en la Península Ibérica; sin embargo, en el caso de Hong Kong los ingleses cedieron enseguida, porque sabían muy bien que no podían defender ese enclave.
Por otra parte, por más que los países afectados reclamen su patrimonio saqueado por los británicos, ellos hacen caso omiso de las reclamaciones, como la famosa Piedra de Rosetta por Egipto, o los frisos del Panteón de Atenas, por los griegos, o los afamados Bronces de Benín, o bien, la Leona Herida, el bajorrelieve de arte asirio, lo cual se puede evidenciar perfectamente en los tesoros extranjeros conservados en el Museo Británico.
Con relación al Mercado Común Europeo, los ingleses no se han adherido al tratado Schengen que permite la libre circulación entre las naciones, pertenecientes a la comunidad; ni tampoco, han cedido en asuntos monetarios, y aún conservan su libra esterlina.
Y es que la boda real del Príncipe William, - el segundo en línea para ocupar el trono - , con la plebeya Catherine Middleton, ha sido a todas luces un fabuloso negocio, empezando por el empresario exitoso, quien es el padre de la esposada, y terminando por los botones de los hoteles, y maleteros de los aeropuertos, pasando por los taxistas de Londres, quienes hablan una mezcla de cockney y de inglés.
El progenitor de ella tuvo el acierto de emplear una parte de sus ganancias, en darle a su hija una educación esmerada en una institución británica de élite, sabiendo que en el Reino Unido las clases sociales son muy poco permeables, y que el codearse con la oligarquía británica siempre en bueno para triunfar en los negocios. De esa manera logró “colocarla” al más alto nivel, claro está, en complicidad con la picardía y la astucia de ella. No es de extrañar pues, la sonrisa de triunfo de ambos, por el posicionamiento logrado.
Por su lado, la monarquía inglesa había sido cuestionada por la forma cómo murió la Princesa Diana en París, en el Puente del Alma, incluyendo las acusaciones de complicidad en el accidente que le costó la vida a ella, y a sus acompañantes, en extrañas circunstancias. Por este motivo, principalmente, la monarquía inglesa necesitaba aumentar su popularidad, y nada mejor que la excusa de una boda de jóvenes apuestos, quienes suscitan en millones de mujeres del mundo, la ilusión de casarse con un príncipe, y si ella no es de sangre azul, pues mucho mejor. Esto se evidencia y se resume, en una de las pancartas que pudieron verse en los medios: “Harry cásate conmigo”, refiriéndose al hermano menor del novio, aún soltero.
Nadie habla del rejuvenecimiento del pool genético de las familias de la realeza, quienes tienden a casarse entre ellos, ya que casi todas las familias reales de Europa están emparentadas; y por ese motivo, y no por cursilerías, necesitan tener descendencia con personas de fuera de su círculo, para evitar las taras genéticas hereditarias.
No nos olvidemos que millones de niñas del mundo son educadas contándoles los cuentos de hadas, en los cuales el príncipe de la realeza se casa. Estas historias, con numerosas variantes, quedan en el inconsciente colectivo, en especial en las mujeres. En Latinoamérica tenemos la variante de las telenovelas, en las que la chica pobre logra casarse con el apuesto y rico galán.
En los países republicanos se cree que la realeza no trabaja y que vive sin hacer nada, y no piensan que representar su gobierno con elegancia y distinción, obedeciendo el estricto protocolo, ya de por sí es una función. Observen cómo el Príncipe consorte Felipe, por poner un ejemplo, se mantiene perfectamente erguido, e impecablemente vestido, en los actos oficiales, y va a cumplir 90 años; y cómo la Reina Isabel conserva su agilidad, su clase y su distinción, a pesar de su edad. Su deber les dicta que tienen que asistir a esas actividades con prestancia, y a lo mejor a ellos personalmente les apetecería hacer otra cosa muy diferente que permanecer en ese momento y lugar, pero tienen que estar ahí. Incluso, a veces ponen en riesgo hasta sus vidas, por cumplir con sus obligaciones protocolarias.
Naturalmente que los ingleses “juegan con ventaja”, ya que tienen los mejores sastres del mundo, como se evidenció con el entalle perfecto del vestido de la novia, y por la elegancia en la vestimenta de la realeza inglesa y demás invitados. Basta con ir a Saville Row, en Londres, para comprobar la minuciosidad en el detalle que tienen esos artesanos de la moda, aunque hay que ir con el bolsillo preparado, porque cobran muy caro. Precisamente uno de los más mencionados como diseñadores presentes con sus modelos en la boda, incluyendo el de la novia, fue la casa de Alexander McQueen, el artista de moda, aunque ya falleciera el año pasado.
La tradición en la moda no es de ahora entre los ingleses, recordemos, por ejemplo, la minifalda y los “hot pants” de Mary Quant, en las décadas de los años 50 y 60.
Otra ventaja con la que cuentan los ingleses es la penetración mundial de la BBC de Londres, la cual hizo una transmisión impecable, secundada por las grandes cadenas estadounidenses, quienes tienen una filiación especial con el Reino Unido, por ser la madre patria. Como ya se sabe en USA la niñas se crían jugando con las muñecas Barbie, que se han convertido en verdaderos estereotipos infantiles, y el mejor ejemplo de una Barbie de carne y hueso, es precisamente Kate…Al final de cuentas, la boda fue presenciada in situ por más de un millón de personas en Londres; y por Internet y por televisión, por alrededor de dos mil millones en todo el mundo.
Dada la promoción mundial, mucha gente se benefició, especialmente en Londres, con el espectáculo mediático, desde las líneas aéreas y los hoteles, en primer lugar, hasta los vendedores y fabricantes de souvenirs, sin olvidarnos de la industria de la alimentación, los transportes, las tiendas y el turismo en general.

Otro sub-efecto importante de la boda, fue la de haber servido como mecanismo de evasión para el mundo, saturado de tantas noticias negativas este año, como el terremoto del Japón y sus secuelas nucleares, y por las revueltas en algunos países árabes. Ya las alegrías y las penas se manifiestan a nivel planetario.
Ningún país del mundo pudo haber montado un espectáculo mediático equivalente con una boda real, como lo hicieron los británicos.

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