lunes, enero 18, 2010

FAUSTINO O EL LIBRO QUE SE LE PARECE




ACTO DE LA PUESTA EN CIRCULACIÓN DEL LIBRO MABÍ EN LAS VENAS EN EL MUSEO DEL HOMBRE DOMINICANO. De IZQ.A DER.: Adrián Javier, Marcio Veloz Maggiolo, Faustino Pérez, Manuel García-Cartagena.


MANUEL PEÑA, AIRSA GERMOSO DE PÉREZ, VICTOR ÁVILA, ANDRÉS L. MATEO 29AGO07 MUSEO DEL HOMBRE DOMINICANO

RAMÓN OVIEDO,Y YANELA HERNÁNDEZ


ZAIDY ZOUAÍN, Y GRISELDA LLOVERA

Texto Tomado de El Nacional
http://www.elnacional.com.do/semana/2010/1/16/37118/Faustino-o-el-libro-que-se-le-parece


PARA SABER MÁS:
librosdefaustinoperez.blogspot.com/

16 Enero 2010, 7:35 PM

Muchos son los casos en que la literatura funge como remedo de la historia, en que el arte verdadero dice más y revela mejor al hombre y su tiempo, que los aburridos folios académicos, o los pretendidos enfoques científicos

Escrito por: Adrián Javier (reodefuente@hotmail.com)

Hay quienes piensan que quienes escriben, sólo lo hacen para “explicarse el mundo”; o quizás, para que los amigos “lo quieran más”, como es el caso auto confesado del Nóbel colombiano Gabriel García Márquez (1927).

Otros opinan que el acto de la escritura creativa, entraña un arraigado sentimiento de ausencias, frustraciones y pesares inconfesados, aún no asumidos.

Los hay también, quienes consideran el oficio de la escritura con el fin predeterminado de su posterior publicación; como aberración intelectual, desenfado espiritual, atrevimiento social, y/o la más patética de las petulancias personales.

No dejan tampoco de aparecer quienes afirman, que el reverso idiosincrásico de los escribidores de toda laya, tema, ciencia y lugares del mundo; responde a una personalidad en permanente, fluida y renovada perplejidad; por la atención curiosa y pendenciera que prestan al ánima de las cosas, y a las acciones del hombre.

Hambrienta siempre de verdaderas primicias, provenidas de toda fuente y soporte; si algo caracteriza a este último rango referido -el de la personalidad en permanente y renovada perplejidad-, es la avidez de conocimiento con que se nos presenta –en todo medio-, su ser de extremos y consecuencias. Explorador apasionado en un mundo de alma virtual, superpuesto por razones insólitas, muchas veces de inédita complexión alegórica; carentes de simples envolturas cartesianas, mas sí, pletórica de símbolos subterráneos, referencias metafóricas sublimadas, signos emblemáticos subyacentes, como de manifestaciones icónicas aun sin clasificar.

Expresiones en clave revuelta, traspuestas en códigos invisibles, por inadvertidos, y sobre todo, aún ausentes de la catalogación serial común.

Estos modos diversos de ponderación, acerca de los procesos creativos que impulsan o signan el espíritu de algunos, para intentar a diario volcar las terribles interrogantes o las pequeñas y maleables certezas de la colectividad, en el acto de pura rebelión interna que supone la escritura, responden a una azarosa y sintomática veleidad, de la que es victima la propia masa procreante que le sirve de proyección y plataforma. Convirtiéndola en esa fuerza avasalladora e inconsecuente, que sufre el lujo de mostrar indiferencia frente a aquellos que practican un decir, soñando un hacer en libertad, que habría de volverse reflejo irrefutable de su entorno; filtro licuante de sus pesadillas y conquistas, fidedigna transparencia de sus anhelos y derrotas, cuando no, primoroso encause de sus esperanzas, cual médium conector del arte con la sociedad, testimoniante de las transformaciones infinitas ocurridas en el corazón del hombre común, cuando su esencia primaria es confrontada con el poder de la belleza.

Muchos son los casos en que la literatura funge como remedo de la historia. En que el arte verdadero dice más y revela mejor al hombre y su tiempo, que los aburridos folios académicos, o los pretendidos “exhaustivos” enfoques de científicos, sociólogos, catedráticos, investigadores, encuestadores, periodistas, politólogos, lingüistas o alicaídos “profesionales de la conducta humana”.

Y este es el caso del undécimo y más interesante libro de Faustino Pérez (1945), titulado con gracia y donaire conceptual: “Mabí en las venas” (Búho, 2007. 295 Pp.).

Siendo la última delación editorial de un artista polivalente, no es de extrañar que sea en el interior de su amplia bibliografía, el libro que más se le parece.

La obra es un compendio de asombros. La estructuran ensayos didácticos sobre las artes visuales, la literatura, la sociología, la cultura popular y la tecnología. Así como puntillosas reflexiones docentes sobre el discurrir massmediático de personalidades del espectáculo; una prosa imbuída por el extasis que producen los avances de la ciencia y la diaria progresión de la comunicación digital en la vida de los mass media, nacidos en el desequilibrio romántico del siglo pasado.

Mabí en las venas” se nos presenta como una loable y curiosa circunnavegación alrededor de los media; aquilata sus mensajes y reseña características inexploradas de sus protagonistas. Abarca además, los diferentes medios expresivos: la televisión, los periódicos, la radio, el internet, la publicidad y un largo, informativo y divertidísimo etcétera.

Se trata de un libro hablador y conceptuoso. Divertido, revelador, interactivo y vislumbrante. Diseñado por un escriba que intentó tallar a su medida un espejo de palabras que habrían de reflejar la imposible memoria de su desemejanza. Lo intentó seriamente y lo logró sin duda alguna. Lo hizo a su imagen y talento. Lo escribió tal como lo imaginó: bajo la égida del cuadrante del insomnio. “Mabí en las venas” es un libro escrito al socaire de la sensibilidad y el embeleso. Sus páginas están fermentadas con la expresa intención de hacer pensar en nuevas preguntas para un mundo desalmado, y sin respuestas satisfactorias ante lo inasible.

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