viernes, diciembre 01, 2006

EL EROTISMO GESTUAL EN LAS DOMINICANAS (3DA. PARTE)

Por FAUSTINO PÉREZ

El hombre inocentemente cree que es él quien conquista, lo cual es cierto en un bajo porcentaje de los casos. Sin embargo, dada la gran cantidad de “armas” que tiene a su disposición la mujer, lo que realmente ocurre es que a él astutamente le hacen pensar eso.
Las féminas reciben una ayuda valiosísima de los zapatos de tacón alto o de plataforma, ya que al tener el pie inclinado en diagonal, con eso logra que su cuerpo sobresalga, simultáneamente, hacia delante en los pechos, y hacia atrás, en los glúteos; y además al elevarse adquiere más prestancia, porque aumenta su estatura. Son tres ventajas importantes que proporciona el calzado elevado. No es de extrañar que esa ventaja se haya mantenido durante generaciones, ya que lo bueno, si es triplemente bueno, es muchísimo mejor; y por eso no ha desaparecido, ni ha sucumbido ante el empuje de las nuevas modas. Sencillamente, al calzado se le modifica y se le adorna de forma distinta, sin abandonar sus grandes ventajas. Ya comentamos el gran atractivo que ejerce la forma UU para el macho; y los senos y las posaderas, son dos de las principales áreas del cuerpo donde aparece dicho perfil.
Otra característica que la fémina optimiza es su estructura ósea, la cual difiere de la del hombre, porque la pelvis de ella es marcadamente distinta para poder permitir el paso del feto durante el parto. De su pelvis salen los fémures, que son los huesos más largos y fuertes del cuerpo humano, pero, más inclinados con respecto a una línea vertical imaginaria, de afuera hacia adentro, y de arriba hacia abajo. Eso provoca que la mujer cuando camina, tiene que realizar un ligero balanceo con el cuerpo para evitar que le choquen las rodillas en su parte interior. Pero una cosa es un ligero balanceo, y otra muy diferente es el contoneo al andar.
Lo que muchas mujeres desconocen, es que para los entendidos, los glúteos femeninos son un verdadero lenguaje, con el cual se pueden expresar estados de ánimo y rasgos del carácter. Así tenemos que hay nalgas provocativas, en cambio, también las hay aburridas, firmes, temblorosas, pequeñas, grandes, voluptuosas, sabrosas, insípidas, deprimidas, tristes, alegres, locas, cuerdas, elegantes, vulgares, hipnóticas, apretadas, sueltas, insinuadas, manifiestas, postizas, reales, y como usted las quiera.
No es raro ver algunas dominicanas que cuando caminan trazan una especie de semi-círculo con los brazos; y al final del recorrido, mueven la muñeca de tal forma que parecería que se están “abanicando” el trasero con las manos. Esa es una manera de llamar la atención, y de ocupar un mayor espacio en la calle o en la acera; y simultáneamente, les sirve de línea de defensa y de alarma, en el caso de que algún sujeto se aproximase demasiado. Es también una forma de enviar el mensaje: Yo estoy demasiado buena, ¡cuidado!, no se me acerquen.
Otras criollas se pasan la mano suavemente por el fondillo, para saber si la indumentaria está correctamente colocada; y para algunas, es una manera de llamar la atención a es parte vital del cuerpo femenino. Otras, en cambio, lo hacen por recato y una cierta vergüenza. Esto implica que el mismo gesto, sirve para propósitos contradictorios. Probablemente este ademán, surge de la costumbre de tocar el pañal o la parte inferior de la ropa de los bebés para saber si está humedecida.
Para esas mismas manos, la mujer tiene a su disposición una gran variedad de esmaltes y de uñas postizas, con una gran cantidad de diseños y de dibujos, siempre con la finalidad de llamar la atención. Ya se sabe la importancia y el encanto que pueden tener unas manos delicadas y bien empleadas, en los juegos amatorios.
Existe una forma de sobresalir visualmente y que practican con frecuencia las dominicanas, y consiste en colocarse las manos en la cintura, con lo cual, también disipan el calor tropical. Hay cuatro formas básicas de colocar las manos en las caderas, con numerosas variantes. En primer lugar, con el puño cerrado sobre el talle, lo cual es poco corriente aquí; sin embargo, la manera más frecuente es la de poner los dedos hacia atrás, con el anverso de la mano pegada a la cadera. Esta es la pose favorita para la famosa “pelelengua”, o insulto verbal dramatizado; ya que la persona que la practica, coloca una mano en la cintura con ese estilo, y con la otra amenaza, acusa y señala; y a la vez mueve un pie nerviosamente golpeando el suelo. Naturalmente, que esto ya implica que las personas se conocen y ha habido una desavenencia entre ellas.
Una tercera forma consiste en redondear la cintura con el índice y el pulgar, con las palmas hacia abajo; y por último, está la variación importante con las palmas más o menos hacia arriba. El criollo que se ponga la mano en la cintura, principalmente, de la segunda manera, corre el riesgo de ser considerado como amanerado, o lo que es lo mismo: un hombre “partío”, en nuestra cultura. En Italia, por ejemplo, no se interpreta de esa forma el mismo ademán.
Hay un gesto cortés en nuestro país que se ha ido perdiendo con el tiempo, y consistía en “ayudar” a la dama al sujetarla delicadamente por el antebrazo, por parte de su acompañante, cada vez que subía o bajaba la acera, o que salía o entraba a un vehículo, entre otras situaciones. Tampoco se ve mucho a las parejas de “gancho”, a menos que sea una boda, una graduación, o cualquier actividad que caiga dentro del ámbito social. Todavía aparecen parejas agarradas de las manos en la calle, pero es raro que vayan con la formalidad del “gancho”.
Se sabe que en nuestro entorno, la parte del cuerpo que más información aporta, después del rostro, son las manos. Por ejemplo, en los países nórdicos de Europa, donde apenas se gesticula, las manos tienen una importancia muy secundaria.
La mujer acostumbra a colocarse anillos en los dedos, y si se los pone en el dedo que a ella le guste, en lugar del dedo donde le sirva el anillo; eso expresa a grandes rasgos cómo es su personalidad, es decir, que ese detalle viene a ser como un resumen visual de su idiosincrasia o manera de ser. Para estos fines hemos desarrollado una teoría que ustedes podrán comprobar en el trato con la gente. Haciendo la salvedad de que este criterio es independiente de cualquier uso que la persona le pueda y/o quiera dar a sus dedos, con fines prácticos.
La moda de ponerse un anillo en cada dedo la impuso Ringo Starr, del conjunto musical The Beatles, en la década de los años 60. El tocaba la batería, y con ese detalle, destacaba el movimiento de sus manos al tocar.
Tanto la cara así como también las manos, que son las partes del cuerpo que ahora nos conciernen, están sometidas a los llamados impulsos cruzados del cuerpo. Esto significa que el hemisferio cerebral izquierdo controla el lado derecho del cuerpo; y viceversa, el hemisferio del cerebro que está a la derecha, rige el costado izquierdo. Sin embargo, en cada hemisferio cerebral tenemos zonas especializadas, para las distintas capacidades. Por esas razones, el lado derecho del cuerpo, se considera como el lado de la razón, el cálculo, el lenguaje y la premeditación, etc. En cambio, el opuesto, controlado por el hemisferio cerebral derecho, es el lado de la intuición, de las corazonadas, de la imaginación, de los sentimientos, etc.
Hechas estas aclaraciones, aplicables a cada mano, tenemos que el dedo pulgar es el “dedo-juez”. En la época de los romanos, se hacía una señal con el pulgar hacia arriba o hacia abajo, para decidir la suerte de los gladiadores en el coliseo. Modernamente, los pilotos de aviones de caza, lo emplean para indicar que todo está correcto, y así por el estilo. Si la mujer se pone el anillo en ese dedo, significa que desea reafirmar su personalidad, o sea, que lo hace para recalcar su ego. Ciertas universitarias han puesto de moda el añillo en el pulgar, e inclusive, esa práctica ha sido adoptada por las lesbianas, quienes también quieren reafirmarse, por lo visto, en sus preferencias sexuales. No es extraño que surja esa moda entre las universitarias, quienes se dan perfectamente cuenta, de que cada día adquieren una mayor cuota de poder social, porque los varones dominicanos cada vez estudian menos. Eso implica que el machismo tiene sus días contados, o a lo mejor quién sabe, todo está por verse.
El dedo índice probablemente sea el origen de la señal de la flecha; y en otro orden de ideas, ya lo emplean los infantes para señalar, sin previo aprendizaje. Es el dedo que indica, señala, y acusa. Cuando el anillo está en ese dedo, se trata de una mujer dominante, que quiere imponerse, de forma intuitiva, si es en la mano izquierda; o de manera calculada, si se trata de la mano derecha, como ya dijimos.
En cambio, el anillo en el dedo mayor, al ser el dedo del equilibrio por estar a mitad de camino de los demás dedos, expresa que se trata de una mujer que busca su equilibrio emocional, es decir, un balance en su estado anímico.
El dedo anular, por su parte, es el dedo del vínculo, es el que se considera como normal y perteneciente al anillo, y de ahí su nombre; ya que ahí se coloca el anillo del compromiso matrimonial, de la boda, de la graduación, etc. Las mujeres se sienten muy identificadas con sus vinculaciones, y por eso no es de extrañar que se utilice el dedo anular de la mano izquierda, que es el lado de los sentimientos.
El meñique, por su lado, es el más pequeño de los dedos, y viene a ser el consentido entre todos y el “niño” mimado. Por esas razones el anillo en el meñique implica una personalidad caprichosa, y quizá veleidosa, que se antoja de cualquier cosa y le gusta que la complazcan.
Las que son realmente volubles son aquellas vendedoras de periódicos callejeras quienes ejercen su trabajo mostrando su ombligo, en las principales calles y avenidas del país. Hay una morena en el Conde Peatonal, que se ha convertido en otro atractivo más de la Zona Colonial, ya que con su sex appeal, “ablanda” la voluntad de los peatones para que compren, y de los vigilantes y policías para que la protejan. Uno se queda con la duda, de su verdadera profesión.
Y es que el ardid que emplean las mujeres de lograr los favores y ventajas de los hombres con recursos y/o poder, no es de ahora; ni tampoco es exclusivo de una sola clase social, como lo atestiguan los “regalos” de vehículos de lujo y apartamentos a ciertas beldades en nuestros tiempos, por parte de hombres pudientes.
Precisamente, Helen Fisher sostiene en su libro Sex Contract, que la selección natural favorece a la mujer más sexy. Ya la hembra primitiva al verse desbordada por las ocupaciones, se dio cuenta que si podía mantener al macho de la especie interesado y complacido en el sexo durante todo el período, en lugar de tener relaciones únicamente durante la ovulación, podía tener más alimento proporcionado por el cazador, y además, era protegida permanentemente.
La mujer también aprendió a variar la oferta sexual y a cambiar el “objeto” del deseo, para evitar la saturación. Cuando el hombre se satura de que le muestren los senos, entonces ellas pasan a poner el énfasis en otra área diferente, como podrían ser las piernas; y de ahí, cuando eso canse, resaltar los glúteos…todo esto en cualquier orden, y siempre con la misma finalidad de mantener al macho interesado, con los cambios en la moda de las vestimentas.
La indumentaria apropiada también la emplean las deportistas con la finalidad de seducir. Basta con ir al Mirador Sur, donde aparecen jóvenes trotando, provocando a la vez un movimiento pendular con los senos. Otras usan atuendos que les marcan las “patas de camello”, para deleite de los hombres. No digamos nada de otras practicantes de algunos deportes como las carreras, el volibol, la natación, el tenis, la gimnasia, entre otros deportes, que algunas veces logran una audiencia masculina, más interesada en los encantos de ellas que en los deportes en sí. Mención aparte merecen los concursos de belleza, algunos de los cuales logran una amplia audiencia.
Las que no disimulan su afán de exhibicionismo son las acompañantes de los motoristas de máquinas de alta cilindrada quienes se pasean por la Malecón y otras avenidas de la capital y de otras ciudades del país. Incluso, esas motos de gran potencia, tienen diseñado el asiento de la cola, especialmente para resaltar el trasero de la mujer-acompañante. Aquí todavía no se llega al nivel de Jamaica, pero, nos estamos aproximando. Los tiempos están cambiando rápidamente, y las prácticas sexuales nuestras también lo hacen, como lo atestiguan los escándalos de la Ave. Lincoln, o los conciertos playeros con chicas importadas con atuendos íntimos, o la venta de películas porno en el Mercado de Pulgas, grabadas aquí con dominicanos y dominicanas en hoteles de lujo y otros lugares.
Debido principalmente a la gran permisividad, inconstancia, y excesiva indulgencia, con que se crían aquí a los niños, eso da como resultado hombres adultos inmaduros que no saben ni siquiera depositar la basura en el recipiente apropiado, ni tampoco cruzar una calle, o conducir un vehículo en las vías públicas, por poner tres ejemplo sencillos; y eso naturalmente repercute en la hembra, y produce mujeres inseguras. No es raro ver hombres casados, en las esquinas o avenidas, tomando tragos y gozando de la vida, porque “los ataúdes no tienen bolsillos”; y las mujeres solas o con los hijos pequeños en la casa. No voy a contarles la gran cantidad de divorcios que ha provocado el hecho de que el dominicano quiere tener las ventajas del hombre casado, sin abandonar las prerrogativas del tipo soltero. Desde el momento en que la mujer logró su independencia económica, no está dispuesta a soportarle sus caprichos a los machos con gran inmadurez psicológica. Hay culturas, como en el Japón donde se educan a los niños con una gran disciplina, no es de extrañar que sean la segunda potencia económica del mundo. Si ustedes se fijan, en ese país del Lejano Oriente las personas usan una mascarilla cuando tienen gripe, y aquí, se suenan la nariz depositando la mucosidad en el suelo, con lo cual propagan más la epidemia; aparte, de que se ensucian las manos y se limpian en cualquier sitio y luego le dan la mano contaminada al primero que encuentran.
Sin importar el tipo de cultura y de educación recibida, la libido o apetito sexual está ahí, y ese hecho se ve exacerbado por el clima tropical, y la sensualidad de nuestras playas, frutas, etc. Pero el verdadero erotismo reposa esencialmente en el cerebro de la persona. Es como una fuerza interior que se manifiesta hacia fuera por no poder contenerse. El mejor ejemplo de esto lo proporcionan las mujeres de Francia, que sin ser un país tropical tienen ganada la fama de ser las más provocativas del mundo, con un metalenguaje comunicacional con el cuerpo, y principalmente, con los labios, fuera de serie.
Pero la dominicana ha hecho todo un arte con su manera de caminar, para la admiración de propios y extraños, que conjuntamente con su cariño para complacer a los hombres inmaduros, hacen que muchos extranjeros provenientes de países desarrollados, vengan aquí detrás de la miel de nuestras féminas; en lugar del “papel de lija” de las de ellos, ya que al ser mujeres más liberadas, y por más tiempo, han perdido muchos de sus atractivos.

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