viernes, diciembre 01, 2006

"MI LIBRO FAVORITO: DE LA MANO DEL DOCTOR DEL CIGARRO"

Faustino Pérez


Esta pregunta que aparenta ser tan simple, tiene sus bemoles, sencillamente,
porque al ser abierta en su formulación y cerrada en cuanto a su desarrollo se refiere, trae aparejadas numerosas interrogantes y dudas.
Esto implica que de los miles de libros que uno ha tenido la dicha, la oportunidad y el privilegio de leer y de consultar en su vida, ha de elegirse uno, solamente uno.
Para mí, la importancia de un libro estriba en su capacidad de “iluminarnos”, y simultáneamente de abrirnos “caminos” por donde transitar, intelectualmente
hablando. Un libro que impacte a uno, hasta convertirse en favorito, ha de tener mucha “personalidad”, por decirlo de alguna manera. Y es que de alguna forma el material de lectura comprendido entre dos cubiertas, más o menos duras, tiene una semejanza con las personas, y no es para menos porque son seres humanos quienes que los escriben y se proyectan en ellos; pero los libros nacen, mueren, se vuelven obsoletos o no, adelgazan o engordan según la humedad reinante, se compran y se venden como las conciencias, se tornan frágiles con los años, se manchan y ensucian, pueden ser plagiados o mutilados, en el mejor de los casos se regalan como el amor más o menos interesado; y la mayoría de las veces, descansan y mueren de pié, y en eso se diferencian de los humanos, porque nosotros también tenemos un papel en la vida, aparte ya de los papeles que hacemos.
En ese tenor, existe un trabajo de Sigmund Freud que marcó en su época un punto de inflexión en mi evolución profesional; se trata de La Psicopatología de la Vida Cotidiana, publicado en el 1901, y que yo leí en la década de los años 70.
Lo que resulta chocante es que yo no estudié ni psicología, ni mucho menos
psiquiatría, entonces, ¿qué es lo que tiene esa obra que las demás no tengan?,
pues, francamente que llegó a mí en el momento justo, es decir, que el “timing”
fue perfecto, ya que se trató de una lectura oportuna en la edad precisa, y por ese motivo me sirvió como una especie de llave imaginaria para abrir las compuertas que conducen hacia nuevos cauces, a pesar de sus años de haber sido publicada.
Si repasamos sucintamente su contenido comprobaremos mejor lo que afirmo: las verdaderas causas de los olvidos de los nombres propios, de las palabras extranjeras, y de los propósitos e intenciones…; los recuerdos infantiles, las equivocaciones orales y en la lectura, las torpezas, los actos sintomáticos y fallidos, las supersticiones…etc.
El común denominador de todos estos temas remite a un más allá de lo meramente aparente, es decir, que yo fui llevado de la mano de Freud, al “mundo” de la meta-comunicado; aprendí a no dar por descontado las apariencias y a buscarle otros significados a lo cotidiano. ¡Toda una revelación en esa coyuntura de mi existencia!
A veces me pongo a pensar en aquella visita impulsiva para ver, “lo nuevo que había”, que hice a la librería Espasa-Calpe, en la madrileña Gran Vía aquella tarde soleada de invierno, que ya anunciaba la primavera próxima. Lo que se inició como la adquisición de un libro curioso, nunca me imaginé que significaría tanto para mí 35 años después y que me dejaría esa impronta indeleble.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Al leer el texto sobre el concepto de metafora en aritoteles.Entendi que esta aparece en dos obras clasicas que so

Anónimo dijo...

Al leer el texto sobre el concepto de metafora en aritoteles.Entendi que esta aparece en dos obras clasicas que so